Friday, June 14, 2024

CC del Partido Comunista de China (14 de junio de 1963): PROPOSICION ACERCA DE LA LINEA GENERAL DEL MOVIMIENTO COMUNISTA INTERNACIONAL


 

PROPOSICION ACERCA DE LA LINEA GENERAL DEL MOVIMIENTO COMUNISTA INTERNACIONAL

RESPUESTA DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA A LA CARTA DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNION SOVIETICA DEL 30 DE MARZO DE 1963

(14 de junio de 1963)

 

EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS

PEKIN 1965

 

 

Al Comité Central del Partido Comunista

de la Unión Soviética

 

Queridos camaradas:

 

El Comité Central del Partido Comunista de China ha estudiado la carta del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética de fecha 30 de marzo de 1963.

 

Todos los que se preocupan por la unidad del campo socialista y del movimiento comunista internacional prestan gran atención a las conversaciones que se celebrarán entre el PCCh y el PCUS y esperan que nuestras conversaciones contribuirán a allanar las divergencias y a fortalecer la unidad y crearán condiciones

favorables para la convocatoria de una conferencia de representantes de todos los Partidos Comunistas y Obreros.

 

Salvaguardar y fortalecer la unidad del movimiento comunista internacional es el deber sagrado y común de todos los Partidos Comunistas y Obreros. El PCCh y el PCUS tienen una responsabilidad aún mayor por la unidad de todo el campo socialista y de todo el movimiento comunista internacional y les corresponde naturalmente hacer mayores esfuerzos.

 

En el momento presente, existe toda una serie de importantes divergencias de principio en el movimiento comunista internacional. Sin embargo, por muy serias que sean estas divergencias, debemos buscar, con suma paciencia, el camino de su allanamiento, a fin de unir nuestras fuerzas y fortalecer la lucha contra nuestro enemigo común.

 

Es con este sincero deseo que el CC del PCCh enfoca las próximas conversaciones entre el PCCh y el PCUS.

 

En su carta del 30 de marzo, el CC del PCUS expuso sistemáticamente sus puntos de vista acerca de los problemas que deben discutirse en las conversaciones entre el PCCh y el PCUS y planteó, en particular, el problema de la línea general del movimiento comunista internacional. En la presente, nos gustaría

expresar también, como proposición, nuestros puntos de vista sobre la línea general del movimiento comunista internacional y sobre algunos problemas de principio relacionados con ella.

 

Esperamos que esta exposición de nuestros puntos de vista será útil para la comprensión mutua entre nuestros dos Partidos y facilitará una discusión detallada, punto por punto, en las conversaciones entre ambos Partidos.

 

Esperamos, además, que esta exposición contribuirá a que los partidos hermanos comprendan nuestros puntos de vista y a que se efectúe un pleno intercambio de opiniones en la conferencia internacional de los partidos hermanos.

 

(1) La línea general del movimiento comunista internacional debe basarse en la teoría revolucionaria marxista-leninista sobre la misión histórica del proletariado, y no debe apartarse de ella.

 

Las Conferencias de Moscú de 1957 y 1960 adoptaron las dos Declaraciones después de un pleno intercambio de opiniones y con arreglo al principio de alcanzar la unanimidad mediante consultas. Estos dos documentos señalan los rasgos distintivos de nuestra época y las leyes generales de la revolución y la edificación socialistas, y definen la línea común de todos los Partidos Comunistas y Obreros. Constituyen el programa común del movimiento comunista internacional.

 

Durante los últimos años, en el movimiento comunista internacional ha habido, efectivamente, diferencias en la comprensión de las Declaraciones de 1957 y 1960, así como en la actitud hacia ellas. Aquí, el problema central consiste en reconocer o no los principios revolucionarios de las dos Declaraciones. En último término, es un problema de reconocer o no la verdad universal del marxismo-leninismo, reconocer o no

la significación universal del camino de la Revolución de Octubre, reconocer o no la necesidad de que hagan la revolución los pueblos que viven aún bajo el sistema imperialista y capitalista y que constituyen dos tercios de la población mundial, y reconocer o no la necesidad de que los pueblos que ya han emprendido el camino socialista y que constituyen un tercio de la población mundial lleven su revolución hasta el fin.

 

La defensa resuelta de los principios revolucionarios de las Declaraciones de 1957 y 1960 ha llegado a ser ahora una tarea importante y urgente del movimiento comunista internacional.

 

Sólo siguiendo firmemente la doctrina revolucionaria del marxismo-leninismo y el camino común de la Revolución de Octubre, se puede tener una comprensión correcta de los principios revolucionarios de las dos Declaraciones y una actitud acertada hacia ellos.

 

(2) ¿Cuáles son los principios revolucionarios de las dos Declaraciones? En líneas generales, son los siguientes:

 

Unión de los proletarios de todos los países; unión de los proletarios y pueblos y naciones oprimidos del mundo; lucha contra el imperialismo y los reaccionarios de los diversos países; lucha por la paz mundial, la liberación nacional, la democracia popular y el socialismo; consolidación y crecimiento del campo socialista;

consecución paulatina de la victoria completa de la revolución mundial proletaria, y establecimiento de un mundo nuevo, sin imperialismo, sin capitalismo y sin explotación.

 

En nuestra opinión, ésta es la línea general del movimiento comunista internacional en la etapa contemporánea.

 

(3) Esta línea general parte de la situación real del mundo en su conjunto y de un análisis de clase de las contradicciones fundamentales en el mundo contemporáneo, y está dirigida contra la estrategia global contrarrevolucionaria del imperialismo norteamericano.

 

Esta línea general es una línea de formar, con el campo socialista y el proletariado internacional como núcleo, un amplio frente único contra el imperialismo y las fuerzas reaccionarias con los EE.UU. a la cabeza, es una línea de movilizar audazmente a las masas, desarrollar las fuerzas revolucionarias, ganarse las fuerzas intermedias y aislar las fuerzas reaccionarias.

 

Esta línea general es una línea que está por la resuelta lucha revolucionaria de los pueblos, una línea de llevar hasta el fin la revolución mundial proletaria; es también una línea de luchar de la manera más eficaz contra el imperialismo y en defensa de la paz mundial.

 

Definir con criterio unilateral la línea general del movimiento comunista internacional como “coexistencia pacífica”, “emulación pacífica” y “transición pacífica” significa infringir los principios revolucionarios de las Declaracionesde 1957 y 1960, arrojar por la borda la misión histórica de la revolución mundial proletaria y apartarse de la doctrina revolucionaria del marxismo-leninismo.

 

La línea general del movimiento comunista internacional debe reflejar las leyes generales que rigen el desarrollo de la historia mundial. La lucha revolucionaria del proletariado y del pueblo de cada país atraviesa diferentes etapas y tiene sus rasgos peculiares, pero nunca se sale del marco de las leyes generales por las que se rige el desarrollo de la historia mundial. Esta línea general debe señalar la dirección fundamen-

tal para la lucha revolucionaria del proletariado y de los pueblos de todos los países.

 

Es sumamente importante que, al elaborar su línea y su política concretas, todos los Partidos Comunistas y Obreros se atengan firmemente al principio de conjugar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución y la edificación de sus respectivos países.

 

(4) El punto de partida para definir la línea general del movimiento comunista internacional, es un análisis de clase concreto de la política y la economía mundiales en su conjunto y de las condiciones concretas del mundo, esto es, de las contradicciones fundamentales en el mundo contemporáneo.

 

Quien haga conjeturas subjetivas eludiendo el análisis de clase concreto o aferrándose al azar a ciertos fenómenos superficiales, no podrá de ninguna manera llegar a conclusiones correctas con respecto a la línea general del movimiento comunista internacional y se deslizará inevitablemente por una senda totalmente distinta de la del marxismo-leninismo.

 

¿Cuáles son las contradicciones fundamentales en el mundo contemporáneo? Los marxista-leninistas sostienen invariablemente que ellas son:

 

         la contradicción entre el campo socialista y el campo imperialista;

         la contradicción entre el proletariado y la burguesía en los países capitalistas;

         la contradicción entre las naciones oprimidas y el imperialismo;

         la contradicción entre los países imperialistas y entre los grupos monopolistas.

 

La contradicción entre el campo socialista y el campo imperialista es una contradicción entre dos sistemas sociales fundamentalmente distintos, el socialismo y el capitalismo. Esta contradicción es, sin duda, muy aguda. Sin embargo, los marxista-leninistas no deben reducir las contradicciones en el mundo pura y

simplemente a la contradicción entre el campo socialista y el campo imperialista.

 

La correlación de fuerzas en el mundo ha cambiado y se ha tornado cada vez más favorable al socialismo y a los pueblos y naciones oprimidos del mundo, y cada vez más desfavorable al imperialismo y a los reaccionarios de todos los países. No obstante, siguen existiendo objetivamente las contradicciones arriba

enumeradas.

 

Dichas contradicciones, así como las luchas que engendran, están vinculadas entre sí e influyen unas en otras. Nadie puede borrar ninguna de estas contradicciones fundamentales ni sustituir de modo subjetivo por una de ellas todas las demás. Dichas contradicciones darán inevitablemente origen a revoluciones de los pueblos, y son éstas las únicas que pueden resolverlas.

 

(5) En el problema de las contradicciones fundamentales del mundo contemporáneo, deben ser sometidos a crítica los puntos de vista erróneos que consisten:

 

a) en borrar el contenido de clase de la contradicción entre el campo socialista y el campo imperialista y no ver en ella una contradicción entre los Estados de dictadura del proletariado y los Estados de dictadura de la burguesía monopolista;

b) en reconocer tan sólo la contradicción entre el campo socialista y el campo imperialista, desatendiendo o subestimando las contradicciones entre el proletariado y la burguesía en el mundo capitalista, entre las naciones oprimidas y el imperialismo, entre los países imperialistas y entre los grupos monopolistas, así como las luchas que dichas contradicciones engendran;

c) en sostener que la contradicción entre el proletariado y la burguesía en el mundo capitalista puede resolverse sin una revolución proletaria dentro de cada país, y que la contradicción entre las naciones oprimidas y el imperialismo puede resolverse sin una revolución de las naciones oprimidas;

d) en negar que el desarrollo de las contradicciones inherentes al mundo capitalista contemporáneo lleva inevitablemente a una nueva situación en la intensa lucha entre los países imperialistas, y creer que la contradicción entre los países imperialistas puede ser reconciliada o eliminada mediante “la conclusión de acuerdos internacionales entre los grandes monopolios”;

e) en sostener que la contradicción entre los dos sistemas mundiales, el socialismo y el capitalismo, desaparecerá automáticamente en el curso de una “emulación económica”, que las demás contradicciones fundamentales en el mundo desaparecerán automáticamente a medida que desaparezca la contradicción entre

los dos sistemas, y que surgirá un “mundo sin guerras”, un nuevo mundo de “cooperación general”.

 

Es obvio que estos puntos de vista erróneos conducen inevitablemente a una política errónea y dañina, y, por consiguiente, acarrean de una manera u otra reveses y pérdidas a la causa de los pueblos y del socialismo.

 

(6) Después de la Segunda Guerra Mundial, se ha operado un cambio fundamental en la correlación de fuerzas entre el imperialismo y el socialismo. El rasgo característico principal de este cambio radica en que ya existe en el mundo, en vez de uno solo, una serie de países socialistas, que forman un poderoso campo

socialista, y que los pueblos que han emprendido el camino del socialismo ya tienen, en vez de cerca de doscientos millones, mil millones de habitantes, o sea, una tercera parte de la población mundial.

 

El campo socialista es producto de la lucha del proletariado internacional y de los demás trabajadores. Pertenece no sólo a los pueblos de los países socialistas, sino también al proletariado internacional y a todos los trabajadores.

