PROPOSICION ACERCA DE LA LINEA GENERAL DEL MOVIMIENTO COMUNISTA INTERNACIONAL
RESPUESTA DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA A LA CARTA DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNION SOVIETICA DEL 30 DE MARZO DE 1963
(14 de junio de 1963)
EDICIONES
EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1965
Al Comité
Central del Partido Comunista
de la Unión
Soviética
Queridos
camaradas:
El Comité
Central del Partido Comunista de China ha estudiado la carta del Comité Central
del Partido Comunista de la Unión Soviética de fecha 30 de marzo de 1963.
Todos los
que se preocupan por la unidad del campo socialista y del movimiento comunista
internacional prestan gran atención a las conversaciones que se celebrarán
entre el PCCh y el PCUS y esperan que nuestras conversaciones contribuirán a
allanar las divergencias y a fortalecer la unidad y crearán condiciones
favorables
para la convocatoria de una conferencia de representantes de todos los Partidos
Comunistas y Obreros.
Salvaguardar
y fortalecer la unidad del movimiento comunista internacional es el deber
sagrado y común de todos los Partidos Comunistas y Obreros. El PCCh y el PCUS
tienen una responsabilidad aún mayor por la unidad de todo el campo socialista
y de todo el movimiento comunista internacional y les corresponde naturalmente
hacer mayores esfuerzos.
En el
momento presente, existe toda una serie de importantes divergencias de
principio en el movimiento comunista internacional. Sin embargo, por muy serias
que sean estas divergencias, debemos buscar, con suma paciencia, el camino de
su allanamiento, a fin de unir nuestras fuerzas y fortalecer la lucha contra
nuestro enemigo común.
Es con este
sincero deseo que el CC del PCCh enfoca las próximas conversaciones entre el
PCCh y el PCUS.
En su carta
del 30 de marzo, el CC del PCUS expuso sistemáticamente sus puntos de vista
acerca de los problemas que deben discutirse en las conversaciones entre el
PCCh y el PCUS y planteó, en particular, el problema de la línea general del
movimiento comunista internacional. En la presente, nos gustaría
expresar
también, como proposición, nuestros puntos de vista sobre la línea general del
movimiento comunista internacional y sobre algunos problemas de principio
relacionados con ella.
Esperamos
que esta exposición de nuestros puntos de vista será útil para la comprensión
mutua entre nuestros dos Partidos y facilitará una discusión detallada, punto
por punto, en las conversaciones entre ambos Partidos.
Esperamos,
además, que esta exposición contribuirá a que los partidos hermanos comprendan
nuestros puntos de vista y a que se efectúe un pleno intercambio de opiniones
en la conferencia internacional de los partidos hermanos.
(1) La
línea general del movimiento comunista internacional debe basarse en la teoría
revolucionaria marxista-leninista sobre la misión histórica del proletariado, y
no debe apartarse de ella.
Las
Conferencias de Moscú de 1957 y 1960 adoptaron las dos Declaraciones después de
un pleno intercambio de opiniones y con arreglo al principio de alcanzar la
unanimidad mediante consultas. Estos dos documentos señalan los rasgos
distintivos de nuestra época y las leyes generales de la revolución y la
edificación socialistas, y definen la línea común de todos los Partidos
Comunistas y Obreros. Constituyen el programa común del movimiento comunista
internacional.
Durante los
últimos años, en el movimiento comunista internacional ha habido,
efectivamente, diferencias en la comprensión de las Declaraciones de 1957 y
1960, así como en la actitud hacia ellas. Aquí, el problema central consiste
en reconocer o no los principios revolucionarios de las dos Declaraciones.
En último término, es un problema de reconocer o no la verdad universal del
marxismo-leninismo, reconocer o no
la
significación universal del camino de la Revolución de Octubre, reconocer o no
la necesidad de que hagan la revolución los pueblos que viven aún bajo el
sistema imperialista y capitalista y que constituyen dos tercios de la
población mundial, y reconocer o no la necesidad de que los pueblos que ya han
emprendido el camino socialista y que constituyen un tercio de la población
mundial lleven su revolución hasta el fin.
La defensa
resuelta de los principios revolucionarios de las Declaraciones de 1957 y 1960
ha llegado a ser ahora una tarea importante y urgente del movimiento comunista
internacional.
Sólo
siguiendo firmemente la doctrina revolucionaria del marxismo-leninismo y el
camino común de la Revolución de Octubre, se puede tener una comprensión
correcta de los principios revolucionarios de las dos Declaraciones y una
actitud acertada hacia ellos.
(2) ¿Cuáles
son los principios revolucionarios de las dos Declaraciones? En líneas
generales, son los siguientes:
Unión de
los proletarios de todos los países; unión de los proletarios y pueblos y
naciones oprimidos del mundo; lucha contra el imperialismo y los reaccionarios
de los diversos países; lucha por la paz mundial, la liberación nacional, la
democracia popular y el socialismo; consolidación y crecimiento del campo
socialista;
consecución
paulatina de la victoria completa de la revolución mundial proletaria, y
establecimiento de un mundo nuevo, sin imperialismo, sin capitalismo y sin
explotación.
En nuestra
opinión, ésta es la línea general del movimiento comunista internacional en la
etapa contemporánea.
(3) Esta
línea general parte de la situación real del mundo en su conjunto y de un análisis
de clase de las contradicciones fundamentales en el mundo contemporáneo, y
está dirigida contra la estrategia global contrarrevolucionaria del
imperialismo norteamericano.
Esta línea
general es una línea de formar, con el campo socialista y el proletariado
internacional como núcleo, un amplio frente único contra el imperialismo y las
fuerzas reaccionarias con los EE.UU. a la cabeza, es una línea de movilizar
audazmente a las masas, desarrollar las fuerzas revolucionarias, ganarse las
fuerzas intermedias y aislar las fuerzas reaccionarias.
Esta línea
general es una línea que está por la resuelta lucha revolucionaria de los
pueblos, una línea de llevar hasta el fin la revolución mundial proletaria; es
también una línea de luchar de la manera más eficaz contra el imperialismo y en
defensa de la paz mundial.
Definir con
criterio unilateral la línea general del movimiento comunista internacional
como “coexistencia pacífica”, “emulación pacífica” y “transición pacífica”
significa infringir los principios revolucionarios de las Declaracionesde 1957
y 1960, arrojar por la borda la misión histórica de la revolución mundial
proletaria y apartarse de la doctrina revolucionaria del marxismo-leninismo.
La línea
general del movimiento comunista internacional debe reflejar las leyes
generales que rigen el desarrollo de la historia mundial. La lucha
revolucionaria del proletariado y del pueblo de cada país atraviesa diferentes
etapas y tiene sus rasgos peculiares, pero nunca se sale del marco de las leyes
generales por las que se rige el desarrollo de la historia mundial. Esta línea
general debe señalar la dirección fundamen-
tal para la
lucha revolucionaria del proletariado y de los pueblos de todos los países.
Es
sumamente importante que, al elaborar su línea y su política concretas, todos
los Partidos Comunistas y Obreros se atengan firmemente al principio de
conjugar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de
la revolución y la edificación de sus respectivos países.
(4) El
punto de partida para definir la línea general del movimiento comunista
internacional, es un análisis de clase concreto de la política y la economía
mundiales en su conjunto y de las condiciones concretas del mundo, esto es, de
las contradicciones fundamentales en el mundo contemporáneo.
Quien haga
conjeturas subjetivas eludiendo el análisis de clase concreto o
aferrándose al azar a ciertos fenómenos superficiales, no podrá de ninguna
manera llegar a conclusiones correctas con respecto a la línea general del
movimiento comunista internacional y se deslizará inevitablemente por una senda
totalmente distinta de la del marxismo-leninismo.
¿Cuáles
son las contradicciones fundamentales en el mundo contemporáneo? Los
marxista-leninistas sostienen invariablemente que ellas son:
la contradicción entre el campo
socialista y el campo imperialista;
la contradicción entre el proletariado
y la burguesía en los países capitalistas;
la contradicción entre las naciones
oprimidas y el imperialismo;
la contradicción entre los países
imperialistas y entre los grupos monopolistas.
La
contradicción entre el campo socialista y el campo imperialista es una
contradicción entre dos sistemas sociales fundamentalmente distintos, el socialismo
y el capitalismo. Esta contradicción es, sin duda, muy aguda. Sin embargo, los
marxista-leninistas no deben reducir las contradicciones en el mundo pura y
simplemente
a la contradicción entre el campo socialista y el campo imperialista.
La correlación
de fuerzas en el mundo ha cambiado y se ha tornado cada vez más favorable al
socialismo y a los pueblos y naciones oprimidos del mundo, y cada vez más
desfavorable al imperialismo y a los reaccionarios de todos los países. No
obstante, siguen existiendo objetivamente las contradicciones arriba
enumeradas.
Dichas
contradicciones, así como las luchas que engendran, están vinculadas entre sí e
influyen unas en otras. Nadie puede borrar ninguna de estas contradicciones
fundamentales ni sustituir de modo subjetivo por una de ellas todas las demás.
Dichas contradicciones darán inevitablemente origen a revoluciones de los
pueblos, y son éstas las únicas que pueden resolverlas.
(5) En el
problema de las contradicciones fundamentales del mundo contemporáneo, deben
ser sometidos a crítica los puntos de vista erróneos que consisten:
a) en
borrar el contenido de clase de la contradicción entre el campo socialista y el
campo imperialista y no ver en ella una contradicción entre los Estados de
dictadura del proletariado y los Estados de dictadura de la burguesía
monopolista;
b) en
reconocer tan sólo la contradicción entre el campo socialista y el campo
imperialista, desatendiendo o subestimando las contradicciones entre el
proletariado y la burguesía en el mundo capitalista, entre las naciones
oprimidas y el imperialismo, entre los países imperialistas y entre los grupos
monopolistas, así como las luchas que dichas contradicciones engendran;
c) en
sostener que la contradicción entre el proletariado y la burguesía en el
mundo capitalista puede resolverse sin una revolución proletaria dentro
de cada país, y que la contradicción entre las naciones oprimidas y el
imperialismo puede resolverse sin una revolución de las naciones
oprimidas;
d) en negar
que el desarrollo de las contradicciones inherentes al mundo capitalista
contemporáneo lleva inevitablemente a una nueva situación en la intensa
lucha entre los países imperialistas, y creer que la contradicción entre
los países imperialistas puede ser reconciliada o eliminada mediante “la
conclusión de acuerdos internacionales entre los grandes monopolios”;
e) en
sostener que la contradicción entre los dos sistemas mundiales, el socialismo y
el capitalismo, desaparecerá automáticamente en el curso de una “emulación
económica”, que las demás contradicciones fundamentales en el mundo
desaparecerán automáticamente a medida que desaparezca la contradicción entre
los dos
sistemas, y que surgirá un “mundo sin guerras”, un nuevo mundo de “cooperación
general”.
Es obvio
que estos puntos de vista erróneos conducen inevitablemente a una política
errónea y dañina, y, por consiguiente, acarrean de una manera u otra reveses y
pérdidas a la causa de los pueblos y del socialismo.
(6) Después
de la Segunda Guerra Mundial, se ha operado un cambio fundamental en la
correlación de fuerzas entre el imperialismo y el socialismo. El rasgo
característico principal de este cambio radica en que ya existe en el mundo, en
vez de uno solo, una serie de países socialistas, que forman un poderoso campo
socialista,
y que los pueblos que han emprendido el camino del socialismo ya tienen, en vez
de cerca de doscientos millones, mil millones de habitantes, o sea, una tercera
parte de la población mundial.
El campo
socialista es producto de la lucha del proletariado internacional y de los
demás trabajadores. Pertenece no sólo a los pueblos de los países socialistas,
sino también al proletariado internacional y a todos los trabajadores.
Las
demandas comunes de los pueblos del campo socialista, del proletariado
internacional y de los demás trabajadores consisten principalmente en que los
Partidos Comunistas y Obreros de los países del campo socialista deben:
Atenerse
firmemente a la línea marxista-leninista y aplicar una acertada política
interior y exterior marxista-leninista;
Consolidar
la dictadura del proletariado y la alianza obrero-campesina dirigida por el
proletariado, y llevar hasta el fin la revolución socialista en los frentes
económico, político e ideológico;
Desplegar
la actividad y la iniciativa creadora de las grandes masas populares, llevar a
cabo de modo planificado la edificación socialista, desarrollar la producción,
mejorar las condiciones de vida del pueblo y consolidar la defensa nacional;
Fortalecer
la unidad del campo socialista basada en el marxismo-leninismo y llevar a la
práctica el apoyo recíproco entre los países socialistas sobre la base del
internacionalismo proletario;
Luchar
contra la política de agresión y de guerra del imperialismo y en defensa de la
paz mundial;
Luchar
contra la política anticomunista, antipopular y contrarrevolucionaria de les
reaccionarios de todos los países, y
Ayudar a
las clases y naciones oprimidas del mundo en su lucha
revolucionaria.
