Policías no consiguen desalojar una calle en Nanterre. Fuente: dpa, Aurelien Morissard

El asesinato de Nahel Merzouk por parte de los policías franceses sigue alimentando el odio de clase de las masas en Francia. Anteriormente hemos informado en torno a esta lucha y seguiremos haciéndolo.

Como suele pasar en estos casos, la policía y los medios de comunicación han intentado convertir a la víctima en un peligroso criminal. Pero el vídeo del incidente fue publicado en las redes sociales, y prueba que los asesinos son unos mentirosos. La historia acerca de la defensa propia fue desmontada. Nahel intentó escapar y los policías le dispararon a sangre fría y a quemarropa en el pecho. La Cause du Peuple reveló que el asesino, Florian Menesplier, es un hombre condecorado, que recibió la medalla de bronce de la Securité Intérieure el 10 de diciembre de 2020 por su “coraje” en la lucha contra los Chalecos Amarillos.

Otro objetivo común por parte de los monopolios de comunicación es minar la justa rebelión de las masas, afirmando que la lucha espontánea es injusta y que no tiene sentido, pero los hechos hablan por sí mismos.

En el propio Nanterre, la policía fue atacada por vecinos con fuegos artificiales durante la noche siguiente del asesinato. La misma noche, los policías se enfrentaron a fieros ataques de las masas en París. En Mantes-la-Jolie, un pueblo a 40 km al noroeste de París, el ayuntamiento fue incendiado la noche del 27 de junio, y ardió durante varias horas de la madrugada. Sólo durante la primera noche, los números suman al menos 20 agentes de policía heridos y 10 coches de policía dañados.

Al día siguiente la revuelta se extendió por todo el país. El ayuntamiento de Montreuil, al este de París fue atacado. También se atacó una prisión. Se informó de duros choques contra los policías en el distrito de Reynerie, Toulouse. Los números del miércoles suman: ataques contra 27 comisarías de policía nacional (incluyendo 7 con fuego), 4 barracones de policía, 14 comisarías de policía municipal (incluyendo 10 con fuego), 8 ayuntamientos, 6 escuelas y 6 edificios públicos.

El jueves, el ayuntamiento de Clichy-sous-Bois fue incendiado por parte de las masas combativas. Ese día, la rebelión cruzó las fronteras nacionales y llegó a la capital belga, Bruselas. Hubo barricadas y hasta 29 detenidos en el distrito afectado de Anneessens.

Hasta el viernes por la tarde, se desplegaron en las calles 40.000 policías y unidades paramilitares. Según Yeni Democrasi, también se desplegó la unidad antiterrorista, RAID. Más de 900 personas fueron detenidas y alrededor de 200 policías fueron heridos. La CNN contó 200 edificios gubernamentales siendo atacados, incluyendo comisarías de policía y de paramilitares, ayuntamientos y escuelas. El Ministerio del Interior informó que fueron atacados 79 puestos de policía durante la noche del viernes, así como 119 edificios públicos, incluyendo 34 ayuntamientos y 28 escuelas añadiendo que ha habido más de 3.880 incendios en las vías públicas, comparado con los 2.391 del miércoles.

Uno sólo puede concluir que la explosión de la lucha de clases en Francia no sólo está justificada, sino que también tiene una clara dirección incluso si es espontánea. La rebelión directamente confronta y ataca las instituciones del Estado y los órganos represivos, aquellos que son responsables de la miseria que las masas sufren hoy en día en Francia. Los revolucionarios juegan su rol en la revuelta reciente:

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La situación es seria de nuevo para el Estado francés. El periodo de calma ha sido bastante corto, hace sólo dos meses hubo grandes luchas contra la reforma de las pensiones. Ahora, el Departamento de Estado de los EEUU lanzó una alerta de seguridad sobre Francia, el Reino Unido lanzó un aviso para viajeros y las autoridades alemanas también aconsejaron a sus ciudadanos “tener en cuenta la situación actual donde se encuentran y evitar los lugares con grandes disturbios violentos”. Incluso la llamada oficina de los derechos humanos de la ONU, de alguna forma se tornó en contra del Estado francés y de la violencia racista de su policía. Mientras que el Presidente Macron tras una reunión de emergencia trató de calmar la situación, lo que apenas funcionó, la Alianza Sindical de la Policía Nacional prefirió echar leña al fuego llamando a los manifestantes “hordas salvajes”. Otras autoridades francesas afirmaron que toda Francia estaba en riesgo.