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Año XVI, nº 210 - 2ª quincena de mayo y 1ª quincena de junio de 2018
La paralización de los camioneros mostró la profundidad de la crisis general del país en todos los sentidos. Además
de estampar la fragilidad del modo de transporte por carretera(que es
resultado de un capitalismo burocrático basado en el retraso semifeudal
envuelto como moderno y sometido a la dominación semicolonial
imperialista), revela la situación general del país en un plano
inclinado.
Plan
inclinado que ninguna solución de fachada o supuesta "eficiencia
gerencial" (como cacarea los partidos políticos electorales y los
monopolios de prensa) puede invertir. Ni siquiera las bravatas moralistas y redentoras de la miliciosa golpista lame-botas de USA pueden hacerlo. Brasil está estremecido y sus verdaderas fuerzas sanas pasaron a su revolvimiento. A partir de entonces, nada quedará donde estuvo hasta ahora.
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La
gran adhesión de los camioneros no puede ser atribuida, como hacen los
oportunistas electoreros y el discurso oficial, a un simple lockout (huelga patronal). Es
cierto que buena parte del movimiento está dirigido por intereses
empresariales (que tienen incluso mayor acceso a canales de negociación y
preferencia en la atención a sus demandas), pero el gran número de
conductores empleados de estas mismas empresas de transporte están
sometidos a condiciones absurdas de trabajo . Igualmente
absurdo es el hecho de que más del 40% de la flota de camiones
pertenece a trabajadores que han invertido sus últimas economías en la
compra del vehículo y se encuentran en condiciones inhumanas de trabajo
impuestas por las compañías y grandes contratistas de flete, que aplanan
los valores de los
fletes e impone plazos impracticables, imposibilitando la supervivencia
de los conductores y el propio mantenimiento de los camiones. Se suma a ello el extorcionador cobro de peaje en las carreteras.
Incluso
ante el desabastecimiento de combustibles y alimentos y del caos en el
transporte público, hubo gran apoyo popular a la movilización, e incluso
otras categorías se adhirieron a su manera a las protestas, como las
vans, los taxistas y los mototaxistas. Los petroleros también dieron indicación de huelga, hasta el cierre de esta edición.
La
gerencia ilegítima del cadáver político Temer, que parecía sorprendida
por la dimensión del movimiento y puesta contra la pared, se dividió
entre medidas temporales de reducción de impuestos y del precio del
diesel y negociaciones con representantes de los grandes empresarios del transporte. Un primer acuerdo, llegó a ser divulgado el 24 de mayo, pero los
camioneros autónomos rechazaron terminar el paro y forzaron a nuevas
negociaciones el fin de semana.
Tal
vez un acto más planeado, y bajo el manto rasgado del "acuerdo" hecho
con supuestos liderazgos de los camioneros, fue el decreto de Garantía
de la Ley y de la Orden (GLO), que autorizó a las Fuerzas Armadas
(FF.AA) a intervenir contra los " trabajadores
en nombre del "restablecimiento del orden", el día 25. Tal decreto
fue una petición directa del mando del ejército. En el pronunciamiento dado para anunciar la autorización, Temer llenó
la boca para soltar el viejo cacareo fascista de "minoría radical"
entre los trabajadores parados.
¿Sería
esta "minoría radical", por casualidad, los milicos de la extrema
derecha que se pronuncian abiertamente en nombre de las Fuerzas Armadas
llamando al movimiento huelguista a crear el máximo de caos hasta
deponer al gobierno con una intervención militar? Claro que no. Se trata del viejo borde de la reacción para acusar a los trabajadores y los revolucionarios. Esta extrema derecha quiere precipitar el golpe militar, pero los
conspiradores dirigidos por USA quieren primero generar gran opinión
pública a favor de la idea de que sólo las Fuerzas Armadas tienen
credibilidad para sacar al país de este plan inclinado.
Tropas de las FF. AA. se trasladaron en varias partes, dirigiéndose a los puntos de bloqueo,
principalmente en las entradas de refinerías, para garantizar la
circulación de los camiones cisterna, lo que comenzó a hacerse el día
28.
Estamos
denunciando desde hace varias ediciones la marcha de un golpe de estado
militar contrarrevolucionario- preventivo contra la inevitable rebelión
de las masas contra este sistema de explotación y opresión. En
un escenario de caos en los transportes, desabastecimiento general y de
la represión no forzar el fin del movimiento huelguista, se plantea,
por las circunstancias, la posibilidad del desenlace del mismo más
inmediato. Sin embargo, la tendencia de los conspiradores es aguardar las elecciones (que desde ya apuntan a rotundo fracaso). Sobre
esta perspectiva, basta observar que no hay ni fuerzas políticas
partidistas ni candidatos que puedan representar un mínimo de
credibilidad y capacidad para estabilizar el país. Esta quiebra potenciará la crisis con mayor fuga de capitales.
Es
necesario que los verdaderos demócratas y revolucionarios apoyen
decididamente la huelga, defendiendo el derecho de los conductores
empleados, los autónomos y las pequeñas y medianas empresas contra los
grandes grupos empresariales que quieren usar a los trabajadores para sacar castañas del fuego para ellos. Estos grandes empresarios del transporte históricamente estuvieron ligados a la reacción y al régimen militar-fascista. No
se trata, pues, de abogar cualquier retroceso de las movilizaciones por
temor a un golpe militar, algo tan al gusto del oportunismo electorero
que, ignorando su propia parte de culpa en la actual situación nacional,
juega todo en la apuesta de la próxima farsa electoral, de la que nada bueno puede venir para el pueblo.
Para los
verdaderos demócratas y revolucionarios, se impone el deber de defender
los intereses de los trabajadores en esta huelga, movilizar y ampliar el
apoyo popular en la dirección de construir la huelga general de todos
trabajadores y trabajadoras en el país, contra las "reformas" que
suprimieron y pisotean derechos históricos duramente conquistados. Para
ello, se trata de politizar a las masas para resistir y oponer la justa
rebelión popular al golpe de Estado militar contrarrevolucionario en
curso.
Ni golpe militar, ni farsa electoral. Sólo la revolución democrática puede liberar al pueblo y a la nación del caos, de la miseria y de la rapiña imperialista.
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