Realizar
estas demandas es el deber de los Partidos Comunistas y Obreros del campo
socialista hacia sus propios pueblos y hacia el proletariado internacional y
los demás trabajadores.
Realizando
estas demandas, el campo socialista puede ejercer una influencia decisiva sobre
la marcha de la historia humana.
Precisamente
por esta razón, los imperialistas y los reaccionarios tratan invariablemente, y
de mil maneras, de influir en la política interior y exterior de los países del
campo socialista, de socavar este campo y de quebrantar la unidad de los países
socialistas, sobre todo la unidad entre China y la Unió Soviética. Tratan
invariablemente de penetrar en los países socialistas y subvertirlos, e incluso
abrigan la vana esperanza de
destruir el
campo socialista.
La cuestión
de cuál es la actitud correcta hacia el campo socialista constituye un
importantísimo problema de principio que se plantea ante todos los Partidos
Comunistas y Obreros.
La unión y
la lucha común de los Partidos Comunistas y Obreros sobre la base del
internacionalismo proletario, se realizan ahora en nuevas condiciones
históricas. Cuando existía en el mundo un solo país socialista, y cuando este
país, por aplicar firmemente una línea y una política correctas,
marxista-leninistas, era objeto de la hostilidad y la amenaza de todos los
imperialistas y reaccionarios, defender resueltamente o no ese único país
socialista era la piedra de toque del internacionalismo proletario para todo
Partido Comunista. Ahora, existe en el mundo un campo socialista, compuesto de
trece países: Albania, República Democrática Alemana, Bulgaria, República
Popular Democrática de Corea, Cuba, Checoslovaquia, China, Hungría, Mongolia,
Polonia, Rumania, Unión Soviética y República Democrática del Vietnam. En estas
cir-
cunstancias,
la piedra de toque del internacionalismo proletario para todo Partido Comunista
es defender resueltamente o no el campo socialista en su conjunto, defender o
no la unidad de todos los países de este campo sobre la base del
marxismo-leninismo y defender o no la línea y la política marxista-leninistas
que deben seguir los países socialistas.
Si alguien,
en vez de seguir una línea y una política acertadas, marxista-leninistas, y
defender la unidad del campo socialista, crea tensiones y escisiones en el seno
de este campo, e incluso sigue la política de los revisionistas yugoslavos,
trata de liquidar el campo socialista o ayuda a países capitalistas a atacar a
países socialistas hermanos, ese alguien traiciona a los intereses de todo el
proletariado internacional y de los pueblos del mundo entero.
Si alguien,
siguiendo los pasos de otros, defiende la línea y política erróneas y
oportunistas aplicadas por algún país socialista, en lugar de salvaguardar la
línea y política correctas, marxista-leninistas que deben seguir los países
socialistas, y defiende la política de escisión en lugar de salvaguardar la
política de unidad,
ese alguien
se aparta del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario.
(7) Los
imperialistas norteamericanos, aprovechando las condiciones surgidas después de
la Segunda Guerra Mundial, han ocupado el lugar de los fascistas alemanes,
italianos y japoneses, y han venido tratando de fundar un gran imperio mundial
sin precedentes en la historia. El objetivo estratégico del imperialismo
norteamericano consiste siempre en agredir y controlar la zona intermedia que
se extiende entre los Estados
Unidos y el
campo socialista, sofocar las revoluciones de los pueblos y naciones oprimidos
y, luego, destruir a los países socialistas, y someter así a los pueblos y
países del mundo entero, incluidos los países aliados de los Estados Unidos, a
la esclavitud y control del capital monopolista norteamericano.
A partir
del fin de la Segunda Guerra Mundial, los imperialistas norteamericanos han
venido haciendo propaganda acerca de una guerra contra la Unión Soviética y el
campo socialista. Hay dos aspectos en esta propaganda: por un lado, el
imperialismo norteamericano está preparando efectivamente semejante guerra; por
el otro, utiliza esta propaganda como cortina de humo para encubrir la opresión
a que someten al pueblo norteamericano y la extensión de su agresión contra el
mundo capitalista.
La
Declaración de 1960 señala:
“El imperialismo estadounidense se ha
convertido en el mayor explotador internacional.”
“El baluarte principal del
colonialismo contemporáneo son los Estados Unidos.”
“La principal fuerza de la agresión y
de la guerra es el imperialismo norteamericano.”
“El curso de los acontecimientos
internacionales en los últimos años ha suministrado muchas nuevas pruebas de
que el imperialismo norteamericano es el principal bastión de la reacción
mundial y un gendarme internacional, enemigo de los pueblos del mundo entero.”
El
imperialismo norteamericano lleva adelante en todo el mundo su política de agresión
y de guerra, pero esto sólo puede conducir a un resultado contrario a lo que
desea, es decir, sólo puede acelerar el despertar de los pueblos de los
distintos países e impulsar su revolución.
De este
modo, el imperialismo norteamericano se ha colocado a sí mismo en una posición
opuesta a los pueblos del mundo entero y ha quedado cercado por estos últimos.
El proletariado internacional debe y puede unir a todas las fuerzas
susceptibles de ser unidas, aprovechar las contradicciones internas del
enemigo y
establecer el más amplio frente único contra los imperialistas norteamericanos
y sus lacayos.
El camino
realista y correcto es confiar el destino de los pueblos, el destino de la
humanidad, a la unión y la lucha del proletariado mundial y a la unión y la
lucha de todos los pueblos.
En cambio,
significa desorientar a la gente el no distinguir entre los enemigos, los
amigos y los propios, y el confiar el destino de los pueblos, el destino de la
humanidad, a la colaboración con el imperialismo norteamericano. La bancarrota
de esta ilusión ha quedado evidenciada por los acontecimientos de los últimos
años.
(8) Las
vastas zonas de Asia, África y América Latina son las zonas donde convergen las
contradicciones en el mundo contemporáneo; son las más vulnerables de las zonas
que están bajo la dominación imperialista, y constituyen los centros de la
tempestad de la revolución mundial, que en la actualidad asesta golpes directos
al imperialismo.
El
movimiento revolucionario democrático nacional en estas zonas y el movimiento
revolucionario socialista internacional son las dos grandes corrientes
históricas de nuestra época.
La
revolución democrática nacional en estas zonas es una importante parte
integrante de la revolución mundial proletaria de nuestros días.
La lucha
revolucionaria antiimperialista de los pueblos de Asia, África y América Latina
golpea y debilita seriamente los cimientos mismos de la dominación del
imperialismo y del colonialismo viejo y nuevo, y es en la actualidad una fuerza
poderosa en defensa de la paz mundial.
Por lo
tanto, en cierto sentido, la causa revolucionaria del proletariado
internacional en su conjunto depende del desenlace de la lucha revolucionaria
de los pueblos de esas zonas, que constituyen la abrumadora mayoría de la
población del mundo.
Por lo
tanto, la lucha revolucionaria antiimperialista de los pueblos de Asia, África
y América Latina no es en absoluto un asunto de mera significación regional,
sino de importancia general para la causa de la revolución mundial del proletariado
internacional en su conjunto.
Ahora hay
quienes niegan la gran significación internacional de la lucha revolucionaria
antiimperialista de los pueblos de Asia, África y América Latina y, so pretexto
de eliminar las barreras que dividen a la gente según la pertenencia nacional,
el color de la piel o el principio geográfico, tratan de borrar la línea
divisoria entre las naciones oprimidas y las opresoras y entre los países
oprimidos y los opresores y procuran refrenar
la lucha
revolucionaria de los pueblos de dichas zonas. Intentan, en realidad,
acomodarse a las necesidades del imperialismo y crear una nueva “teoría” para
justificar la dominación del imperialismo en estas zonas y la promoción de su
política de colonialismo viejo y nuevo. Semejante “teoría” no está destinada en
verdad a eliminar las barreras que dividen a la gente según la pertenencia
nacional, el color de la piel o el principio geográfico, sino a preservar la
dominación de las llamadas “naciones superiores” sobre las naciones oprimidas. Es
del todo natural que semejante “teoría” demagógica tropiece con el boicot de
los pueblos de dichas zonas.
La clase
obrera de los países socialistas y de todos los países capitalistas debe
realmente llevar a la práctica las consignas combativas de “¡Proletarios de
todos los países, uníos!” y de “¡Proletarios y naciones oprimidas de todo el
mundo, uníos!”, estudiar la experiencia revolucionaria de los pueblos de Asia,
África y América Latina y apoyar con resolución sus acciones revolucionarias;
debe considerar la causa de la liberación de estos pueblos como el más seguro
apoyo a su propia causa y como algo que va directamente en su propio interés.
Esta es la única manera de quebrar efectivamente las barreras que dividena la
gente según la pertenencia nacional, el color de la piel o el principio
geográfico, y así es el verdadero internacionalismo
proletario.
La clase
obrera de los países capitalistas de Europa y América no puede liberarse sin la
alianza con las naciones oprimidas y sin la liberación de estas últimas. Lenin tenía razón cuando decía:
“En
realidad, el movimiento revolucionario en los países adelantados sería
prácticamente un engaño, sin la
unión
completa y más estrecha de los obreros en la lucha contra el capital en Europa
y América con los cientos y cientos de millones de esclavos ‘coloniales’
oprimidos por
el
capital.” )1 Lenin, “El II Congreso de la Internacional Comunista”, Obras
Completas, t.
XXXI).
Ahora, en
los destacamentos del movimiento comunista internacional hay quienes adoptan
una actitud pasiva, desdeñosa y negativa hacia la lucha de las naciones
oprimidas por la liberación. Están de hecho protegiendo los intereses de la
burguesía monopolista, traicionando los del proletariado y degenerando en
socialdemócratas.
La actitud
que se adopte hacia la lucha revolucionaria de los pueblos asiáticos, africanos
y latinoamericanos, es un importante criterio para distinguir a los
revolucionarios de los no revolucionarios, a los que defienden realmente la paz
mundial de los que alientan a las fuerzas de la agresión y de la guerra.
(9) Las
naciones y pueblos oprimidos de Asia, África y América Latina están enfrentados
a la tarea urgente de luchar contra el imperialismo y sus lacayos.
La
historia ha encomendado a los partidos proletarios de estas zonas la gloriosa
misión de mantener en alto la bandera de lucha contra el imperialismo, contra
el colonialismo viejo y nuevo, por la independencia nacional y por la
democracia popular, colocarse en las primeras filas del movimiento
revolucionario democrático nacional y luchar por el porvenir socialista.
En estas
zonas, los más amplios sectores de la población rehúsan vivir bajo el yugo del
imperialismo. Estos sectores no solamente comprenden a los obreros, campesinos,
intelectuales y pequeñoburgueses, sino también a la burguesía nacional
patriótica y hasta a un número de reyes, príncipes y aristócratas de
sentimientos patrióticos.
El
proletariado y su partido deben tener confianza en la fuerza de las masas
populares y, sobre todo, unirse con los campesinos y establecer una sólida
alianza obrero-campesina. Es de importancia primordial que los elementos
avanzados del proletariado realicen actividades en las zonas rurales, ayuden a
los campesinos a organizarse y eleven su conciencia de clase, su sentimiento de
dignidad nacional y su confianza en las fuerzas propias.
El
proletariado y su partido deben, sobre la base de la alianza obrero-campesina,
unir a todas las capas sociales que puedan ser unidas y organizar un amplio
frente único contra el imperialismo y sus lacayos. Para consolidar y ampliar
este frente único, es necesario que el partido del proletariado conserve su
independencia
ideológica,
política y de organización y mantenga firmemente su hegemonía en la revolución.
El partido
proletario y el pueblo revolucionario deben dominar todas las formas de lucha,
incluida la lucha armada. Deben emplear la fuerza armada revolucionaria para
derrotar a la fuerza armada contrarrevolucionaria cuando el imperialismo y sus
lacayos recurren a la represión armada.
Los países
nacionalistas que han conquistado recientemente la independencia política, aún
tienen ante sí las arduas tareas de consolidarla, liquidar las fuerzas del
imperialismo y a los reaccionarios internos, llevar a cabo la reforma agraria y
otras reformas sociales y desarrollar la economía y la cultura nacionales. Para
estos países, es de vital importancia práctica mantenerse alerta y luchar
contra la política neocolonialista que aplican los viejos colonialistas para
preservar sus intereses y, sobre todo, contra el neocolonialismo de los Estados
Unidos.
