Autor:
Periódico El Pueblo (Chile)
REVOLUCIÓN
RUSA DE FEBRERO: LA BURGUESÍA NO DEBE DIRIGIR
Rusia: revolución de febrero de 2017
Nota del
editor:
Este año se
cumplen 100 años de la gloriosa Revolución Rusa. Los obreros y campesinos rusos
mostraron el camino a los pueblos del mundo. Por ello, estaremos aportando con
textos que ayudan a conocerla y extraer sus principales lecciones. Hoy se
cumplen 100 años de la Revolución de Febrero y dejamos a los lectores un extracto
que relata sus principales hechos. Aunque son 100 años, las lecciones son
totalmente vigentes: la necesidad que el proletariado dirija la lucha
revolucionaria, no confiar en la dirección de la burguesía y sus partidos
oportunistas, ni menos aún en sus falsas promesas. Toda semejanza con la
realidad no es coincidencia.Son lecciones que debemos extraer para el presente.
(Extraído
del libro Historia del Partido Comunista Bolchevique de la URSS. Ediciones en
Lenguas extranjeras, Moscú, 1939. Las palabras en negrita son nuestras).
La
Revolución de febrero. – Caída del zarismo. – Constitución de los Soviets de
diputados obreros y soldados. – Formación del Gobierno provisional. – La
dualidad de poderes.
El año 1917
comenzó con la huelga del 9 de enero. Durante esta huelga, celebráronse
manifestaciones en Petrogrado, Moscú, Bakú y Nizhni-Nóvgorod; el 9 de enero
abandonaron el trabajo cerca de la tercera parte de los obreros de Moscú. Una
manifestación de 2.000 personas fue disuelta violentamente por la policía
montada en la avenida Tverskaia. En Petrogrado, los soldados se unieron a los
manifestantes, en la calzada de Viborg.
“La idea de
la huelga general -informaba la policía de Petrogrado- va ganando nuevos
adeptos de día en día y adquiriendo la misma popularidad que en 1905”.
Los
mencheviques y los socialrevolucionarios esforzábanse por encauzar el
movimiento revolucionario incipiente dentro del marco conveniente para la
burguesía liberal. Los mencheviques propusieron que el 14 de febrero, día de la
apertura de la Duma, se organizase un desfile de obreros delante de ésta. Pero
las masas obreras, marchando detrás de los bolcheviques, no desfilaron ante la
Duma, sino en manifestación por las calles.
El 18 de
febrero de 1917 estalló, en Petrogrado, la huelga de los obreros de la fábrica
“Putilov”. El 22 de febrero pusiéronse en huelga los obreros de la mayoría de
las grandes fábricas. El 23 de febrero (8 de marzo), Jornada Internacional de
la Mujer, las obreras, respondiendo al llamamiento del Comité bolchevique de
Petrogrado, lanzáronse a la calle en manifestación contra el hambre, contra la
guerra y contra el zarismo. En Petrogrado, esta manifestación de las obreras
fue apoyada con una acción huelguística general de los obreros. La huelga
política comenzaba a convertirse en una manifestación política general contra
el régimen zarista.
El 24 de febrero (9 de marzo), la manifestación se renovó
con nuevos bríos. La huelga
afectaba ya a cerca de 200.000 obreros.
El 25 de
febrero (10 de marzo), el movimiento revolucionario se extendió a todo el
Petrogrado obrero. Las huelgas políticas por distrito convirtiéronse en una
huelga política general en toda la ciudad. Por todas partes surgían
manifestaciones y choques con la policía. Sobre las masas obreras campeaban
carteles rojos con estas consignas: “¡Abajo el zar!”, “¡Abajo la guerra!”,
“¡Pan!”.
En la
mañana del 26 de febrero (11 de marzo), la huelga política y la manifestación
comenzaron a convertirse en intentos de insurrección. Los obreros desarmaban a
la policía y a los gendarmes para armarse ellos. Pero el choque armado con la
policía terminó con una matanza de manifestantes en la plaza Snamenskaia.
El general
Jabalov, jefe de la región militar de Petrogrado, ordenó que los obreros se
reintegrasen al trabajo el 28 de febrero (13 de marzo), conminando con enviar
al frente a los que no acatasen esta orden. El 25 de febrero (10 de marzo), el
zar cursa al general Jabalov esta orden imperativa: “Exijo que mañana se ponga
fin a los desórdenes en la capital”.
Pero ya no
era posible “poner fin” a la revolución.
El 26 de
febrero (11 de marzo), la cuarta compañía del batallón de reserva del
regimiento de Pavlovsk rompió el fuego, pero no contra los obreros, sino contra
los destacamentos de guardias montados que habían comenzado a disparar contra
los obreros. La lucha por ganarse a las tropas revestía el carácter más
enérgico y tenaz, sobre todo por parte de las mujeres obreras, que se mezclaban
entre los soldados, confraternizaban con ellos y les incitaban a ayudar al
pueblo a derribar la autocracia zarista, tan odiada por él.