 

Las demandas comunes de los pueblos del campo socialista, del proletariado internacional y de los demás trabajadores consisten principalmente en que los Partidos Comunistas y Obreros de los países del campo socialista deben:

 

Atenerse firmemente a la línea marxista-leninista y aplicar una acertada política interior y exterior marxista-leninista;

 

Consolidar la dictadura del proletariado y la alianza obrero-campesina dirigida por el proletariado, y llevar hasta el fin la revolución socialista en los frentes económico, político e ideológico;

 

Desplegar la actividad y la iniciativa creadora de las grandes masas populares, llevar a cabo de modo planificado la edificación socialista, desarrollar la producción, mejorar las condiciones de vida del pueblo y consolidar la defensa nacional;

 

Fortalecer la unidad del campo socialista basada en el marxismo-leninismo y llevar a la práctica el apoyo recíproco entre los países socialistas sobre la base del internacionalismo proletario;

 

Luchar contra la política de agresión y de guerra del imperialismo y en defensa de la paz mundial;

 

Luchar contra la política anticomunista, antipopular y contrarrevolucionaria de les reaccionarios de todos los países, y

 

Ayudar a las clases y naciones oprimidas del mundo en su lucha

revolucionaria.

 

Realizar estas demandas es el deber de los Partidos Comunistas y Obreros del campo socialista hacia sus propios pueblos y hacia el proletariado internacional y los demás trabajadores.

 

Realizando estas demandas, el campo socialista puede ejercer una influencia decisiva sobre la marcha de la historia humana.

 

Precisamente por esta razón, los imperialistas y los reaccionarios tratan invariablemente, y de mil maneras, de influir en la política interior y exterior de los países del campo socialista, de socavar este campo y de quebrantar la unidad de los países socialistas, sobre todo la unidad entre China y la Unió Soviética. Tratan invariablemente de penetrar en los países socialistas y subvertirlos, e incluso abrigan la vana esperanza de

destruir el campo socialista.

 

La cuestión de cuál es la actitud correcta hacia el campo socialista constituye un importantísimo problema de principio que se plantea ante todos los Partidos Comunistas y Obreros.

 

La unión y la lucha común de los Partidos Comunistas y Obreros sobre la base del internacionalismo proletario, se realizan ahora en nuevas condiciones históricas. Cuando existía en el mundo un solo país socialista, y cuando este país, por aplicar firmemente una línea y una política correctas, marxista-leninistas, era objeto de la hostilidad y la amenaza de todos los imperialistas y reaccionarios, defender resueltamente o no ese único país socialista era la piedra de toque del internacionalismo proletario para todo Partido Comunista. Ahora, existe en el mundo un campo socialista, compuesto de trece países: Albania, República Democrática Alemana, Bulgaria, República Popular Democrática de Corea, Cuba, Checoslovaquia, China, Hungría, Mongolia, Polonia, Rumania, Unión Soviética y República Democrática del Vietnam. En estas cir-

cunstancias, la piedra de toque del internacionalismo proletario para todo Partido Comunista es defender resueltamente o no el campo socialista en su conjunto, defender o no la unidad de todos los países de este campo sobre la base del marxismo-leninismo y defender o no la línea y la política marxista-leninistas que deben seguir los países socialistas.

 

Si alguien, en vez de seguir una línea y una política acertadas, marxista-leninistas, y defender la unidad del campo socialista, crea tensiones y escisiones en el seno de este campo, e incluso sigue la política de los revisionistas yugoslavos, trata de liquidar el campo socialista o ayuda a países capitalistas a atacar a países socialistas hermanos, ese alguien traiciona a los intereses de todo el proletariado internacional y de los pueblos del mundo entero.

 

Si alguien, siguiendo los pasos de otros, defiende la línea y política erróneas y oportunistas aplicadas por algún país socialista, en lugar de salvaguardar la línea y política correctas, marxista-leninistas que deben seguir los países socialistas, y defiende la política de escisión en lugar de salvaguardar la política de unidad,

ese alguien se aparta del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario.

 

(7) Los imperialistas norteamericanos, aprovechando las condiciones surgidas después de la Segunda Guerra Mundial, han ocupado el lugar de los fascistas alemanes, italianos y japoneses, y han venido tratando de fundar un gran imperio mundial sin precedentes en la historia. El objetivo estratégico del imperialismo norteamericano consiste siempre en agredir y controlar la zona intermedia que se extiende entre los Estados

Unidos y el campo socialista, sofocar las revoluciones de los pueblos y naciones oprimidos y, luego, destruir a los países socialistas, y someter así a los pueblos y países del mundo entero, incluidos los países aliados de los Estados Unidos, a la esclavitud y control del capital monopolista norteamericano.

 

A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, los imperialistas norteamericanos han venido haciendo propaganda acerca de una guerra contra la Unión Soviética y el campo socialista. Hay dos aspectos en esta propaganda: por un lado, el imperialismo norteamericano está preparando efectivamente semejante guerra; por el otro, utiliza esta propaganda como cortina de humo para encubrir la opresión a que someten al pueblo norteamericano y la extensión de su agresión contra el mundo capitalista.

 

La Declaración de 1960 señala:

         “El imperialismo estadounidense se ha convertido en el mayor explotador internacional.”

         “El baluarte principal del colonialismo contemporáneo son los Estados Unidos.”

         “La principal fuerza de la agresión y de la guerra es el imperialismo norteamericano.”

         “El curso de los acontecimientos internacionales en los últimos años ha suministrado muchas nuevas pruebas de que el imperialismo norteamericano es el principal bastión de la reacción mundial y un gendarme internacional, enemigo de los pueblos del mundo entero.”

 

El imperialismo norteamericano lleva adelante en todo el mundo su política de agresión y de guerra, pero esto sólo puede conducir a un resultado contrario a lo que desea, es decir, sólo puede acelerar el despertar de los pueblos de los distintos países e impulsar su revolución.

 

De este modo, el imperialismo norteamericano se ha colocado a sí mismo en una posición opuesta a los pueblos del mundo entero y ha quedado cercado por estos últimos. El proletariado internacional debe y puede unir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, aprovechar las contradicciones internas del

enemigo y establecer el más amplio frente único contra los imperialistas norteamericanos y sus lacayos.

 

El camino realista y correcto es confiar el destino de los pueblos, el destino de la humanidad, a la unión y la lucha del proletariado mundial y a la unión y la lucha de todos los pueblos.

 

En cambio, significa desorientar a la gente el no distinguir entre los enemigos, los amigos y los propios, y el confiar el destino de los pueblos, el destino de la humanidad, a la colaboración con el imperialismo norteamericano. La bancarrota de esta ilusión ha quedado evidenciada por los acontecimientos de los últimos años.

 

(8) Las vastas zonas de Asia, África y América Latina son las zonas donde convergen las contradicciones en el mundo contemporáneo; son las más vulnerables de las zonas que están bajo la dominación imperialista, y constituyen los centros de la tempestad de la revolución mundial, que en la actualidad asesta golpes directos al imperialismo.

 

El movimiento revolucionario democrático nacional en estas zonas y el movimiento revolucionario socialista internacional son las dos grandes corrientes históricas de nuestra época.

 

La revolución democrática nacional en estas zonas es una importante parte integrante de la revolución mundial proletaria de nuestros días.

 

La lucha revolucionaria antiimperialista de los pueblos de Asia, África y América Latina golpea y debilita seriamente los cimientos mismos de la dominación del imperialismo y del colonialismo viejo y nuevo, y es en la actualidad una fuerza poderosa en defensa de la paz mundial.

 

Por lo tanto, en cierto sentido, la causa revolucionaria del proletariado internacional en su conjunto depende del desenlace de la lucha revolucionaria de los pueblos de esas zonas, que constituyen la abrumadora mayoría de la población del mundo.

 

Por lo tanto, la lucha revolucionaria antiimperialista de los pueblos de Asia, África y América Latina no es en absoluto un asunto de mera significación regional, sino de importancia general para la causa de la revolución mundial del proletariado internacional en su conjunto.

 

Ahora hay quienes niegan la gran significación internacional de la lucha revolucionaria antiimperialista de los pueblos de Asia, África y América Latina y, so pretexto de eliminar las barreras que dividen a la gente según la pertenencia nacional, el color de la piel o el principio geográfico, tratan de borrar la línea divisoria entre las naciones oprimidas y las opresoras y entre los países oprimidos y los opresores y procuran refrenar

la lucha revolucionaria de los pueblos de dichas zonas. Intentan, en realidad, acomodarse a las necesidades del imperialismo y crear una nueva “teoría” para justificar la dominación del imperialismo en estas zonas y la promoción de su política de colonialismo viejo y nuevo. Semejante “teoría” no está destinada en verdad a eliminar las barreras que dividen a la gente según la pertenencia nacional, el color de la piel o el principio geográfico, sino a preservar la dominación de las llamadas “naciones superiores” sobre las naciones oprimidas. Es del todo natural que semejante “teoría” demagógica tropiece con el boicot de los pueblos de dichas zonas.

 

La clase obrera de los países socialistas y de todos los países capitalistas debe realmente llevar a la práctica las consignas combativas de “¡Proletarios de todos los países, uníos!” y de “¡Proletarios y naciones oprimidas de todo el mundo, uníos!”, estudiar la experiencia revolucionaria de los pueblos de Asia, África y América Latina y apoyar con resolución sus acciones revolucionarias; debe considerar la causa de la liberación de estos pueblos como el más seguro apoyo a su propia causa y como algo que va directamente en su propio interés. Esta es la única manera de quebrar efectivamente las barreras que dividena la gente según la pertenencia nacional, el color de la piel o el principio geográfico, y así es el verdadero internacionalismo

proletario.

 

La clase obrera de los países capitalistas de Europa y América no puede liberarse sin la alianza con las naciones oprimidas y sin la liberación de estas últimas. Lenin tenía razón cuando decía:

 

“En realidad, el movimiento revolucionario en los países adelantados sería prácticamente un engaño, sin la

unión completa y más estrecha de los obreros en la lucha contra el capital en Europa y América con los cientos y cientos de millones de esclavos ‘coloniales’ oprimidos por

el capital.” )1 Lenin, “El II Congreso de la Internacional Comunista”, Obras Completas, t.

XXXI).

 

Ahora, en los destacamentos del movimiento comunista internacional hay quienes adoptan una actitud pasiva, desdeñosa y negativa hacia la lucha de las naciones oprimidas por la liberación. Están de hecho protegiendo los intereses de la burguesía monopolista, traicionando los del proletariado y degenerando en

socialdemócratas.

 

La actitud que se adopte hacia la lucha revolucionaria de los pueblos asiáticos, africanos y latinoamericanos, es un importante criterio para distinguir a los revolucionarios de los no revolucionarios, a los que defienden realmente la paz mundial de los que alientan a las fuerzas de la agresión y de la guerra.

 

(9) Las naciones y pueblos oprimidos de Asia, África y América Latina están enfrentados a la tarea urgente de luchar contra el imperialismo y sus lacayos.

 

La historia ha encomendado a los partidos proletarios de estas zonas la gloriosa misión de mantener en alto la bandera de lucha contra el imperialismo, contra el colonialismo viejo y nuevo, por la independencia nacional y por la democracia popular, colocarse en las primeras filas del movimiento revolucionario democrático nacional y luchar por el porvenir socialista.

 

En estas zonas, los más amplios sectores de la población rehúsan vivir bajo el yugo del imperialismo. Estos sectores no solamente comprenden a los obreros, campesinos, intelectuales y pequeñoburgueses, sino también a la burguesía nacional patriótica y hasta a un número de reyes, príncipes y aristócratas de sentimientos patrióticos.

 

El proletariado y su partido deben tener confianza en la fuerza de las masas populares y, sobre todo, unirse con los campesinos y establecer una sólida alianza obrero-campesina. Es de importancia primordial que los elementos avanzados del proletariado realicen actividades en las zonas rurales, ayuden a los campesinos a organizarse y eleven su conciencia de clase, su sentimiento de dignidad nacional y su confianza en las fuerzas propias.

 

El proletariado y su partido deben, sobre la base de la alianza obrero-campesina, unir a todas las capas sociales que puedan ser unidas y organizar un amplio frente único contra el imperialismo y sus lacayos. Para consolidar y ampliar este frente único, es necesario que el partido del proletariado conserve su independencia

ideológica, política y de organización y mantenga firmemente su hegemonía en la revolución.

 

El partido proletario y el pueblo revolucionario deben dominar todas las formas de lucha, incluida la lucha armada. Deben emplear la fuerza armada revolucionaria para derrotar a la fuerza armada contrarrevolucionaria cuando el imperialismo y sus lacayos recurren a la represión armada.

