Del artículo de AND Brasil, destacamos:
"Tras los pronunciamientos golpistas de los principales comandantes militares de Bolivia, las movilizaciones de masas y la acción de los grupos de extrema derecha, Evo Morales renunció a su gobierno el 10 de noviembre. Ya no sirve a los intereses del imperialismo yanqui como este demanda y sin el apoyo de las masas populares, Morales no tuvo más remedio que renunciar".
Leer la traducción inoficial del artículo de AND de Brasil:
Forzado por los Estados Unidos y sectores de la gran burguesía, Evo Morales renuncia
GIOVANNA SCHAIDHAUER | JAILSON DE SOUZA 11 NOVEMBRO 2019
Miles de bolivianos salen a la calle cantando 'Ahora sí, guerra civil' contra la extrema derecha
Tras los pronunciamientos golpistas de los principales comandantes militares de Bolivia, las movilizaciones de masas y la acción de los grupos de extrema derecha, Evo Morales renunció a su gobierno el 10 de noviembre. Ya no sirve a los intereses del imperialismo yanqui como este demanda y sin el apoyo de las masas populares, Morales no tuvo más remedio que renunciar.
Después de su reelección el 20 de octubre en un alegato sospechoso de fraude, estalló una ola de protesta en todo el país. Las masas se levantaron contra su gobierno antipopular, que en el transcurso de 14 años aplicó varias medidas que profundizaron la explotación del campesinado y el proletariado, así como la condición semicolonial del país.
Además del descontento, las protestas, apoyadas por el rechazo de las masas a las condiciones miserables impuestas por el gobierno, también fueron infladas por grupos de extrema derecha, vinculados a la burguesía compradora y vinculados a grupos del imperialismo yanqui. Su jefe, Luis Fernando Camacho, el líder fascista de la "oposición", está tratando de reunir fuerzas para llegar al gobierno, mientras que otros sectores están pidiendo una "junta militar" para gobernar el país.
El 9 de noviembre, 2.500 mineros de la Federación Departamental de Cooperativas Mineras de Potosí partieron hacia la ciudad capital de La Paz para unirse a las movilizaciones antigubernamentales y exigir la renuncia del entonces presidente.
Durante las protestas hubo varios enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. En una de ellas, el día 6, se incendió una oficina del alcalde de La Paz.
Unas 90 personas resultaron heridas en las protestas el 6 y un joven murió de heridas, lo que representa un total de tres muertes desde que comenzaron las protestas, todas del lado del pueblo levantado. Ese día, los manifestantes intentaron llegar al palacio de gobierno por segunda noche consecutiva, pero fueron rápidamente reprimidos.
La Federación de Trabajadores de Manufactura de Cochabamba también convocó, el 6 de marzo, una gran marcha para exigir nuevas elecciones y un nuevo Tribunal Electoral.
El transporte urbano y la Unión Mixta de Minibuses, Autobuses y Taxistas, así como el transporte interprovincial, comenzaron una huelga indefinida el 5 de noviembre, bloqueando calles y avenidas, exigiendo nuevas elecciones y nuevos miembros del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Agregaron los transportistas de las regiones cercanas, que ya estaban en huelga.
"Estamos cansados de todas las atrocidades y abusos contra los ciudadanos y a nivel nacional, repito que habrá una huelga indefinida", dijo el conductor Armando García. Dijo que debe haber soluciones al conflicto en el país, que había estado sucediendo durante 14 días.
El 3 de noviembre (y los días siguientes), los manifestantes hicieron piquetes en varias instituciones públicas, cerraron las puertas con pedazos de madera y formaron cordones de ciudadanos, impidiendo la entrada de trabajadores.
En este día, el Ayuntamiento de Cochabamba, la Cámara Municipal, la Junta de Educación Departamental y la Físcalía fueron el blanco de los manifestantes. En otros días de la semana, organismos como la Asamblea Legislativa Departamental y el Ministerio de Trabajo y Minería tampoco pudieron abrirse. Los manifestantes se opusieron a la reelección de Evo y exigieron una nueva votación.
Las protestas continuaron en Bolivia después de casi dos semanas de elecciones presidenciales. En La Paz, el 1 de noviembre, hubo bloqueos de carreteras, y en Santa Cruz de la Sierra y Potosí, grupos organizaron huelgas y paros de servicio.
Aún el 29 de octubre, una marcha intentó evitar el paso de vehículos en una de las principales avenidas de La Paz. Las autoridades se acercan a los manifestantes que bloquean el camino y, con gas pimienta, los dispersan de la escena.
Poco después de las elecciones, el 20 de octubre, los manifestantes levantados quemaron las urnas y se enfrentaron a la policía antidisturbios en varias ciudades bajo el lema ¡Ni Evo, ni Mesa! En un claro rechazo de los dos candidatos: el primero, un oportunista que durante años maneja la explotación de las masas populares y la rendición de la nación al imperialismo, y el segundo, títere del imperialismo yanqui. En parte de las manifestaciones, sin embargo, se montaron los grupos de extrema derecha.
UNA ECONOMIA SEMICOLONIAL
Desde que comenzó su gobierno, Evo ha dado preferencia a la fracción burocrática de la gran burguesía (ese sector más vinculado al viejo Estado), promoviendo la nacionalización de refinerías, distribuidores y estaciones de petróleo. Esto, sin embargo, no alteró la situación de dominación estructural a la que está sometida la nación boliviana. Para el imperialismo yanqui, que domina el país (aunque ha visto crecer ligeramente la presencia de otras potencias imperialistas, como Rusia y China), un llamado gobierno de "izquierda" era conveniente para frenar la situación revolucionaria que rayaba en la guerra civil antes del gobierno de turno de Evo.
