Brasil: Intervención militar y golpe de Estado
Foto: A Nova Democracia
Hemos traducido la editorial del periódico A Nova Democracia (AND) porque nos parecen de suma importancia los acontecimientos que relieva y porque nos permite machacar nuevamente en el carácter de la democracia, ese san Benito que en Bolivia se viene propalando como la solución a todos los males que vivimos.Las medidas reaccionarias tomadas por Temer con toda certeza no afectan a las clases dominantes, a los ricos; la militarización de la sociedad, en este caso en el estado de Rio de Janeiro, no va a los barrios pudientes y elegantes de la ciudad sino a las zonas donde viven obreros, comerciantes, trabajadores de todo tipo, estudiantes, etc. es decir el pueblo pobre. En toda esta maniobra reaccionaria ningún país o gobernante ha dicho que Temer viola la democracia ni ha pedido la expulsión de algún foro internacional.
El caso es que Brasil vive hace tiempo una situación de crisis extrema donde la reacción del gobierno es declarar una guerra contra el pueblo, que hoy se manifiesta en la utilización de sus fuerzas armadas desplegadas contra la población. La “democracia” brasileña se ve obligada a hacer uso de su instrumento fundamental para contener lo que verdaderamente le asusta, el crecimiento de la lucha de clases, el elevamiento de los conflictos sociales y la organización consciente del pueblo en su lucha por defender sus derechos y construir un futuro mejor.
El pretexto de lucha contra el crimen es solo eso, un pretexto fútil. En Brasil y en el mundo es harto conocida la complicidad de las fuerzas de seguridad estatales (fuerzas policiales y militares) con las organizaciones criminales del narcotráfico, donde el pueblo es asesinado y masacrado y paga siempre las consecuencias de las acciones criminales de estas organizaciones (fuerzas de seguridad y narcos).
De manera general el clima de delincuencia no es problema para los negocios que hacen las mafiosas clases dominantes brasileñas involucradas en millonarios escándalos de corrupción, y que además, son quienes manejan el Estado reaccionario, esta inseguridad de la que hablan no es un problema para el funcionamiento normal de la “democracia”, porque al fin y al cabo es la expresión también de los problemas de gestión que tienen sus “instituciones baluartes” (las instituciones de seguridad) por controlar el negocio del crimen.
Lo que en realidad asusta a la “democracia reaccionaria” brasileña es el nivel de desarrollo de la protesta social, el elevamiento de la lucha de clases en todo el país, el crecimiento de los conflictos populares que ha puesto en tela de juicio la existencia misma de un Estado podrido y una democracia reaccionaria que solo ha servido para el banquete corrupto de las rancias clases dominantes gran burgueses y terratenientes, lo que más le preocupa a estos reaccionarios es particularmente el nivel de organización del movimiento popular, su cada vez mayor nivel de conciencia que amenaza con convertir a todo el país en un volcán de transformación y acabar con su viejo poder en búsqueda de una sociedad mejor, ese es el verdadero temor de estos sectores que ahora, a nombre de la democracia, han movido a su columna vertebral que son las Fuerzas Armadas reaccionarias.
La editorial de A Nova Democracia nos advierte de los peligros para el pueblo con esta medida reaccionaria, también nos advierte a los revolucionarios del mundo de los acontecimientos por venir.
Análisis y Opinión
Intervención militar y golpe de Estado
Editorial de A Nova Democracia Nº 205
El decreto federal de intervención militar en Río de Janeiro, incluyendo toda la esfera de la seguridad, incluido la policía civil, bomberos y el sistema carcelario, es un paso más en la dirección del golpe de Estado militar contrarrevolucionario preventivo para una futura e inevitable insurgencia popular que ya atormenta el eje Washington-Brasilia. En última instancia es un balón de ensayo en la preparación de la opinión pública nacional e internacional para lo mismo.
Un gánster en el papel de presidente y su ministro de defensa, como dos muñecos del ventrílocuo, rodeados por dos generales, hicieron el anuncio de la intervención militar en un escenario de crisis generalizada. Ahí, la supremacía del militar sobre el desmoralizado funcionario público expresa claramente la quiebra cabal del sistema político de un Estado en franca descomposición.
Las Fuerzas Armadas (FFAA) de un país son la fuerza medular de su Estado, el poder de hecho y, por tanto, la última instancia para garantizar la ley y el orden impuesto por las clases dominantes, en el caso de Brasil, la gran burguesía y los terratenientes serviciales del imperialismo, principalmente yanqui, como sostenedores históricos de nuestra subyugación nacional.
Rio de Janeiro es la vitrina de Brasil, para adentro y para afuera del país, y la sede de la Red Globo, hegemónica en el monopolio de los medios de comunicación que llama para sí la última palabra en términos de políticas públicas aplicadas al Estado y a la defensa de los intereses del “mercado” y del imperialismo.