 

Los países nacionalistas que han conquistado recientemente la independencia política, aún tienen ante sí las arduas tareas de consolidarla, liquidar las fuerzas del imperialismo y a los reaccionarios internos, llevar a cabo la reforma agraria y otras reformas sociales y desarrollar la economía y la cultura nacionales. Para estos países, es de vital importancia práctica mantenerse alerta y luchar contra la política neocolonialista que aplican los viejos colonialistas para preservar sus intereses y, sobre todo, contra el neocolonialismo de los Estados Unidos.

 

En algunos de estos países, la burguesía nacional patriótica sigue junto a las masas populares en la lucha contra el imperialismo y el colonialismo, y toma algunas medidas en bien del progreso social. Esto exige que el partido del proletariado aprecie en su justo valor el papel progresista de la burguesía nacional patriótica y consolide la unidad con ella.

 

En algunos países recién independizados, a medida que se agudizan las contradicciones sociales internas y la lucha de clases en la palestra internacional, la burguesía, y sobre todo la gran burguesía, tiende cada vez más a entregarse al imperialismo y a aplicar una política antipopular, anticomunista y contrarrevolucionaria. Esto exige que el partido del proletariado se oponga resueltamente a semejante política reaccionaria.

 

Por lo general, la burguesía de esos países tiene un carácter doble. El partido del proletariado, cuando establece un frente único con la burguesía, debe seguir una política tanto de unidad como de lucha. Su política debe ser la de unirse con la burguesía a medida que ésta se inclina a ser progresista, antiimperialista y antifeudal, y de luchar al mismo tiempo contra las tendencias reaccionarias de la burguesía al compromiso y colusión con el imperialismo y las fuerzas del feudalismo.

 

La concepción del mundo del partido proletario en relación con el problema nacional es el internacionalismo, y no el nacionalismo. En la lucha revolucionaria, el partido proletario apoya al nacionalismo progresista y se opone al nacionalismo reaccionario. Debe siempre deslindar los campos con el nacionalismo burgués, yjamás debe dejarse cautivar por éste.

 

La Declaración de 1960 señala:

 

“Los comunistas denuncian los intentos que el ala reaccionaria de la burguesía hace para presentar sus estrechos intereses egoístas de clase como los intereses de toda la nación y el uso demagógico que de las consignas socialistas hacen, con los mismos fines, los políticos burgueses.”

 

Si en el transcurso de la revolución el proletariado llega a marchar a la cola de los terratenientes y de la burguesía, será imposible la victoria real y completa de la revolución democrática nacional e, incluso si se obtiene cierto tipo de victoria, será imposible consolidarla.

 

En el curso de la lucha revolucionaria de las naciones y pueblos oprimidos, el partido del proletariado sólo puede llevar hasta el fin la revolución democrática nacional y conducirla al camino del socialismo, si plantea independientemente su programa de lucha consecuente contra el imperialismo y los reaccionarios internos y

por la independencia nacional y la democracia popular, trabaja independientemente entre las masas, desarrolla constantemente las fuerzas progresistas, se gana las fuerzas intermedias y aisla las fuerzas reaccionarias.

 

(10) En los países imperialistas y capitalistas, para resolver definitivamente las contradicciones de la sociedad capitalista, es indispensable realizar la revolución proletaria y la dictadura del proletariado.

 

En el curso del cumplimiento de esta tarea, el partido del proletariado debe, en las circunstancias actuales, dirigir activamente a la clase obrera y a los demás trabajadores en la lucha contra el capital monopolista, por la defensa de los derechos democráticos, contra el peligro del fascismo, por el mejoramiento de las

condiciones de vida, contra la expansión armamentista y los preparativos bélicos del imperialismo, en defensa de la paz mundial, y en apoyo activo de las luchas revolucionarias de las naciones oprimidas.

 

En los países capitalistas que el imperialismo norteamericano controla o trata de controlar, la clase obrera y las masas populares dirigen su golpe principal contra el imperialismo norteamericano, así como contra la burguesía monopolista y otras fuerzas reaccionarias internas que traicionan los intereses nacionales.

 

Las grandes luchas de masas libradas en los países capitalistas durante los últimos años demuestran que la clase obrera y los demás trabajadores de dichos países experimentan un nuevo despertar. Sus luchas, que asestan golpes al capital monopolista y a la reacción, no sólo abren perspectivas luminosas para la causa revolucionaria en sus propios países, sino que constituyen un apoyo poderoso para la lucha revolucionaria de los pueblos asiáticos, africanos y latinoamericanos, así como para los países del campo socialista.

Al dirigir la lucha revolucionaria en los países imperialistas y capitalistas, los partidos proletarios deben mantener su independencia ideológica, política y orgánica. Al mismo tiempo, deben unir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas y formar un amplio frente único contra el capital monopolista y contra la política imperialista de agresión y de guerra.

 

Los comunistas de los países capitalistas, al dirigir activamente las luchas actuales, deben vincularlas con la lucha por los intereses de largo alcance y de la causa en su conjunto, educar a las masas en el espíritu revolucionario del marxismo-leninismo, elevar sin cesar su conciencia política y tomar sobre sí la tarea histórica de la revolución proletaria. Proceder de otra manera, considerar que el movimiento actual es todo, determinar el comportamiento de un caso para otro, adaptarse a los acontecimientos del día y sacrificar

los intereses fundamentales del proletariado, esto es pura socialdemocracia.

 

La socialdemocracia es una corriente ideológica burguesa. Lenin señaló hace mucho que los partidos socialdemócratas son destacamentos políticos de la burguesía, sus agentes en el movimiento obrero y su principal pilar social. Los comunistas deben, en todo momento, deslindar claramente los campos con

los partidos socialdemócratas en el problema fundamental de la revolución proletaria y de la dictadura del proletariado, y eliminar la influencia ideológica de la socialdemocracia en el movimiento obrero internacional y entre las masas obreras de los diversos países. Sin duda alguna, deben conquistar a las masas

que se hallan bajo la influencia de los partidos socialdemócratas, y ganarse a los elementos izquierdistas e intermedios de dichos partidos que estén dispuestos a luchar contra el capital monopolista doméstico y el control del imperialismo extranjero, y deben desplegar amplias acciones conjuntas con ellos en las luchas cotidianas del movimiento obrero y en la lucha por la defensa de la paz mundial.

 

A fin de dirigir al proletariado y a las demás masas trabajadoras en la revolución, los partidos marxista-leninistas deben dominar todas las formas de lucha y saber sustituir rápidamente una forma por otra, según cambien las condiciones de lucha. El destacamento de vanguardia del proletariado sólo será invencible en todas las circunstancias, si domina todas las formas de lucha, pacífica y armada, abierta y secreta, legal e ilegal, parlamentaria y de masas, etc. Es erróneo negarse a utilizar la forma parlamentaria y otras formas legales de lucha cuando es posible y necesario utilizarlas.

 

Sin embargo, si un partido marxista-leninista incurre en el cretinismo parlamentario o legalismo, limitando su lucha al marco de lo permitido por la burguesía, desembocará inevitablemente en la renuncia a la revolución proletaria y a la dictadura del proletariado.

 

(11) Respecto al problema de la transición del capitalismo al socialismo, el partido del proletariado debe partir del punto de vista de la lucha de clases y de la revolución, y apoyarse en la doctrina marxista-leninista sobre la revolución proletaria y la dictadura del proletariado.

 

Los comunistas preferirían siempre realizar la transición al socialismo por vía pacífica. Sin embargo, ¿se puede hacer de la transición pacífica un principio nuevo de la estrategia mundial del movimiento comunista internacional? No, de ninguna manera.

 

El marxismo-leninismo ha sostenido siempre que el problema fundamental de toda revolución es el problema del Poder estatal.

 

Tanto la Declaración de 1957 como la de 1960 señalan con claridad: “El leninismo enseña — y la experiencia histórica lo confirma — que las clases dominantes no ceden voluntariamente el Poder.” Ningún gobierno reaccionario se vendrá abajo ni siquiera en tiempos de crisis si no se le empuja. Esta es una ley general de la lucha de clases.

 

Marx y Lenin plantearon, en determinadas condiciones hisóricas, la cuestión de la posibilidad del desarrollo pacífico de la revolución. Pero, como lo señaló Lenin, el desarrollo pacífico de la revolución es “una posibilidad extremadamente rara en la historia de las revoluciones”. De hecho, no hay ningún precedente de transición pacífica del capitalismo al socialismo en la historia mundial.

 

Algunos dicen que no había ningún precedente cuando Marx predijo que el socialismo reemplazaría inevitablemente al capitalismo. ¿Por qué, preguntan, no podemos predecir, aunque no haya precedente alguno, una transición pacífica del capitalismo al socialismo?

 

Semejante paralelo es absurdo. Marx, basándose en el materialismo dialéctico e histórico, analizó las contradicciones de la sociedad capitalista, descubrió las leyes objetivas del desarrollo de la sociedad humana y llegó a una conclusión científica, en tanto que los profetas que depositan todas sus esperanzas en la “transición pacífica”, parten del idealismo histórico, borran las contradicciones más fundamentales de la sociedad capitalista, repudian la doctrina marxista-leninista sobre la lucha de clases y llegan a una conclusión

subjetiva e infundada. ¿Cómo pueden obtener ayuda de Marx los que repudian el marxismo?

 

En la actualidad es evidente para todo el mundo que los países capitalistas están fortaleciendo su aparato estatal, y en particular su aparato militar, lo cual tiene como propósito, antes que nada, reprimir a los pueblos de sus propios países.

 

El partido del proletariado no debe en absoluto basar su pensamiento, su política para la revolución y todo su trabajo en la suposición de que el imperialismo y los reaccionarios están dispuestos a aceptar la transformación pacífica.

 

El partido del proletariado debe prepararse para dos eventualidades, es decir, mientras se prepara para un desarrollo pacífico de la revolución, tiene que prepararse plenamente para un desarrollo no pacífico. Debe concentrar su principal atención en la ardua tarea de acumular fuerzas revolucionarias y prepararse para conquistar la victoria de la revolución cuando las condiciones estén maduras, o para dar duros contragolpes al imperialismo y a la reacción cuando éstos lancen ataques sorpresivos y acometidas armadas.

 

Si el partido del proletariado no se prepara de esta manera, paralizará la voluntad revolucionaria del proletariado, se desarmará ideológicamente, se encontrará completamente desprevenido y pasivo tanto en lo político como en materia de organización y, por consiguiente, arruinará la causa revolucionaria del proletariado.

 

(12) Las revoluciones sociales en las distintas etapas de la historia de la humanidad son históricamente inevitables y se rigen por leyes objetivas, independientes de la voluntad del hombre. La historia demuestra que no ha habido ninguna revolución que haya podido coronarse con la victoria sin recodos en el camino ni

sacrificios.

 

La tarea del partido del proletariado reside en analizar, sobre la base de la teoría marxista-leninista, las condiciones históricas concretas, plantear una estrategia y una táctica correctas, y conducir a las masas populares a sortear los, escollos, evitar sacrificios innecesarios y llegar a la meta paso a paso. ¿Es posible evitar todo sacrificio? Este no es el caso ni en las revoluciones de los esclavos, ni en las revoluciones de los siervos, ni en las revoluciones burguesas, ni en las revoluciones nacionales; ni tampoco es así en las revoluciones proletarias.

 

Aun cuando la línea de dirección de la revolución sea correcta, es imposible garantizar completamente que no se sufran ciertos reveses y sacrificios en el curso de la revolución. Pero, siempre que se mantenga firmemente una línea correcta, la revolución se coronará finalmente con la victoria. Renunciar a la revolución so pretexto de evitar los sacrificios, significa en realidad condenar al pueblo para siempre a la esclavitud y a infinitos sufrimientos y sacrificios.

 

El abecé del marxismo-leninismo nos enseña que el parto de una revolución es, en fin de cuentas, mucho menos doloroso que el sufrimiento crónico en la vieja sociedad. Lenin tenía razón cuando decía que el orden capitalista, “impone constante e inevitablemente, aun en el curso más pacífico de los

acontecimientos, incontables sacrificios a la clase obrera”  (Lenin, “Nueva batalla”, Obras Completas, t. V.) .

 

No es en absoluto revolucionario quien considera que sólo se puede hacer la revolución si todo marcha viento en popa y si hay una garantía previa contra todo sacrificio y fracaso. Por difíciles que sean las condiciones y cualesquiera que sean los sacrificios y derrotas en la revolución, los revolucionarios

proletarios deben educar a las masas en el espíritu revolucionario y mantener firmemente la bandera revolucionaria en vez de abandonarla.

