REDACCIÓN AND
28 DE JULIO DE 2022
Editorial semanal – Movilizar audazmente a las masas populares
La reunión de Bolsonaro con embajadores de decenas de países, en la que el presidente del país, delirando, denunció lo que ve como un complot del TSE para no permitir “elecciones limpias”, fue una jugada mal calculada en su plan para precipitar una ruptura institucional. La reacción que desató obligó a amplios sectores del imperialismo y de las clases dominantes locales a dar una respuesta contundente frente al intento de ruptura. La embajada y luego el Departamento de Estado de los Estados Unidos defendieron enfáticamente este simulacro de democracia que existe en nuestro país. La representación diplomática del Reino Unido tomó la misma posición. En Brasil, los sectores más poderosos de la gran burguesía -agrupados en la Federación Brasileña de Bancos (Febraban) y la Federación de Industrias de São Paulo (Fiesp)- también lanzaron una posición similar.
Bolsonaro y cierto sector de las Fuerzas Armadas reaccionarias que trabajan por la ruptura institucional se aislaron más. Su margen de maniobra, por lo tanto, se vuelve más estrecho, pero todavía existe. La derecha hegemónica en el Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA) gana, en consecuencia, más fuerza para negociar con Bolsonaro e imponer una salida negociada.
Contrariamente al frenesí liberal y a la falsa izquierda electoral, que ve en esto la salvación misma de la “democracia”, aquí no se resolverá la crisis institucional. Si bien, en el marco de las elecciones, no tiene las condiciones mínimas para suscitar un levantamiento lo suficientemente amplio como para comprometerlas (aunque no del todo seguro), la extrema derecha seguirá provocando y agravando la crisis del agónico sistema político de este viejo Estado en descomposición; seguirá actuando y alimentando la creciente inestabilidad de la situación política nacional. En las condiciones de la crisis general del capitalismo burocrático en el país, que se prolonga desde hace casi una década, sumada a las acciones desestabilizadoras de la extrema derecha, por un lado, y al inevitable levantamiento popular, por el otro, las amenazas de golpe también lo harán todo, ACFA para ser más intensas con el pretexto de mantener el “orden legal”, pero, en realidad, con el objetivo de amedrentar a la sociedad, en un intento de impedir la necesidad y demanda histórica pendiente de la realización revolucionaria de la democracia.
La quiebra de esta falsa democracia no se puede remediar con conspiraciones de poderosos y notas de repudio. Si alguien realmente quiere defender los derechos y libertades democráticas, es necesario contar con la movilización audaz de las masas populares, para defender sus intereses inmediatos, que las fuerzas liberales de las clases dominantes locales y los imperialistas yanquis, así como los oportunistas, no pueden ni quieren hacer -más que promesas y ayudas como siempre- ya que se alimentan de este mismo sistema de explotación terrateniente-burocrático. Por eso, al fin y al cabo, no son demócratas, sino charlatanes liberales y reformistas conciliadores, respectivamente. En definitiva, terminarán defendiendo, en el futuro, el choque de orden de la contrarrevolución que ahora dicen repudiar.
Un ejemplo se ve en las operaciones policiales, especialmente en Río de Janeiro. El 21/07, una nueva expedición punitiva en el Complexo do Alemão cobró la vida de 19 vecinos. De ellos, dos eran mujeres, una saliendo de su casa y baleada en un callejón, y la otra saliendo de la favela en auto, con su novio, sorprendida por un disparo policial. Las otras víctimas fueron inmediatamente etiquetadas con la infame etiqueta de “sospechosos”, que, por parte de la policía, es responsabilidad de cualquiera que resida allí.
El oportunismo y los falsos defensores del pueblo solo buscan amparos, protocolos y notas de repudio para “impedir” operativos y jamás convocar a las masas a levantarse contra el genocidio asumido descaradamente por el Estado y sus jefes de turno. Las masacres son cada vez más frecuentes y sangrientas, a pesar de unicamente de los amparos y las cada vez más numerosas notas de “repudio”. Sólo hay una forma de imponer una barrera seria, desde un punto de vista inmediato, a las expediciones punitivas en las favelas: promover respuestas con movilizaciones audaces de las masas populares, en todo el país, contra el cerco letal, de manera que obligue la reacción de calcular diez veces antes de desatar sus próximas operaciones. Eso es lo mínimo por ahora. Quien esté en contra de tal barbarie, si no trata el tema de esta manera, estará confabulando e incluso estará actuando, consciente o inconscientemente, por la continuación del macabro genocidio en las favelas.
Finalmente, en la coyuntura política inmediata, hay fundamentalmente una cuestión sobre la mesa: apoyar a las masas populares y movilizarlas con denuedo, sin temor a nada y sin consideración alguna por este viejo orden trasnochado; no se hagan ilusiones sobre esta vieja democracia morbosa y su farsa electoral.