En algunos
de estos países, la burguesía nacional patriótica sigue junto a las masas
populares en la lucha contra el imperialismo y el colonialismo, y toma algunas
medidas en bien del progreso social. Esto exige que el partido del proletariado
aprecie en su justo valor el papel progresista de la burguesía nacional
patriótica y consolide la unidad con ella.
En algunos
países recién independizados, a medida que se agudizan las contradicciones sociales
internas y la lucha de clases en la palestra internacional, la burguesía, y
sobre todo la gran burguesía, tiende cada vez más a entregarse al imperialismo
y a aplicar una política antipopular, anticomunista y contrarrevolucionaria.
Esto exige que el partido del proletariado se oponga resueltamente a semejante
política reaccionaria.
Por lo
general, la burguesía de esos países tiene un carácter doble. El partido del
proletariado, cuando establece un frente único con la burguesía, debe seguir
una política tanto de unidad como de lucha. Su política debe ser la de unirse
con la burguesía a medida que ésta se inclina a ser progresista,
antiimperialista y antifeudal, y de luchar al mismo tiempo contra las
tendencias reaccionarias de la burguesía al compromiso y colusión con el
imperialismo y las fuerzas del feudalismo.
La
concepción del mundo del partido proletario en relación con el problema
nacional es el internacionalismo, y no el nacionalismo. En la lucha
revolucionaria, el partido proletario apoya al nacionalismo progresista y se
opone al nacionalismo reaccionario. Debe siempre deslindar los campos con el
nacionalismo burgués, yjamás debe dejarse cautivar por éste.
La
Declaración de 1960 señala:
“Los
comunistas denuncian los intentos que el ala reaccionaria de la burguesía hace
para presentar sus estrechos intereses egoístas de clase como los intereses de
toda la nación y el uso demagógico que de las consignas socialistas hacen, con
los mismos fines, los políticos burgueses.”
Si en el
transcurso de la revolución el proletariado llega a marchar a la cola de los
terratenientes y de la burguesía, será imposible la victoria real y completa de
la revolución democrática nacional e, incluso si se obtiene cierto tipo de
victoria, será imposible consolidarla.
En el curso
de la lucha revolucionaria de las naciones y pueblos oprimidos, el partido del
proletariado sólo puede llevar hasta el fin la revolución democrática nacional
y conducirla al camino del socialismo, si plantea independientemente su
programa de lucha consecuente contra el imperialismo y los reaccionarios
internos y
por la
independencia nacional y la democracia popular, trabaja independientemente
entre las masas, desarrolla constantemente las fuerzas progresistas, se gana
las fuerzas intermedias y aisla las fuerzas reaccionarias.
(10) En
los países imperialistas y capitalistas, para resolver definitivamente las
contradicciones de la sociedad capitalista, es indispensable realizar la
revolución proletaria y la dictadura del proletariado.
En el curso
del cumplimiento de esta tarea, el partido del proletariado debe, en las
circunstancias actuales, dirigir activamente a la clase obrera y a los demás
trabajadores en la lucha contra el capital monopolista, por la defensa de los
derechos democráticos, contra el peligro del fascismo, por el mejoramiento de
las
condiciones
de vida, contra la expansión armamentista y los preparativos bélicos del
imperialismo, en defensa de la paz mundial, y en apoyo activo de las luchas
revolucionarias de las naciones oprimidas.
En los
países capitalistas que el imperialismo norteamericano controla o trata de
controlar, la clase obrera y las masas populares dirigen su golpe principal
contra el imperialismo norteamericano, así como contra la burguesía monopolista
y otras fuerzas reaccionarias internas que traicionan los intereses nacionales.
Las grandes
luchas de masas libradas en los países capitalistas durante los últimos años
demuestran que la clase obrera y los demás trabajadores de dichos países
experimentan un nuevo despertar. Sus luchas, que asestan golpes al capital
monopolista y a la reacción, no sólo abren perspectivas luminosas para la causa
revolucionaria en sus propios países, sino que constituyen un apoyo poderoso
para la lucha revolucionaria de los pueblos asiáticos, africanos y
latinoamericanos, así como para los países del campo socialista.
Al dirigir
la lucha revolucionaria en los países imperialistas y capitalistas, los
partidos proletarios deben mantener su independencia ideológica, política y
orgánica. Al mismo tiempo, deben unir a todas las fuerzas susceptibles de ser
unidas y formar un amplio frente único contra el capital monopolista y contra
la política imperialista de agresión y de guerra.
Los
comunistas de los países capitalistas, al dirigir activamente las luchas
actuales, deben vincularlas con la lucha por los intereses de largo alcance y
de la causa en su conjunto, educar a las masas en el espíritu revolucionario
del marxismo-leninismo, elevar sin cesar su conciencia política y tomar sobre
sí la tarea histórica de la revolución proletaria. Proceder de otra manera,
considerar que el movimiento actual es todo, determinar el comportamiento de un
caso para otro, adaptarse a los acontecimientos del día y sacrificar
los
intereses fundamentales del proletariado, esto es pura socialdemocracia.
La
socialdemocracia es una corriente ideológica burguesa. Lenin señaló hace mucho
que los partidos socialdemócratas son destacamentos políticos de la burguesía,
sus agentes en el movimiento obrero y su principal pilar social. Los comunistas
deben, en todo momento, deslindar claramente los campos con
los
partidos socialdemócratas en el problema fundamental de la revolución
proletaria y de la dictadura del proletariado, y eliminar la influencia
ideológica de la socialdemocracia en el movimiento obrero internacional y entre
las masas obreras de los diversos países. Sin duda alguna, deben conquistar a
las masas
que se
hallan bajo la influencia de los partidos socialdemócratas, y ganarse a los
elementos izquierdistas e intermedios de dichos partidos que estén dispuestos a
luchar contra el capital monopolista doméstico y el control del imperialismo
extranjero, y deben desplegar amplias acciones conjuntas con ellos en las
luchas cotidianas del movimiento obrero y en la lucha por la defensa de la paz
mundial.
A fin de
dirigir al proletariado y a las demás masas trabajadoras en la revolución, los
partidos marxista-leninistas deben dominar todas las formas de lucha y saber
sustituir rápidamente una forma por otra, según cambien las condiciones de
lucha. El destacamento de vanguardia del proletariado sólo será invencible en
todas las circunstancias, si domina todas las formas de lucha, pacífica y
armada, abierta y secreta, legal e ilegal, parlamentaria y de masas, etc. Es
erróneo negarse a utilizar la forma parlamentaria y otras formas legales de
lucha cuando es posible y necesario utilizarlas.
Sin
embargo, si un partido marxista-leninista incurre en el cretinismo
parlamentario o legalismo, limitando su lucha al marco de lo permitido por la
burguesía, desembocará inevitablemente en la renuncia a la revolución
proletaria y a la dictadura del proletariado.
(11)
Respecto al problema de la transición del capitalismo al socialismo, el partido
del proletariado debe partir del punto de vista de la lucha de clases y de la
revolución, y apoyarse en la doctrina marxista-leninista sobre la revolución
proletaria y la dictadura del proletariado.
Los
comunistas preferirían siempre realizar la transición al socialismo por vía
pacífica. Sin embargo, ¿se puede hacer de la transición pacífica un principio
nuevo de la estrategia mundial del movimiento comunista internacional? No, de
ninguna manera.
El
marxismo-leninismo ha sostenido siempre que el problema fundamental de toda
revolución es el problema del Poder estatal.
Tanto la
Declaración de 1957 como la de 1960 señalan con claridad: “El leninismo enseña
— y la experiencia histórica lo confirma — que las clases dominantes no ceden
voluntariamente el Poder.” Ningún gobierno reaccionario se vendrá abajo ni
siquiera en tiempos de crisis si no se le empuja. Esta es una ley general de la
lucha de clases.
Marx y
Lenin plantearon, en determinadas condiciones hisóricas, la cuestión de la
posibilidad del desarrollo pacífico de la revolución. Pero, como lo señaló
Lenin, el desarrollo pacífico de la revolución es “una posibilidad
extremadamente rara en la historia de las revoluciones”. De hecho, no hay
ningún precedente de transición pacífica del capitalismo al socialismo en la
historia mundial.
Algunos
dicen que no había ningún precedente cuando Marx predijo que el socialismo
reemplazaría inevitablemente al capitalismo. ¿Por qué, preguntan, no podemos
predecir, aunque no haya precedente alguno, una transición pacífica del
capitalismo al socialismo?
Semejante
paralelo es absurdo. Marx, basándose en el materialismo dialéctico e histórico,
analizó las contradicciones de la sociedad capitalista, descubrió las leyes
objetivas del desarrollo de la sociedad humana y llegó a una conclusión
científica, en tanto que los profetas que depositan todas sus esperanzas en la
“transición pacífica”, parten del idealismo histórico, borran las
contradicciones más fundamentales de la sociedad capitalista, repudian la
doctrina marxista-leninista sobre la lucha de clases y llegan a una conclusión
subjetiva e
infundada. ¿Cómo pueden obtener ayuda de Marx los que repudian el marxismo?
En la
actualidad es evidente para todo el mundo que los países capitalistas están
fortaleciendo su aparato estatal, y en particular su aparato militar, lo cual
tiene como propósito, antes que nada, reprimir a los pueblos de sus propios
países.
El partido
del proletariado no debe en absoluto basar su pensamiento, su política para la
revolución y todo su trabajo en la suposición de que el imperialismo y los reaccionarios
están dispuestos a aceptar la transformación pacífica.
El partido
del proletariado debe prepararse para dos eventualidades, es decir, mientras se
prepara para un desarrollo pacífico de la revolución, tiene que prepararse
plenamente para un desarrollo no pacífico. Debe concentrar su principal
atención en la ardua tarea de acumular fuerzas revolucionarias y prepararse
para conquistar la victoria de la revolución cuando las condiciones estén
maduras, o para dar duros contragolpes al imperialismo y a la reacción cuando
éstos lancen ataques sorpresivos y acometidas armadas.
Si el
partido del proletariado no se prepara de esta manera, paralizará la voluntad
revolucionaria del proletariado, se desarmará ideológicamente, se encontrará
completamente desprevenido y pasivo tanto en lo político como en materia de
organización y, por consiguiente, arruinará la causa revolucionaria del
proletariado.
(12) Las
revoluciones sociales en las distintas etapas de la historia de la humanidad
son históricamente inevitables y se rigen por leyes objetivas, independientes
de la voluntad del hombre. La historia demuestra que no ha habido ninguna
revolución que haya podido coronarse con la victoria sin recodos en el camino
ni
sacrificios.
La tarea
del partido del proletariado reside en analizar, sobre la base de la teoría
marxista-leninista, las condiciones históricas concretas, plantear una
estrategia y una táctica correctas, y conducir a las masas populares a sortear
los, escollos, evitar sacrificios innecesarios y llegar a la meta paso a paso.
¿Es posible evitar todo sacrificio? Este no es el caso ni en las revoluciones
de los esclavos, ni en las revoluciones de los siervos, ni en las revoluciones
burguesas, ni en las revoluciones nacionales; ni tampoco es así en las revoluciones
proletarias.
Aun
cuando la línea de dirección de la revolución sea correcta, es imposible
garantizar completamente que no se sufran ciertos reveses y sacrificios en el
curso de la revolución. Pero, siempre que se mantenga firmemente una línea correcta,
la revolución se coronará finalmente con la victoria. Renunciar a la revolución so
pretexto de evitar los sacrificios, significa en realidad condenar al pueblo
para siempre a la esclavitud y a infinitos sufrimientos y sacrificios.
El abecé
del marxismo-leninismo nos enseña que el parto de una revolución es, en fin
de cuentas, mucho menos doloroso que el sufrimiento crónico en la vieja
sociedad. Lenin tenía razón cuando decía que el orden capitalista, “impone
constante e inevitablemente, aun en el curso más pacífico de los
acontecimientos,
incontables sacrificios a la clase obrera”
(Lenin, “Nueva batalla”, Obras Completas, t. V.) .
No es en
absoluto revolucionario quien considera que sólo se puede hacer la revolución
si todo marcha viento en popa y si hay una garantía previa contra todo
sacrificio y fracaso.
Por difíciles que sean las condiciones y cualesquiera que sean los sacrificios
y derrotas en la revolución, los revolucionarios
proletarios
deben educar a las masas en el espíritu revolucionario y mantener firmemente la
bandera revolucionaria en vez de abandonarla.