 

Sería aventurerismo de “izquierda” que el partido del proletariado iniciara imprudentemente una revolución cuando no están aún maduras las condiciones objetivas. Y sería oportunismo de derecha que el partido proletario no se atreviera a dirigir la revolución y a conquistar el Poder estatal cuando están maduras las

condiciones.

 

Aun en tiempos ordinarios, el partido del proletariado, mientras dirige a las masas en la lucha cotidiana, debe efectuar la preparación ideológica, política y orgánica de sus propias filas y de las masas populares para la revolución y hacer avanzar la lucha revolucionaria, a fin de no perder la oportunidad para derrocar la

dominación reaccionaria y establecer un nuevo Poder estatal cuando estén maduras las condiciones para la revolución. De otro modo, aun cuando estén maduras las condiciones objetivas, el partido proletario dejará simplemente escapar la oportunidad de conquistar la victoria de la revolución.

 

El partido del proletariado debe mantener invariablemente un elevado espíritu de principio, también debe ser flexible y acordar a veces los compromisos que sean necesarios en interés de la revolución. Pero no se debe renunciar nunca a la política de principio y a los objetivos de la revolución so pretexto de flexibilidad y de compromisos necesarios.

 

El partido del proletariado debe dirigir a las masas populares en la lucha contra los enemigos y saber utilizar las contraducciones entre ellos. Pero la utilización de estas contradicciones tiene como propósito alcanzar con mayor facilidad los objetivos de la lucha revolucionaria del pueblo, y no anular esta lucha.

 

Incontables hechos han demostrado que dondequiera que exista la tenebrosa dominación del imperialismo y de los reaccionarios, el pueblo, que constituye más del noventa por ciento de la población, se levantará, de todas maneras, para hacer la revolución.

 

Si los comunistas se apartan de las demandas revolucionarias de las masas populares, perderán infaliblemente la confianza de las masas y el torrente revolucionario los dejará atrás.

 

Si la dirección de un partido adopta una línea no revolucionaria y convierte su partido en un partido reformista, su lugar en la revolución será ocupado por los marxista-leninistas que haya dentro y fuera del partido, los cuales dirigirán al pueblo en la revolución; o, en otras circunstancias, los revolucionarios burgueses se presentarán a dirigir la revolución y el partido del proletariado perderá su hegemonía

en la revolución. Y cuando la burguesía reaccionaria traicione a la revolución y reprima al pueblo, la línea oportunista causará a los comunistas y a las masas revolucionarias sacrificios trágicos e innecesarios.

 

Si los comunistas se deslizan por el camino del oportunismo, degenerarán en nacionalistas burgueses y en apéndices del imperialismo y de la burguesía reaccionaria.

 

En la actualidad, hay ciertas personas que afirman que, después de Lenin, son ellas quienes han hecho la más grande aportación creadora a la teoría revolucionaria y representan, sólo ellas, lo correcto. Sin embargo, es muy dudoso que estas personas hayan reflexionado realmente sobre la experiencia general de todo el movimiento comunista mundial, que tomen realmente en cuenta los intereses, los objetivos y las tareas del

movimiento proletario internacional en su conjunto, y que tengan realmente, para el movimiento comunista internacional, una línea general que concuerde con el marxismo-leninismo.

 

Se han conocido en estos últimos años muchas experiencias y lecciones en el movimiento comunista internacional y en el movimiento de liberación nacional. Hay experiencias que merecen elogios, y las hay que nos duelen. Los comunistas y pueblos revolucionarios de todos los países deben reflexionar y examinar

concienzudamente estas experiencias de éxito y de fracaso para sacar de ellas conclusiones correctas y lecciones útiles.

 

(13) Los países socialistas y las luchas revolucionarias de los pueblos y naciones oprimidos del mundo se apoyan y se ayudan mutuamente.

 

El movimiento de liberación nacional de Asia, África y América Latina y el movimiento revolucionario de los pueblos de los países capitalistas, prestan un poderoso apoyo a los países socialistas. Negar esto es completamente erróneo.

 

Con relación a la lucha revolucionaria de los pueblos y naciones oprimidos, los países socialistas no deben adoptar sino una actitud de cálida simpatía y de apoyo activo; no deben jamás salir del paso guardando sólo las apariencias, ni dar muestras de egoísmo nacional o de chovinismo de gran nación.

 

Lenin dijo: “Alianza con los revolucionarios de los países adelantados y con todos los pueblos oprimidos, contra todos los imperialistas — tal es la política exterior del proletariado.” ( Lenin, “La política exterior de la revolución rusa”, Obras Completas, t. XX). Va en contra del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario quien no entiende esto y considera como una carga o como un favor el apoyo y la ayuda que prestan los países socialistas a los pueblos y naciones oprimidos.

 

La superioridad del sistema socialista y los éxitos de los países socialistas en su edificación, desempeñan un papel ejemplar y alentador para los pueblos y naciones oprimidos. Sin embargo, este papel ejemplar y alentador no puede, ni mucho menos, reemplazar la lucha revolucionaria de los pueblos y naciones oprimidos. Todos ellos pueden conquistar la liberación sólo mediante su propia y decidida lucha revolucionaria.

 

Hay quienes exageran unilateralmente el papel de la emulación pacífica entre los países socialistas y los países imperialistas, y tratan de sustituir por la emulación pacífica la lucha revolucionaria de todos los pueblos y naciones oprimidos. Según su prédica, parece que el imperialismo se derrumbará automáticamente en esta emulación pacífica, y que a todos los pueblos y naciones oprimidos no les queda más que aguardar pasivamente la llegada de ese día. ¿Qué tiene esto de común con los puntos de vista marxista-leninistas?

 

Además, hay gente que ha hilvanado el peregrino cuento de que China y algunos otros países socialistas tratan de “desencadenar guerras”y de promover el socialismo por medio de “guerras entre los Estados” Semejante cuento, como lo señala la Declaración de 1960, no es más que una calumnia lanzada por

el imperialismo y los reaccionarios. Los que repiten tales calumnias persiguen, para decirlo con franqueza, el objetivo de encubrir el hecho de que ellos mismos se oponen a las revoluciones de los pueblos y naciones oprimidos del mundo y a que otros apoyen estas revoluciones.

 

(14) En los últimos años, se ha hablado mucho, y más que suficiente, del problema de la guerra y la paz. Nuestros puntos de vista y nuestra política respecto a este problema son conocidos por todo el mundo, y nadie puede tergiversarlos.

 

Es una gran lástima que algunas personas en el movimiento comunista internacional, aunque hablan de lo mucho que aman la paz y aborrecen la guerra, no quieran hacer ni el menor esfuerzo para comprender la sencilla y clara verdad expuesta por Lenin sobre el problema de la guerra. Lenin dijo:

 

“Me parece que lo principal, lo que usualmente olvida la gente en el problema de la guerra, a lo que presta insuficiente atención, lo principal, por lo que se sostienen tantos debates, y, quizás, lo diría yo, debates vacuos, estériles y carentes de objeto, es el problema acerca de qué carácter de clase reviste la guerra, por qué motivo ha estallado, qué clases la hacen y qué condiciones históricas e histórico-económicas la

han originado.” (Lenin, “Guerra y revolución”, Obras Completas, t. XXIV).

 

A juicio de los marxista-leninistas, la guerra es la continuación de la política por otros medios, y toda guerra es inseparable del sistema político y de las luchas políticas que la engendran. Quien se aparte de esta tesis científica del marxismo-leninismo, comprobada por toda la historia de la lucha de clases en el mundo, no podrá comprender jamás ni el problema de la guerra ni el de la paz.

 

Hay diferentes clases de paz y diferentes clases de guerras. Los marxista-leninistas deben tener en claro de qué clase de paz y de qué clase de guerra se trata. Confundir las guerras justas con las injustas y oponerse a todas ellas sin hacer distinción alguna, es un punto de vista pacifista burgués y no marxista-leninista.

 

Hay quienes afirman que las revoluciones son completamente posibles aun sin guerra. ¿De qué clase de guerra se trata? ¿Una guerra de liberación nacional, una guerra civil revolucionaria, o una guerra mundial?

 

Si se alude a la guerra de liberación nacional y a la guerra civil revolucionaria, esta afirmación está dirigida en realidad contra las guerras revolucionarias, o sea, contra las revoluciones. Si se alude a una guerra mundial, semejante insinuación es como un tiro a un blanco inexistente. Aunque los marxista- leninistas han señalado, sobre la base de la historia de las dos guerras mundiales, el hecho de que las guerras mundiales

conducen inevitablemente a la revolución, ningún marxista-leninista ha sostenido ni sostendrá jamás que la revolución es imposible sin una guerra mundial.

 

Los marxista-leninistas se proponen como su ideal la eliminación de las guerras y están convencidos de que las guerras podrán ser eliminadas. Sin embargo, ¿cómo se puede eliminar las guerras? Lenin lo expuso así:

 

“Nuestro objetivo es lograr el sistema social socialista, que, al eliminar la división de la humanidad en clases, al eliminar toda explotación del hombre por el hombre y de una nación por otras naciones, inevitablemente eliminará toda posibilidad de guerra en general.” (Ibid)

 

La Declaración de 1960 señala también con toda claridad: “La victoria del socialismo en el mundo entero suprimirá definitivamente las causas sociales y nacionales del surgimiento de las guerras de toda índole.”

 

Algunas personas han llegado ahora a considerar que es posible hacer realidad un “mundo sin armas, sin ejércitos y sin guerras” mediante el “desarme general y completo” en condiciones en que aún existen el imperialismo y el sistema de la explotación del hombre por el hombre. Se trata de una ilusión completamente

irrealizable.

 

El abecé del marxismo-leninismo nos enseña que el ejército es la parte principal de la máquina estatal y que el llamado mundo sin armas y sin ejércitos sólo puede ser un mundo sin Estados. Lenin dijo:

 

“Sólo después de haber desarmado a la burguesía podrá el proletariado, sin traicionar su misión histórico-mundial, convertir en chatarra toda clase de armas en general, y así lo hará indudablemente el proletariado, pero sólo entonces; de ningún modo antes.” (Lenin, “El programa militar de la revolución proletaria”, Obras Completas, t. XXIII).

 

Ahora bien, ¿cuál es la realidad en el mundo? ¿Dónde se encuentra el menor indicio de que los países imperialistas, con los EE.UU. a la cabeza, están dispuestos a realizar el desarme general y completo? ¿Acaso no están entregados todos ellos a una expansión armamentista general y completa?

 

Hemos considerado siempre que, con el propósito de denunciar y combatir la expansión armamentista y los preparativos bélicos del imperialismo, es necesario plantear la demanda de desarme universal. Por medio de la lucha conjunta de los países del campo socialista y de todos los pueblos del mundo, es posible obligar a los imperialistas a aceptar cierto tipo de acuerdo sobre el desarme.

 

Si se considera el desarme general y completo como el camino fundamental de la lucha por la paz mundial, si se difunde la ilusión de que el imperialismo puede deponer voluntariamente las armas, y si se anula, so pretexto del desarme, la lucha revolucionaria de los pueblos y naciones oprimidos, esto significa engañar deliberadamente a los pueblos del mundo y ayudar a los imperialistas a aplicar su política de agresión y de

guerra.

 

A fin de terminar con la actual confusión ideológica en el movimiento obrero internacional respecto al problema de la guerra y la paz, consideramos que estas tesis de Lenin, abandonadas por los revisionistas contemporáneos, deben restaurarse en interés de la lucha contra la política imperialista de agresión y de guerra y en defensa de la paz mundial.

 

La prevención de una nueva guerra mundial es una exigencia universal de los pueblos del mundo. Es posible conjurar una nueva guerra mundial.

 

La cuestión ahora es: ¿cuál debe ser el camino de la lucha por la paz mundial? Desde el punto de vista leninista, la paz mundial sólo puede ser conseguida mediante la lucha de todos los pueblos del mundo y no con súplicas a los imperialistas. Sólo es posible defender con eficacia la paz mundial apoyándose en el

desarrollo de las fuerzas del campo socialista, en la lucha revolucionaria del proletariado y los demás trabajadores de todos los países, en la lucha de liberación de las naciones oprimidas y en la lucha de todos los pueblos y países amantes de la paz.