La
dirección del trabajo práctico del Partido bolchevique corría, por aquellos
días, a cargo del Buró del Comité Central del Partido, residente en Petrogrado,
al frente del cual estaba el camarada Molotov. El 26 de febrero (11 de marzo),
el Buró del C.C. lanzó un manifiesto llamando a las masas a proseguir la lucha
armada contra el zarismo y a constituir un Gobierno provisional revolucionario.
El 27 de
febrero (12 de marzo), las tropas de Petrogrado se negaron a disparar contra
los obreros y comenzaron a pasarse al pueblo levantado en armas. En la mañana
del 27 de febrero, los soldados sublevados no pasaban de 10.000; aquel mismo
día por la noche, ascendían ya a 60.000.
Los obreros
y soldados levantados en armas empezaron a detener a los ministros y generales
zaristas y a sacar de las cárceles a los revolucionarios. Los presos políticos,
puestos en libertad, se unían a la lucha revolucionaria.
En las
calles había todavía tiroteo entre el pueblo y los guardias y gendarmes que
habían emplazado sus ametralladoras en los tejados de las casas. Pero el rápido
paso de las tropas al lado de los obreros decidió la suerte de la autocracia
zarista.
Cuando la
noticia del triunfo de la revolución en Petrogrado llegó a otras ciudades y al
frente, los obreros y los soldados comenzaron a derribar por todas partes a los
representantes de la autoridad zarista.
La
revolución democrático burguesa de Febrero había triunfado.
La
revolución triunfó, porque se puso al frente de ella la clase obrera,
acaudillando el movimiento de masas de millones de campesinos vestidos de
uniforme militar “por la paz, por el pan y por la libertad”. La hegemonía del
proletariado fue lo que aseguró el triunfo de la revolución.
“La
revolución ha sido obra del proletariado, que ha dado pruebas de heroísmo, ha
derramado su sangre y ha arrastrado con él a las más extensas masas de los
trabajadores y de la población más pobre…”, escribía Lenin en los primeros días
de la revolución (Lenin, t. XX, págs. 23-24, ed. rusa).
La primera
revolución, la revolución de 1905, había preparado el terreno para el rápido
triunfo de la segunda revolución, de la revolución de 1917.
“Sin los
tres años de formidables combates de clases y de energía revolucionaria
desplegada por el proletariado ruso de 1905 a 1907, hubiera sido imposible una
segunda revolución tan rápida, que ha cubierto su etapa inicial en unos cuantos
días”, indicaba Lenin (Obra citada, pág. 13).
En los
primeros días de la revolución, aparecieron ya los Soviets. La revolución
triunfante apoyábase en los Soviets de diputados obreros y soldados. Los
obreros y soldados levantados en armas crearon sus Soviets respectivos. La
revolución de 1905 había revelado que los Soviets son los órganos de la
insurrección armada y, al mismo tiempo, el germen del nuevo Poder, del Poder
revolucionario. La idea de los Soviets vivía en la conciencia de las masas
obreras y la pusieron en práctica al día siguiente de ser derribado el zarismo,
aunque con la diferencia de que, mientras los Soviets creados en 1905 eran
solamente Soviets de diputados obreros, los que se crearon en febrero de 1917
eran, por iniciativa de los bolcheviques, Soviets de diputados obreros y
soldados.
Mientras
los bolcheviques se ponían al frente de la lucha directa de las masas en las
calles, los partidos oportunistas, mencheviques y socialrevolucionarios,
preocupábanse de obtener puestos de diputados en los Soviets, alcanzando en
ellos una mayoría propia. A este resultado contribuyó, en parte, el hecho de
que la mayoría de los dirigentes bolcheviques se hallaban en la cárcel o en la
deportación (Lenin se encontraba en la emigración, y Stalin y Sverdlov estaban
deportados en Siberia), mientras los mencheviques y socialrevolucionarios se
paseaban libremente por las calles de Petrogrado. Así se explica que los
representantes de los Partidos oportunistas, los mencheviques y los
socialrevolucionarios, se adueñasen de la dirección en el Soviet de Petrogrado
y en su Comité Ejecutivo. Y otro tanto aconteció en Moscú y en otra serie de
ciudades. Solamente en Ivánovo-Vosnesensk, Krasnoyarsk y algunos otros puntos
lograros los bolcheviques tener la mayoría en los Soviets desde el primer
momento.