Sería
aventurerismo de “izquierda” que el partido del proletariado iniciara
imprudentemente una revolución cuando no están aún maduras las condiciones
objetivas. Y sería oportunismo de derecha que el partido proletario no se
atreviera a dirigir la revolución y a conquistar el Poder estatal cuando están
maduras las
condiciones.
Aun en
tiempos ordinarios, el partido del proletariado, mientras dirige a las masas en
la lucha cotidiana, debe efectuar la preparación ideológica, política y
orgánica de sus propias filas y de las masas populares para la revolución y hacer
avanzar la lucha revolucionaria, a fin de no perder la oportunidad para
derrocar la
dominación
reaccionaria y establecer un nuevo Poder estatal cuando estén maduras las
condiciones para la revolución. De otro modo, aun cuando estén maduras las
condiciones objetivas, el partido proletario dejará simplemente escapar la
oportunidad de conquistar la victoria de la revolución.
El partido
del proletariado debe mantener invariablemente un elevado espíritu de
principio, también debe ser flexible y acordar a veces los compromisos que sean
necesarios en interés de la revolución. Pero no se debe renunciar nunca a la
política de principio y a los objetivos de la revolución so pretexto de
flexibilidad y de compromisos necesarios.
El partido
del proletariado debe dirigir a las masas populares en la lucha contra los
enemigos y saber utilizar las contraducciones entre ellos. Pero la utilización
de estas contradicciones tiene como propósito alcanzar con mayor facilidad los
objetivos de la lucha revolucionaria del pueblo, y no anular esta lucha.
Incontables
hechos han demostrado que dondequiera que exista la tenebrosa dominación del
imperialismo y de los reaccionarios, el pueblo, que constituye más del noventa
por ciento de la población, se levantará, de todas maneras, para hacer la
revolución.
Si los
comunistas se apartan de las demandas revolucionarias de las masas populares,
perderán infaliblemente la confianza de las masas y el torrente revolucionario
los dejará atrás.
Si la
dirección de un partido adopta una línea no revolucionaria y convierte su
partido en un partido reformista, su lugar en la revolución será ocupado por
los marxista-leninistas que haya dentro y fuera del partido, los cuales
dirigirán al pueblo en la revolución; o, en otras circunstancias, los revolucionarios
burgueses se presentarán a dirigir la revolución y el partido del proletariado
perderá su hegemonía
en la
revolución. Y cuando la burguesía reaccionaria traicione a la revolución y
reprima al pueblo, la línea oportunista causará a los comunistas y a las masas
revolucionarias sacrificios trágicos e innecesarios.
Si los
comunistas se deslizan por el camino del oportunismo, degenerarán en
nacionalistas burgueses y en apéndices del imperialismo y de la burguesía
reaccionaria.
En la
actualidad, hay ciertas personas que afirman que, después de Lenin, son ellas
quienes han hecho la más grande aportación creadora a la teoría revolucionaria
y representan, sólo ellas, lo correcto. Sin embargo, es muy dudoso que estas
personas hayan reflexionado realmente sobre la experiencia general de todo el
movimiento comunista mundial, que tomen realmente en cuenta los intereses, los
objetivos y las tareas del
movimiento
proletario internacional en su conjunto, y que tengan realmente, para el
movimiento comunista internacional, una línea general que concuerde con el
marxismo-leninismo.
Se han
conocido en estos últimos años muchas experiencias y lecciones en el movimiento
comunista internacional y en el movimiento de liberación nacional. Hay
experiencias que merecen elogios, y las hay que nos duelen. Los comunistas y
pueblos revolucionarios de todos los países deben reflexionar y examinar
concienzudamente
estas experiencias de éxito y de fracaso para sacar de ellas conclusiones
correctas y lecciones útiles.
(13) Los países
socialistas y las luchas revolucionarias de los pueblos y naciones oprimidos
del mundo se apoyan y se ayudan mutuamente.
El
movimiento de liberación nacional de Asia, África y América Latina y el
movimiento revolucionario de los pueblos de los países capitalistas, prestan un
poderoso apoyo a los países socialistas. Negar esto es completamente erróneo.
Con
relación a la lucha revolucionaria de los pueblos y naciones oprimidos, los
países socialistas no deben adoptar sino una actitud de cálida simpatía y de
apoyo activo; no deben jamás salir del paso guardando sólo las apariencias, ni
dar muestras de egoísmo nacional o de chovinismo de gran nación.
Lenin dijo:
“Alianza con los revolucionarios de los países adelantados y con todos los
pueblos oprimidos, contra todos los imperialistas — tal es la política exterior
del proletariado.” ( Lenin, “La política exterior de la revolución rusa”, Obras
Completas, t. XX). Va en contra del marxismo-leninismo y del internacionalismo
proletario quien no entiende esto y considera como una carga o como un favor el
apoyo y la ayuda que prestan los países socialistas a los pueblos y naciones
oprimidos.
La
superioridad del sistema socialista y los éxitos de los países socialistas en
su edificación, desempeñan un papel ejemplar y alentador para los pueblos y
naciones oprimidos. Sin embargo, este papel ejemplar y alentador no puede, ni
mucho menos, reemplazar la lucha revolucionaria de los pueblos y naciones
oprimidos. Todos ellos pueden conquistar la liberación sólo mediante su propia
y decidida lucha revolucionaria.
Hay quienes
exageran unilateralmente el papel de la emulación pacífica entre los países
socialistas y los países imperialistas, y tratan de sustituir por la emulación
pacífica la lucha revolucionaria de todos los pueblos y naciones oprimidos.
Según su prédica, parece que el imperialismo se derrumbará automáticamente en
esta emulación pacífica, y que a todos los pueblos y naciones oprimidos no les
queda más que aguardar pasivamente la llegada de ese día. ¿Qué tiene esto de
común con los puntos de vista marxista-leninistas?
Además, hay
gente que ha hilvanado el peregrino cuento de que China y algunos otros países
socialistas tratan de “desencadenar guerras”y de promover el socialismo por
medio de “guerras entre los Estados” Semejante cuento, como lo señala la
Declaración de 1960, no es más que una calumnia lanzada por
el
imperialismo y los reaccionarios. Los que repiten tales calumnias persiguen,
para decirlo con franqueza, el objetivo de encubrir el hecho de que ellos
mismos se oponen a las revoluciones de los pueblos y naciones oprimidos del
mundo y a que otros apoyen estas revoluciones.
(14) En
los últimos años, se ha hablado mucho, y más que suficiente, del problema de la
guerra y la paz. Nuestros puntos de vista y nuestra política respecto a
este problema son conocidos por todo el mundo, y nadie puede tergiversarlos.
Es una gran
lástima que algunas personas en el movimiento comunista internacional, aunque
hablan de lo mucho que aman la paz y aborrecen la guerra, no quieran hacer ni
el menor esfuerzo para comprender la sencilla y clara verdad expuesta por Lenin
sobre el problema de la guerra. Lenin dijo:
“Me parece
que lo principal, lo que usualmente olvida la gente en el problema de
la guerra, a lo que presta insuficiente atención, lo principal, por lo que
se sostienen tantos debates, y, quizás, lo diría yo, debates vacuos, estériles
y carentes de objeto, es el problema acerca de qué carácter de clase reviste
la guerra, por qué motivo ha estallado, qué clases la hacen y qué condiciones
históricas e histórico-económicas la
han
originado.” (Lenin,
“Guerra y revolución”, Obras Completas, t. XXIV).
A juicio de
los marxista-leninistas, la guerra es la continuación de la política por
otros medios, y toda guerra es inseparable del sistema político y de las luchas
políticas que la engendran. Quien se aparte de esta tesis científica del
marxismo-leninismo, comprobada por toda la historia de la lucha de clases en el
mundo, no podrá comprender jamás ni el problema de la guerra ni el de la paz.
Hay
diferentes clases de paz y diferentes clases de guerras. Los
marxista-leninistas deben tener en claro de qué clase de paz y de qué clase de
guerra se trata. Confundir las guerras justas con las injustas y oponerse a
todas ellas sin hacer distinción alguna, es un punto de vista pacifista burgués
y no marxista-leninista.
Hay quienes
afirman que las revoluciones son completamente posibles aun sin guerra. ¿De
qué clase de guerra se trata? ¿Una guerra de liberación nacional, una
guerra civil revolucionaria, o una guerra mundial?
Si se alude
a la guerra de liberación nacional y a la guerra civil revolucionaria, esta
afirmación está dirigida en realidad contra las guerras revolucionarias, o sea,
contra las revoluciones. Si se alude a una guerra mundial, semejante
insinuación es como un tiro a un blanco inexistente. Aunque los marxista-
leninistas han señalado, sobre la base de la historia de las dos guerras
mundiales, el hecho de que las guerras mundiales
conducen
inevitablemente a la revolución, ningún marxista-leninista ha sostenido ni
sostendrá jamás que la revolución es imposible sin una guerra mundial.
Los
marxista-leninistas se proponen como su ideal la eliminación de las guerras y
están convencidos de que las guerras podrán ser eliminadas. Sin embargo, ¿cómo
se puede eliminar las guerras? Lenin lo expuso así:
“Nuestro
objetivo es lograr el sistema social socialista, que, al eliminar la división
de la humanidad en clases, al eliminar toda explotación del hombre por el
hombre y de una nación por otras naciones, inevitablemente eliminará toda
posibilidad de guerra en general.” (Ibid)
La
Declaración de 1960 señala también con toda claridad: “La victoria del
socialismo en el mundo entero suprimirá definitivamente las causas sociales y
nacionales del surgimiento de las guerras de toda índole.”
Algunas
personas han llegado ahora a considerar que es posible hacer realidad un
“mundo sin armas, sin ejércitos y sin guerras” mediante el “desarme general y
completo” en condiciones en que aún existen el imperialismo y el sistema de la
explotación del hombre por el hombre. Se trata de una ilusión
completamente
irrealizable.
El abecé
del marxismo-leninismo nos enseña que el ejército es la parte principal de la
máquina estatal y que el llamado mundo sin armas y sin ejércitos sólo puede ser
un mundo sin Estados. Lenin dijo:
“Sólo
después de haber desarmado a la burguesía podrá el proletariado, sin traicionar
su misión histórico-mundial, convertir en chatarra toda clase de armas en
general, y así lo hará indudablemente el proletariado, pero sólo entonces; de
ningún modo antes.” (Lenin, “El programa militar de la revolución proletaria”,
Obras Completas, t. XXIII).
Ahora bien, ¿cuál es la realidad en el mundo? ¿Dónde se encuentra el menor indicio
de que los países imperialistas, con los EE.UU. a la cabeza, están dispuestos a
realizar el desarme general y completo? ¿Acaso no están entregados todos ellos
a una expansión armamentista general y completa?
Hemos
considerado siempre que, con el propósito de denunciar y combatir la expansión
armamentista y los preparativos bélicos del imperialismo, es necesario plantear
la demanda de desarme universal. Por medio de la lucha conjunta de los países
del campo socialista y de todos los pueblos del mundo, es posible obligar a los
imperialistas a aceptar cierto tipo de acuerdo sobre el desarme.
Si se
considera el desarme general y completo como el camino fundamental de la lucha
por la paz mundial, si se difunde la ilusión de que el imperialismo puede deponer
voluntariamente las armas, y si se anula, so pretexto del desarme, la lucha
revolucionaria de los pueblos y naciones oprimidos, esto significa engañar
deliberadamente a los pueblos del mundo y ayudar a los imperialistas a aplicar
su política de agresión y de
guerra.
A fin de
terminar con la actual confusión ideológica en el movimiento obrero
internacional respecto al problema de la guerra y la paz, consideramos que
estas tesis de Lenin, abandonadas por los revisionistas contemporáneos, deben
restaurarse en interés de la lucha contra la política imperialista de agresión
y de guerra y en defensa de la paz mundial.
La
prevención de una nueva guerra mundial es una exigencia universal de los
pueblos del mundo. Es posible conjurar una nueva guerra mundial.
La cuestión
ahora es: ¿cuál debe ser el camino de la lucha por la paz mundial? Desde el
punto de vista leninista, la paz mundial sólo puede ser conseguida mediante la
lucha de todos los pueblos del mundo y no con súplicas a los imperialistas.
Sólo es posible defender con eficacia la paz mundial apoyándose en el
desarrollo
de las fuerzas del campo socialista, en la lucha revolucionaria del
proletariado y los demás trabajadores de todos los países, en la lucha de
liberación de las naciones oprimidas y en la lucha de todos los pueblos y
países amantes de la paz.
