7. July 2022
DESCARGAR PDFIMPRIMIR
DOCUMENTO
Sobre el resultado de las elecciones y la campaña por
su boicot en Colombia
Ha llegado a su fin una nueva jornada de la farsa
electoral en Colombia. En medio de un creciente descontento popular expresado
en grandes levantamientos de masas durante los últimos años y de una aguda
pugna en el seno de las clases dominantes para definir quién será el
administrador del Estado colombiano (es decir, el administrador de los negocios
de la gran burguesía y los terratenientes lacayos del imperialismo), ha
resultado ganador el oportunista y representante de la facción burocrática de
la gran burguesía colombiana: Gustavo Petro.
Este resultado ha suscitado las más variadas opiniones
al respecto: desde los que rechazan este resultado sosteniendo que Petro es un
“izquierdista” y “comunista” que expropiará y burocratizará a todo el país
llevándonos a la quiebra; hasta quienes celebran rabiosamente su victoria y
anuncian la buena nueva de la tan anhelada llegada de un verdadero “gobierno
popular y democrático” a estas tierras, las cuales califican como conservadoras
y apáticas. Lo cierto es que cada vez es más claro para todos que ni los unos
ni los otros están en lo correcto. Petro no es de ninguna manera un radical que
impondrá un falso y distorsionado “socialismo” en el país al estilo de Chaves o
de Castro, ni mucho menos representa el cambio que el pueblo colombiano viene
exigiendo con cada vez más fuerza en las calles durante este tiempo.
Su llamado a impulsar en Colombia lo que denomina
“capitalismo humano”; sus ridículas promesas (ante notarías inclusive)
comprometiéndose a no expropiar; su defensa férrea de la vieja
institucionalidad gran burguesa y terrateniente, incluyendo instituciones tan
reaccionarias y medulares para este viejo Estado como la policía y el ejército;
su sumisión ante la dominación nacional por parte del imperialismo yanqui; su
llamado a la reconciliación nacional que no es más que la vieja cantinela
revisionista de la conciliación y la colaboración de clases en reemplazo de la
doctrina de la lucha de clases; sus promesas de reforma agraria que en esencia
deja intacta la concentración de la tierra y que sirve al imperialismo, al
capitalismo burocrático y a los terratenientes; sus alianzas y estrechas
relaciones con distinguidos representantes de la gran burguesía y los
terratenientes a los cuales en su discurso ha jurado combatir (como los
Gaviria, Barreras, Benedetti, Hommes, Leyva, Jattin, Suarez Corzo, Calle
Demoya, Bedoya, etc.); entre muchas otras razones más muestran que este
gobierno no representa el cambio que el pueblo colombiano añora y que será
cuestión de tiempo para que la ilusión despertada se convierta en frustración y
la esperanza de cambio se convierta en indignación y rabia ante el vil engaño,
los cuales inevitablemente se traducirán en las calles.
Así pues, lo que tenemos actualmente no es más que un
cambio de táctica de las clases dominantes de este país ante el evidente
desgaste del uribismo, la incontenible rebeldía de las masas y los tiempos de
crisis que atraviesa el sistema imperialista. Y esta nueva táctica, contrario a
lo que no pocas organizaciones plantean (a propósito del llamado a votar por
Petro para evitar un mayor derramamiento de sangre y las supuestas mejores
condiciones para impulsar el trabajo revolucionario), es aún más peligrosa para
el movimiento popular y más efectiva para las clases dominantes en la
aplicación de sus tres grandes tareas reaccionarias: reimpulsar el capitalismo
burocrático, reestructurar el viejo Estado y conjurar/aplastar el desarrollo de
la revolución en Colombia. Muy vigentes resultan las palabras de Lenin al
respecto en su obra “Las diferencias en el movimiento obrero europeo” (1910):
“Una causa muy importante de discrepancias entre los militantes del
movimiento obrero reside en los cambios de táctica de las clases dominantes, en
general, y de la burguesía, en particular. Si la táctica de la burguesía fuese
siempre igual, o, por lo menos, del mismo tipo, la clase obrera aprendería
rápidamente a responder a ella con una táctica también igual y del mismo tipo.