El pueblo
armado, los obreros y soldados, al enviar sus representantes al Soviet, veían
en él el órgano del Poder popular. Entendían y creían que el Soviet de
diputados obreros y soldados daría satisfacción a todos los anhelos del pueblo
revolucionario y que su primer acto sería concertar la paz.
Pero el
exceso de confianza de los obreros y soldados les jugó una mala pasada. Los
socialrevolucionarios y mencheviques no pensaban ni remotamente en poner fin a
la guerra, en conquistar la paz. Su propósito era aprovecharse de la revolución
para proseguir la guerra. En cuanto a la revolución y a las reivindicaciones
revolucionarias del pueblo, los socialrevolucionarios y los mencheviques
entendían que la revolución ya estaba terminada y que el problema que ahora se
planteaba era consolidarla y entrar en los cauces de la vida “normal”, de la
vida constitucional, del brazo de la burguesía. Así, la dirección
socialrevolucionaria-menchevique del Soviet de Petrogrado tomó todas las
medidas que estaban en sus manos para ahogar el problema de la terminación de
la guerra, el problema de la paz, y entregar el Poder a la burguesía.
El 27 de
febrero (12 de marzo) de 1917, los diputados liberales de la Duma, confabulados
entre bastidores con los líderes socialrevolucionarios y mencheviques, formaron
el Comité provisional de la Duma, poniendo al frente de él al presidente de la
cuarta Duma, al terrateniente monárquico Rodzianko. Algunos días después de
esto, el Comité Provisional de la Duma y los líderes socialrevolucionarios y
mencheviques del Comité Ejecutivo del Soviet de diputados obreros y soldados, a
espaldas de los bolcheviques, se pusieron de acuerdo sobre la formación de un
nuevo gobierno en Rusia: el Gobierno provisional burgués, presidido por el
príncipe Lvov, a quien el zar Nicolás II, ya antes de la revolución de Febrero,
tenía en cartera como primer ministro para su gabinete. Entraron a formar parte
del Gobierno provisional, el jefe de los kadetes, Miliukov, el jefe de los
octubristas, Guchkov, y otros destacados representantes de la clase
capitalista; en calidad de representante de la “democracia”, fue incorporado al
gobierno el socialrevolucionario Kerenski.
De este
modo, los líderes socialrevolucionarios y mencheviques de Comité Ejecutivo de
Soviet entregaron el Poder a la burguesía; informando de ellos después de
producirse el hecho, el Soviet de diputados obreros y soldados refrendó por
mayoría de votos la conducta de aquellos líderes, a pesar de las protestas de
los bolcheviques.
Y así se
formó en Rusia un nuevo Poder estatal, compuesto -como decía Lenin- por
representantes de “la burguesía y de los terratenientes aburguesados”.
Pero, al
lado del gobierno burgués, existía otro Poder: el Soviet de diputados obreros y
soldados. Los diputados soldados del Soviet eran, fundamentalmente, campesinos
movilizados para la guerra. El Soviet de diputados obreros y soldados era el
órgano de la alianza de los obreros y campesinos contra el Poder zarista y, al
mismo tiempo, el órgano de su Poder, el órgano de la dictadura de la clase
obrera y de los campesinos.
Se
estableció, pues, un original entrelazamiento entre dos poderes, entre dos
dictaduras: la dictadura de la burguesía, encarnada en el Gobierno provisional,
y la dictadura del proletariado y de los campesinos, representada por el Soviet
de diputados obreros y soldados.
Se
estableció una dualidad de poderes.
¿Cómo se
explica que en los Soviets tuviesen mayoría, al principio, los mencheviques y
socialrevolucionarios?
¿Cómo se
explica que los obreros y campesinos triunfantes entregasen voluntariamente el
Poder a los representantes de la burguesía?
Lenin
explicaba esto por los millones de hombres inexpertos en política que habían
despertado con ansias de participar en la vida política. Eran, en gran parte,
pequeños propietarios, campesinos, obreros que hasta hacía poco trabajaban en
el campo, hombres que ocupaban un lugar intermedio entre la burguesía y el
proletariado. Rusia era, por aquel entonces, el más pequeñoburgués de todos los
grandes países europeos. En este país, “la gigantesca ola pequeñoburguesa lo
inundaba todo, ahogaba al proletariado consciente, no sólo por su volumen, sino
también ideológicamente: es decir, contagiaba, infestaba a sectores
extensísimos de obreros con sus ideas políticas pequeñoburguesas” (Lenin, t.
XX, pág. 115, ed. rusa).
Esta ola de
elementos pequeñoburgueses fue también la que sacó a la superficie a los
partidos pequeñoburgueses mencheviques y socialrevolucionarios.
Otra causa
que Lenin señalaba, era el cambio operado durante la guerra en cuanto a los
elementos que componían el proletariado, y el insuficiente nivel de conciencia
y de organización del proletariado en los primeros momentos de la revolución.