 

En esto consiste la política leninista. Toda política que vaya en contra de esto no puede conducir de ninguna manera a la paz mundial, sino que sólo puede estimular las ambiciones de los imperialistas y aumentar el peligro de una guerra mundial.

 

En los últimos años, algunas personas han venido difundiendo el argumento de que una simple chispa de la guerra de liberación nacional o de la guerra revolucionaria popular puede conducir a una conflagración mundial que destruirá a toda la humanidad. ¿Qué demuestran los hechos? Exactamente lo contrario: las numerosas guerras de liberación nacional y guerras revolucionarias populares que ha habido después de la Segunda Guerra Mundial no han conducido a una guerra mundial. Las victorias de estas guerras revolucionarias debilitan directamente la fuerza del imperialismo y robustecen considerablemente las fuerzas que impiden al imperialismo desencadenar una guerra mundial y que defienden la paz mundial. ¿Acaso no demuestran los hechos lo absurdos que son semejantes argumentos?

 

(15) La prohibición completa y la destrucción total de las armas nucleares constituyen una tarea importante en la lucha por la defensa de la paz mundial. Debemos esforzarnos al máximo para este fin.

 

Las armas nucleares tienen una capacidad destructiva sin precedentes, y he aquí por qué los imperialistas norteamericanos aplican, desde hace más de diez años, la política de chantaje nuclear, tratando de realizar de esta manera su ambición de esclavizar a los pueblos de todos los países y establecer su dominación mundial.

Pero al amenazar con armas nucleares a otros países, los imperialistas también colocan a los pueblos de sus propios países bajo semejante amenaza y así los empujan a levantarse contra las armas nucleares y la política imperialista de agresión y de guerra. Al mismo tiempo, cuando los imperialistas intentan destruir con armas nucleares a sus adversarios, se colocan de hecho a sí mismos en posición de ser destruidos.

 

Existe de veras la posibilidad de lograr la prohibición de las armas nucleares. Sin embargo, si los imperialistas se ven obligados a aceptar un acuerdo sobre la prohibición de dichas armas, no lo harán de ninguna manera por su “amor” a la humanidad, sino bajo la presión de los pueblos de todos los países y

en consideración a sus propios intereses.

 

En oposición a los imperialistas, los países socialistas se apoyan en las justas fuerzas del pueblo y en su propia política acertada, y no necesitan en absoluto apostar a las armas nucleares para jugar en la arena internacional. Si los países socialistas poseen armas nucleares, es única y exclusivamente para defenderse e impedir que los imperialistas desaten una guerra nuclear.

 

A juicio de los marxista-leninistas, el pueblo es el creador de la historia. En todo el curso de la historia, el hombre fue y sigue siendo el factor decisivo. Los marxista-leninistas dan importancia al papel que desempeñan los cambios en el campo de la técnica, pero es erróneo empequeñecer el papel del hombre y exagerar el de la técnica.

 

La aparición de las armas nucleares no puede detener el avance de la historia de la humanidad ni salvar el sistema imperialista de su ruina, al igual que la aparición en la historia de tal o cual técnica nueva no pudo salvar ni un solo sistema decrépito de su ruina. La aparición de las armas nucleares no ha resuelto ni puede

resolver las contradicciones fundamentales del mundo contemporáneo, no ha alterado ni puede alterar la ley de la lucha de clases, y no ha cambiado ni puede cambiar la naturaleza del imperialismo y de todos los reaccionarios.

 

Por lo tanto, no se puede afirmar que, con la aparición de las armas nucleares, han desaparecido la posibilidad y la necesidad de las revoluciones sociales y nacionales, y han quedado anticuadas y se han convertido en “dogmas” gastados las tesis fundamentales del marxismo-leninismo, especialmente la tesis de la revolución proletaria y de la dictadura del proletariado y la de la guerra y la paz.

 

(16) Fue Lenin quien formuló la tesis de que los países socialistas pueden practicar la coexistencia pacífica con los países capitalistas. Como es sabido de todos, después de que el gran pueblo soviético rechazó la intervención armada extranjera, el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Gobierno soviético,

bajo la dirección de Lenin, y luego bajo la de Stalin, siguieron consecuentemente la política de coexistencia pacífica, y el pueblo soviético sólo se vio obligado a emprender una guerra en defensa propia cuando los imperialistas alemanes lanzaron el ataque a la Unión Soviética.

 

Desde su proclamación, la República Popular China ha seguido también invariablemente la política de coexistencia pacífica con países de sistemas sociales diferentes, y ha sido China la iniciadora de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica.

 

Sin embargo, en los últimos años, algunas personas han presentado, de súbito, la política de coexistencia pacífica, formulada por Lenin, como su propio “gran descubrimiento”, y creen tener el monopolio de la interpretación de esta política. Tratan la “coexistencia pacífica” como si fuera una omnímoda y

misteriosa escritura divina, a la que atribuyen todas las conquistas y éxitos que los pueblos del mundo han logrado en sus luchas. Y lo que es más, a todos los que no están de acuerdo con su tergiversación de los criterios de Lenin los tildan de opositores de la coexistencia pacífica, de gentes que no saben nada de Lenin y del leninismo y de herejes a los que hay que excomulgar.

 

¿Cómo pueden los comunistas chinos estar de acuerdo con este criterio y proceder? De ninguna manera.

 

El principio de coexistencia pacífica de Lenin es bien claro y de fácil comprensión para la gente sencilla. La coexistencia pacífica se refiere a las relaciones entre los países con distintos sistemas sociales, y nadie puede interpretarla según le convenga. La coexistencia pacífica no debe extenderse jamás a las relaciones entre las naciones oprimidas y las naciones opresoras, entre los países oprimidos y los países opresores o entre las

clases oprimidas y las clases opresoras; no debe considerarse jamás como el contenido principal de la transición del capitalismo al socialismo, y aún menos como el camino de la humanidad hacia el socialismo. La razón consiste en que una cosa es la coexistencia pacífica entre países con distintos sistemas sociales, en la cual ninguno de los países coexistentes puede, ni se le permite, tocar ni siquiera un solo pelo del sistema social de los otros, y otra cosa es la lucha de clases, la lucha de liberación nacional y la transición del capitalismo al socialismo en los diversos países, que son luchas revolucionarias, enconadas, a muerte, encaminadas a cambiar el sistema social. La coexistencia pacífica no puede, de ninguna manera, hacer las veces de la lucha revolucionaria de los pueblos. La transición del capitalismo al socialismo en cualquier país sólo puede realizarse mediante la revolución proletaria y la dictadura del proletariado en ese mismo país.

 

En el proceso de aplicación de la política de coexistencia pacífica, existen inevitablemente luchas entre los países socialistas y los países imperialistas en los terrenos político, económico e ideológico, y es absolutamente imposible una “cooperación general”.

 

Es necesario que los países socialistas realicen negociaciones de uno u otro tipo con los países imperialistas. Contando con una política acertada de los países socialistas y la presión de las masaspopulares de todos los países, es posible, que se llegue a ciertos acuerdos mediante negociaciones. Sin embargo, los compromisos

necesarios entre los países socialistas y los países imperialistas, no exigen que los pueblos y naciones oprimidos contraigan, a su vez, compromisos con el imperialismo y sus lacayos. Nadie debe exigir, en ninguna circunstancia, so pretexto de la coexistencia pacífica, que los pueblos y naciones oprimidos renuncien a su lucha revolucionaria.

 

La aplicación de la política de coexistencia pacífica por los países socialistas contribuye a crear un medio internacional pacífico para la construcción del socialismo, a desenmascarar la política imperialista de agresión y de guerra y a aislar las fuerzas imperialistas de agresión y de guerra. Pero si la línea general de la política exterior de los países socialistas se limita a la coexistencia pacífica, es imposible resolver correctamente los problemas de las relaciones entre los países socialistas, ni los problemas de las relaciones entre los países socialistas y los pueblos y naciones oprimidos. Por consiguiente, es erróneo hacer de la

coexistencia pacífica la línea general de la política exterior de los países socialistas.

 

A nuestro juicio, la línea general de la política exterior de los países socialistas debe tener el siguiente contenido: desarrollar las relaciones de amistad, ayuda mutua y cooperación entre los paísesdel campo socialista de acuerdo con el principio del internacionalismo proletario; esforzarse por realizar la coexistencia

pacífica con países de distintos sistemas sociales sobre la base de los Cinco Principios, y oponerse a la política imperialista de agresión y de guerra; apoyar la lucha revolucionaria de todos los pueblos y naciones oprimidos. Estos tres aspectos están relacionados entre sí y son inseparables, y ninguno de ellos puede ser omitido.

 

(17) La continuación de la lucha de clases durante un largo período histórico después de la toma del Poder por el proletariado, constituye una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre, sólo que la forma de la lucha de clases difiere de lo que era antes de la toma del Poder.

 

Después de la Revolución de Octubre, Lenin señaló en repetidas ocasiones:

 

a) Los explotadores derrocados tratan siempre, y en milformas, de recobrar el “paraíso” que les ha sido arrebatado.

b) En la atmósfera pequeñoburguesa, se engendran cons- tantemente, por un proceso espontáneo, nuevos elementos capitalistas.

c) Debido a la influencia burguesa, así como al cerco y la actividad corruptora del ambiente pequeñoburgués, también pueden surgir elementos degenerados, o nuevos burgueses, en las filas de la clase obrera y entre los funcionarios de las instituciones del Estado.

d) El cerco capitalista internacional, la amenaza de in- tervención armada y las intrigas de descomposición pacífica por parte del imperialismo, constituyen las condiciones exteriores de la continuación de la lucha de clases en los países socialistas.

 

La vida ha confirmado estas conclusiones de Lenin. En ningún país socialista, aunque hayan pasado decenios e incluso más tiempo después de la industrialización socialista y la colectivización de la agricultura, puede decirse que ya no existen lacayos burgueses, parásitos, especuladores, pillos, tunantes, maleantes, desfalcadores de fondos públicos y otros elementos por el estilo, gentes que Lenin denunció con energía y en repetidas ocasiones; ni tampoco se puede decir que a los países socialistas ya no les hace falta cumplir o que

ya les es posible abandonar la tarea, planteada por Lenin, de “vencer ese contagio, esa peste, esa llaga que el socialismo hereda del capitalismo.”

 

En los países socialistas, se requiere un largo período histórico para resolver gradualmente la cuestión de “quién vencerá a quién” — el socialismo o el capitalismo. La lucha entre el camino del socialismo y el del capitalismo abarca todo este período histórico. Esta lucha a veces se intensifica y a veces se calma, transcurre a modo de ondas, y en ocasiones incluso se vuelve muy violenta. Sus formas son variadas.

 

La Declaración de 1957 dice muy bien: “para la clase obrera, la toma del Poder no es más que el comienzo de la revolución, y no su coronamiento.”

 

Es erróneo y contrario a la realidad objetiva y al marxismo- leninismo negar la existencia de la lucha de clases en el período de la dictadura del proletariado y negar la necesidad de llevar hasta el fin la revolución socialista en los frentes económico, político e ideológico.

 

(18) Tanto Marx como Lenin sostenían que todo el período anterior a la entrada en la fase superior de la sociedad comunista, es el período de transición del capitalismo al comunismo, el período de la dictadura del proletariado. En este período de transición, la dictadura del proletariado, o sea, el Estado proletario, pasa por un proceso dialéctico de establecimiento, consolidación, fortalecimiento y extinción gradual.

 

En la Crítica del Programa de Gotha, Marx planteó la cuestión como sigue:

 

“Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.” (Obras Completas de Marx y Engels, t. XIX).

