EDITORIAL - BOLIVIA: NI RENOVACIÓN NI TRANSICIÓN, EL VIEJO ESTADO SE RECICLA CON NUEVOS VERDUGOS
BR | 02 de noviembre de 2025.
Los resultados del último circo electoral no representan ninguna “renovación” ni “transición democrática”, todo lo contrario, asistimos a la restauración conservadora en la que la rancia burguesía compradora retoma el control del viejo Estado. El balotaje último, disputado entre dos candidatos de la derecha -Partido Demócrata Cristiano (PDC) y Alianza Libre- puso en evidencia el agotamiento del MAS como fuerza hegemónica electoral tras casi 20 años, así como el creciente sentimiento de repudio y desencanto del pueblo hacia el sistema político vigente. Este rechazo se expresó en el alto índice de abstencionismo.
Rodrigo Paz y Edman Lara, del PDC, pretenden presentarse como figuras renovadoras y, sin embargo, ya antes siquiera de asumir el gobierno, se han lanzado en brazos del imperialismo norteamericano, implorando por dólares al FMI y por el retorno de la DEA. Paralelamente, han sellado pactos con sus otrora fuerzas rivales encabezadas por Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, quienes han manifestado su respaldo al nuevo régimen y tendrán activa participación en el próximo gobierno, es decir, tendrán su cuota de poder, su parcela, ese es el pacto reaccionario para saquear Bolivia, bendecido por Trump.
A fin de cuentas, entre los partidarios de Paz y de Tuto no hay ninguna diferencia sustancial, mientras el sector tutista pretende aplicar una política de shock neoliberal duro, el PDC plantea el ajuste gradual. Ambos responden a los mismos objetivos e intereses de clase, o sea, reprimir y desmoralizar al pueblo, salvar del desastre al capitalismo burocrático boliviano y ahondar el sometimiento del imperialismo hacia nuestro país, arrinconando a rusos y chinos de este rol para inclinar la balanza en favor de los norteamericanos.
¿Y quiénes son los supuestos renovadores? Rodrigo Paz, eterno politiquero con denuncias por corrupción durante su gestión como alcalde de la ciudad de Tarija, proviene del MIR, un clan familiar de raíces socialdemócratas que fue cómplice de las políticas neoliberales de los años ochenta y noventa, así como de la represión al pueblo durante esas décadas. Por su parte, Edman Lara, a quien algunos presentan como el componente “popular” del nuevo régimen, es un ex policía tiktoker que construyó su figura pública exponiendo la podredumbre de la misma institución reaccionaria de la que formó parte. Su rol es más simbólico y decorativo que efectivo, pero expresa claramente la política del régimen de legitimar el discurso de mano dura. Su perfil populista y moralista sirve como fachada para un proyecto tendiente a mayor autoritarismo.
La victoria de Paz y Lara fue posible gracias a la descomposición del MAS, dividido en facciones enfrentadas entre sí (evistas, arcistas, androniquistas, castillistas) que, en su afán por conservar poder, terminaron apoyando subrepticiamente al PDC. Evo Morales reconoció que el “voto evista” inclinó la balanza a favor del PDC, una confesión que lo retrata por completo, no solo a él como individuo, sino a toda la falsa izquierda oportunista y demagógica acostumbrada a traicionar las luchas populares.
En este contexto, la dirigencia sindical afín al MAS, mimada y envilecida, enriquecida tras años de parasitar las luchas populares, hoy se indigna por haber sido excluida de la próxima repartija ministerial, su malestar no nace de principios, sino de la pérdida de privilegios, y revela el oportunismo que definió al progresismo boliviano. Es la costra sindical prebendal y corrupta que, como advirtió Engels, debe ser barrida como un colosal montón de basura para que las luchas del pueblo puedan avanzar.
Mientras tanto, las masas populares enfrentan una situación económica crítica, escasez de combustibles, inflación, desempleo, encarecimiento del costo de vida y un creciente descontento social. La nueva administración promete ordenar la economía, pero en realidad prepara el terreno para un nuevo ciclo de ajuste estructural en medio de la más salvaje represión. En este clima resurgen discursos racistas y fascistas, alentados por sectores de la gran burguesía que buscan arrastrar tras de sí a clases medias empobrecidas y a una juventud despolitizada, moldeada por los medios y las redes sociales. Pero esa juventud no tardará mucho en reconocer quiénes son sus verdaderos enemigos y quiénes sus amigos.
La perspectiva que se abre es hacia la agudización de la lucha de clases. Desde nuestra trinchera, esa perspectiva es brillante, el ascenso de las masas en curso se inscribe dentro de una situación revolucionaria en desarrollo desigual a escala mundial. El nuevo panorama permitirá desenmascarar tanto a los oportunistas de derecha como a los de la falsa izquierda, y forjar nuevas camadas de luchadores revolucionarios consecuentes. Brillante es la perspectiva, a los revolucionarios nos corresponde organizar, combatir y resistir.
Queda claro que no hay espacio para ilusiones electorales ni para pactos con los verdugos del pueblo. La tarea pendiente es la construcción de una organización independiente, nacida desde las entrañas hondas y profundas de nuestro pueblo. Solo ella podrá recuperar el horizonte de emancipación que las élites, de derecha y de supuesta “izquierda”, se han empeñado en enterrar. La tarea histórica es clara, reconstituir la vanguardia proletaria, rearmar su conciencia de clase con la ideología justa y correcta para así abrir paso a una verdadera gesta revolucionaria que arranque de raíz el sistema de opresión y explotación.
Periódico Bandera Roja – Bolivia.
Noviembre, 2025.