Durante la guerra, habíanse operado cambios considerables en la composición del
proletariado. Cerca de un 40 por 100 de los cuadros obreros habían sido
movilizados militarmente. Con el fin de sustraerse a la movilización, se
metieron en las fábricas, en los años de guerra, muchos pequeños propietarios,
artesanos y tenderos, ajenos a la psicología proletaria.
Estos
sectores obreros de tipo pequeñoburgués eran un terreno abonado para el cultivo
de los políticos pequeñoburgueses, mencheviques y socialrevolucionarios.
He aquí por
qué las grandes masas del pueblo, inexpertas en política, inundadas por la
oleada de los elementos pequeñoburgueses y emborrachadas por los primeros
éxitos de la revolución, marcharon durante los primeros meses de ésta a la zaga
de los partidos oportunistas y se prestaron a ceder a la burguesía el Poder
estatal, creyendo ingenuamente que el Poder burgués no había de estorbar la
labor de los Soviets.
Esto
planteaba al Partido bolchevique la tarea de hacer ver a las masas, por medio
de una paciente labor de esclarecimiento, el carácter imperialista del Gobierno
provisional, la tarea de poner al desnudo la traición de los
socialrevolucionarios y mencheviques, haciendo comprender a las masas que no
era posible lograr la paz, sin substituir el Gobierno provisional por el
Gobierno de los Soviets.
Y el
Partido bolchevique tomó en sus manos esta empresa con toda energía.
El Partido
reanudó la publicación de sus órganos legales de prensa. Cinco días después de
la revolución de Febrero, ya comenzó a publicarse en Petrogrado la “Pravda” y,
algunos días más tarde, apareció en Moscú “El Socialdemócrata”. Empezó a actuar
a la cabeza de las masas que iban sobreponiéndose a la confianza en la
burguesía liberal, en los mensheviques y socialrevolucionarios. Explicó
pacientemente a los soldados y a los campesinos la necesidad de que actuasen
juntamente con la clase obrera. Les hizo ver que los campesinos no obtendrían
la paz ni la tierra, si la revolución no seguía avanzando, si el Gobierno
provisional de la burguesía no era sustituido por el Gobierno de los Soviets.
RESUMEN
La guerra
imperialista estalló como consecuencia de la desigualdad de desarrollo de los
países capitalistas, como consecuencia de la ruptura del equilibrio entre las
principales potencias, como consecuencia de la necesidad en que se veían los
imperialistas de proceder a un nuevo reparto del mundo por medio de la guerra y
de crear un nuevo equilibrio de fuerzas.
La guerra
no habría adquirido un carácter tan desastroso, y hasta es probable que no
hubiera llegado a tomar tales proporciones, si los partidos de la Segunda
Internacional no hubiesen traicionado la causa de la clase obrera, si no hubiesen
infringido los acuerdos de los congresos de la Segunda Internacional contra la
guerra, si se hubiesen decidido a proceder activamente y poner en pie a la
clase obrera contra sus propios gobiernos imperialistas, contra los
incendiarios de la guerra.
El Partido
bolchevique fue el único partido proletario que se mantuvo fiel a la causa del
socialismo y del internacionalismo, organizando la guerra civil contra su
propio gobierno imperialista. Todos los demás partidos de la Segunda
Internacional, vinculados con la burguesía a través de su grupo dirigente,
resultaron estar entregados de pies y manos al imperialismo, desertaron al
campo de los imperialistas.
La guerra,
reflejo de la crisis general del capitalismo, agudizó esta crisis y debilitó al
capitalismo mundial. Los obreros de Rusia y el Partido bolchevique fueron los
primeros del mundo que supieron aprovechar eficazmente la debilidad del
capitalismo para romper el frente imperialista, derribar al zar y crear los
Soviets de diputados obreros y soldados.
Las grandes
masas de la pequeña burguesía, de los soldados e incluso de los obreros,
embriagadas por los primeros éxitos de la revolución y confiadas en las
seguridades que les deban los mencheviques y socialrevolucionarios de que en
adelante todo marcharía bien, se dejaron llevar de la confianza en el Gobierno
provisional, apoyaron a éste.
Ante el
Partido bolchevique se planteaba la tarea de explicar a las masas de obreros y
soldados, embriagadas por los primero éxitos, que aun había un largo trecho que
recorrer hasta el triunfo total de la revolución, que mientras el Poder se
hallase en manos de los Gobierno provisional de la burguesía y mandasen en los
Soviets los oportunistas, los mencheviques y socialrevolucionarios, el pueblo
no obtendría la paz, ni la tierra ni el pan; que, para que la victoria fuese
completa, era necesario dar un paso más hacia adelante y entregar el Poder a
los Soviets.