EL FEMINISMO PROLETARIO Y EL CAMINO PARA LA LIBERACIÓN DE LA MUJER
La mujer popular es parte importante del ascenso de la lucha de las masas. Hoy en el seno de las organizaciones de mujeres se inicia una lucha entre el feminismo proletario y el feminismo burgués. Madres, esposas, trabajadoras, luchadoras, buscan camino, por lo tanto es un asunto de primer orden que sea la ideología de la clase obrera la que guíe sus pasos.
La idea de mujer, reflejo de la política y la economía
En toda sociedad, las ideas que predominan son reflejo de la base económica y política que sostienen a esa sociedad. Estas se transmiten, principalmente, a través de la educación y los medios de comunicación. Por tanto, la idea acerca de la mujer también se desprende de esa base. En nuestro país el capitalismo es atrasado y tiene cimientos semifeudales, por tanto la ideología y la concepción del papel de la mujer es atrasada y feudal. Es decir, históricamente retrograda y patriarcal.
De allí entendemos que la idea sobre la mujer como un ser inferior al hombre no cayó del cielo. Tampoco surgió con el capitalismo, sino que es mucho más antigua, pues nació producto del surgimiento de la sociedad de clases y la propiedad privada, hace siglos atrás. Por eso, la opresión a la mujer solo podrá desaparecer en la sociedad comunista, donde no exista la propiedad privada sobre los medios de producción.
En Chile, aunque nos quieren pintar un país “moderno”, las mujeres somos subvaloradas política, económica y culturalmente. Las condiciones de vida miserables que impone el capitalismo burocrático (atrasado y sometido al capital extranjero), hacen caer su peso de forma más dura sobre las mujeres populares.
Las mujeres no combaten juntas la misma batalla
El feminismo proletario explica que la mujer popular es explotada y oprimida, primero, por ser parte del pueblo y, en segundo lugar, por ser mujer. Es decir, sufre la opresión de clase y de sexo. Por ello, no todas las mujeres se encuentran en la misma trinchera, pues también existen mujeres que explotan al pueblo, pertenecientes a las clases monopólicas y usureras de nuestro país.
Y, por otro lado, existen las mujeres populares, que constituyen la inmensa mayoría: obreras, campesinas, temporeras, empleadas domésticas, migrantes, pequeñas comerciantes, estudiantes, intelectuales y profesionales, etc. Todas ellas, además de trabajar en las labores productivas remuneradas, trabajan en el hogar criando a los hijos y sacando la familia adelante sin remuneración. Son también estas mujeres populares, las que con más fuerza enfrentan la adversidad cuando se trata de luchar por la vivienda, por el salario en la huelga o el derecho a la educación. El más alto ejemplo de valentía y arrojo son las mujeres mapuche en su lucha por la tierra y la existencia como pueblo.
Las ideas no proletarias sobre la mujer dividen al pueblo
El feminismo burgués y pequeño-burgués enfoca el problema, principalmente, desde un punto de vista cultural, desligándolo de su base económica y política. Y peor aún, proponen un camino individualista de liberación, que nunca obtendrá la conquista de los derechos para la mujer, porque como señalamos, el origen de la opresión a la mujer está en las relaciones sociales de producción. Y por ello debemos luchar por transformarla, destruyendo el viejo Estado que las defiende, sumándonos a la lucha por la Revolución de Nueva Democracia.
Dentro de las visiones que nos dividen como pueblo, están las posiciones más recalcitrantes, que afirman que el problema es que los hombres “son malos”, mientras otras plantean que la liberación de la mujer estaría asociada casi exclusivamente a una libertad sexual e incluso de ascenso social, centrando en competir con los hombres. Por lo mismo, al no comprender la base material y de clase, el feminismo pequeño burgués busca la solución al problema de la doble opresión en una liberación individual: “yo elijo sobre mi cuerpo”, “yo me libero”, y no en la lucha colectiva contra la opresión de clase y sexo de las mujeres populares junto a sus compañeros.
La idea de que a través de la liberación individual podemos barrer con el machismo es una ilusión, ya que la raíz del problema se encuentra en la base económica y política de nuestra sociedad. Solo cambiando esta podremos barrer con el machismo propio del patriarcado. Por lo mismo, todas las medidas para sumar a la mujer a la lucha y combatir el machismo al mismo tiempo son un avance en este sentido. A su vez, son los hombres del pueblo que se suman activamente a la lucha los que van combatiendo las ideas machistas en las cuales han sido educados, avanzando junto a sus compañeras.
Saludamos a las mujeres populares que se organizan, las que se atreven a marchar, debatir y buscar el camino de liberación. Saludamos su vigoroso ímpetu, demostrado en las jornadas de movilización y en las luchas que dan día a día. Valiosas mujeres populares que hacen crecer su posición de clase, oponiéndose a toda forma de opresión y explotación, levantando cabeza para luchar frente a los abusos y la violencia ejercida sobre ellas, al igual que un creciente número de compañeros.
Sin la emancipación de la mujer, no habrá emancipación de la humanidad. Sin lucha de las mujeres con conciencia de clase no habrá revolución. La “cuestión de la mujer” no es un asunto menor. El papel de la mujer es crucial en la lucha revolucionaria.
¡A desatar la furia revolucionaria de la mujer!