En esto
consiste la política leninista. Toda política que vaya en contra de esto no
puede conducir de ninguna manera a la paz mundial, sino que sólo puede
estimular las ambiciones de los imperialistas y aumentar el peligro de una
guerra mundial.
En los
últimos años, algunas personas han venido difundiendo el argumento de que una
simple chispa de la guerra de liberación nacional o de la guerra revolucionaria
popular puede conducir a una conflagración mundial que destruirá a toda la
humanidad. ¿Qué demuestran los hechos? Exactamente lo contrario: las numerosas
guerras de liberación nacional y guerras revolucionarias populares que ha
habido después de la Segunda Guerra Mundial no han conducido a una guerra
mundial. Las victorias de estas guerras revolucionarias debilitan directamente
la fuerza del imperialismo y robustecen considerablemente las fuerzas que
impiden al imperialismo desencadenar una guerra mundial y que defienden la paz
mundial. ¿Acaso no demuestran los hechos lo absurdos que son semejantes
argumentos?
(15) La
prohibición completa y la destrucción total de las armas nucleares constituyen
una tarea importante en la lucha por la defensa de la paz mundial. Debemos
esforzarnos al máximo para este fin.
Las
armas nucleares tienen una capacidad destructiva sin precedentes, y he aquí por
qué los imperialistas norteamericanos aplican, desde hace más de diez años, la
política de chantaje nuclear, tratando de realizar de esta manera su ambición
de esclavizar a los pueblos de todos los países y establecer su dominación
mundial.
Pero al
amenazar con armas nucleares a otros países, los imperialistas también colocan
a los pueblos de sus propios países bajo semejante amenaza y así los empujan a
levantarse contra las armas nucleares y la política imperialista de agresión y
de guerra. Al mismo tiempo, cuando los imperialistas intentan destruir con
armas nucleares a sus adversarios, se colocan de hecho a sí mismos en posición
de ser destruidos.
Existe de
veras la posibilidad de lograr la prohibición de las armas nucleares. Sin
embargo, si los imperialistas se ven obligados a aceptar un acuerdo sobre la
prohibición de dichas armas, no lo harán de ninguna manera por su “amor” a la
humanidad, sino bajo la presión de los pueblos de todos los países y
en
consideración a sus propios intereses.
En
oposición a los imperialistas, los países socialistas se apoyan en las justas
fuerzas del pueblo y en su propia política acertada, y no necesitan en absoluto
apostar a las armas nucleares para jugar en la arena internacional. Si los
países socialistas poseen armas nucleares, es única y exclusivamente para
defenderse e impedir que los imperialistas desaten una guerra nuclear.
A juicio
de los marxista-leninistas, el pueblo es el creador de la historia. En todo el
curso de la historia, el hombre fue y sigue siendo el factor decisivo. Los
marxista-leninistas dan importancia al papel que desempeñan los cambios en el
campo de la técnica, pero es erróneo empequeñecer el papel del hombre y
exagerar el de la técnica.
La
aparición de las armas nucleares no puede detener el avance de la historia de
la humanidad ni salvar el sistema imperialista de su ruina, al igual que la
aparición en la historia de tal o cual técnica nueva no pudo salvar ni un solo
sistema decrépito de su ruina. La aparición de las armas nucleares no ha
resuelto ni puede
resolver
las contradicciones fundamentales del mundo contemporáneo, no ha alterado ni
puede alterar la ley de la lucha de clases, y no ha cambiado ni puede cambiar
la naturaleza del imperialismo y de todos los reaccionarios.
Por lo
tanto, no se puede afirmar que, con la aparición de las armas nucleares, han
desaparecido la posibilidad y la necesidad de las revoluciones sociales y
nacionales, y han quedado anticuadas y se han convertido en “dogmas” gastados
las tesis fundamentales del marxismo-leninismo, especialmente la tesis de la
revolución proletaria y de la dictadura del proletariado y la de la guerra y la
paz.
(16) Fue
Lenin quien formuló la tesis de que los países socialistas pueden practicar la
coexistencia pacífica con los países capitalistas. Como es sabido de todos,
después de que el gran pueblo soviético rechazó la intervención armada
extranjera, el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Gobierno soviético,
bajo la
dirección de Lenin, y luego bajo la de Stalin, siguieron consecuentemente la
política de coexistencia pacífica, y el pueblo soviético sólo se vio obligado a
emprender una guerra en defensa propia cuando los imperialistas alemanes
lanzaron el ataque a la Unión Soviética.
Desde su
proclamación, la República Popular China ha seguido también invariablemente la
política de coexistencia pacífica con países de sistemas sociales diferentes, y
ha sido China la iniciadora de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica.
Sin
embargo, en los últimos años, algunas personas han presentado, de súbito, la
política de coexistencia pacífica, formulada por Lenin, como su propio “gran
descubrimiento”, y creen tener el monopolio de la interpretación de esta
política. Tratan la “coexistencia pacífica” como si fuera una omnímoda y
misteriosa
escritura divina, a la que atribuyen todas las conquistas y éxitos que los
pueblos del mundo han logrado en sus luchas. Y lo que es más, a todos los que
no están de acuerdo con su tergiversación de los criterios de Lenin los tildan
de opositores de la coexistencia pacífica, de gentes que no saben nada de Lenin
y del leninismo y de herejes a los que hay que excomulgar.
¿Cómo
pueden los comunistas chinos estar de acuerdo con este criterio y proceder? De
ninguna manera.
El
principio de coexistencia pacífica de Lenin es bien claro y de fácil
comprensión para la gente sencilla. La coexistencia pacífica se refiere a las
relaciones entre los países con distintos sistemas sociales, y nadie puede
interpretarla según le convenga. La coexistencia pacífica no debe extenderse
jamás a las relaciones entre las naciones oprimidas y las naciones opresoras,
entre los países oprimidos y los países opresores o entre las
clases oprimidas
y las clases opresoras; no debe considerarse jamás como el contenido principal
de la transición del capitalismo al socialismo, y aún menos como el camino de
la humanidad hacia el socialismo. La razón consiste en que una cosa es la
coexistencia pacífica entre países con distintos sistemas sociales, en la cual
ninguno de los países coexistentes puede, ni se le permite, tocar ni siquiera
un solo pelo del sistema social de los otros, y otra cosa es la lucha de
clases, la lucha de liberación nacional y la transición del capitalismo al
socialismo en los diversos países, que son luchas revolucionarias, enconadas, a
muerte, encaminadas a cambiar el sistema social. La coexistencia pacífica no
puede, de ninguna manera, hacer las veces de la lucha revolucionaria de los
pueblos. La transición del capitalismo al socialismo en cualquier país sólo
puede realizarse mediante la revolución proletaria y la dictadura del
proletariado en ese mismo país.
En el
proceso de aplicación de la política de coexistencia pacífica, existen
inevitablemente luchas entre los países socialistas y los países imperialistas
en los terrenos político, económico e ideológico, y es absolutamente imposible
una “cooperación general”.
Es
necesario que los países socialistas realicen negociaciones de uno u otro tipo
con los países imperialistas. Contando con una política acertada de los países
socialistas y la presión de las masaspopulares de todos los países, es posible,
que se llegue a ciertos acuerdos mediante negociaciones. Sin embargo, los
compromisos
necesarios
entre los países socialistas y los países imperialistas, no exigen que los
pueblos y naciones oprimidos contraigan, a su vez, compromisos con el
imperialismo y sus lacayos. Nadie debe exigir, en ninguna circunstancia, so
pretexto de la coexistencia pacífica, que los pueblos y naciones oprimidos
renuncien a su lucha revolucionaria.
La
aplicación de la política de coexistencia pacífica por los países socialistas
contribuye a crear un medio internacional pacífico para la construcción del
socialismo, a desenmascarar la política imperialista de agresión y de guerra y
a aislar las fuerzas imperialistas de agresión y de guerra. Pero si la línea
general de la política exterior de los países socialistas se limita a la
coexistencia pacífica, es imposible resolver correctamente los problemas de las
relaciones entre los países socialistas, ni los problemas de las relaciones
entre los países socialistas y los pueblos y naciones oprimidos. Por
consiguiente, es erróneo hacer de la
coexistencia
pacífica la línea general de la política exterior de los países socialistas.
A nuestro
juicio, la línea general de la política exterior de los países socialistas debe
tener el siguiente contenido: desarrollar las relaciones de amistad, ayuda
mutua y cooperación entre los paísesdel campo socialista de acuerdo con el
principio del internacionalismo proletario; esforzarse por realizar la
coexistencia
pacífica
con países de distintos sistemas sociales sobre la base de los Cinco
Principios, y oponerse a la política imperialista de agresión y de guerra;
apoyar la lucha revolucionaria de todos los pueblos y naciones oprimidos. Estos
tres aspectos están relacionados entre sí y son inseparables, y ninguno de
ellos puede ser omitido.
(17) La
continuación de la lucha de clases durante un largo período histórico después
de la toma del Poder por el proletariado, constituye una ley objetiva,
independiente de la voluntad del hombre, sólo que la forma de la lucha de
clases difiere de lo que era antes de la toma del Poder.
Después de
la Revolución de Octubre, Lenin señaló en repetidas ocasiones:
a) Los
explotadores derrocados tratan siempre, y en milformas, de recobrar el
“paraíso” que les ha sido arrebatado.
b) En la
atmósfera pequeñoburguesa, se engendran cons- tantemente, por un proceso
espontáneo, nuevos elementos capitalistas.
c) Debido a
la influencia burguesa, así como al cerco y la actividad corruptora del
ambiente pequeñoburgués, también pueden surgir elementos degenerados, o nuevos
burgueses, en las filas de la clase obrera y entre los funcionarios de las
instituciones del Estado.
d) El cerco
capitalista internacional, la amenaza de in- tervención armada y las intrigas
de descomposición pacífica por parte del imperialismo, constituyen las
condiciones exteriores de la continuación de la lucha de clases en los países
socialistas.
La vida ha
confirmado estas conclusiones de Lenin. En ningún país socialista, aunque hayan
pasado decenios e incluso más tiempo después de la industrialización socialista
y la colectivización de la agricultura, puede decirse que ya no existen lacayos
burgueses, parásitos, especuladores, pillos, tunantes, maleantes, desfalcadores
de fondos públicos y otros elementos por el estilo, gentes que Lenin denunció
con energía y en repetidas ocasiones; ni tampoco se puede decir que a los
países socialistas ya no les hace falta cumplir o que
ya les es
posible abandonar la tarea, planteada por Lenin, de “vencer ese contagio, esa
peste, esa llaga que el socialismo hereda del capitalismo.”
En los
países socialistas, se requiere un largo período histórico para resolver
gradualmente la cuestión de “quién vencerá a quién” — el socialismo o el
capitalismo. La lucha entre el camino del socialismo y el del capitalismo
abarca todo este período histórico. Esta lucha a veces se intensifica y a veces
se calma, transcurre a modo de ondas, y en ocasiones incluso se vuelve muy
violenta. Sus formas son variadas.
La
Declaración de 1957 dice muy bien: “para la clase obrera, la toma del Poder no
es más que el comienzo de la revolución, y no su coronamiento.”
Es erróneo
y contrario a la realidad objetiva y al marxismo- leninismo negar la existencia
de la lucha de clases en el período de la dictadura del proletariado y negar la
necesidad de llevar hasta el fin la revolución socialista en los frentes
económico, político e ideológico.
(18) Tanto
Marx como Lenin sostenían que todo el período anterior a la entrada en la fase
superior de la sociedad comunista, es el período de transición del capitalismo
al comunismo, el período de la dictadura del proletariado. En este período de
transición, la dictadura del proletariado, o sea, el Estado proletario, pasa
por un proceso dialéctico de establecimiento, consolidación, fortalecimiento y
extinción gradual.
En la
Crítica del Programa de Gotha, Marx planteó la cuestión como sigue:
“Entre la
sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la
transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período
corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser
otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.” (Obras Completas de
Marx y Engels, t. XIX).
