Publicamos una traducción no oficial del artículo de A Nova Democracia encontrado aquí.

Preocupa a todos los demócratas y verdaderos progresistas el avance del “Marco Temporal” [Nota del traductor: ley que niega a los indígenas sus reclamaciones sobre sus tierras ancestrales] en la Comisión de Reforma Agraria y Agricultura de la Cámara de los diputados. Aunque no se espere otra cosa de ese Congreso de corruptos, salta a la vista que el “Estado Democrático de Derecho” en Brasil está dispuesto a enterrar 523 años de genocidio y cancelar cinco siglos de robos de tierras indígenas por los invasores portugueses y después también por los brasileños privilegiados señores de tierras y de esclavos, bien como sus descendientes o beneficiarios, hoy, latifundistas conocidos por el sobrenombre de “agronegocio”.

Los “poderosos”, que siempre han mandado en el País, siguen haciéndolo. No bastaron los 364 mil millones de reales que obtuvieron de Luiz Inácio mediante el Plan Safra, los latifundistas quieren, además de las tierras públicas, las tierras indígenas. El actual gobierno manipula creando el Ministerio de los Pueblos Indígenas, colocando a una indígena a la cabeza de éste, pero sin el beneficio de la delimitación y homologación de las tierras. ¿Pero no era el gobierno electo el que iba a barrer los retrocesos bolsonaristas? Ahora bien, qué otra cosa harían sino los que se escondieron e hicieron todo para desmovilizar las luchas del pueblo durante los cuatro años del desgobierno militar y genocida de Bolsonaro, y que para ser elegido le tendió la mano al diablo y cumplirá con lo acordado con la bancada y el latifundio. Una vez más los pueblos indígenas cayeron en el engaño petista. Pero esta vez, con un PT desacreditado como estaba, fue con la ayuda del PSOL [Nota del traductor: Partido Socialismo e Liberdade, histórico partido trotskista brasileño, muy conocido por su apoyo a Lula], que infiltrado entre los indígenas los engañaron para confiar en Luiz Inácio. El precio se cobró rápidamente, una traición otra vez, dejando a la ministra Guajajara sólo de adorno en el gobierno.

Como siempre ha sido, todo ocurre después de ocupar la silla presidencial éste o aquél pez gordo, muy bien pagado para distraer a la audiencia – independientemente de sus intenciones –, dando la impresión de que todo cambio se consigue simplemente con el resultado de las urnas, para seguir siendo todo como siempre fue. Esto es una verdad, no sólo para la cuestión indígena.

Con el 8 de enero y las subsecuentes investigaciones, mucho se habla de un viraje contra Bolsonaro y el golpismo. Muchos insultos y adjetivos violentos son atribuidos justamente al expresidente bandido. Ya sea en la STF [Nota del traductor: Corte Suprema Federal] o en el gobierno, no hay nadie que se atreva a responsabilizar por toda su participación en la agitación golpista a los generales en activo ocupados en el Alto Comando. ¿O se olvidaron que fue este Alto Comando, los mismos generales que están allá hoy, los que se reunieron en noviembre de 2022 después de la derrota de Bolsonaro para discutir la posibilidad de una intervención militar en aquél momento? (Por sí mismo ya es un crimen, pero simplemente no consumaron sus deseos golpistas por el veto del Tio Sam). En vez de una investigación, los generales recibirán de Luiz Inácio, a través del Nuevo PAC [Nota del traductor: Programa de Aceleração do Crescimento, un gran programa de construcción de infraestructuras], casi 53 mil millones de reales para invertir en “proyectos de Defensa Nacional” – aparatos de guerra que son usados contra el propio pueblo, en las favelas y en el campo. Del STF los generales recibieron en la práctica, una amnistía de nuevo. Saldrán impunes y alentados – con toda la razón- por la certeza de que nadie de la “cúpula” política los desafía en su puesto de “Poder Moderador” mediante chantajes y amenazas.

La dura verdad es que todo sigue como antes, apenas con nuevos personajes y figurantes, lo que da un nuevo aliento a la reacción – aunque temporal y superficial. Los dueños del Poder – las clases dominantes locales de grandes burgueses y latifundistas, serviles al imperialismo, principalmente yanqui – son inmunes a las elecciones que sólo cambian al gestor de turno. Las masas, y sólo las masas alzándose en la lucha por sus demandas y bajo la dirección de la vanguardia revolucionaria proletaria en lucha por el Poder, pueden poner el fin definitivo a este círculo vicioso de opresión y explotación.