Por Periódico El Pueblo -enero 14, 2020142 0
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El pueblo desea una nueva cultura
Editorial, edición n° 88 (enero, 2020) de Periódico El Pueblo
Desde el inicio de la Rebelión Popular, uno de los blancos de las masas han sido los medios de comunicación reaccionarios, quedando al descubierto cuánto ocultan la verdad de las luchas del pueblo y que son representantes de los grupos económicos monopólicos. De tal forma, la línea de los dueños de estos medios ha sido enérgicamente criticada por torcer la realidad, no mostrar las atrocidades policiales y desviar al olvido las demandas que el pueblo ha exigido en los más de ochenta días de protesta. Por ello, hubo manifestaciones en las inmediaciones de los cuatro grandes canales de televisión durante el 21 de octubre.
Otro hecho fue que, a la hora de este año nuevo, comenzó a sonar el himno nacional en la filial de Concepción de la Radio Bíobio y, supuestamente por error, pusieron la estrofa que halaga a los “valientes soldados” del ejército reaccionario, lo que desencadenó una ola de fuertes críticas y pérdida de miles de seguidores en las redes sociales, quienes le encaraban que no era un error, sino ¿qué explica esta “coincidencia” con la publicidad que hacen al fascista Kast y la criminalización de la protesta que hacen día a día?. Estos hechos contrastan con dicha radioemisora, que se ufana de ser “independiente de verdad”.
Los dos ejemplos anteriores revelan el profundo descrédito de la prensa monopólica ante los ojos de las amplias masas populares y no puede ser de otra manera, pues el capitalismo burocrático en Chile, tipo de capitalismo permitido por el imperialismo en los países semicoloniales y semifeudales, está en una profunda crisis. En ese sentido, la “prensa oficial” actúa como verdadero grupo de relacionadores públicos del gran capital y el viejo Estado antidemocrático, reflejando en el plano de las ideas lo retrógrado de sus bases económicas.
A pesar que la prensa monopólica se presente como “objetiva”, “neutral” y fundada en principios “auténticamente democráticos”, la realidad es que en todos los hechos sociales que difunden imprimen su sello de clase. Así lo hacen también cuando transmiten las cuestiones más “familiares”, tales como el deporte, el arte y la cultura, las relaciones familiares, los eventos naturales, entre otros. De tal forma, promueve el individualismo, el determinismo geográfico, el pesimismo, la superstición y el misticismo, la subjetivización, la despolitización de las masas y la consecuente colonización mental imperialista, ya que todo lo que transmiten estos medios monopólicos de comunicación viene visado por el imperialismo estadounidense, con el fin de que el pueblo no desarrolle su instinto revolucionario y no vea un camino de salida a sus más profundos anhelos de liberación. En síntesis, la política comunicacional de los grandes capitalistas y terratenientes es negar la lucha de clases, criminalizar la protesta y provocar disturbios entre el pueblo para dividirlo y frenar su desarrollo revolucionario.
Año Nuevo 2020 en Plaza Dignidad. Agradecimientos al Frente Fotográfico.
Sin embargo, tal como lo dijera en 1921 Luis Emilio Recabarren, obrero tipógrafo y fundador del auténtico Partido Comunista de Chile, “hay, pues, en Chile una inmensa cantidad de la clase patronal, nacional y extranjera, que quiere que los trabajadores no lean, que permanezcan en la ignorancia; y a pesar de todo, el pueblo se instruye y desarrolla su mentalidad, para bien de nuestro país…”.
Para instruir y desarrollar la mentalidad, la prensa popular y democrática debe reunir los hechos políticos, socioeconómicos y culturales de actualidad, extraer su más fragante esencia y difundir sus lecciones entre las diferentes clases sociales revolucionarias que conforman el pueblo.
Además, debe dar aliento a los que luchan, servir de tribuna a quienes desean de todo corazón vivir dignamente y no conformarse con las migajas de los monopolios. Debe ser tenaz en el combate de las viejas ideas y viejos hábitos, apoyándose en todos los hijos e hijas del pueblo que tienen sed de democratizar la ilustración y el conocimiento.
También debe promover la fraternidad entre los pueblos del mundo, quienes levantan cada vez más alto la bandera de que la rebelión se justifica, con heroico arrojo en tenaces combates. No obstante, para triunfar no basta la pasión en la lucha, pues los explotados sólo triunfaremos con la guía de ideas correctas, comprobadas en la práctica. De tal forma, la prensa democrática también debe contribuir a educar políticamente al pueblo, tomando los mejores ejemplos nacionales o extranjeros, presentes o pasados.
Necesitamos un vehículo que alumbre el camino de unidad en el combate popular y para ello la prensa debe apuntar claramente a sus enemigos. Los amigos son todas las clases y sectores de la sociedad objetivamente explotadas y oprimidas por el imperialismo, la gran burguesía y los grandes terratenientes.
Hay que “romper el cerco” mostrando el verdadero carácter del viejo Estado, por ejemplo, denunciando la represión. Sin embargo, esto tiene un límite, pues esperar que este órgano sea democrático y que vele por las masas populares es una ilusión altamente destructiva. Por ende, también hay que denunciar a los portavoces de esas ideas burguesas infiltrados en el seno del pueblo: el oportunismo y el revisionismo, ya que ellos frenan el desarrollo revolucionario del pueblo, sembrando ilusiones constitucionales y que los cambios sociales se obtendrán fácilmente. Así, quienes hacemos prensa independiente, independiente del viejo Estado por cierto, debemos empaparnos de la urgencia, solidaridad y audacia de nuestro pueblo, esforzándonos por reflejar toda la vitalidad y los avances de la lucha de las masas.