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2.1 Contexto histórico y perspectiva en que se redactó la encíclica: Rerum Novarum, 1891
La encíclica ‘Rerum Novarum’ (‘De las cosas nuevas’), la encíclica del papa León XIII. sobre la situación de los obreros’, se publicó el 15 de mayo de 1891 en Roma.
A los veinte años de la derrota de la Comuna, cuando el viejo revisionismo pasaba a la ofensiva, el marxismo aún no había encontrado la forma de conquistar el Poder por la fuerza de las armas, y el capitalismo se desenvolvía en la llamada ' Bella epoque' complementando la formación del imperialismo.
En ese contexto hay que analizar encíclica, concibiéndola como parte de la ofensiva del capitalismo en camino al imperialismo, del revisionismo y de la reacción mundial, aunque con intereses propios y específicos, los del Papado, los del Vaticano y sus siniestro sueños teocráticos.
Los mismos medios vaticanos a través de la agencia EFE han difundido un resumen sobre el contexto, propósito y contenido de dicha encíclica, que nos sirve para presentar en forma resumida la posición marxista-leninista-maoísta, pensamiento gonzalo al respecto, citamos:
"Corría el siglo XIX y el papa italiano quiso reflexionar sobre los derechos y deberes de los obreros y de los patronos.
Reconocía que «no sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole, se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios».
En su encíclica, dividida en 42 puntos, León XIII veía «urgente» pensar en la manera de «proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa».
Comentamos, en esa «situación miserable y calamitosa» la Iglesia Católica sirve ideológica, política y organizativamente a mantener ese orden de opresión y explotación. pretende hipócritamente ser la gran luz por encima de todos y bajo el mando de nadie, para actuar más libremente en función de sus intereses globales poniéndose por encima de la lucha de clases. Y, como vemos a continuación, asume la defensa de la sacro-santa propiedad privada capitalista y encubrir la existencia de explotación y explotadores y el sometimiento de los explotados a la voluntad divina.
“Criticaba (la encíclica) asimismo que en esa época, cuando el socialismo era un movimiento en auge -la Segunda Internacional de los partidos obreros data de 1889-, los socialistas trataban de acabar con la propiedad privada de los bienes, «estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación».
El papa partía de la defensa de la propiedad privada como «un derecho dado al hombre por la naturaleza», argumentando que «la razón misma del trabajo que aportan los que se ocupan en algún oficio lucrativo y el fin primordial que busca el obrero es procurarse algo para sí y poseer con propio derecho una cosa como suya»."
Reflexionaba sobre que el hombre es anterior a la república y que «debió tener por naturaleza, antes de que se constituyera comunidad política alguna, el derecho de velar por su vida y por su cuerpo».
Comentamos, León XIII en su encíclica hace su defensa cerrada de la propiedad privada porque es un derecho natural del hombre a gozar de los bienes creados por dios y adquiridos con el sudor de su frente, con su trabajo que no explota sino que dignifica y adereza su defensa con el supuesto destino universal de esos bienes, esto es, no impedir el derecho de los otros hombres a apropiarse de una parte de la creación de dios con su propio trabajo ahí esta la síntesis de sus deberes y derechos basados en la voluntad divina. León XIII afirmaba y argumentaba:
"...carácter natural del derecho a la propiedad privada...este derecho es fundamental en toda persona para su autonomía y su desarrollo, ha sido defendido siempre por la Iglesia hasta nuestros días. Asimismo, la Iglesia enseña que la propiedad de los bienes no es un derecho absoluto... A la vez que proclamaba con fuerza el derecho a la propiedad privada, el Pontífice afirmaba con igual claridad que el 'uso' de los bienes, confiado a la propia libertad, está subordinado a: destino primigenio y común de los bienes creados y también a la voluntad de Jesucristo".
Ahí está el meollo de los derechos de los obreros que pregonó León XIII, sí encubre base económica capitalista, plusvalía y relaciones de explotación. Con toda esa palabrería encubre que la “propiedad privada capitalista” sobre los medios de producción y de vida implica la existencia de la inmensa mayoría de la población privada de medios de producción y de vida, por lo cual, tienen que someterse a la esclavitud asalariada. Pregona, que los explotados y explotadores deben someterse a la voluntad divina. Y, por eso los explotados deben someterse a la voluntad de los capitalistas expresada en el contrato de trabajo, al derecho y al Estado de dictadura de la burguesía, dice:
“Deberes de los obreros y los patronos: cumplir íntegra y fielmente lo que por propia libertad y con arreglo a justicia se haya estipulado sobre el trabajo, no dañar en modo alguno al capital, no ofender a la persona de los patronos, abstenerse de toda violencia al defender sus derechos y no promover sediciones».
«No mezclarse con hombres depravados -continúa-, que alientan pretensiones inmoderadas y se prometen artificiosamente grandes cosas, lo que lleva consigo arrepentimientos estériles y las consiguientes pérdidas de fortuna».
Así como las obligaciones de los ricos y patronos: «no considerar a los obreros como esclavos, respetar en ellos, como es justo, la dignidad de la persona, sobre todo ennoblecida por lo que se llama el carácter cristiano».
También calificaba de «realmente vergonzoso e inhumano» abusar de los hombres «como de cosas de lucro y no estimarlos en más que cuanto sus nervios y músculos pueden dar de sí».
Por otro lado, enfatizaba asimismo que «los proletarios, sin duda alguna, son por naturaleza tan ciudadanos como los ricos, es decir, partes verdaderas y vivientes que, a través de la familia, integran el cuerpo de la nación, sin añadir que en toda nación son inmensa mayoría».
Defendía el libre derecho de asociarse y las protestas de los trabajadores, pero proponía que lo más eficaz era anticiparse con la autoridad de las leyes” (Redacción Internacional, 9 may (EFE, prv-doc/lab)
Con la hipocresía que el papado durante miles de años ejercita esconde su posición a favor de la explotación capitalista y la dictadura de la burguesía contra la dictadura del proletariado, contra la violencia revolucionaria del proletariado.
Esa es en grandes líneas la herencia o legado que asume León IV, actualizado a las condiciones de la lucha de clases en el mundo por el Concilio Vaticano II y luego la encíclica de Juan Pablo II “Centesimus Annus”. Por eso hay que proseguir con estas dos cosas, en forma breve, para después ver la acción contrarrevolusionaria de la Iglesia en el Perú.