El capitalismo burocrático boliviano solo puede sostenerse sobre la espalda de una gran masa de campesinos pobres que producen arroz, cereales, cebollas, cítricos, plátanos y otros bienes de subsistencia a precios inferiores al valor de producción a expensas de su propia miseria. Es semifeudalidad envuelta en formas "comunales" y "asociativas".
La industria instalada en el país (refinería de azúcar, cigarrillos, cemento, vidrio y otros) es casi insignificante, destinada únicamente a la producción de productos semimanufacturados. Casi todas las sucursales están controladas por monopolios locales o extranjeros. El único sector industrial (aunque primario) cuya participación en la producción es relevante se refiere a la minería, especialmente al estaño, plata, cobre, antimonio y otros. Sin embargo, tales industrias primarias exportan minerales en bruto con poco o ningún procesamiento, lo que mantiene su valor en niveles bajos en beneficio de las industrias monopolísticas de las potencias imperialistas que importan, procesan y transforman en productos de alto valor agregado.
El fin de una ilusión
El fin del régimen de Evo Morales demuestra la bancarrota de la corporatización masiva, que se ha aplicado en gran medida (movilizando y organizando a las masas en organismos cuyo objetivo es borrar el carácter irreconciliable de los intereses de clase en la sociedad). El gobierno domesticó las centrales sindicales y las entidades campesinas, poniéndolas a la par de su proyecto de reconciliarse con los intereses de los grandes monopolios burgueses, imperialistas y de agronegocios. Ahora, pateado por los maestros y sin las condiciones económicas necesarias para gobernar conciliando intereses, se encuentra sin apoyo.
La razón por la que el gobierno oportunista está siendo expulsado tiene bases económicas. Incluso los expertos burgueses lo prueban. El ex ministro de Hacienda de Bolivia, Luis Carlos Jemio, reconoce este hecho. "Después de un período de auge económico (2006-2014), la economía boliviana se encuentra en un momento en que las condiciones externas e internas se están volviendo menos favorables", dice.
El analista de la Fundación Millennium Henry Oporto explica: "Los precios de las materias primas caen y el entorno externo es adverso debido a la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la situación en Argentina y Brasil". El sector de petróleo y gas natural, que sustenta el capitalismo burocrático boliviano, sufrió una caída en los ingresos del 22,11% en el segundo trimestre de 2019. La demanda de tales productos disminuyó un 28% en Argentina y un 31% en Braisl. , principales exportadores.
Sin tales bases económicas, de crecimiento y expansión del capital, ya no es posible que una política de reconciliación de clases mantenga a las masas pasivas. El capitalismo burocrático exige más explotación, a medida que la crisis golpea. Las masas deben pagar la cuenta con menos derechos y menos "concesiones". Es el fin del "reformismo".
Por otro lado, demuestra que un país con un sistema económico tan profundamente dominado no puede pretender producir un proyecto nacional dentro de las vías políticas que legitimen tal dominación. En su lugar, asciende a la extrema derecha como elemento reactivo. La perspectiva para el país vecino es de mayor animosidad y conflicto de clases provocado por el final de la conciliación.
El fin del régimen de Evo Morales demuestra la bancarrota de la corporatización masiva, que se ha aplicado en gran medida (movilizando y organizando a las masas en organismos cuyo objetivo es borrar el carácter irreconciliable de los intereses de clase en la sociedad). El gobierno domesticó las centrales sindicales y las entidades campesinas, poniéndolas a la par de su proyecto de reconciliarse con los intereses de los grandes monopolios burgueses, imperialistas y de agronegocios. Ahora, pateado por los maestros y sin las condiciones económicas necesarias para gobernar conciliando intereses, se encuentra sin apoyo.
La razón por la que el gobierno oportunista está siendo expulsado tiene bases económicas. Incluso los expertos burgueses lo prueban. El ex ministro de Hacienda de Bolivia, Luis Carlos Jemio, reconoce este hecho. "Después de un período de auge económico (2006-2014), la economía boliviana se encuentra en un momento en que las condiciones externas e internas se están volviendo menos favorables", dice.
El analista de la Fundación Millennium Henry Oporto explica: "Los precios de las materias primas caen y el entorno externo es adverso debido a la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la situación en Argentina y Brasil". El sector de petróleo y gas natural, que sustenta el capitalismo burocrático boliviano, sufrió una caída en los ingresos del 22,11% en el segundo trimestre de 2019. La demanda de tales productos disminuyó un 28% en Argentina y un 31% en Braisl. , principales exportadores.
Sin tales bases económicas, de crecimiento y expansión del capital, ya no es posible que una política de reconciliación de clases mantenga a las masas pasivas. El capitalismo burocrático exige más explotación, a medida que la crisis golpea. Las masas deben pagar la cuenta con menos derechos y menos "concesiones". Es el fin del "reformismo".
Por otro lado, demuestra que un país con un sistema económico tan profundamente dominado no puede pretender producir un proyecto nacional dentro de las vías políticas que legitimen tal dominación. En su lugar, asciende a la extrema derecha como elemento reactivo. La perspectiva para el país vecino es de mayor animosidad y conflicto de clases provocado por el final de la conciliación.