Wednesday, January 31, 2018

PRESIDENTE MAO: La transformación de la ideología en sistema se produce siempre como secuela de movimientos de los hechos, porque la ideología es el reflejo de un movimiento material.

  
Aquí transcribimos el texto del Presidente Mao extractado de sus Notas de lectura acerca del Manual de Economía Política de la Unión Soviética (1960), por considerarlo de singular importancia y que tiene que ver con la publicación anunciada de las actas del Seminario de Filosofía de 1987 dictado por el Presidente Gonzalo. Ver el texto:

65. Juicio de conjunto sobre el  Manual

    No se puede decir que este libro no tiene absolutamente nada que ver con el marxismo-leninismo, pues contiene numerosos puntos de vista marxista-leninistas. Pero tampoco se puede decir que esté completamente conforme con el marxismo-leninismo, pues contiene numerosos puntos de vista que están alejados del marxismo-leninismo. Para concluir no se puede refutar fundamentalmente este libro.

    La obra subraya que la economía socialista es una economía al servicio de todo el pueblo y no al servicio de una minoría de explotadores. No es posible sostener que, en este libro, los análisis de las leyes económicas fundamentales del socialismo sean completamente erróneos. Estos análisis constituyen el contenido principal de la obra que trata igualmente de problemas tales como la planificación, el desarrollo armónico, la industrialización a un ritmo rápido, etc. En estos campos, el libro aparece aún de carácter socialista y marxista. En cuanto a saber en que proporción hay que desarrollar cada uno de los sectores económicos después de haber admitido los principios de la planificación, del desarrollo armónico y de la industrialización a un ritmo rápido, es otra cuestión. Después de todo, cada uno tiene sus propios métodos.

    Pero ciertos puntos de vista fundamentales de este libro son erróneos. La obra no pone el acento sobre la primacía de la política ni sobre la línea de masas. No habla de caminar sobre ambos pies. Se limita a subrayar la importancia del interés individual, a propagar la idea del estímulo material y a hacer renacer el individualismo.

    El punto de partida de la investigación acerca de la economía socialista no es, en este Manual, la contradicción. De hecho, los Soviéticos no admiten la universalidad de la contradicción. No admiten que, en una sociedad, las contradicciones constituyen la fuerza motriz del desarrollo del socialismo. En su sociedad, en realidad, la lucha de clases existe todavía, lucha entre el socialismo y los vestigios del capitalismo. Pero no la reconocen. Existen aún, en su sociedad, tres sistemas de propiedad: la propiedad de todo el pueblo, la propiedad colectiva y la propiedad individual. Claro que el sistema de propiedad individual es ahora diferente del que existía antes de la colectivización. En aquella época, la vida de los campesinos estaba basada enteramente sobre el sistema de propiedad individual. Actualmente, los campesinos tienen un pie en un barco y un pie en el otro; se apoyan fundamentalmente en la colectividad, pero también en el sistema de propiedad individual. Cuando hay tres sistemas de propiedad, hay ineluctablemente contradicciones y luchas. Sin embargo, el Manual no habla de estas contradicciones ni de estas luchas. No preconiza los movimientos de masas. No admite que haya primero que pasar al sistema socialista de la propiedad de todo el pueblo, para hacer de este el único sistema en toda la sociedad antes de pasar al comunismo.

    El Manual adopta expresiones confusas tales como "acercamiento", "armonía", etc., en lugar de nociones como la transformación de un sistema de propiedad en otro sistema de propiedad, o la transformación de una relación de producción en otra relación de producción. Desde este punto de vista, este libro tiene graves defectos y contiene serios errores. Se aleja parcialmente del marxismo-leninismo.

    El estilo de la obra es muy malo. Le falta la fuerza de la persuasión. No suscita el interés del lector. Su punto de partida no es el análisis concreto de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, ni el análisis concreto de la contradicción entre la base económica y la superestructura. No tiene en cuenta tales análisis para presentar y estudiar los problemas. Todo en este libro resulta de nociones y definiciones. Se limita a definir; ignora los razonamientos. Pues bien, las definiciones deben ser el resultado de los análisis y no el punto de partida de éstos. El libro enuncia, ex nihilo, una serie de leyes que no se desprenden de, ni son probados por el análisis del proceso concreto del desarrollo histórico. Ahora bien, las leyes no pueden explicarse por sí mismas. Es imposible explicarlas claramente si no se comienza por analizar el proceso concreto del desarrollo histórico.