 

Lenin subrayaba con frecuencia la gran teoría de Marx sobre la dictadura del proletariado, y analizó el desarrollo de esta teoría particularmente en su gran obra, El Estado y la Revolución, en que escribió:

 

“. . . la transición de la sociedad capitalista, que se desenvuelve hacia el comunismo, a la sociedad comunista, es imposible sin un ‘período político de transición’, y el Estado de este período no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.” ( Lenin, Obras Completas, t. XXV).  Añadió:

 

“La esencia de la teoría de Marx sobre el Estado sólo la asimila quien haya comprendido que la dictadura de una clase es necesaria, no sólo para toda sociedad de clases en general, no sólo para el proletariado después de derrocar a la burguesía, sino también para todo el período histórico que separa al capitalismo de la ‘sociedad sin clases’, del comunismo.” (Ibid)

 

Como se expone más arriba, la tesis fundamental de Marx y Lenin es: la dictadura del proletariado existe inevitablemente a lo largo de todo el período histórico de transición del capitalismo al comunismo, o sea, hasta la abolición de todas las diferencias de clase y la entrada en una sociedad sin clases, hasta la entrada en la fase superior de la sociedad comunista.

 

¿Qué sucederá si a medio camino se declara que ya deja de ser necesaria la dictadura del proletariado?

¿Acaso esto no contradice radicalmente la doctrina de Marx y Lenin sobre el Estado de la dictadura del proletariado? ¿Acaso esto no significa dar libre curso al desarrollo de “ese contagio, esa peste, esa llaga que el socialismo hereda del capitalismo”? En una palabra, esto conduciría a consecuencias extremadamente graves, y no se podría ni hablar de la transición al comunismo.

 

¿Puede haber un “Estado de todo el pueblo”? ¿Será posible sustituir el Estado de dictadura del proletariado por un “Estado de todo el pueblo”?

 

Este no es un problema interno de tal o cual país, sino un problema fundamental que atañe a la verdad universal del marxismo-leninismo.

 

Desde el punto de vista de los marxista-leninistas, no existe ningún Estado que no sea de clase o que esté por encima de las clases. Mientras el Estado permanezca como Estado, debe revestir invariablemente un carácter de clase; mientras exista el Estado, no podrá ser de “todo el pueblo”. Tan pronto como la sociedad quede

sin clases, dejará de existir el Estado.

 

Ahora bien, ¿qué cosa es el “Estado de todo el pueblo”? Todo el que tenga un conocimiento elemental del marxismo-leninismo sabe que el llamado "Estado de todo el pueblo" no es nada nuevo. Los representantes de la burguesía siempre llaman al Estado burgués “Estado de todo el pueblo” o “Estado cuyo Poder pertenece a todo el pueblo”.

 

Algunos dirán que la suya ya es una sociedad sin clases. Nosotros contestamos: Nada de eso; existen clases y lucha de clases en todos los países socialistas, sin ninguna excepción. Puesto que aún existen remanentes de las antiguas clases explotadoras, deseosos de llevar a cabo la restauración, puesto que nacen constantemente nuevos elementos burgueses, y puesto que existen aún parásitos, especuladores, tunantes, maleantes, desfalcadores de fondos públicos, etc., ¿cómo se puede decir que no hay clases y lucha de clases? ¿Cómo se puede decir que ha dejado de ser necesaria la dictadura del proletariado?

 

El marxismo-leninismo nos enseña que la dictadura del proletariado, al realizar su misión histórica, además de reprimir a las clases hostiles, debe, en el curso de la construcción socialista, resolver de manera acertada los problemas de las relaciones entre la clase obrera y el campesinado, consolidar su alianza política y

económica y crear condiciones para la eliminación gradual de las diferencias de clase entre los obreros y los campesinos.

 

Desde el punto de vista de la base económica de la sociedad socialista, existen en todos los países socialistas sin excepción diferencias en las formas de propiedad, es decir, existen la propiedad de todo el pueblo y la propiedad colectiva; también existe aún la propiedad individual. La propiedad de todo el pueblo y la propiedad colectiva son dos tipos de propiedad y dos tipos de relaciones de producción en

la sociedad socialista. Los obreros que trabajan en las empresas de propiedad de todo el pueblo y los campesinos que trabajan en las granjas de propiedad colectiva, pertenecen a distintas categorías de trabajadores en la sociedad socialista. Por lo tanto, existen en todos los países socialistas sin

excepción diferencias de clase entre los obreros y los campesinos. Estas diferencias sólo desaparecerán cuando se llegue a la fase superior del comunismo. En la actualidad, a juzgar por el nivel de su desarrollo económico, todos los países socialistas están aún lejos, muy lejos, de la fase superior del comunismo en que se aplicará el principio: “de cada uno, según su capacidad; a cada uno, según sus necesidades”. Así, pues, se requiere todavía un período largo, muy largo, para eliminar las diferencias de clase entre los obreros y los campesinos. Y, mientras no hayan sido eliminadas estas diferencias de clase, es imposible decir que la sociedad es una sociedad sin clases y que ha dejado de ser necesaria la dictadura del proletariado.

 

Calificar un Estado socialista de “Estado de todo el pueblo” ¿no significa acaso sustituir la doctrina marxista-leninista del Estado por la doctrina burguesa del Estado? ¿No es un intento de sustituir el Estado de dictadura del proletariado por un Estado de otro carácter?

 

Si es así, esto no puede significar sino una gran regresión en el curso del desarrollo histórico. La degeneración del sistema social en Yugoslavia constituye una seria lección.

 

(19) El leninismo entiende que, en los países socialistas, el partido del proletariado debe existir a la par que la dictadura del proletariado. Durante todo el período histórico de la dictadura del proletariado, el partido del proletariado es indispensable. Esto se explica porque, sin la dirección de tal partido, la dictadura del proletariado no está en condiciones de llevar a cabo la lucha contra los enemigos del proletariado y del pueblo, reeducar a los campesinos y demás pequeños productores, consolidar constantemente las filas del proletariado, construir el socialismo y realizar la transición al comunismo.

 

¿Puede haber un “partido de todo el pueblo”? ¿Será posible sustituir al partido del proletariado, la vanguardia de éste, por un “partido de todo el pueblo”?

 

Este no es tampoco un problema interno de tal o cual partido, sino un problema fundamental que atañe a la verdad universal del marxismo-leninismo.

 

A juicio de los marxista-leninistas, no hay ningún partido que no sea de clase o que esté por encima de las clases. Todos los partidos políticos tienen un carácter de clase. El espíritu de partido es la expresión concentrada del carácter de clase.

 

El partido del proletariado es el único partido capaz de  representar los intereses de todo el pueblo. Es capaz de hacerlo precisamente porque representa los intereses del proletariado y encarna sus ideas y voluntad. Es capaz de dirigir a todo el pueblo porque el proletariado puede liberarse definitivamente a sí mismo sólo con la emancipación de toda la humanidad, porque, por su naturaleza de clase, sabe enfocarmlos problemas desde el punto de vista del proletariado y en función de sus intereses presentes y futuros, porque es infinitamente fiel al pueblo y está imbuido del espíritu de autosacrificio y porque, gracias a todo esto, se establecen en su seno el centralismo democrático y la disciplina férrea. Sin un partido de este tipo, es

imposible mantener la dictadura del proletariado ni representar los intereses de todo el pueblo.

 

¿Qué sucederá si a medio camino, antes de entrar en la fase superior de la sociedad comunista, se declara que el partido del proletariado se ha convertido en un “partido de todo el pueblo”, y se niega su carácter proletario?  ¿Acaso esto no contradice radicalmente la doctrina de Marx y Lenin sobre el partido del proletariado?

¿Acaso esto no significa desarmar, en materia de organización y moralmente, al proletariado y a todos los trabajadores y prestar un servicio a la restauración del capitalismo? Hablar de transición a la sociedad comunista en estas circunstancias ¿no equivale acaso a “ir al Sur en un carro orientado hacia el Norte”?

 

(20) Desde hace unos años, algunos, violando la teoría íntegra de Lenin sobre la relación entre jefes, partido, clase y masas, han planteado la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”; esto

es erróneo y perjudicial. La teoría de Lenin es como sigue:

 

a) Las masas se dividen en clases;

b) Las clases están generalmente dirigidas por partidos políticos;

c) Los partidos políticos los dirigen, por regla general, grupos más o menos estables de las personas más autorizadas, influyentes, expertas, elegidas para los cargos más responsables y que se llaman jefes.

 

Lenin dijo: “todo esto es el abecé”. El partido del proletariado es el Estado Mayor revolucionario y combativo del proletariado. Todo partido proletario debe practicar el centralismo basado en la democracia y formar una fuerte dirección marxista-leninista antes de poder erigirse en vanguardia organizada y combativa.

Plantear la llamada “lucha contra el culto a la personalidad” es, en realidad, contraponer los jefes a las masas, socavar la dirección única del partido basada en el centralismo democrático, debilitar la fuerza combativa del partido y desintegrar sus filas. Lenin criticó los puntos de vista erróneos que contraponen los jefes a las masas. Dijo que esto “es un absurdo ridículo y una imbecilidad”.

 

El Partido Comunista de China siempre se ha opuesto a exagerar el papel del individuo, ha defendido y aplicado persistentemente el centralismo democrático dentro del Partido, y ha abogado por la ligazón de la dirección con las masas, considerando que, para dirigir con acierto, hay que saber sintetizar las opiniones de las masas.

 

Algunos vienen efectuando intensamente la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”, cuando en realidad hacen todo lo posible para denigrar el partido proletario y la dictadura del proletariado. Al mismo tiempo, no se les escapa ningún medio para ensalzar el papel de ciertos individuos, achacando a otros todos los errores y atribuyéndose todos los éxitos a sí mismos.

 

Aún más grave es que, so pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”, algunos intervengan burdamente en los asuntos internos de otros partidos y países hermanos, y cambien a la fuerza la composición de la dirección de otros partidos hermanos a fin de imponerles su propia línea errónea. ¿Qué es todo esto sino chovinismo de gran nación, sectarismo, escisionismo y actividad subversiva? Ya es tiempo de hacer una propaganda seria y completa de la teoría íntegra de Lenin sobre la relación entre jefes, partido, clase y masas.

 

(21) Las relaciones entre los países socialistas son relaciones internacionales de nuevo tipo. Las relaciones entre los países socialistas, sean éstos grandes o pequeños, económicamente más desarrollados o menos desarrollados, deben basarse en los principios de la plena igualdad, del respeto a la integridad territorial, del respeto a la soberanía estatal y la independencia y de la no ingerencia de unos en los asuntos internos

de otros; deben basarse también en los principios del apoyo recíproco y la ayuda mutua dentro del espíritu del internacionalismo proletario. En su construcción, cada país socialista debe apoyarse principalmente en sus propios esfuerzos.

 

De acuerdo con sus propias condiciones concretas, cada paíssocialista debe apoyarse, ante todo, en el trabajo  tenaz y el ingenio de su propio pueblo, utilizar plenamente y de modo planificado todos sus recursos disponibles y poner en juego todosu potencial en la construcción socialista. Sólo de esta manera

puede construir el socialismo con alta eficacia y desarrollar rápidamente su economía.

 

Sólo de este modo puede cada país socialista fortalecer el poderío del campo socialista en su conjunto y aumentar su fuerza para prestar ayuda a la causa revolucionaria del pro- letariado internacional; por lo tanto, aplicar en la construcción el principio de apoyarse principalmente en los propios esfuerzos es la expresión concreta del internacionalismo proletario.

 

Si un país socialista, partiendo tan sólo de sus intereses particulares, exige unilateralmente que otros países hermanos se supediten a las necesidades de él y, so pretexto de oponerse a la llamada “edificación en el aislamiento” y al llamado “nacionalismo”, se opone a que otros países hermanos seatengan en su edificación al principio de apoyarse principalmente en sus propios esfuerzos y a que desarrollen independientemente su economía, o incluso ejerce sobre ellos presión económica, éstas sí son manifestaciones de egoísmo nacional.

 

Es del todo necesario que los países socialistas practiquen en el terreno económico la ayuda mutua, la colaboración y el intercambio. Semejante colaboración económica debe basarseen los principios de la plena igualdad, del beneficio mutuo y de la ayuda recíproca realizada dentro del espíritu de

camaradas.

Es chovinismo de gran nación negar estos principios fundamentales y, en nombre de la “división internacional del trabajo” o la “especialización”, imponer la propia voluntad a otros, menoscabar la independencia y la soberanía de otros países  hermanos y dañar los intereses de sus pueblos.

 

Es aún más absurdo trasplantar a las relaciones entre los países socialistas la práctica de lucrar a expensas de otros, práctica que caracteriza las relaciones entre los países capitalistas, e incluso considerar que la “integración económica” y el “mercado común”, establecidos por los monopolios capitalistas con el propósito des disputarse mercados y repartir ganancias, pueden servir de ejemplo

a los países socialistas en su ayuda mutua y colaboración económicas.