Pero, de hecho, la burguesía en todos los países establece, inevitablemente,
dos sistemas de gobierno, dos métodos de lucha por sus intereses y en defensa
de su dominio, métodos que van alternándose o que se entrelazan en distintas
combinaciones. Es, en primer término, el método de la violencia, el método que
no admite concesión alguna al movimiento obrero, el método que apoya a todas
las instituciones viejas y ya caducas, el método que rechaza rotundamente las
reformas. …El segundo método es el del «liberalismo», el de los pasos hacia el
desarrollo de los derechos políticos, hacia las reformas, las concesiones, etc…
Cuando en 1890 se produjo el viraje hacia las
«concesiones», éste resultó ser, como siempre, aún más peligroso para el
movimiento obrero, engendrando un eco igualmente unilateral del «reformismo»
burgués: el oportunismo en el movimiento obrero. «La finalidad positiva, real,
de la política liberal de la burguesía — dice Pannekoek — es la de desorientar
a los obreros, sembrar la escisión en sus filas, transformar su política en un
apéndice impotente, de la siempre impotente y efímera política del supuesto
movimiento reformista.
No pocas veces la burguesía logra sus objetivos,
durante cierto tiempo, por medio de la política «liberal», que es, como observa
con razón Pannekoek, la política «más astuta». Parte de los obreros, parte de
sus representantes, se deja engañar a veces por las aparentes concesiones. Los
revisionistas declaran «anticuada» la doctrina de la lucha de clases o
comienzan a aplicar una política que, de hecho, significa una renuncia a la
lucha de clases. Los zigzags de la táctica burguesa intensifican el
revisionismo en el movimiento obrero y muchas veces provocan en el seno de éste
discrepancias que llevan hasta la escisión«.
Una fiel muestra de aquella confusión y engaño al
pueblo y al movimiento popular señalado por Lenin ha sido la reducción en las
cifras de abstención para esta segunda vuelta electoral, quedando en un 41.83%,
cuando en el país normalmente esta cifra supera el 50% y en la última segunda
vuelta en el 2018 fue de 46.07%. Esta reducción se explica principalmente por
la mayor participación de la juventud, el sector más activo de las masas
durante las recientes jornadas de protestas, engañada con la posibilidad de un
cambio y movilizada aprovechándose de su fuerte rechazo al uribismo. No
obstante, cabe destacar que a pesar de su disminución ha sido realmente una
pequeña parte de la población quien ha elegido el futuro presidente, ya que de
los más de 39 millones de colombianos aptos para votar solo 11’291.986 votaron
por Petro, mientras que si sumamos la abstención, los votos en blanco, los
votos nulos y los tarjetones no marcados estamos hablando de más de 17 millones
de personas que con este acto expresan su rechazo, desconfianza y desinterés
por este grotesco espectáculo de la farsa electoral por encima de cualquier
candidato, a pesar de los desesperados esfuerzos de las clases dominantes por
legitimar ante el pueblo a como dé lugar su fracasado y podrido sistema de
explotación y opresión encubierto con una falsa apariencia democrática.
No obstante, es importante resaltar que, dentro de
estas vastas masas abstencionistas, no solo se encuentran aquellas que lo hacen
espontánea e inconscientemente. Sectores juveniles, estudiantiles y obreros,
entre otros, impulsaron activamente en algunas ciudades del país acciones de
boicot contra la farsa electoral mediante actividades de agitación y propaganda
revolucionaria y comunista, destinadas a elevar el nivel de conciencia de las
masas y pasar del boicot espontáneo a un boicot consciente y decidido
denunciando la patraña de la farsa electoral y anunciando el camino
revolucionario en el país. Durante estos meses de intensa propaganda
politiquera el equipo de El Comunero registró diversas
acciones antielectorales y en defensa de la independencia del movimiento
popular, tales como pintas, pegas de afiches, quemas simbólicas de urnas,
sabotajes a propaganda politiquera, charlas e intervenciones en espacios
amplios, entre otros que muestran la presencia activa de fuerzas
revolucionarias en el país que denuncian la farsa electoral y llaman a la
construcción de una nueva sociedad.
A continuación, compartimos una compilación de
imágenes realizada por El Comunero sobre algunas acciones antielectorales
realizadas en el país durante los últimos meses, para su difusión:
:
Pegas de afiches realizadas por jóvenes revolucionarios y activistas populares en la ciudad de Medellín