    Este libro carece de aliento y de altura de miras en su estilo. Su problemática es imprecisa y su fuerza de persuasión ninguna. No suscita el interés del lector. La lógica, incluso la lógica formal, está ausente. Aparentemente este libro ha sido redactado, capítulo por capítulo, por varios autores. Si la división del trabajo se da allí, la unidad no. No está construido como debe estarlo un manual. Además, la metodología que ha sido adoptada consiste en tomar las definiciones como punto de partida, dando así la impresión de que se trata de un diccionario de términos económicos. Los autores de este libro son relativamente pasivos. En varias ocasiones se contradicen; lo que dicen acá está en contradicción con lo que dicen acullá. Es cierto que la división del trabajo, la cooperación y la redacción colectiva constituyen un método. Pero el mejor método es aún confiar la obra a un autor principal ayudado de algunos asistentes. Solo los libros escritos por autores como Marx pueden considerarse como obras completas, rigurosas, sistemáticas y científicas.

    Si se quiere redactar un libro vivo, hay que tener algo para criticar. Aunque se hayan dicho cosas exactas en el Manual, no se ha ampliado la crítica de los puntos de vista erróneos. Es por esto por lo que su lectura es aburrida.

    En varias ocasiones, se siente que el libro ha sido escrito por intelectuales y no por revolucionarios Cuando un economista no conoce las prácticas económicas, no puede ser considerado como un verdadero especialista. Aparentemente este libro refleja el hecho de que quienes se ocupan de las tareas prácticas no son capaces de hacer su síntesis y no tienen conocimiento de los conceptos y de las leyes; y de que quienes se ocupan de teorías no tienen experiencia de la práctica y no conocen la práctica económica. Sin la unión de estas dos categorías de personas, no puede haber unión de la teoría y de la práctica.

    Este libro demuestra claramente que sus autores no conocen la dialéctica. Incluso para redactar un manual de ciencia económica, hay que tener un cerebro de filósofo; la participación de la filosofía es necesaria. Sin esta participación, es imposible escribir un buen manual de ciencia económica.

    La primera edición de este Manual data de los comienzos de 1955[8]. Pero aparentemente el esqueleto principal del libro fue decidido antes de esta fecha. Parece que su estructura elaborada en la época de Stalin no haya sido puesta entonces muy a punto[9].

    Actualmente en la Unión Soviética, hay gentes que no están de acuerdo con la redacción de este libro. En un artículo titulado. La primera edición del Manual data en realidad de 1954.

... En "A propósito del curso científico de economía política del socialismo", G. A. Kozlov[ 10 ] critica las ideas fundamentales de este libro, subrayando sus defectos metodológicos. Predica la explicación de las leyes por un análisis del proceso de la producción socialista. También emite sugestiones en el campo de la estructura.

    A juzgar por las críticas emitidas por gentes como Kozlov, parece ser posible, incluso en la Unión Soviética, la elaboración de otro manual que represente el aspecto opuesto de la presente obra. Es una buena cosa tener una oposición.

    A la primera lectura de este libro, se puede comprender su metodología y sus puntos de vista. Pero leer un libro no es estudiarlo. Lo mejor sería que en el futuro estudiásemos minuciosamente esta obra tomando ciertos problemas y puntos de vista como centros de discusión. Necesitamos también reunir materiales y leer artículos y revistas que expresen puntos de vista diferentes a los de este libro. Cuando existe un problema que provoca una polémica, conviene conocer todas las opiniones divergentes. Si se quiere captar bien un problema, es necesario al menos comprender las opiniones de las dos partes.

10. Miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de la URSS, G. S. Koslov es uno de los economistas soviéticos más eminentes.


    Debemos criticar y rechazar las ideas erróneas. Pero debemos defender también todo lo que es correcto. Tenemos que ser al mismo tiempo valientes y prudentes.

    Sea de ello lo que fuere los Soviéticos han logrado escribir un manual de economía política del socialismo. Haciendo todas las cuentas resulta una gran realización. Cualesquiera que sean las ideas dudosas contenidas en este libro, nos proporciona al menos materia para la discusión y nos incita a comprometernos en investigaciones de mayor profundidad.


