200 años de Karl Marx:
La férrea amistad entre Karl Marx y Friedrich Engels
Publicado en Educación ideológica, edición n° 76 de Periódico El Pueblo (diciembre, 2018)
“Las leyendas de la antigüedad relatan ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuya amistad supera a las más conmovedoras leyendas antiguas”. (V. I. Lenin, “Federico Engels”, 1895)
Combatientes de palabra y acción
En primer lugar, Karl Marx y Friedrich Engels no se hubieran conocido nunca si no fuera por la lucha de clases, en la que tomaron partido por la clase obrera, en un tiempo en que los obreros eran descartados como clase revolucionaria por las demás ideologías y variantes del socialismo.
Pronto, Marx y Engels comenzaron a intercambiar impresiones, documentos y a actuar en bloque como fracción roja dentro del movimiento obrero. Tanto así, que todos los participantes del movimiento obrero de la época coinciden, para bien o para mal, que luego de la presencia de Marx y Engels la situación no fue nunca más la misma. Por necesidad y casualidad histórica recayó sobre estos dos grandes titanes la misión de dotar a la clase obrera de su ideología científica y revolucionaria.
Los oportunistas quisieron meter una cuña entre ambos y presentar a Marx contra Engels. Nada más absurdo, pues el marxismo es obra de ambos y si lleva el nombre de Marx y no Engels, es porque el propio Engels sostuvo que su compañero era el más capacitado, era quien atalayaba más lejos que los demás. Pero eso, en vez de desanimarlo –como desanimaría a un individualista pequeño burgués– lo llenó de alegría, pues no solo contaba con la fortuna de tener un amigo entrañable, sino que además ese mismo amigo se había puesto a la cabeza de la lucha de la clase obrera para poner fin a la esclavitud asalariada y a la dictadura de la burguesía.
Durante toda su amistad, Marx y Engels actuaron de conjunto. Las investigaciones de uno eran revisadas, criticadas, complementadas y corregidas por el otro. No existía celo respecto a la autoría de los documentos y libros. De hecho, gran parte de ellos están firmados por ambos, como una muestra concreta de la colaboración generosa. Pero eso no es todo, ya que al infatigable trabajo ideológico, político y organizativo, le sumaron también la participación directa en la lucha de clases, donde Engels asume, incluso, el papel de jefe revolucionario durante las jornadas de 1848, siendo apodado como “el general” por los obreros revolucionarios organizados en barricadas.
Dotaron a la clase obrera de su ideología
Desde los primeros escritos en conjunto (1845), Karl Marx y Friedrich Engels fueron avanzando hasta comprender que la clase obrera es la clase más revolucionaria de la historia; que las supuestas verdades eternas del capitalismo en realidad son mistificaciones de la realidad y, por lo tanto, actuar revolucionariamente era actuar científicamente. ¿Quién podría hacer los cambios revolucionarios? ¿Un individuo?, ¿un grupo selecto? No, pues la futura revolución debía ser obra de las masas armadas. Pero las masas se dividen en clases y las clases se organizan en partido. Luego, en la sociedad capitalista, entre las clases sociales que existen, solamente el proletariado, la clase de obreros modernos puede dirigir las futuras revoluciones, porque es la única clase social que: no tiene nada que perder más que sus cadenas; posee una disciplina a toda prueba y está a cargo de la producción industrial, que es lo más avanzado que ha producido la humanidad. El problema es que los obreros no estaban organizados en partido propio, o dicho de otra forma, si bien los obreros concurrían a distintos partidos y participaban de ellos, estos partidos compuestos por obreros no estaban dotados de la ideología y política de la clase obrera. El haberlos dotado de ideología, política y programa fue obra de Marx y Engels.
El problema que asumieron estos entrañables amigos fue: ¿Cómo organizar a la clase obrera en un partido distinto y opuesto a los demás partidos? Resolver esta cuestión fue clave para pasar de luchas espontáneas a asaltos conscientes a la toma del poder, que ponga fin a la burguesía, como paso previo y necesario a una sociedad sin clases sociales. Asumiendo que resolver esta cuestión implicaba dar un nuevo paso en la lucha, Marx y Engels se pusieron a la cabeza de la Liga de los Comunistas y desde su participación en esta organización internacional de vanguardia entregaron a la clase obrera internacional su programa revolucionario: el Manifiesto del Partido Comunista.
Engels termina la inconclusa obra de Marx
Cuando Karl Marx redactaba El Capital, enviaba a Engels las anotaciones y esbozos para su discusión. Friedrich Engels pronto dimensionó la importancia que tenía esta gran tarea asumida por Marx, consistente en exponer científicamente los fundamentos del sistema capitalista, a partir de los cuales se sigue la necesidad histórica de la revolución dirigida por la clase obrera. Así, cuando Marx cayó en una seria situación de pobreza, Engels asumió la misión de sostener a su amigo económicamente. ¡Era imprescindible que la obra El Capital viera la luz! Lamentablemente, Marx no pudo llevar a cabo la redacción de esta obra hasta el final. Ahí Engels nuevamente demostró estar a la altura de las circunstancias, al tomar los manuscritos de su compañero de lucha y terminar El Capital, manteniendo de la forma más fiel posible el desarrollo del trabajo elaborado por Marx. Fue así como esta obra pudo leerse y discutirse entre los destacamentos de obreros revolucionarios.