Lenin
subrayaba con frecuencia la gran teoría de Marx sobre la dictadura del
proletariado, y analizó el desarrollo de esta teoría particularmente en su gran
obra, El Estado y la Revolución, en que escribió:
“. . . la
transición de la sociedad capitalista, que se desenvuelve hacia el comunismo, a
la sociedad comunista, es imposible sin un ‘período político de transición’, y
el Estado de este período no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del
proletariado.” ( Lenin, Obras Completas, t. XXV). Añadió:
“La esencia
de la teoría de Marx sobre el Estado sólo la asimila quien haya comprendido que
la dictadura de una clase es necesaria, no sólo para toda sociedad de clases en
general, no sólo para el proletariado después de derrocar a la burguesía, sino
también para todo el período histórico que separa al capitalismo de la
‘sociedad sin clases’, del comunismo.” (Ibid)
Como se
expone más arriba, la tesis fundamental de Marx y Lenin es: la dictadura del
proletariado existe inevitablemente a lo largo de todo el período histórico de
transición del capitalismo al comunismo, o sea, hasta la abolición de todas las
diferencias de clase y la entrada en una sociedad sin clases, hasta la entrada
en la fase superior de la sociedad comunista.
¿Qué
sucederá si a medio camino se declara que ya deja de ser necesaria la dictadura
del proletariado?
¿Acaso esto
no contradice radicalmente la doctrina de Marx y Lenin sobre el Estado de la
dictadura del proletariado? ¿Acaso esto no significa dar libre curso al
desarrollo de “ese contagio, esa peste, esa llaga que el socialismo hereda del
capitalismo”? En una palabra, esto conduciría a consecuencias extremadamente
graves, y no se podría ni hablar de la transición al comunismo.
¿Puede haber un “Estado de todo el pueblo”? ¿Será posible sustituir el Estado de
dictadura del proletariado por un “Estado de todo el pueblo”?
Este no es
un problema interno de tal o cual país, sino un problema fundamental que atañe
a la verdad universal del marxismo-leninismo.
Desde el
punto de vista de los marxista-leninistas, no existe ningún Estado que no sea
de clase o que esté por encima de las clases. Mientras el Estado permanezca
como Estado, debe revestir invariablemente un carácter de clase; mientras
exista el Estado, no podrá ser de “todo el pueblo”. Tan pronto como la sociedad
quede
sin clases,
dejará de existir el Estado.
Ahora bien,
¿qué cosa es el “Estado de todo el pueblo”? Todo el que tenga un conocimiento
elemental del marxismo-leninismo sabe que el llamado "Estado de todo el
pueblo" no es nada nuevo. Los representantes de la burguesía siempre
llaman al Estado burgués “Estado de todo el pueblo” o “Estado cuyo Poder pertenece
a todo el pueblo”.
Algunos
dirán que la suya ya es una sociedad sin clases. Nosotros contestamos: Nada de
eso; existen clases y lucha de clases en todos los países socialistas, sin
ninguna excepción. Puesto que aún existen remanentes de las antiguas clases
explotadoras, deseosos de llevar a cabo la restauración, puesto que nacen
constantemente nuevos elementos burgueses, y puesto que existen aún parásitos,
especuladores, tunantes, maleantes, desfalcadores de fondos públicos, etc.,
¿cómo se puede decir que no hay clases y lucha de clases? ¿Cómo se puede decir
que ha dejado de ser necesaria la dictadura del proletariado?
El
marxismo-leninismo nos enseña que la dictadura del proletariado, al realizar su
misión histórica, además de reprimir a las clases hostiles, debe, en el curso
de la construcción socialista, resolver de manera acertada los problemas de las
relaciones entre la clase obrera y el campesinado, consolidar su alianza
política y
económica y
crear condiciones para la eliminación gradual de las diferencias de clase entre
los obreros y los campesinos.
Desde el
punto de vista de la base económica de la sociedad socialista, existen en todos
los países socialistas sin excepción diferencias en las formas de propiedad, es
decir, existen la propiedad de todo el pueblo y la propiedad colectiva; también
existe aún la propiedad individual. La propiedad de todo el pueblo y la
propiedad colectiva son dos tipos de propiedad y dos tipos de relaciones de
producción en
la sociedad
socialista. Los obreros que trabajan en las empresas de propiedad de todo el
pueblo y los campesinos que trabajan en las granjas de propiedad colectiva,
pertenecen a distintas categorías de trabajadores en la sociedad socialista.
Por lo tanto, existen en todos los países socialistas sin
excepción
diferencias de clase entre los obreros y los campesinos. Estas diferencias sólo
desaparecerán cuando se llegue a la fase superior del comunismo. En la
actualidad, a juzgar por el nivel de su desarrollo económico, todos los países
socialistas están aún lejos, muy lejos, de la fase superior del comunismo en
que se aplicará el principio: “de cada uno, según su capacidad; a cada uno,
según sus necesidades”. Así, pues, se requiere todavía un período largo, muy
largo, para eliminar las diferencias de clase entre los obreros y los
campesinos. Y, mientras no hayan sido eliminadas estas diferencias de clase, es
imposible decir que la sociedad es una sociedad sin clases y que ha dejado de
ser necesaria la dictadura del proletariado.
Calificar
un Estado socialista de “Estado de todo el pueblo” ¿no significa acaso
sustituir la doctrina marxista-leninista del Estado por la doctrina burguesa
del Estado? ¿No es un intento de sustituir el Estado de dictadura del
proletariado por un Estado de otro carácter?
Si es así,
esto no puede significar sino una gran regresión en el curso del desarrollo
histórico. La degeneración del sistema social en Yugoslavia constituye una
seria lección.
(19) El
leninismo entiende que, en los países socialistas, el partido del proletariado
debe existir a la par que la dictadura del proletariado. Durante todo el
período histórico de la dictadura del proletariado, el partido del proletariado
es indispensable. Esto se explica porque, sin la dirección de tal partido, la
dictadura del proletariado no está en condiciones de llevar a cabo la lucha
contra los enemigos del proletariado y del pueblo, reeducar a los campesinos y
demás pequeños productores, consolidar constantemente las filas del
proletariado, construir el socialismo y realizar la transición al comunismo.
¿Puede
haber un “partido de todo el pueblo”? ¿Será posible sustituir al partido del
proletariado, la vanguardia de éste, por un “partido de todo el pueblo”?
Este no es
tampoco un problema interno de tal o cual partido, sino un problema fundamental
que atañe a la verdad universal del marxismo-leninismo.
A juicio de
los marxista-leninistas, no hay ningún partido que no sea de clase o que esté
por encima de las clases. Todos los partidos políticos tienen un carácter de
clase. El espíritu de partido es la expresión concentrada del carácter de
clase.
El partido
del proletariado es el único partido capaz de
representar los intereses de todo el pueblo. Es capaz de hacerlo
precisamente porque representa los intereses del proletariado y encarna sus
ideas y voluntad. Es capaz de dirigir a todo el pueblo porque el proletariado
puede liberarse definitivamente a sí mismo sólo con la emancipación de toda la
humanidad, porque, por su naturaleza de clase, sabe enfocarmlos problemas desde
el punto de vista del proletariado y en función de sus intereses presentes y
futuros, porque es infinitamente fiel al pueblo y está imbuido del espíritu de
autosacrificio y porque, gracias a todo esto, se establecen en su seno el
centralismo democrático y la disciplina férrea. Sin un partido de este tipo, es
imposible
mantener la dictadura del proletariado ni representar los intereses de todo el
pueblo.
¿Qué
sucederá si a medio camino, antes de entrar en la fase superior de la sociedad
comunista, se declara que el partido del proletariado se ha convertido en un
“partido de todo el pueblo”, y se niega su carácter proletario? ¿Acaso esto no contradice radicalmente la
doctrina de Marx y Lenin sobre el partido del proletariado?
¿Acaso esto
no significa desarmar, en materia de organización y moralmente, al proletariado
y a todos los trabajadores y prestar un servicio a la restauración del
capitalismo? Hablar de transición a la sociedad comunista en estas
circunstancias ¿no equivale acaso a “ir al Sur en un carro orientado hacia el
Norte”?
(20) Desde
hace unos años, algunos, violando la teoría íntegra de Lenin sobre la relación
entre jefes, partido, clase y masas, han planteado la llamada “lucha contra el
culto a la personalidad”; esto
es erróneo
y perjudicial. La teoría de Lenin es como sigue:
a) Las
masas se dividen en clases;
b) Las
clases están generalmente dirigidas por partidos políticos;
c) Los
partidos políticos los dirigen, por regla general, grupos más o menos estables
de las personas más autorizadas, influyentes, expertas, elegidas para los
cargos más responsables y que se llaman jefes.
Lenin dijo: “todo esto es el abecé”. El partido del proletariado es el Estado Mayor
revolucionario y combativo del proletariado. Todo partido proletario debe
practicar el centralismo basado en la democracia y formar una fuerte dirección
marxista-leninista antes de poder erigirse en vanguardia organizada y
combativa.
Plantear la
llamada “lucha contra el culto a la personalidad” es, en realidad, contraponer
los jefes a las masas, socavar la dirección única del partido basada en el
centralismo democrático, debilitar la fuerza combativa del partido y
desintegrar sus filas. Lenin criticó los puntos de vista erróneos que
contraponen los jefes a las masas. Dijo que esto “es un absurdo ridículo y una
imbecilidad”.
El Partido
Comunista de China siempre se ha opuesto a exagerar el papel del individuo, ha
defendido y aplicado persistentemente el centralismo democrático dentro del
Partido, y ha abogado por la ligazón de la dirección con las masas,
considerando que, para dirigir con acierto, hay que saber sintetizar las
opiniones de las masas.
Algunos
vienen efectuando intensamente la llamada “lucha contra el culto a la
personalidad”, cuando en realidad hacen todo lo posible para denigrar el
partido proletario y la dictadura del proletariado. Al mismo tiempo, no se les
escapa ningún medio para ensalzar el papel de ciertos individuos, achacando a
otros todos los errores y atribuyéndose todos los éxitos a sí mismos.
Aún más
grave es que, so pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”,
algunos intervengan burdamente en los asuntos internos de otros partidos y
países hermanos, y cambien a la fuerza la composición de la dirección de otros
partidos hermanos a fin de imponerles su propia línea errónea. ¿Qué es todo
esto sino chovinismo de gran nación, sectarismo, escisionismo y actividad
subversiva? Ya es tiempo de hacer una propaganda seria y completa de la teoría
íntegra de Lenin sobre la relación entre jefes, partido, clase y masas.
(21) Las
relaciones entre los países socialistas son relaciones internacionales de nuevo
tipo. Las relaciones entre los países socialistas, sean éstos grandes o
pequeños, económicamente más desarrollados o menos desarrollados, deben basarse
en los principios de la plena igualdad, del respeto a la integridad
territorial, del respeto a la soberanía estatal y la independencia y de la no
ingerencia de unos en los asuntos internos
de otros;
deben basarse también en los principios del apoyo recíproco y la ayuda mutua
dentro del espíritu del internacionalismo proletario. En su construcción, cada
país socialista debe apoyarse principalmente en sus propios esfuerzos.
De acuerdo
con sus propias condiciones concretas, cada paíssocialista debe apoyarse, ante todo,
en el trabajo tenaz y el ingenio de su
propio pueblo, utilizar plenamente y de modo planificado todos sus recursos
disponibles y poner en juego todosu potencial en la construcción socialista.
Sólo de esta manera
puede
construir el socialismo con alta eficacia y desarrollar rápidamente su
economía.
Sólo de
este modo puede cada país socialista fortalecer el poderío del campo socialista
en su conjunto y aumentar su fuerza para prestar ayuda a la causa
revolucionaria del pro- letariado internacional; por lo tanto, aplicar en la
construcción el principio de apoyarse principalmente en los propios esfuerzos
es la expresión concreta del internacionalismo proletario.
Si un país
socialista, partiendo tan sólo de sus intereses particulares, exige
unilateralmente que otros países hermanos se supediten a las necesidades de él
y, so pretexto de oponerse a la llamada “edificación en el aislamiento” y al
llamado “nacionalismo”, se opone a que otros países hermanos seatengan en su
edificación al principio de apoyarse principalmente en sus propios esfuerzos y
a que desarrollen independientemente su economía, o incluso ejerce sobre ellos
presión económica, éstas sí son manifestaciones de egoísmo nacional.
Es del todo
necesario que los países socialistas practiquen en el terreno económico la
ayuda mutua, la colaboración y el intercambio. Semejante colaboración económica
debe basarseen los principios de la plena igualdad, del beneficio mutuo y de la
ayuda recíproca realizada dentro del espíritu de
camaradas.
Es
chovinismo de gran nación negar estos principios fundamentales y, en nombre de
la “división internacional del trabajo” o la “especialización”, imponer la
propia voluntad a otros, menoscabar la independencia y la soberanía de otros
países hermanos y dañar los intereses de
sus pueblos.