    66. Sobre la manera de redactar un manual
        de economía política

    El Manual soviético toma como punto de partida el sistema de propiedad. En principio esto es válido. Pero el libro podría ser mejor redactado. Cuando Marx estudiaba la economía del capitalismo, analizaba esencialmente, él también, el sistema de propiedad capitalista de los medios de producción. Examinaba en que medida la distribución de los medios de producción determinaba la distribución de los productos. En una sociedad capitalista, el carácter social de la producción y el carácter privado de la posesión constituyen una contradicción fundamental. A partir de las mercancías Marx develaba las relaciones humanas disimuladas tras las relaciones materiales entre las mercancías. Aunque las mercancías tengan aún un doble carácter en una sociedad socialista, éste no es ya el mismo que el doble carácter de las mercancías capitalistas gracias al establecimiento del sistema de la propiedad pública de los medios de producción y al hecho de que el trabajo no es más una mercancía. En estas condiciones, las relaciones entre los hombres no están ya ocultas tras las relaciones materiales entre las mercancías. Por lo tanto si se sigue el método de Marx tomando las mercancías como punto de partida, o estudiando la economía socialista a partir del doble carácter de las mercancías, puede ocurrir que se oscurezcan los problemas y se hagan difíciles de comprender.

    La economía política tiene por objeto la investigación de las relaciones de producción. Según la interpretación de Stalin, estas relaciones conllevan tres aspectos: el sistema de propiedad, las relaciones humanas en el trabajo y la distribución de los productos. Si debemos escribir sobre la economía política, podremos igualmente tomar como punto de partida el sistema de propiedad. Abordaremos en primer lugar las diferentes transformaciones de este sistema: de la propiedad privada de los medios de producción en la propiedad pública de los medios de producción; de la propiedad privada del capital burocrático y de la propiedad privada capitalista en propiedad socialista de todo el pueblo, de la propiedad privada de las tierras de los terratenientes en propiedad privada de los campesinos y después en propiedad colectiva socialista. Examinaremos en seguida las contradicciones entre los dos sistemas de propiedad pública socialista así como el paso del sistema de propiedad colectiva socialista al sistema de propiedad socialista de todo el pueblo. Conjuntamente, analizaremos las transformaciones que se producen en el interior del sistema de la propiedad de todo el pueblo, tales como el enno de cuadros a escalones inferiores, la dirección de las empresas en función de su categoría, la autonomía de las empresas, etc. Entre nosotros, entre la empresa que hacen parte del sistema de la propiedad de todo el pueblo, algunas son administradas directamente por los departamentos del gobierno central, otras por las provincias, las municipalidades o las regiones autónomas, otras por las regiones especiales, otras en fin por los distritos. En cuanto a las empresas administradas por las comunas populares, algunas son propiedad por mitades, una mitad de todo el pueblo, la otra propiedad colectiva. Todas las empresas, sean administradas por las autoridades centrales o por las autoridades locales, están bajo una dirección unificada y dotadas de una autonomía muy definida.

    En cuanto a la cuestión de las relaciones humanas en la producción y en el trabajo, excepción hecha del empleo de expresiones del género "las relaciones de cooperación y de asistencia mutua en un espíritu de camaradería", el Manual no trató nunca a fondo el problema. No realizó análisis o estudios en este campo. Ahora bien, cuando el problema del sistema de propiedad está resuelto, el problema mas importante que se plantea es el de la administración, es decir el de la administración de las empresas que pertenecen a todo el pueblo. El problema de la administración de las empresas colectivas es también el de las relaciones humanas en un sistema de propiedad determinado. Sobre este tema hay muchas cosas que decir. En el transcurso de un período dado, las transformaciones de los sistemas de propiedad tienen siempre un límite. Pero durante ese mismo período, las relaciones humanas en la producción y en el trabajo pueden modificarse sin cesar. Respecto a la administración de las empresas que pertenecen a todo el pueblo, somos partidarios de una politica que combine la dirección centralizada y los movimientos de masas, que imponga el liderazgo del Partido, que mezcle a los obreros y el personal técnico, que haga participar a los cuadros en el trabajo manual, que modifique continuamente los reglamentos y los sistemas irracionales, etc.