Desde el inicio de la Operación “Lava Jato” hemos afirmado la acción de una “mano oculta” manejando la campaña anticorrupción, en el objetivo inmediato de limpiar la fachada de las principales instituciones del Estado, desgastadas y deslegitimadas para la opinión popular, y salvar su sistema del rechazo completo por el pueblo, como la creciente abstención electoral (además de los votos nulos y blancos) atestigua, transformándose en una subversión abierta. Este manejo operado por el Ministerio Público y Judicial, secretamente centralizado por determinada sección del Alto Comando de las FFAA está inspirado por la Embajada Yanqui y cuenta con las trompetas de la Red Globo.
El alto mando de las FFAA buscó la intervención militar después del desinflamiento de la Operación “Lava Jato”, cuya ola de delaciones dejó expuesto a los tres poderes de la República y a las cúpulas de las siglas del Partido Único, pero que con la operación “salvar el gobierno de Temer” necesario para la aplicación de las “reformas” anti pueblo y vende patria del imperialismo, condujo, en lo esencial, a la impunidad de las cúpulas mafiosas de la política oficial.
Todo estaba pensado, con el fracaso, en Rio, de la operación conjunta con la PM por el mantenimiento de la “Ley y el Orden”, el paso siguiente sería la intervención directa en el estado con la centralización del mando en las manos de las FFAA. Maquinación similar a la que se aplica a los procesos de privatización cuando la empresa “víctima” es arruinada en seguida para privatizarla.
Por “mera” coincidencia la policía desapareció de las calles de la Zona Sur en los dos primeros días del carnaval, posibilitando un aumento de la delincuencia en la orilla marítima alcanzando a participantes nacionales y extranjeros. Estos incidentes, tres o cuatro, pasarán a ser exhibidos en toda la programación periodística del monopolio de la prensa y comunicación de forma repetitiva, desde el sábado hasta el día del decreto de intervención.
Lógicamente que no fue la denuncia de Globo sobre la violencia en el carnaval la que determinó el decreto de la intervención militar. La falta de autoridad del viejo Estado en Río es un hecho. Globo apenas creó el clima en la opinión pública para recibir como inevitable y de buen grado la intervención.
Intervención militar que sin lugar a dudas provocará inmensos disturbios para la población, principalmente de las favelas pero no solo eso. El decreto autoriza la invasión indiscriminada de todas las viviendas de las áreas en “conflicto”, teniendo los militares carta blanca para detener, torturar y matar, con la garantía de la impunidad. Es para agravar más aun el sufrimiento del pueblo, el vendepatria Meirelles propone sacar recursos de otras áreas para reforzar la represión.
Este será el costo que el pueblo tendrá que pagar para garantizar la “Ley y el orden” establecidas por un Estado burocrático y genocida que se descompone a la vista de todos, hundido como se encuentra en una crisis de existencia de su sistema político, una crisis general de una economía capitalista burocrática, una crisis social y moral. Crisis que alcanzó a todas las instituciones del viejo Estado, arrastrando para su lecho a su última reserva: sus FFAA reaccionarias formadas y cultivadas en el anticomunismo más venenoso. Este acontecimiento revela la crisis de dominación en la cual entró la situación política nacional.
Y este impulso a más de la guerra civil reaccionaria que el viejo Estado hace tiempo lanza contra el pueblo, llevará cada vez más ataques de las FFAA contra las masas, lo que resultará en más luchas y elevación de la protesta popular y escalada de violencia, en medio de una aguda crisis social. Y muy al contrario de los resultados que propalan los heraldos de su intervención, podrá llevar la ira popular, más que nunca, a levantar en alto la palabra de orden ¡Combatir, Resistir!
La inevitable profundización del genocidio contra el pueblo y consecuente involucramiento de los miembros de las Fuerzas Armadas con el tráfico de drogas y armas sólo traerá a la superficie la realidad oculta de la corrupción que medra en las altas esferas de éstas y llevará a su propia desmoralización, siendo este el pre anuncio de la ruina total del viejo Estado. Y esto quedará probado más temprano de lo que piensan los halcones de este decrépito sistema de explotación y opresión del pueblo, tanto como sus administradores de turno, los actuales como Temer y su banda al pugnar por ganar provecho electorero de la intervención.
A los oportunistas, como parte del proceso, en la patética posición de vanagloriar y adular a las FFAA reaccionarias, acusando a Temer de usarlas electoralmente, les resta el acatamiento, fanfarroneando su tímido discurso de protesta.
Esta situación es nada más que el inicio de los dolores de parto para una nueva realidad, un nuevo sistema económico-social y un nuevo régimen político que surgirá de la Revolución Democrática, Agraria y Anti-imperialista con la única solución para la redención de los brasileños y la liberación de la nación en la construcción de un nuevo Brasil.