En una entrevista transmitida el martes pasado por la CNN en español, el presidente del viejo Estado peruano, Alan García Pérez, ha hecho una petición pública para una mayor intervención militar de los Estados Unidos en el Perú. Ha planteado que “no haría cuestión de soberanías y patriotismo” que en alguna forma impida la mayor presencia militar de EE.UU. en el país. El pretexto - como ya es de costumbre - es la llamada “lucha contra el narcoterrorismo” y, según él, el problema será la presencia de carteles narcotraficantes mexicanos en el Perú; esta afirmación coincide con las declaraciones hechas un día después de Hillary Clinton, la ministra de relaciones exteriores de los EE.UU., en donde afirma que los carteles mexicanos son muy parecidos a las fuerzas insurgentes en el América del Sur. Eso es parte de la estrategia de la guerra de baja intensidad que desarrolla el imperialismo norteamericano: primero; hacer que su lacayo incondicional García haga un llamamiento público para mayor intervención y, después, usar el caso de México para justificarlo ante la opinión pública en el mismo EE.UU. y en el resto del mundo. Todo sustentado en la patraña sobre “narcoterrorismo”, al igual como usaron la patraña sobre “las armas de destrucción masiva de Saddam” para justificar la guerra de agresión contra Irak y la ocupación del mismo hasta hoy.
Todo esto para desviar la atención del punto central que es que la intervención militar estadounidense en el Perú con su objetivo principal: combatir la guerra popular que dirige el Partido Comunista del Perú (PCP), que lejos de haber sido derrotando viene construyendo ladrillo por ladrillo la conquista del poder en todo el país. Por este fin, los EE.UU. ya tienen varias bases en el Perú – entre otros los del Pucallpa, Mazamari, Iquitos y Huamanga – y, tanto unidades militarizadas de la DEA como las mismas Fuerzas Especiales de las Fuerzas Armadas de los EE.UU., están combatiendo directamente contra el Ejército Popular de Liberación que dirige el PCP. Ya han encargado a mercenarios israelitas, bajo el mando del general sionista Ziv B., el entrenamiento de las fuerzas armadas del viejo Estado peruano para la guerra contrasubversiva. Todo organizado por la CIA y sus sirvientes peruanos.
Es pues parte de este plan, la campaña de desinformación masiva sobre que “sendero luminoso ya ha devenido en un cartel de narcotráfico” y la recompensa de 5 millones de US$ puesta por la cabeza de quien dice ser el responsable del Comité Central del PCP – por ser supuestamente “narcotraficante”. Pero lo real y concreto es que el PCP no tiene nada que ver con el narcotráfico, lo que hace el PCP es movilizar, politizar, organizar y armar a las masas, principalmente al campesinado pobre, con guerra popular. El PCP dirige la construcción de Comités Populares y Bases de Apoyo revolucionarias donde las masas mismas ejercen el Poder en una dictadura conjunta de las clases revolucionarias bajo la dirección del proletariado. Los que si están metidos con todo en el narcotráfico, son las fuerzas militares y policiales del viejo Estado peruano, igual como su burocracia y sus funcionarios desde el mismo presidente y su partido hasta el último nivel local. Y jamás debemos olvidar que el “cartel” más grande del mundo es la CIA, son ellos que desde la segunda guerra mundial, y a un nivel más alto desde la década 60 del siglo pasado, organiza el tráfico de drogas a nivel mundial.
En el Perú las luchas del pueblo incrementan, según la autoridad reaccionaria de la “Defensoría del Pueblo” se registró 246 conflictos sociales en agosto del presente año; en todas partes del país hay huelgas, paros, manifestaciones, enfrentamientos violentos entre las masas y las fuerzas represivas del viejo Estado. Al mismo tiempo la reacción está en plena campaña electoral para los comicios regionales programados para el 3 de octubre y de lo que se puede ver de ésta, es que los revisionistas y oportunistas no pueden canalizar la ira popular al camino electorero. En ello las acciones van machacando las mentes como hecho materiales innegables. Acciones como el ataque a una base militar en Vizcatán el 23 de agosto, en la que se lanzó mas que 30 granadas de guerra; las acciones de agitación y propaganda armadas en Antilla, departamento de Apurímac, el primero de septiembre; y, el aniquilamiento de un espía del ejército en el distrito de Huachocolpa, Huancavelica, el 6 de septiembre – sólo para mencionar tres acciones en las últimas semanas - por supuesto no son acciones de “carteles mexicanos” sino son acciones militares del EPL dentro de la guerra popular. Así, no es por gusto que el régimen de Alan García este mes ha impuesto, entre otros, los Decretos Legislativos Nº 1095 y Nº 1097 -; con el primero, autoriza el uso de las fuerzas armadas reaccionarias para suprimir, en cualquier parte del territorio nacional, lo que vagamente define como “grupo hostil”, es decir no solamente contra el EPL sino contra cualquier protesta social, y, con el segundo se abre las puertas a la impunidad del mismo García (que tiene un caso pendiente por el genocidio en los penales del 19 de junio 1986) y otros asesinos como los del grupo Colina y hasta el mismo Fujimori. Están, pues, en problemas que no pueden resolver, por ello las declaraciones del jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Francisco Contreras, del 6 de Septiembre, donde afirma que recién desde el año 2021 las zonas donde están las principales Bases de Apoyo revolucionarias serán “normalizadas” demuestran como hasta tienen que ajustar sus sueños negros ante la realidad irrefutable que la guerra popular sigue su rumbo.