Es aún más
absurdo trasplantar a las relaciones entre los países socialistas la práctica
de lucrar a expensas de otros, práctica que caracteriza las relaciones entre
los países capitalistas, e incluso considerar que la “integración económica” y
el “mercado común”, establecidos por los monopolios capitalistas con el
propósito des disputarse mercados y repartir ganancias, pueden servir de
ejemplo
a los
países socialistas en su ayuda mutua y colaboración económicas.
(22) Las
Declaraciones de 1957 y 1960 establecen los principios que rigen las relaciones
entre los partidos hermanos, a saber: el principio de unidad, el principio de
apoyo y ayuda mutuos, el principio de independencia y de igualdad y el
principio de llegar a la unanimidad mediante consultas, todos ellos sobre la
base del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario.
Notamos
que, en su carta del 30 de marzo, el CC del PCUS dice que en el movimiento
comunista no hay partidos “superiores” e “inferiores”, que todos los Partidos
Comunistas son independientes e iguales y que todos ellos deben basar sus
relaciones en el internacionalismo proletario y la ayuda mutua.
Una de las
valiosas cualidades de los comunistas consiste en que sus palabras coinciden
con sus hechos. El único camino acertado para salvaguardar y fortalecer la
unidad entre los partidos hermanos es defender verdaderamente y no violar el
principio del internacionalismo proletario, observar verdaderamente y no
infringir
los principios que rigen las relaciones entre los partidos hermanos, haciendo
todo esto no sólo de palabra, sino, lo que es aún más importante, con hechos.
Si se
reconoce el principio de independencia e igualdad en las relaciones entre los
partidos hermanos, es inadmisible colocarse a sí mismo por encima de otros
partidos hermanos, inmiscuirse en sus asuntos internos, o emplear métodos
patriarcales en las relaciones con ellos.
Si se
reconoce que no hay “superiores” e “inferiores” en las relaciones entre los
partidos hermanos, es inadmisible imponer a otros partidos hermanos el
programa, las resoluciones y la línea del propio partido como “programa común”
del movimiento comunista internacional.
Si en las
relaciones entre los partidos hermanos se acepta el principio de llegar a la
unanimidad mediante consultas, no se debe subrayar “quién está en la mayoría” y
“quién está en la minoría”, ni se debe utilizar una llamada “mayoría” a fin de
imponer la propia línea errónea y llevar a cabo una política sectaria y
escisionista.
Si se está
de acuerdo en que las divergencias entre los partidos hermanos deben
solucionarse mediante consultas internas, no se debe atacar, públicamente y por
su nombre, a otros partidos hermanos en congresos del propio partido o de otros
partidos, en discursos de dirigentes del partido, en resoluciones,
declaraciones, etc., y aún menos extender las divergencias ideológicas entre
partidos hermanos a la esfera de las relaciones entre Estados.
Sostenemos
que, en las circunstancias actuales en que existen divergencias en el
movimiento comunista internacional, es particularmente importante subrayar la
estricta observancia de los principios que rigen las relaciones entre los
partidos hermanos, establecidos en las dos Declaraciones.
En el
presente, en las relaciones entre los partidos y países hermanos se destaca el
problema de las relaciones entre la Unión Soviética y Albania. El problema de
las relacionesentre los Partidos de la Unión Soviética y de Albania y entre los
dos países, es una cuestión de cómo tratar correctamente a los partidos y
países hermanos y de si se deben acatar o no los principios que rigen las
relaciones entre los partidos y países hermanos, establecidos en las dos
Declaraciones. La solución acertada de este problema tiene importancia de
principio para el mantenimiento de la unidad del campo socialista y del
movimiento comunista internacional.
Una cosa es
cómo tratar al Partido del Trabajo de Albania, partido hermano
marxista-leninista. Otra cosa es cómo tratar a la camarilla revisionista de
Yugoslavia, traidora al marxismo- leninismo. De ninguna manera deben colocarse
en un mismo plano estas dos cuestiones de naturaleza radicalmente diferente.
En su
carta, mientras declaran que no renuncian a la “idea de que las relaciones
entre el PCUS y el PTA pueden ser mejoradas”, continúan ustedes atacando a los
camaradas albaneses, acusándolos de “acciones escisionistas”. Es evidente que
esto es contradictorio y no contribuye a la solución del problema de las
relaciones soviético-albanesas.
¿Quién
adoptó acciones escisionistas en las relaciones soviético- albanesas?
¿Quién
extendió a la esfera de las relaciones estatales las divergencias ideológicas
entre los Partidos soviético y albanés?
¿Quién
reveló públicamente ante el enemigo las divergencias entre los Partidos
soviético y albanés y entre los dos países?
¿Quién
llamó abiertamente a una modificación en la dirección del Partido y del Estado
de Albania?
Todo esto
está muy claro para todo el mundo. ¿Es posible que los camaradas dirigentes del
PCUS
realmente
no sientan su responsabilidad por el empeoramiento, tan grave en la actualidad,
de las relaciones soviético-albanesas?
Expresamos
una vez más nuestra sincera esperanza de que los camaradas dirigentes del PCUS
se atengan a los prin- cipios que rigen las relaciones entre los partidos y
países hermanos, y tomen la iniciativa de buscar vías eficaces para el
mejoramiento de las relaciones entre la Unión Soviética y Albania.
En todo
caso, la manera de resolver los problemas de las relaciones entre los partidos
y países hermanos, es una cuestión que debe ser abordada con toda seriedad.
Sólo la estricta observancia de los principios que rigen las relaciones entre
los partidos y países hermanos, es la réplica más contundente a las calumnias,
como la
de la “mano
de Moscú”, lanzadas por los imperialistas y reaccionarios.
El
internacionalismo proletario plantea las mismas exigen-cias a todos los
partidos sin excepción, sean grandes o pequeños, estén o no en el Poder. Sin
embargo, los partidos grandes y los que están en el Poder, tienen una
responsabilidad particularmente grande al respecto. Una serie de
sucesosdolorosos ocurridos en el campo socialista en los últimos tiempos han
perjudicado no sólo a los intereses de los partidos
hermanos en
cuestión, sino también a los intereses de las amplias masas populares de sus
países. Este hecho demuestra elocuentemente que los países y partidos grandes
deben tenermuy presente el legado de Lenin, y no deben cometer nunca el error
de chovinismo de gran nación.
Los
camaradas del PCUS declaran en su carta que “el PCUS nunca dio ni dará un solo
paso que pueda sembrar entre los pueblos de nuestro país la hostilidad en
relación con el pueblo hermano chino y hacia otros pueblos”. Aquí no queremos
recordar los numerosos hechos desagradables que han tenido lugar en el pasado.
¡Ojalá que, de ahora en adelante, los camaradas del PCUS se atengan
estrictamente en sus acciones a
esta
declaración!
Durante los
últimos años, aunque nos hemos visto enfren-tados con toda una serie de graves
infracciones de los principios que rigen las relaciones entre los partidos y
países hermanos, aunque se nos han ocasionado muchas dificultades y daños, los
miembros de nuestro Partido y nuestro pueblo han dado pruebas de gran
moderación. El espíritu del internacionalismo proletario de los comunistas y
del pueblo chinos ha
salido
airoso de una prueba severa.
Invariablemente
fiel al internacionalismo proletario, el Partido Comunista de China sostiene y
defiende de manera consecuente los principios que rigen las relaciones entre los
partidos y países hermanos, establecidos en las Declaraciones de 1957 y 1960, y
trabaja en todo momento por defender y reforzar la unidad del campo socialista
y del movimiento comunista internacional.
(23) A
fin de llevar a la práctica el programa común del movimiento comunista
internacional, unánimemente acordado por los partidos hermanos, es preciso
sostener una lucha irreconciliablecontra el oportunismo de toda índole,
contrario al marxismo-leninismo.
Las dos
Declaraciones señalan que el revisionismo, o sea, el oportunismo de derecha, es
el peligro principal en el movimiento comunista internacional, y que el
revisionismo yugoslavo es el representante del revisionismo contemporáneo. La
Declaración de 1960 señala particularmente:
“Los
partidos comunistas han condenado unánimemente la variedad yugoslava del
oportunismo internacional, expresión concentrada de las ‘teorías’ de los
revisionistas contemporáneos.”
La
Declaración continúa:
“Haciendo
traición al marxismo-leninismo y declarándolo caduco, los dirigentes de la Liga
de los
Comunistas
de Yugoslavia han contrapuesto su progra- ma revisionista antileninista a la
Declaración de 1957; han contrapuesto la Liga de los Comunistas de Yugoslavia a
todo el movimiento comunista interna-
cional; han
separado su país del campo socialista, colocándolo en una situación dependiente
de la llamada ‘ayuda’ de los imperialistas norteamericanos y demás.”
La
Declaración indica más adelante:
“Los
revisionistas yugoslavos realizan, una labor de zapa contra el campo socialista
y el movimiento
comunista
internacional. So pretexto de aplicar una política al margen de los bloques,
despliegan actividades
perjudiciales
a la unidad de todas las fuerzas y Estados amantes de la paz.”
Por lo
tanto, la Declaración de 1960 llega a la siguiente conclusión:
“Ante los
partidos marxista-leninistas sigue planteada la tarea necesaria de continuar
denunciando a los dirigentes de los revisionistas yugoslavos y de luchar
activamente por impedir la penetración de las ideas antileninistas de los
revisionistas yugoslavos en el movimiento comunista y en el movimiento obrero.”
El problema
que se plantea aquí es un importante problema de principio en el movimiento
comunista internacional. Aun hace poco, la camarilla de Tito ha declarado abiertamente
que persiste en su programa revisionista y en su posición
antimarxista-leninista, contraria a las dos Declaraciones.
Desde hace
mucho tiempo, el imperialismo norteamericano y sus socios en la OTAN gastan
millares de millones de dólares para dar sustento a la camarilla de Tito. Bajo
el manto del “marxismo-leninismo” y ostentando la bandera de “país socialista”,
la camarilla de Tito ha venido minando el movimiento
comunista
internacional y la causa revolucionaria de los pueblos del mundo, sirviendo de
destacamento especial para el imperialismo norteamericano.
La
afirmación de que en Yugoslavia se observan “ciertas tendencias positivas”, que
Yugoslavia es un “país socialista” y que la camarilla de Tito es una “fuerza
antiimperialista”, no corresponde en absoluto a la realidad y es completamente
infundada.
Ahora hay
quienes intentan introducir a la camarilla revisionista de Yugoslavia en la
comunidad socialista y en las filas del movimiento comunista internacional,
rompiendo abiertamente el acuerdo aprobado por unanimidad en la Conferencia de
los partidos hermanos de 1960. Esto es absolutamente inadmisible.
En los
últimos años, el desbordamiento de la corriente revisionista en el movimiento
obrero internacional, así como muchas experiencias y lecciones en el movimiento
comunista internacional, han confirmado plenamente la justeza de la conclusión,
hecha en las dos Declaraciones, de que el revisionismo
es hoy
el peligro principal en el movimiento comunista internacional.
Sin
embargo, algunos afirman abiertamente que es el dogmatismo y no el revisionismo
el peligro principal, o que el dogmatismo no es menos peligroso que el
revisionismo, etc. ¿En qué principio se basa esto?
Un
marxista-leninista firme, un verdadero partido marxista-leninista debe colocar
los principios en el primer plano. No debe traficar con los principios, aprobar
ya esto ya aquello, ypronunciarse hoy por una cosa y mañana por otra.
A fin de
defender la pureza del marxismo-leninismo y la posición de principio de las dos
Declaraciones, los comunistas chinos continuarán, junto con todos los
marxista-leninistas, la lucha irreconciliable contra el revisionismo
contemporáneo.
Al
combatir el revisionismo, peligro principal en el movimiento comunista
internacional, los comunistas deben también luchar contra el dogmatismo.
Como se
señala en la Declaración de 1957, los partidos proletarios “deben atenerse
firmemente a los principios de la conjugación de las tesis generales del
marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución y la construcción
en sus países”.
Esto quiere
decir:
Por una
parte, es necesario atenerse siempre a la verdad universal del
marxismo-leninismo. De otra manera, se cometerá el error de oportunismo de
derecha o de revisionismo. Por otra parte, es preciso en todo tiempo partir de
la realidad, mantener estrechos vínculos con las masas, sintetizar
constantemente la experiencia de la lucha de las masas, y elaborar y aplicar
independientemente una política y una táctica apropiadas a las condiciones del
propio país. Se cometerá el error de dogmatismo si se procede de otra manera,
copiando
mecánicamente
la política y la táctica de otro Partido Comunista, obedeciendo a ciegas a la
voluntad de otros y aceptando, sin análisis, el programa y las resoluciones de
otro Partido Comunista como línea propia.
