Es un hecho histórico y político: no existen alternativas sostenibles fuera del camino de la guerra popular. Su única fuente real de fuerza se halla en las vastas masas populares, profundamente antiimperialistas y antisionistas. Por fuera de eso, Irán está cercado, sin márgenes objetivos para derrotar al invasor.
El criminal ataque del imperialismo yanqui contra instalaciones nucleares iraníes evidencia cierta superioridad tecnológica momentánea. Pero no más. Como lo enseñó el presidente Mao “el imperialismo es un tigre de papel”; puede lanzar golpes concretos, letales, pero no resuelve con ello su decadencia estratégica. Las bombas no ganan guerras cuando las masas están organizadas, armadas y decididas a combatir. La experiencia demuestra que, allí donde los pueblos llevan a cabo luchas justas, legítimas, los ejércitos del imperialismo y sus lacayos son derrotados, obligados a recurrir a masacres como las cometidas en Palestina, masacres que solo revelan su fracaso, no su fuerza.
Irán utiliza energía nuclear, sí. La emplea para fines industriales, energéticos, médicos. Y si decidiera desarrollar armamento nuclear como medio de defensa frente a una agresión existencial, es un derecho legítimo de un Estado soberano, mientras existan potencias que mantienen arsenales nucleares en función de chantaje y dominación. Como denunció Lenin: “El imperialismo es la fase superior del capitalismo, donde unas cuantas potencias saquean y someten a las demás naciones”. ¿Por qué hemos de dejar que nos sometan, agredan, invadan y exploten?
¿Quién puede entonces erigirse en regulador moral del uso de armas nucleares? ¿Estados Unidos, dirigido por una mafia depravada de multimillonarios, drogadictos y pedófilos? ¿Israel, puta mayor del Pentágono y brazo armado del sionismo en Asia occidental? ¿Europa, ambigua, cínica y finalmente servil a los intereses del imperialismo yanqui? ¿O acaso Rusia o China, que operan desde su propia lógica imperialista en competencia?
No hay equilibrios posibles en este sistema mundial. Lo dijo el Presidente Gonzalo con claridad: “La paz es un sueño reaccionario, lo que existe es la guerra: guerra imperialista o guerra popular, no hay tercera vía”. Por tanto, el único camino verdaderamente liberador para Irán y para cualquier pueblo que no quiera ser devorado por el imperialismo es el de la guerra popular prolongada. Solo así se derrota al imperialismo. Solo así se conquista la independencia. Solo así las masas hacen historia.
Irán debe sacar profundas lecciones de esta guerra. La primera y más evidente es que los pueblos del mundo la están respaldando, como han respaldado heroicamente a Palestina, al Líbano, a Yemen. Las calles del mundo han gritado contra el sionismo y el imperialismo, y eso no puede ni debe ser subestimado. La fuerza de Irán no estará jamás supeditada en la frágil arquitectura de alianzas “estratégicas”, diplomáticas o comerciales con el imperialismo ruso o chino, cuyas agendas responden a sus propios intereses hegemónicos. La fuerza de Irán reside en los pueblos del mundo y, sobre todo, en su propio pueblo armado, organizado, movilizado.
Irán debe comprender, con claridad antiimperialista, que no puede ni debe basar su defensa en el armamento sofisticado o en el desarrollo tecnológico. Esa es la lógica del imperialismo, que confía en la acumulación técnica para perpetuar su dominio. Pero como advirtió el presidente Mao: “Las armas son importantes, pero lo decisivo son las personas que las empuñan.” Y más aún: “La guerra revolucionaria es una guerra del pueblo; sólo movilizando a las masas y apoyándose en ellas puede librarse la guerra y lograrse la victoria.”
La única fuerza invencible es el mar armado de masas. Ningún enemigo, por poderoso que parezca, puede aniquilar a 90 millones de personas convencidas de sus propósitos, comprometidas con su historia, su tierra y su dignidad. Vietnam nos dio una lección inolvidable: derrotó al imperialismo yanqui con voluntad política, con guerra de guerrillas, con apoyo del pueblo. Lo mismo sucedió y sucede en Afganistán, en el Líbano, en Yemen, en Gaza. Aunque el precio ha sido alto, los pueblos resisten, luchan, y transforman la historia con sangre y coraje.
“Frente a la guerra nuclear, guerra de masas. Frente a la bomba atómica, guerra popular.” Esto no es una consigna vacía. Es una línea de vida o muerte para los pueblos oprimidos. Quien se aparte de ella, se pierde en el laberinto de las alianzas circunstanciales, del oportunismo y la dependencia.
Irán tiene que elegir con claridad estratégica: o se aferra al marco de la defensa convencional, o asume el camino de la guerra popular prolongada, enraizada en las masas, sustentada en la movilización de las grandes mayorías para confrontar la principal contradicción que ahora tienen: nación-imperialismo.
Ese es el único camino verdaderamente invencible. Todo lo demás es ilusión pasajera.
¡VIVA LA RESISTENCIA ANTIIMPERIALISTA DE LOS PUEBLOS OPRIMIDOS DEL MUNDO!
¡EL IMPERIALISMO ES UN TIGRE DE PAPEL!
¡LA ÚNICA FUERZA INVENCIBLE ES LA MOVILIZACIÓN COMBATIVA DE LAS MASAS!
¡GUERRA POPULAR PARA DERROTAR AL IMPERIALISMO!
¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR HASTA LA VICTORIA!