 

(22) Las Declaraciones de 1957 y 1960 establecen los principios que rigen las relaciones entre los partidos hermanos, a saber: el principio de unidad, el principio de apoyo y ayuda mutuos, el principio de independencia y de igualdad y el principio de llegar a la unanimidad mediante consultas, todos ellos sobre la base del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario.

 

Notamos que, en su carta del 30 de marzo, el CC del PCUS dice que en el movimiento comunista no hay partidos “superiores” e “inferiores”, que todos los Partidos Comunistas son independientes e iguales y que todos ellos deben basar sus relaciones en el internacionalismo proletario y la ayuda mutua.

 

Una de las valiosas cualidades de los comunistas consiste en que sus palabras coinciden con sus hechos. El único camino acertado para salvaguardar y fortalecer la unidad entre los partidos hermanos es defender verdaderamente y no violar el principio del internacionalismo proletario, observar verdaderamente y no

infringir los principios que rigen las relaciones entre los partidos hermanos, haciendo todo esto no sólo de palabra, sino, lo que es aún más importante, con hechos.

 

Si se reconoce el principio de independencia e igualdad en las relaciones entre los partidos hermanos, es inadmisible colocarse a sí mismo por encima de otros partidos hermanos, inmiscuirse en sus asuntos internos, o emplear métodos patriarcales en las relaciones con ellos.

 

Si se reconoce que no hay “superiores” e “inferiores” en las relaciones entre los partidos hermanos, es inadmisible imponer a otros partidos hermanos el programa, las resoluciones y la línea del propio partido como “programa común” del movimiento comunista internacional.

 

Si en las relaciones entre los partidos hermanos se acepta el principio de llegar a la unanimidad mediante consultas, no se debe subrayar “quién está en la mayoría” y “quién está en la minoría”, ni se debe utilizar una llamada “mayoría” a fin de imponer la propia línea errónea y llevar a cabo una política sectaria y escisionista.

 

Si se está de acuerdo en que las divergencias entre los partidos hermanos deben solucionarse mediante consultas internas, no se debe atacar, públicamente y por su nombre, a otros partidos hermanos en congresos del propio partido o de otros partidos, en discursos de dirigentes del partido, en resoluciones, declaraciones, etc., y aún menos extender las divergencias ideológicas entre partidos hermanos a la esfera de las relaciones entre Estados.

 

Sostenemos que, en las circunstancias actuales en que existen divergencias en el movimiento comunista internacional, es particularmente importante subrayar la estricta observancia de los principios que rigen las relaciones entre los partidos hermanos, establecidos en las dos Declaraciones.

 

En el presente, en las relaciones entre los partidos y países hermanos se destaca el problema de las relaciones entre la Unión Soviética y Albania. El problema de las relacionesentre los Partidos de la Unión Soviética y de Albania y entre los dos países, es una cuestión de cómo tratar correctamente a los partidos y países hermanos y de si se deben acatar o no los principios que rigen las relaciones entre los partidos y países hermanos, establecidos en las dos Declaraciones. La solución acertada de este problema tiene importancia de principio para el mantenimiento de la unidad del campo socialista y del movimiento comunista internacional.

 

Una cosa es cómo tratar al Partido del Trabajo de Albania, partido hermano marxista-leninista. Otra cosa es cómo tratar a la camarilla revisionista de Yugoslavia, traidora al marxismo- leninismo. De ninguna manera deben colocarse en un mismo plano estas dos cuestiones de naturaleza radicalmente diferente.

 

En su carta, mientras declaran que no renuncian a la “idea de que las relaciones entre el PCUS y el PTA pueden ser mejoradas”, continúan ustedes atacando a los camaradas albaneses, acusándolos de “acciones escisionistas”. Es evidente que esto es contradictorio y no contribuye a la solución del problema de las relaciones soviético-albanesas.

 

¿Quién adoptó acciones escisionistas en las relaciones soviético- albanesas?

¿Quién extendió a la esfera de las relaciones estatales las divergencias ideológicas entre los Partidos soviético y albanés?

¿Quién reveló públicamente ante el enemigo las divergencias entre los Partidos soviético y albanés y entre los dos países?

¿Quién llamó abiertamente a una modificación en la dirección del Partido y del Estado de Albania?

 

Todo esto está muy claro para todo el mundo. ¿Es posible que los camaradas dirigentes del PCUS

realmente no sientan su responsabilidad por el empeoramiento, tan grave en la actualidad, de las relaciones soviético-albanesas?

 

Expresamos una vez más nuestra sincera esperanza de que los camaradas dirigentes del PCUS se atengan a los prin- cipios que rigen las relaciones entre los partidos y países hermanos, y tomen la iniciativa de buscar vías eficaces para el mejoramiento de las relaciones entre la Unión Soviética y Albania.

 

En todo caso, la manera de resolver los problemas de las relaciones entre los partidos y países hermanos, es una cuestión que debe ser abordada con toda seriedad. Sólo la estricta observancia de los principios que rigen las relaciones entre los partidos y países hermanos, es la réplica más contundente a las calumnias, como la

de la “mano de Moscú”, lanzadas por los imperialistas y reaccionarios.

 

El internacionalismo proletario plantea las mismas exigen-cias a todos los partidos sin excepción, sean grandes o pequeños, estén o no en el Poder. Sin embargo, los partidos grandes y los que están en el Poder, tienen una responsabilidad particularmente grande al respecto. Una serie de sucesosdolorosos ocurridos en el campo socialista en los últimos tiempos han perjudicado no sólo a los intereses de los partidos

hermanos en cuestión, sino también a los intereses de las amplias masas populares de sus países. Este hecho demuestra elocuentemente que los países y partidos grandes deben tenermuy presente el legado de Lenin, y no deben cometer nunca el error de chovinismo de gran nación.

 

Los camaradas del PCUS declaran en su carta que “el PCUS nunca dio ni dará un solo paso que pueda sembrar entre los pueblos de nuestro país la hostilidad en relación con el pueblo hermano chino y hacia otros pueblos”. Aquí no queremos recordar los numerosos hechos desagradables que han tenido lugar en el pasado. ¡Ojalá que, de ahora en adelante, los camaradas del PCUS se atengan estrictamente en sus acciones a

esta declaración!

 

Durante los últimos años, aunque nos hemos visto enfren-tados con toda una serie de graves infracciones de los principios que rigen las relaciones entre los partidos y países hermanos, aunque se nos han ocasionado muchas dificultades y daños, los miembros de nuestro Partido y nuestro pueblo han dado pruebas de gran moderación. El espíritu del internacionalismo proletario de los comunistas y del pueblo chinos ha

salido airoso de una prueba severa.

 

Invariablemente fiel al internacionalismo proletario, el Partido Comunista de China sostiene y defiende de manera consecuente los principios que rigen las relaciones entre los partidos y países hermanos, establecidos en las Declaraciones de 1957 y 1960, y trabaja en todo momento por defender y reforzar la unidad del campo socialista y del movimiento comunista internacional.

 

(23) A fin de llevar a la práctica el programa común del movimiento comunista internacional, unánimemente acordado por los partidos hermanos, es preciso sostener una lucha irreconciliablecontra el oportunismo de toda índole, contrario al marxismo-leninismo.

Las dos Declaraciones señalan que el revisionismo, o sea, el oportunismo de derecha, es el peligro principal en el movimiento comunista internacional, y que el revisionismo yugoslavo es el representante del revisionismo contemporáneo. La Declaración de 1960 señala particularmente:

 

“Los partidos comunistas han condenado unánimemente la variedad yugoslava del oportunismo internacional, expresión concentrada de las ‘teorías’ de los revisionistas contemporáneos.”

 

La Declaración continúa:

 

“Haciendo traición al marxismo-leninismo y declarándolo caduco, los dirigentes de la Liga de los

Comunistas de Yugoslavia han contrapuesto su progra- ma revisionista antileninista a la Declaración de 1957; han contrapuesto la Liga de los Comunistas de Yugoslavia a todo el movimiento comunista interna-

cional; han separado su país del campo socialista, colocándolo en una situación dependiente de la llamada ‘ayuda’ de los imperialistas norteamericanos y demás.”

 

La Declaración indica más adelante:

 

“Los revisionistas yugoslavos realizan, una labor de zapa contra el campo socialista y el movimiento

comunista internacional. So pretexto de aplicar una política al margen de los bloques, despliegan actividades

perjudiciales a la unidad de todas las fuerzas y Estados amantes de la paz.”

 

Por lo tanto, la Declaración de 1960 llega a la siguiente conclusión:

 

“Ante los partidos marxista-leninistas sigue planteada la tarea necesaria de continuar denunciando a los dirigentes de los revisionistas yugoslavos y de luchar activamente por impedir la penetración de las ideas antileninistas de los revisionistas yugoslavos en el movimiento comunista y en el movimiento obrero.”

 

El problema que se plantea aquí es un importante problema de principio en el movimiento comunista internacional. Aun hace poco, la camarilla de Tito ha declarado abiertamente que persiste en su programa revisionista y en su posición antimarxista-leninista, contraria a las dos Declaraciones.

 

Desde hace mucho tiempo, el imperialismo norteamericano y sus socios en la OTAN gastan millares de millones de dólares para dar sustento a la camarilla de Tito. Bajo el manto del “marxismo-leninismo” y ostentando la bandera de “país socialista”, la camarilla de Tito ha venido minando el movimiento

comunista internacional y la causa revolucionaria de los pueblos del mundo, sirviendo de destacamento especial para el imperialismo norteamericano.

 

La afirmación de que en Yugoslavia se observan “ciertas tendencias positivas”, que Yugoslavia es un “país socialista” y que la camarilla de Tito es una “fuerza antiimperialista”, no corresponde en absoluto a la realidad y es completamente infundada.

 

Ahora hay quienes intentan introducir a la camarilla revisionista de Yugoslavia en la comunidad socialista y en las filas del movimiento comunista internacional, rompiendo abiertamente el acuerdo aprobado por unanimidad en la Conferencia de los partidos hermanos de 1960. Esto es absolutamente inadmisible.

 

En los últimos años, el desbordamiento de la corriente revisionista en el movimiento obrero internacional, así como muchas experiencias y lecciones en el movimiento comunista internacional, han confirmado plenamente la justeza de la conclusión, hecha en las dos Declaraciones, de que el revisionismo

es hoy el peligro principal en el movimiento comunista internacional.

 

Sin embargo, algunos afirman abiertamente que es el dogmatismo y no el revisionismo el peligro principal, o que el dogmatismo no es menos peligroso que el revisionismo, etc. ¿En qué principio se basa esto?

 

Un marxista-leninista firme, un verdadero partido marxista-leninista debe colocar los principios en el primer plano. No debe traficar con los principios, aprobar ya esto ya aquello, ypronunciarse hoy por una cosa y mañana por otra.

 

A fin de defender la pureza del marxismo-leninismo y la posición de principio de las dos Declaraciones, los comunistas chinos continuarán, junto con todos los marxista-leninistas, la lucha irreconciliable contra el revisionismo contemporáneo.

 

Al combatir el revisionismo, peligro principal en el movimiento comunista internacional, los comunistas deben también luchar contra el dogmatismo.

 

Como se señala en la Declaración de 1957, los partidos proletarios “deben atenerse firmemente a los principios de la conjugación de las tesis generales del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución y la construcción en sus países”.

 

Esto quiere decir:

 

Por una parte, es necesario atenerse siempre a la verdad universal del marxismo-leninismo. De otra manera, se cometerá el error de oportunismo de derecha o de revisionismo. Por otra parte, es preciso en todo tiempo partir de la realidad, mantener estrechos vínculos con las masas, sintetizar constantemente la experiencia de la lucha de las masas, y elaborar y aplicar independientemente una política y una táctica apropiadas a las condiciones del propio país. Se cometerá el error de dogmatismo si se procede de otra manera, copiando

mecánicamente la política y la táctica de otro Partido Comunista, obedeciendo a ciegas a la voluntad de otros y aceptando, sin análisis, el programa y las resoluciones de otro Partido Comunista como línea propia.