    En lo que concierne a la distribución de los productos, el Manual debe rescribirse recurriendo a otro estilo de redacción. Habría que poner el acento sobre la dificultad de las luchas, el aumento de la reproducción, las perspectivas comunistas. No hay que insistir sobre los intereses materiales personales. No hay que animar a la gente a ir tras sus intereses personales en lugar de ir tras el interés de la sociedad. No hay que atraer a las gentes hacia un camino que lleve hacia "un amante, una residencia secundaria, un coche, un piano, un aparato de televisión". Un viaje de 1.000 li comienza con el primer paso. ¿Pero si no se ve más allá de sus pies, si no se piensa en el porvenir y en las perspectivas, cómo se puede entonces tener aún espíritu y entusiasmo revolucionarios?


    67. A propósito del método de investigación que
        consiste en tomar los fenómenos como punto de
        partida para llegar a la esencia misma de las cosas

    En el estudio de un problema, debemos tomar como punto de partida los fenómenos que se pueden ver y sentir, y explorar la esencia que se disimula tras ellos con el fin de descubrir la naturaleza y las contradicciones de las cosas objetivas.

    Durante la guerra civil y la guerra de resistencia contra el Japón, también nosotros tomamos los fenómenos como punto de partida para estudiar el problema de la guerra. En esta época, el fenómeno más general y más evidente era que nosotros teníamos enemigos numerosos y potentes, mientras éramos poco numerosos y débiles. Fue a partir de estos fenómenos que estudiamos y resolvimos los problemas, que examinamos el medio de vencer con una fuerza reducida y débil a enemigos numerosos y potentes. Comprendimos que, aunque poco numerosos y débiles, teníamos el apoyo de las masas y que podíamos explotar los puntos débiles de nuestros enemigos a pesar de su número y su fortaleza. Tomemos el ejemplo del período de la guerra civil. El enemigo poseía una fuerza de varios centenares de miles de hombres mientras que nosotros no teníamos más que algunas decenas de miles. En el plano estratégico, el enemigo era poderoso y nosotros éramos débiles. El tomaba la ofensiva mientras nosotros estábamos a la defensiva. Pero cuando él quería atacarnos, necesitaba avanzar con varias columnas y cada columna se dividía a su vez en numerosas unidades que se sucedían. A menudo cuando una unidad arribaba a un punto de apoyo, las otras unidades estaban todavía en movimiento. Concentrábamos el grueso de nuestras fuerzas con el fin de destruir el punto de apoyo de esta columna y desplegábamos una parte de nuestros hombres para detener en el sitio a las fuerzas enemigas aún en movimiento. Así fue como nos encontramos en una situación de fuerza y en un punto preciso en el que el enemigo era poco numeroso y débil mientras nosotros éramos numerosos y potentes. El enemigo se encontraba además en una región que conocía mal y donde no tenía el apoyo de las masas. Se reunían totalmente las condiciones para que nosotros pudiéramos destruir una parte del enemigo.

    La transformación de la ideología en sistema se produce siempre como secuela de movimientos de los hechos, porque la ideología es el reflejo de un movimiento material. Las leyes aparecen en la repetición en el curso de movimientos de los hechos; su aparición no es un accidente. Los hechos deben repetirse frecuentemente antes de que aparezcan leyes susceptibles de ser reconocidas como tales por todos. Una crisis del capitalismo, por ejemplo, se produjo en el pasado una vez cada diez años. Este fenómeno se repitió en numerosas ocasiones, permitiéndonos así conocer las leyes de la crisis económica en una sociedad capitalista. En otro caso, la necesidad de distribuir las tierras en función del número de habitantes y no en función de la capacidad de trabajo durante una reforma agraria no se ha reconocido sino después de múltiples experiencias. Durante el último período de la guerra civil, los camaradas que habían adoptado la línea aventurerista de "izquierda" preconizaban una distribución de las tierras según la capacidad de trabajo. No estaban de acuerdo con la política de distribución igualitaria por cabeza de habitante y estimaban que este modo de distribución no tenía una posición de clase clara y que no tenía suficientemente en cuenta las masas. Su consigna era: "Los terratenientes no reciben ninguna tierra; los campesinos ricos reciben malas tierras; los demás reciben tierras de acuerdo a su capacidad de trabajo". Los hechos han probado que esta política era errónea. Fue sólo después de experiencias repetidas cuando pusimos en claro cual era la política correcta de distribución de tierras[11 ].

