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ELLAN LUSTOSA
14 diciembre 2018
La cumbre del G-20 (organismo que reúne a las 20 mayores
economías del mundo, en el que los imperialistas pelean para ver quién dominará
más el mundo) se reunió este 30 de noviembre en Buenos Aires, Argentina, para
tomar decisiones sobre los " caminos del planeta ". Un equipo de AND
estuvo en las calles acompañando los desdoblamientos y protestas en el lugar.
Un gran aparato de seguridad sitió la ciudad; no es raro, las
personas en la calle se burlaban del alto costo innecesario que podría
destinarse a los hospitales y la educación. Decretado de vacaciones, los
accesos a la ciudad se bloquearon durante todo el día. El autobús, el metro y
el acceso en coche se hicieron imposibles. Transitar en la ciudad no estaba
permitido en la práctica.
Una gran protesta de las clases pobres y críticos del gobierno
Macri y de su programa "ultraliberal" (de entrega completa del país
al FMI-Banco Mundial y al imperialismo yanqui) era esperado en respuesta a la
mayor reunión capitalista del planeta.
Un gran número de manifestantes de varios movimientos populares
y democráticos se reunieron para marchar y protestar. Por el gran número de personas
concentradas se esperaba una gran revuelta popular, incluso de la población
argentina que vienen insatisfecha con el gobierno Macri, que acaba de cerrar
uno de los mayores préstamos con FMI. Caminando en un área demarcada para la
protesta, un gran número de manifestantes caminaron por la avenida 9 de julio,
en la capital argentina, con banderas y canciones hasta la plaza del Congreso.
A diferencia de Hamburgo (donde una gran revuelta popular
expresó su indignación contra el G-20 y contra el propio gobierno alemán), en
Argentina la protesta se resumió a consignas. Bajo la camisa de fuerza de las
organizaciones oportunistas y sindicalistas corporativizados por el gobierno
-entre peronistas y organizaciones trotskistas-, los millones de jóvenes y
trabajadores argentinos que marcharon no pudieron demostrar su profunda
indignación. Algunos sectores más activos, como grupos de jóvenes combatientes,
fueron expulsados de la marcha y agredidos por bandas
de bateos de los movimientos oportunistas, todo para mantener
la calma que tanto agrada al gobierno y al G-20. Se decía, a la boca muda, que
las direcciones de las centrales sindicales chapa-blanca y de los movimientos
ligados al viejo Estado recibieron dinero y beneficios para "mantener todo
bajo control". Al final, la marcha parecía más un gran desfile organizado.