Es así que podemos entender mejor las declaraciones de Alan García, es así que podemos entender porqué esta incrementando la intervención de los EE.UU. en el Perú; y la consecuencia lógica de ello es que la guerra popular cada vez más se desarrolla como una guerra de resistencia nacional contra la agresión imperialista. Las bases militares en Colombia en este sentido servirán también como un punto de apoyo estratégico para los EE.UU para el desarrollo de su guerra en el Perú. En concreto, tales bases no consituyen solamente una agresión contra Colombia y una mayor intervención en su guerra interna, sino contra todas las luchas revolucionarias en el continente Sudamericano.
Por ello decimos:
¡Abajo la intervención yanqui en América Latina!
¡Yanqui go home!
Asociación de Nueva Democracia
Septiembre 2010
Todo esto para desviar la atención del punto central que es que la intervención militar estadounidense en el Perú con su objetivo principal: combatir la guerra popular que dirige el Partido Comunista del Perú (PCP), que lejos de haber sido derrotando viene construyendo ladrillo por ladrillo la conquista del poder en todo el país. Por este fin, los EE.UU. ya tienen varias bases en el Perú – entre otros los del Pucallpa, Mazamari, Iquitos y Huamanga – y, tanto unidades militarizadas de la DEA como las mismas Fuerzas Especiales de las Fuerzas Armadas de los EE.UU., están combatiendo directamente contra el Ejército Popular de Liberación que dirige el PCP. Ya han encargado a mercenarios israelitas, bajo el mando del general sionista Ziv B., el entrenamiento de las fuerzas armadas del viejo Estado peruano para la guerra contrasubversiva. Todo organizado por la CIA y sus sirvientes peruanos.
Es pues parte de este plan, la campaña de desinformación masiva sobre que “sendero luminoso ya ha devenido en un cartel de narcotráfico” y la recompensa de 5 millones de US$ puesta por la cabeza de quien dice ser el responsable del Comité Central del PCP – por ser supuestamente “narcotraficante”. Pero lo real y concreto es que el PCP no tiene nada que ver con el narcotráfico, lo que hace el PCP es movilizar, politizar, organizar y armar a las masas, principalmente al campesinado pobre, con guerra popular. El PCP dirige la construcción de Comités Populares y Bases de Apoyo revolucionarias donde las masas mismas ejercen el Poder en una dictadura conjunta de las clases revolucionarias bajo la dirección del proletariado. Los que si están metidos con todo en el narcotráfico, son las fuerzas militares y policiales del viejo Estado peruano, igual como su burocracia y sus funcionarios desde el mismo presidente y su partido hasta el último nivel local. Y jamás debemos olvidar que el “cartel” más grande del mundo es la CIA, son ellos que desde la segunda guerra mundial, y a un nivel más alto desde la década 60 del siglo pasado, organiza el tráfico de drogas a nivel mundial.
En el Perú las luchas del pueblo incrementan, según la autoridad reaccionaria de la “Defensoría del Pueblo” se registró 246 conflictos sociales en agosto del presente año; en todas partes del país hay huelgas, paros, manifestaciones, enfrentamientos violentos entre las masas y las fuerzas represivas del viejo Estado. Al mismo tiempo la reacción está en plena campaña electoral para los comicios regionales programados para el 3 de octubre y de lo que se puede ver de ésta, es que los revisionistas y oportunistas no pueden canalizar la ira popular al camino electorero. En ello las acciones van machacando las mentes como hecho materiales innegables. Acciones como el ataque a una base militar en Vizcatán el 23 de agosto, en la que se lanzó mas que 30 granadas de guerra; las acciones de agitación y propaganda armadas en Antilla, departamento de Apurímac, el primero de septiembre; y, el aniquilamiento de un espía del ejército en el distrito de Huachocolpa, Huancavelica, el 6 de septiembre – sólo para mencionar tres acciones en las últimas semanas - por supuesto no son acciones de “carteles mexicanos” sino son acciones militares del EPL dentro de la guerra popular. Así, no es por gusto que el régimen de Alan García este mes ha impuesto, entre otros, los Decretos Legislativos Nº 1095 y Nº 1097 -; con el primero, autoriza el uso de las fuerzas armadas reaccionarias para suprimir, en cualquier parte del territorio nacional, lo que vagamente define como “grupo hostil”, es decir no solamente contra el EPL sino contra cualquier protesta social, y, con el segundo se abre las puertas a la impunidad del mismo García (que tiene un caso pendiente por el genocidio en los penales del 19 de junio 1986) y otros asesinos como los del grupo Colina y hasta el mismo Fujimori. Están, pues, en problemas que no pueden resolver, por ello las declaraciones del jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Francisco Contreras, del 6 de Septiembre, donde afirma que recién desde el año 2021 las zonas donde están las principales Bases de Apoyo revolucionarias serán “normalizadas” demuestran como hasta tienen que ajustar sus sueños negros ante la realidad irrefutable que la guerra popular sigue su rumbo.
Es así que podemos entender mejor las declaraciones de Alan García, es así que podemos entender porqué esta incrementando la intervención de los EE.UU. en el Perú; y la consecuencia lógica de ello es que la guerra popular cada vez más se desarrolla como una guerra de resistencia nacional contra la agresión imperialista. Las bases militares en Colombia en este sentido servirán también como un punto de apoyo estratégico para los EE.UU para el desarrollo de su guerra en el Perú. En concreto, tales bases no consituyen solamente una agresión contra Colombia y una mayor intervención en su guerra interna, sino contra todas las luchas revolucionarias en el continente Sudamericano.
Por ello decimos:
¡Abajo la intervención yanqui en América Latina!
¡Yanqui go home!
Asociación de Nueva Democracia
Septiembre 2010