    El marxismo exige la unidad de la lógica y de la historia. Las ideas son el reflejo de la existencia objetiva mientras que la lógica se deriva de la historia. El Manual está en verdad lleno de materiales, pero éstos no se analizan. La lógica está de allí ausente y en vano se buscan leyes. Esto es malo. Pero no tener materiales tampoco es bueno. Porque en este caso no se ve sino la lógica y no la historia. Y esta lógica que se ve no es más que una lógica subjetivista. Es aquí precisamente donde reside el defecto del Manual.

    Es absolutamente necesario escribir una historia del desarrollo del capitalismo en China. Si los historiadores no estudian la historia de cada sociedad o la historia de cada época, no podrán escribir una historia general de calidad. Y si se estudia una sociedad particular, es para encontrar las leyes particulares de esta sociedad. Si se logra elucidar las leyes particulares de una sociedad determinada, se pueden fácilmente conocer las leyes generales de esa sociedad. Hay pues que encontrar las gene-
ralidades a través de las numerosas particularidades que se han estudiado. Sin comprender bien las leyes particulares, es imposible comprender bien las leyes universales. Si se quiere estudiar, por ejemplo, las leyes generales de la zoología, se está obligado a estudiar separadamente las leyes particulares que rigen a los vertebrados y a los invertebrados.


11. Mao resume aquí su conflicto respecto a la revolución agraria con la facción de los "28 bolcheviques" en el Soviet de Kiangsi a comienzo de los años treinta. En esta época, la política agraria de Mao fue calificada de derechista por el Comité Central controlado por elementos prosoviéticos apoyados por el Komintern.



    68. La filosofía debe servir a la política de su tiempo

    Toda filosofía debe servir a la política de su tiempo.

    Esto es verdad para la filosofía burguesa. En cada país, a todo momento, han hecho su aparición nuevos teóricos y han desarrollado nuevas teorías para servir a la política de la época. En Inglaterra hubo materialistas burgueses tales como Francis Bacon y Thomas Hobbes. En Francia, en el siglo XVIII, aparecieron materialistas como los enciclopedistas. Las burguesías alemana y rusa tuvieron también sus materialistas. Eran todos materialistas burgueses que servían a la política burguesa de su época. No porque la burguesía inglesa tuviese sus materialistas, podía la burguesía francesa prescindir de los suyos; y no porque Inglaterra y Francia tuviesen sus materialistas burgueses podían Alemania y Rusia prescindir de los suyos.

    Con absoluta evidencia, la filosofía marxista del proletariado debe servir aún más estrechamente a la política de su época. En lo que concierne a China, lo primero que hay que hacer es estudiar las obras de Marx, Engels, Lenin y Stalin. Pero los comunistas y los pensadores proletarios de todos los países deben crear nuevas teorías, escribir nuevas obras, formar sus propios teóricos con el fin de servir a la política de su época.

    No es bueno para un país, cualquiera que sea, apoyarse en un momento cualquiera sobre cosas superadas. Si sólo hubiesen existido Marx y Engels y si no hubiese habido un Lenin para escribir obras tales como Dos Tácticas, hubiese sido imposible resolver los nuevos problemas aparecidos desde 1905. Igualmente, si sólo hubiese existido Materialismo y empirocriticismo de 1907, hubiese sido imposible hacer frente a los nuevos problemas que surgieron antes y después de la revolución de octubre. Para satisfacer las exigencias de esta época, Lenin redactó Sobre el Imperialismo, El Estado y la Revolución, etc. Después de la muerte de Lenin, para hacer frente a los reaccionarios y para defender el leninismo, Stalin debió escribir obras como Los fundamentos del leninismo, Las cuestiones del leninismo, etc. Al fin de la segunda guerra civil y al comienzo de la guerra de resistencia contra el Japón, yo redacté Acerca de la Práctica y Acerca de la Contradicción. Yo no podía dejar de escribir estas obras para satisfacer las exigencias del momento.

    Ahora entramos en la era del socialismo. Una serie de problemas nuevos han aparecido. Es imposible no escribir nuevas obras y no elaborar nuevas teorías para satisfacer a las nuevas exigencias.