El
eco que resuena y ensordece al viejo estado
¡Que el pueblo escuche,
mataron a un mapuche!
Por Comité de Redacción
Periódico El Pueblo
Publicado en la edición impresa n° 76 de Periódico El Pueblo
(diciembre, 2018)
La víspera del jueves 15 de
noviembre, mientras más de 20 localidades se preparaban para protestar en apoyo
a la lucha de Quintero-Puchuncaví, nos enteramos del asesinato del lamngen
Camilo Catrillanca Marín. Desde ese jueves -que en Santiago congregó a 5.000
personas en una marcha no autorizada-, las movilizaciones y protestas no han
cesado.
Ese día la rabia popular
provenía de la injusta situación que viven los pobladores de
Quintero-Puchuncaví, intoxicados por el Parque Industrial que los rodea; por el
asesinato en la cárcel de Kevin Garrido y la cruenta represión a los asistentes
a su funeral y por cierto, por el asesinato a sangre fría de Camilo Catrillanca
en manos del Comando Jungla. De allí en adelante, en diversas ciudades, en la
capital, en el extranjero, en las poblaciones y en territorio mapuche, la lucha
se ha unido bajo los cánticos: “que el pueblo escuche, mataron a un mapuche”,
“que se acabe, que se hunda, disolver Comando Jungla” y muchos otros que
sintetizan el coro que repudia en lo fundamental el actuar criminal y
terrorista del viejo estado, y une a quienes se oponen al actual sistema
de explotación y opresión.
Comando
Jungla, represión al estilo yanqui
Solo a pocos meses de asumir
el gobierno, Sebastián Piñera, impulsó una ola represiva en escalada contra el
pueblo mapuche, principalmente de la mano del Comando Jungla, recientemente
negado, pero evidenciado por los contundentes hechos criminales y documentos
que prueban su existencia. Recordemos que a fines de junio pasado el mismo Piñera,
anunció en la zona en medio de tanquetas y policías armados hasta los dientes
al Comando Jungla, un grupo de 80 policías del Grupo de Operaciones Policiales
Especiales, GOPE, que recibió entrenamiento por parte de las fuerzas
colombianas financiadas por el imperialismo yanqui. Fuerzas policiales que tras
la máscara del combate a las drogas, entrena a policías de diversos países para
el combate de la lucha popular. A esos efectivos se agregaban 160 vehículos
nuevos, cámaras y armamento entre otros pertrechos, para lo que llaman la
Macrozona Sur. Primero arribaron a Cautín y Malleco, luego a las provincias de
Arauco y Alto Bio bio.
La creación de este comando
forma parte del “Plan Araucanía”, que tiene un costo inicial de $1.600 millones
de dólares. Este Plan pretende proteger a la propiedad latifundista forestal y
agrícola del proceso de recuperación de tierras que impulsa el pueblo mapuche,
luego de la usurpación a sangre y fuego, en que el viejo Estado les arrancó de
su territorio a finales del siglo XIX, confinándolos a reducciones que los
empobreció.
Expertos
en fracasos
Tanto en la versión
colombiana (18 meses de entrenamiento) como en la versión chilena (1 mes
de entrenamiento) los Jungla han significado un fracaso. En nuestro país se
planteó que su objetivo era “evitar hechos de violencia rural”. Lo cierto es
que es reconocido por todos que éstos han aumentado. Es la respuesta natural,
la defensa, que permite resistir a un pueblo que debe enfrentar la
militarización de la tierra natal de sus antiguos.
La
política es expresión concentrada de la economía
Sin duda lo que hoy más salta
a la vista es el creciente actuar criminal de la policía, en particular de
estas fuerzas especializadas. ¿Pero qué se defiende con tanta fiereza? ¿Qué les
hace pasar por encima de un pueblo que lucha por existir?
Aquí algunas cifras de la
propiedad forestal: durante el primer semestre de 2018 las forestales
acumularon 10.600 millones de dólares. Estas ganancias se concentraron
principalmente en las manos de Celulosa Arauco, Empresas Copec,
AntarChile, Empresas CMPC y CCU.
Además, está el negocio del
gasto militar. Chile es el segundo país de Sudamérica con el mayor gasto
militar, 5.135,5 millones de dólares. Como referencia podemos señalar que todo
el gasto del sistema estatal y privado de salud, en un año es de 3 mil millones
de dólares. En contrapartida la región de la Araucanía es la más pobre del
país, duplicando las cifras oficiales de pobreza. Por lo tanto, la producción
forestal está lejos de representar progreso, más bien han arrasado este
territorio de gran potencial productivo, y han dejado sequía, tierra
desertificada, niños violentados y traumados y weichafes derribados a punta de
armas. Por eso, ese cántico representa el germen de la rebelión que brota de la
semilla de Camilo, que dejó su vida para salvar al pequeño que lo acompañaba,
que preparaba la tierra con su tractor para la alimentación de su comunidad
Temucuicui y que crece en el corazón del pueblo, mientras retumba en los oídos
del minúsculo sector enriquecido a costa de la sangre de las clases que
producen la riqueza, por eso: “QUE EL PUEBLO ESCUCHE, MATARON A UN
MAPUCHE”