Algunos
violan ahora precisamente este principio fundamental, afirmado hace tiempo en
la Declaración de 1957. So pretexto de “desarrollar de manera creadora el
marxismo-leninismo”, renuncian a la verdad universal del marxismo-leninismo.
Además, hacen pasar por “verdad universal del marxismo-leninismo” una receta
nacida de conjeturas subjetivas y divorciada de la realidad y de las masas, y
obligan a otros a aceptarla incondicionalmente. He aquí el origen de muchos
fenómenos graves producidos en el actual movimiento comunista internacional.
(24) La
más importante experiencia del movimiento comunista internacional consiste en
que el desarrollo y el triunfo de una revolución dependen de la existencia de
un partido revolucionario del proletariado.
Debe
haber un partido revolucionario.
Debe haber
un partido revolucionario creado sobre la teoría revolucionaria
marxista-leninista y en el estilo revolucionario marxista-leninista.
Debe haber
un partido revolucionario que sepa integrar la verdad universal del
marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución en su propio país.
Debe haber
un partido revolucionario que sepa ligar estrechamente la dirección con las
amplias masas populares.
Debe haber
un partido revolucionario que pueda defender la verdad y corregir los errores y
que sepa hacer la crítica y la autocrítica.
Sólo un
partido revolucionario de este tipo es capaz de conducir al proletariado y a
las amplias masas populares a la victoria sobre el imperialismo y sus lacayos,
lograr el triunfo definitivo de la revolución democrática nacional y conseguir
la victoria de la revolución socialista.
Si un
partido no es un partido revolucionario proletario, sino un partido reformista
burgués;
Si no es un
partido marxista-leninista, sino un partidorevisionista;
Si no es un
partido de vanguardia del proletariado, sino un partido que va a la cola de la
burguesía;
Si no es un
partido que representa los intereses del proletariado y las amplias masas
trabajadoras, sino un partido que representa los intereses de la aristocracia
obrera;
Si no es un
partido internacionalista, sino un partido nacionalista;
Si no es un
partido que sea capaz de pensar y juzgar por sí mismo y adquirir un
conocimiento exacto de la tendencia de las diferentes clases en su propio país
mediante una seria investigación y estudio, y que sepa aplicar la verdad
universal del marxismo-leninismo e integrarla con la práctica concreta de su
propio país, sino un partido que repite ciegamente las palabras de otros, copia
la experiencia ajena sin análisis, y da virajes siguiendo el bastón de mando de
ciertas personas del extranjero, o sea, un partido que es una ensalada surtida
en que hay de todo: revisionismo, dogmatismo y otras cosas, menos principios
marxista-leninistas.
Entonces,
semejante partido no puede en absoluto dirigir la lucha revolucionaria del
proletariado y las amplias masas populares, conquistar la victoria de la
revolución, ni cumplir la gran misión histórica del proletariado.
Esta es una
cuestión sobre la cual todos los marxista-leninistas, todos los obreros
políticamente conscientes y todos los progresistas del mundo tienen que
reflexionar a fondo.
(25) Los
marxista-leninistas tienen la responsabilidad de distinguir entre lo justo y lo
erróneo en las divergencias que han surgido en el movimiento comunista
internacional. En consideración a los intereses comunes de la unidad en la
lucha contra el enemigo, siempre nos hemos pronunciado por la solución
de los
problemas mediante consultas internas y contra la revelación de las
divergencias ante el enemigo.
Como es del
conocimiento de los camaradas del PCUS, la polémica pública en el movimiento
comunista internacional ha sido provocada por dirigentes de ciertos partidos
hermanos y nos ha sido impuesta a nosotros.
Ya que se
ha provocado la polémica pública, ésta sólo puede conducirse sobre la base de
la igualdad entre los partidos hermanos, sobre la base de la democracia,
presentando los hechos y aclarando la verdad.
En nuestra
opinión, ya que dirigentes de ciertos partidos han atacado abiertamente a otros
partidos hermanos y han provocado la polémica pública, no tienen razón ni
derecho para prohibir que los partidos hermanos atacados les den respuestas
públicas. Puesto que dirigentes de ciertos partidos han publicado numerosos
artículos atacando a otros partidos hermanos, ¿por qué no publican en su propia
prensa los artículos que estos partidos hermanos han escrito en respuesta?
En los
últimos tiempos, el Partido Comunista de China ha sido objeto de los más absurdos
ataques. Los atacantes, gritando a voz en cuello y haciendo caso omiso de los
hechos, han inventado muchos cargos contra nosotros. Hemos publi- cado en
nuestra prensa los artículos y discursos en que nos atacan.
También
hemos publicado íntegramente en nuestra prensa el informe hecho por un
dirigente de la Unión Soviética el día 12 de diciembre de 1962 en una Sesión
del Soviet Supremo, el artículo de la
Redacción de Pravda del día 7 de enero de 1963, el discurso pronunciado el 16
de enero de 1963 por el jefe de la delegación del PCUS en el VI Congreso del
Partido Socialista Unificado de Alemania y el artículo de la Redacción de
Pravda del 10 de febrero de 1963.
También
hemos publicado los textos completos de-las dos cartas del CC del PCUS fechadas
el 21 de febrero y el 30 de marzo de 1963 respectivamente.
Hemos dado
respuesta a algunos de los artículos y discursos en que ciertos partidos
hermanos nos atacan, pero no hemos contestado todavía a los otros. Por ejemplo,
no hemos contestado directamente a los numerosos artículos y discursos de los
camaradas del PCUS.
Entre el 15
de diciembre de 1962 y el 8 de marzo de 1963, escribimos en total siete
artículos en respuesta a los que nos atacaban. Estos artículos se titulan:
“Proletarios
de todos los países, unámonos para luchar contra nuestro enemigo común”,
“Las
divergencias entre el camarada Togliatti y nosotros”,
“El
leninismo y el revisionismo contemporáneo”,
“Unámonos
sobre la base de las Declaraciones de Moscú”,
“¿De dónde
proceden las divergencias? — respuesta al ca-
marada
Thorez y otros camaradas”,
“Una vez
más sobre las divergencias entre el camarada Togliatti
y nosotros
— algunos problemas importantes del leninismo en el
mundo
contemporáneo”,
“Un
comentario sobre la declaración del Partido Comunista de
los EE.UU.”
Cuando, al
final de su carta del 30 de marzo, acusan ustedes a la prensa china de haber
lanzado “ataques infundados” contra el PCUS, ustedes se refieren probablemente
a estos artículos. Es una tergiversación completa de la verdad des- cribir como
“ataques” nuestros artículos en respuesta a los atacantes.
Ya que
ustedes describen nuestros artículos como “infundados” y pésimos, ¿por qué no
publican ustedes, tal como lo hemos hecho nosotros con los suyos, estos siete
artículos que califican de “ataques infundados”, para que todos los camaradas
soviéticos y todo el pueblo soviético reflexionen y juzguen quién tiene razón y quién no? Desde
luego, ustedes también pueden refutar, punto por punto, estos artículos que califican
de “ataques infundados”.
Ustedes
dicen que nuestros artículos son “infundados” y que nuestros argumentos son
erróneos, pero no dan a conocer al pueblo soviético nuestros verdaderos
argumentos tales y como son. Difícilmente puede considerarse que este proceder de
ustedes muestre una seria actitud hacia la discusión de problemas entre
partidos hermanos, hacia la verdad y hacia las masas.
Esperamos
que se ponga fin a la polémica pública entre los partidos hermanos. Este
problema debe ser tratado de acuerdo con los principios de independencia, de
igualdad y de llegar a la unanimidad mediante consultas entre los partidos
hermanos. En el movimiento comunista internacional, nadie tiene derecho a
actuar
exclusivamente según su propia voluntad, lanzar ataques cuando se le antoje, y
ordenar el “cese de la polémica pública” cuando quiere impedir que la otra
parte dé respuesta.
Como saben
los camaradas del PCUS, con miras a crear una atmósfera favorable para la
convocatoria de una conferencia de los partidos hermanos, hemos decidido
suspender temporalmente, a partir del 9 de marzo de 1963, las réplicas públicas
a los ataques públicos y directos dirigidos contra nosotros por parte de
camaradas
de partidos
hermanos. Nos reservamos el derecho de dar respuestas públicas.
En nuestra
carta del 9 de marzo, dijimos que respecto al problema del cese de la polémica
pública “es necesario que nuestros dos Partidos y los partidos hermanos
interesados celebren discusiones a fin de llegar a un acuerdo justo y aceptable
para todos”.
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Todo lo
dicho anteriormente son nuestras opiniones sobre la línea general del
movimiento comunista internacional y algunos problemas de principio
relacionados con ella. Tenemos la esperanza, como indicamos ya al comienzo de
la presente carta, de que esta franca exposición de nuestras opiniones
contribuirá a la comprensión mutua. Desde luego, los camaradas pueden estar de
acuerdo o en desacuerdo con estas opiniones. Pero, a nuestro juicio, todos los
problemas de que tratamos aquí son los problemas centrales a que tiene que prestar
atención y dar solución el movimiento comunista inter- nacional. Esperamos que
todos estos problemas, así como aquéllos propuestos en la última carta de
ustedes, se discutirán
ampliamente
en las conversaciones entre nuestros dos Partidos y en la conferencia de los
representantes de todos los partidos hermanos.
Además, hay
otros problemas de interés común, tales como la crítica de Stalin y algunos
importantes problemas de principio concernientes al movimiento comunista internacional,
planteados en los XX y XXII Congresos del PCUS. Sobre estos problemas, también
esperamos que se intercambiarán opiniones con franqueza en las conversaciones.
En lo que
se refiere a las conversaciones entre nuestros dos Partidos, propusimos en
nuestra carta del 9 de marzo que viniera a Pekín el camarada Jruschov; si esto
resultaba inconveniente, podría el CC del PCUS enviar a Pekín una delegación
presidida por otro camarada responsable, o enviaríamos nosotros una delegación
a Moscú.
Como ustedes
han declarado en su carta del 30 de marzo que el camarada Jruschov no puede
venir a China, y como no han manifestado el deseo de enviar una delegación a
China, el CC del PCCh ha decidido enviar una delegación a Moscú.
En su carta
del 30 de marzo, ustedes invitaron al camarada Mao Tse-tung a visitar la Unión
Soviética. Ya el
23 de
febrero, en su conversación con el embajador soviético en China, el camarada
Mao Tse-tung expuso claramente las razones por las cuales no está dispuesto a
visitar la Unión Soviética en el momento presente. Esto lo sabían ustedes muy
bien.
Un camarada
responsable del CC del PCCh recibió el 9 de mayo al embajador soviético en
China y, por su intermedio, les informó a ustedes que enviaríamos una
delegación a Moscú a mediados de junio. Más tarde, en vista del deseo del CC
del PCUS, aceptamos aplazar las conversaciones entre nuestros dos Partidos para
el 5 de julio.
Esperamos
sinceramente que las conversaciones entre los Partidos chino y soviético
lograrán resultados positivos y contribuirán a los preparativos para la
convocatoria de una conferencia de representantes de los Partidos Comunistas y
Obreros de todos los países.
Ahora es
más necesario que nunca que los comunistas de todos los países se unan sobre la
base del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario, sobre la base
de las dos Declaraciones unánimemente acordadas por los partidos hermanos.
Junto con
todos los partidos marxista-leninistas y los pueblos revolucionarios del mundo
entero, el Partido Comunista de China está dispuesto a seguir haciendo
esfuerzos infatigables para defender los intereses del campo socialista y del
movimiento comunista internacional, de la causa de la liberación de los pueblos
y naciones
oprimidos, y de la lucha contra el imperialismo y por la paz mundial.
Esperamos
que en el movimiento comunista internacional no volverán a surgir en el futuro
fenómenos que sólo apenen a los nuestros y alegren al enemigo.
Los
comunistas chinos estamos firmemente convencidos de que los marxista-leninistas,
el proletariado y los
pueblos
revolucionarios de todo el mundo se unirán aún más estrechamente, vencerán toda
clase de dificultades y obstáculos, y lograrán victorias aún mayores en la
lucha contra el imperialismo y en defensa de la paz mundial y en la lucha por
hacer avanzar la causa revolucionaria de los pueblos del mundo y la causa del
comunismo internacional.
¡Proletarios
de todos los países, uníos! ¡Proletarios y pueblos y naciones oprimidos de todo
el mundo, uníos! ¡Luchemos contra nuestro enemigo común!
Con saludos
comunistas
El Comité
Central del Partido
Comunista
de China
14 de junio
de 1963
NOTA DEL EDITOR: Los subrayados son del MPP