 

Algunos violan ahora precisamente este principio fundamental, afirmado hace tiempo en la Declaración de 1957. So pretexto de “desarrollar de manera creadora el marxismo-leninismo”, renuncian a la verdad universal del marxismo-leninismo. Además, hacen pasar por “verdad universal del marxismo-leninismo” una receta nacida de conjeturas subjetivas y divorciada de la realidad y de las masas, y obligan a otros a aceptarla incondicionalmente. He aquí el origen de muchos fenómenos graves producidos en el actual movimiento comunista internacional.

 

(24) La más importante experiencia del movimiento comunista internacional consiste en que el desarrollo y el triunfo de una revolución dependen de la existencia de un partido revolucionario del proletariado.

Debe haber un partido revolucionario.

 

Debe haber un partido revolucionario creado sobre la teoría revolucionaria marxista-leninista y en el estilo revolucionario marxista-leninista.

Debe haber un partido revolucionario que sepa integrar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución en su propio país.

Debe haber un partido revolucionario que sepa ligar estrechamente la dirección con las amplias masas populares.

Debe haber un partido revolucionario que pueda defender la verdad y corregir los errores y que sepa hacer la crítica y la autocrítica.

 

Sólo un partido revolucionario de este tipo es capaz de conducir al proletariado y a las amplias masas populares a la victoria sobre el imperialismo y sus lacayos, lograr el triunfo definitivo de la revolución democrática nacional y conseguir la victoria de la revolución socialista.

 

Si un partido no es un partido revolucionario proletario, sino un partido reformista burgués;

Si no es un partido marxista-leninista, sino un partidorevisionista;

Si no es un partido de vanguardia del proletariado, sino un partido que va a la cola de la burguesía;

Si no es un partido que representa los intereses del proletariado y las amplias masas trabajadoras, sino un partido que representa los intereses de la aristocracia obrera;

Si no es un partido internacionalista, sino un partido nacionalista;

Si no es un partido que sea capaz de pensar y juzgar por sí mismo y adquirir un conocimiento exacto de la tendencia de las diferentes clases en su propio país mediante una seria investigación y estudio, y que sepa aplicar la verdad universal del marxismo-leninismo e integrarla con la práctica concreta de su propio país, sino un partido que repite ciegamente las palabras de otros, copia la experiencia ajena sin análisis, y da virajes siguiendo el bastón de mando de ciertas personas del extranjero, o sea, un partido que es una ensalada surtida en que hay de todo: revisionismo, dogmatismo y otras cosas, menos principios marxista-leninistas.

 

Entonces, semejante partido no puede en absoluto dirigir la lucha revolucionaria del proletariado y las amplias masas populares, conquistar la victoria de la revolución, ni cumplir la gran misión histórica del proletariado.

 

Esta es una cuestión sobre la cual todos los marxista-leninistas, todos los obreros políticamente conscientes y todos los progresistas del mundo tienen que reflexionar a fondo.

 

(25) Los marxista-leninistas tienen la responsabilidad de distinguir entre lo justo y lo erróneo en las divergencias que han surgido en el movimiento comunista internacional. En consideración a los intereses comunes de la unidad en la lucha contra el enemigo, siempre nos hemos pronunciado por la solución

de los problemas mediante consultas internas y contra la revelación de las divergencias ante el enemigo.

 

Como es del conocimiento de los camaradas del PCUS, la polémica pública en el movimiento comunista internacional ha sido provocada por dirigentes de ciertos partidos hermanos y nos ha sido impuesta a nosotros.

 

Ya que se ha provocado la polémica pública, ésta sólo puede conducirse sobre la base de la igualdad entre los partidos hermanos, sobre la base de la democracia, presentando los hechos y aclarando la verdad.

 

En nuestra opinión, ya que dirigentes de ciertos partidos han atacado abiertamente a otros partidos hermanos y han provocado la polémica pública, no tienen razón ni derecho para prohibir que los partidos hermanos atacados les den respuestas públicas. Puesto que dirigentes de ciertos partidos han publicado numerosos artículos atacando a otros partidos hermanos, ¿por qué no publican en su propia prensa los artículos que estos partidos hermanos han escrito en respuesta?

 

En los últimos tiempos, el Partido Comunista de China ha sido objeto de los más absurdos ataques. Los atacantes, gritando a voz en cuello y haciendo caso omiso de los hechos, han inventado muchos cargos contra nosotros. Hemos publi- cado en nuestra prensa los artículos y discursos en que nos atacan.

 

También hemos publicado íntegramente en nuestra prensa el informe hecho por un dirigente de la Unión Soviética el día 12 de diciembre de 1962 en una Sesión del Soviet Supremo, el artículo de  la Redacción de Pravda del día 7 de enero de 1963, el discurso pronunciado el 16 de enero de 1963 por el jefe de la delegación del PCUS en el VI Congreso del Partido Socialista Unificado de Alemania y el artículo de la Redacción de Pravda del 10 de febrero de 1963.

 

También hemos publicado los textos completos de-las dos cartas del CC del PCUS fechadas el 21 de febrero y el 30 de marzo de 1963 respectivamente.

 

Hemos dado respuesta a algunos de los artículos y discursos en que ciertos partidos hermanos nos atacan, pero no hemos contestado todavía a los otros. Por ejemplo, no hemos contestado directamente a los numerosos artículos y discursos de los camaradas del PCUS.

 

Entre el 15 de diciembre de 1962 y el 8 de marzo de 1963, escribimos en total siete artículos en respuesta a los que nos atacaban. Estos artículos se titulan:

“Proletarios de todos los países, unámonos para luchar contra nuestro enemigo común”,

“Las divergencias entre el camarada Togliatti y nosotros”,

“El leninismo y el revisionismo contemporáneo”,

“Unámonos sobre la base de las Declaraciones de Moscú”,

“¿De dónde proceden las divergencias? — respuesta al ca-

marada Thorez y otros camaradas”,

“Una vez más sobre las divergencias entre el camarada Togliatti

y nosotros — algunos problemas importantes del leninismo en el

mundo contemporáneo”,

“Un comentario sobre la declaración del Partido Comunista de

los EE.UU.”

Cuando, al final de su carta del 30 de marzo, acusan ustedes a la prensa china de haber lanzado “ataques infundados” contra el PCUS, ustedes se refieren probablemente a estos artículos. Es una tergiversación completa de la verdad des- cribir como “ataques” nuestros artículos en respuesta a los atacantes.

 

Ya que ustedes describen nuestros artículos como “infundados” y pésimos, ¿por qué no publican ustedes, tal como lo hemos hecho nosotros con los suyos, estos siete artículos que califican de “ataques infundados”, para que todos los camaradas soviéticos y todo el pueblo soviético reflexionen  y juzguen quién tiene razón y quién no? Desde luego, ustedes también pueden refutar, punto por punto, estos artículos que califican de “ataques infundados”.

 

Ustedes dicen que nuestros artículos son “infundados” y que nuestros argumentos son erróneos, pero no dan a conocer al pueblo soviético nuestros verdaderos argumentos tales y como son. Difícilmente puede considerarse que este proceder de ustedes muestre una seria actitud hacia la discusión de problemas entre partidos hermanos, hacia la verdad y hacia las masas.

 

Esperamos que se ponga fin a la polémica pública entre los partidos hermanos. Este problema debe ser tratado de acuerdo con los principios de independencia, de igualdad y de llegar a la unanimidad mediante consultas entre los partidos hermanos. En el movimiento comunista internacional, nadie tiene derecho a

actuar exclusivamente según su propia voluntad, lanzar ataques cuando se le antoje, y ordenar el “cese de la polémica pública” cuando quiere impedir que la otra parte dé respuesta.

 

Como saben los camaradas del PCUS, con miras a crear una atmósfera favorable para la convocatoria de una conferencia de los partidos hermanos, hemos decidido suspender temporalmente, a partir del 9 de marzo de 1963, las réplicas públicas a los ataques públicos y directos dirigidos contra nosotros por parte de camaradas

de partidos hermanos. Nos reservamos el derecho de dar respuestas públicas.

 

En nuestra carta del 9 de marzo, dijimos que respecto al problema del cese de la polémica pública “es necesario que nuestros dos Partidos y los partidos hermanos interesados celebren discusiones a fin de llegar a un acuerdo justo y aceptable para todos”.

 

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Todo lo dicho anteriormente son nuestras opiniones sobre la línea general del movimiento comunista internacional y algunos problemas de principio relacionados con ella. Tenemos la esperanza, como indicamos ya al comienzo de la presente carta, de que esta franca exposición de nuestras opiniones contribuirá a la comprensión mutua. Desde luego, los camaradas pueden estar de acuerdo o en desacuerdo con estas opiniones. Pero, a nuestro juicio, todos los problemas de que tratamos aquí son los problemas centrales a que tiene que prestar atención y dar solución el movimiento comunista inter- nacional. Esperamos que todos estos problemas, así como aquéllos propuestos en la última carta de ustedes, se discutirán

ampliamente en las conversaciones entre nuestros dos Partidos y en la conferencia de los representantes de todos los partidos hermanos.

 

Además, hay otros problemas de interés común, tales como la crítica de Stalin y algunos importantes problemas de principio concernientes al movimiento comunista internacional, planteados en los XX y XXII Congresos del PCUS. Sobre estos problemas, también esperamos que se intercambiarán opiniones con franqueza en las conversaciones.

 

En lo que se refiere a las conversaciones entre nuestros dos Partidos, propusimos en nuestra carta del 9 de marzo que viniera a Pekín el camarada Jruschov; si esto resultaba inconveniente, podría el CC del PCUS enviar a Pekín una delegación presidida por otro camarada responsable, o enviaríamos nosotros una delegación a Moscú.

 

Como ustedes han declarado en su carta del 30 de marzo que el camarada Jruschov no puede venir a China, y como no han manifestado el deseo de enviar una delegación a China, el CC del PCCh ha decidido enviar una delegación a Moscú.

En su carta del 30 de marzo, ustedes invitaron al camarada Mao Tse-tung a visitar la Unión Soviética. Ya el

23 de febrero, en su conversación con el embajador soviético en China, el camarada Mao Tse-tung expuso claramente las razones por las cuales no está dispuesto a visitar la Unión Soviética en el momento presente. Esto lo sabían ustedes muy bien.

 

Un camarada responsable del CC del PCCh recibió el 9 de mayo al embajador soviético en China y, por su intermedio, les informó a ustedes que enviaríamos una delegación a Moscú a mediados de junio. Más tarde, en vista del deseo del CC del PCUS, aceptamos aplazar las conversaciones entre nuestros dos Partidos para el 5 de julio.

 

Esperamos sinceramente que las conversaciones entre los Partidos chino y soviético lograrán resultados positivos y contribuirán a los preparativos para la convocatoria de una conferencia de representantes de los Partidos Comunistas y Obreros de todos los países.

 

Ahora es más necesario que nunca que los comunistas de todos los países se unan sobre la base del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario, sobre la base de las dos Declaraciones unánimemente acordadas por los partidos hermanos.

 

Junto con todos los partidos marxista-leninistas y los pueblos revolucionarios del mundo entero, el Partido Comunista de China está dispuesto a seguir haciendo esfuerzos infatigables para defender los intereses del campo socialista y del movimiento comunista internacional, de la causa de la liberación de los pueblos

y naciones oprimidos, y de la lucha contra el imperialismo y por la paz mundial.

 

Esperamos que en el movimiento comunista internacional no volverán a surgir en el futuro fenómenos que sólo apenen a los nuestros y alegren al enemigo.

 

Los comunistas chinos estamos firmemente convencidos de que los marxista-leninistas, el proletariado y los

pueblos revolucionarios de todo el mundo se unirán aún más estrechamente, vencerán toda clase de dificultades y obstáculos, y lograrán victorias aún mayores en la lucha contra el imperialismo y en defensa de la paz mundial y en la lucha por hacer avanzar la causa revolucionaria de los pueblos del mundo y la causa del comunismo internacional.

 

¡Proletarios de todos los países, uníos! ¡Proletarios y pueblos y naciones oprimidos de todo el mundo, uníos! ¡Luchemos contra nuestro enemigo común!

 

Con saludos comunistas

 

El Comité Central del Partido

Comunista de China

 

14 de junio de 1963


NOTA DEL EDITOR: Los subrayados son del MPP