Tuesday, June 7, 2022

A NOVA DEMOCRACIA: Editorial Semanal – La muerte anunciada de esta farsa electoral

 

REDACCIÓN AND

06 JUNIO 2022

Editorial Semanal – La muerte anunciada de esta farsa electoral

 

 















La crisis de descomposición del viejo Estado da fuertes señales de que se profundizará a pasos agigantados como tendencia irreversible en el corto plazo. De tal forma que la farsa electoral, como instrumento para “renovar” la legitimidad del sistema de Poder y su sistema político, así como para paliar la crisis y resolver las contradicciones al interior de las clases dominantes, no cumplirá, este año, cualquiera de sus dos funciones.

 

Para los de abajo, la farsa electoral tiene la función de obnuvilar la conciencia de las masas, haciéndoles creer que, al fin y al cabo, todas las medidas de ataque a sus derechos son justas, ya que tales medidas fueron apoyadas por la mayoría; sería por tanto legítimo. Sin embargo, el grado de repulsión de las masas populares hacia el proceso electoral –y, a través de él, hacia toda la vieja democracia– es altísimo. La violenta falsa polarización entre falsa izquierda versus “fascismo”, junto con los anuncios de participación electoral en los que participan incluso celebridades de Hollywood dirigidos a jóvenes y otros más dirigidos a mujeres, aunque han arrastrado a unos dos millones para llevarse el registro de votantes, no han surtido el efecto necesario para legitimar el círculo de hierro de la dictadura disfrazada de democracia reinante en nuestra patria.

 

Y esto se debe a que la vieja democracia en nuestro país ya no es lo que era: una máscara eficaz para encubrir la verdadera dictadura de los grandes burgueses y terratenientes al servicio del imperialismo, principalmente yanqui, que opera sin trabas en el país. . Dejó de serlo porque se agotó, a lo largo de tres décadas y media, en revelar a todos que los supuestos derechos que venían con la constitución de 1988 no sólo eran ficticios y retóricos, sino también irrealizables en el marco del sistema de explotación y opresión. La contradicción entre el enunciado democrático y la realidad de mil sufrimientos y padecimientos hizo estallar la máscara. Hoy, la farsa electoral como esencia de la vieja democracia no puede cumplir su designio de renovar la legitimidad del viejo orden. No contempla, ya no conquista a las masas populares, incluso bajo terribles amenazas de que sin ella las cosas irían peor.

Pero para la reacción, la situación es aún peor. La farsa electoral, al no tener el poder de sellar contundentemente un resultado, al no contar con el entusiasmo del electorado ni siquiera con la participación de gran parte de él, no puede, en esta edición, superar las contradicciones internas. las clases dominantes. Más aún cuando el Presidente de la República y candidato a la reelección declara en voz alta y clara que “solo Dios lo saca de la Presidencia” y que está dispuesto a “ir a la guerra”.

 

Incluso en el STF, almenados que piensan que sus ministros son fariseos de la constitución y bla, bla, bla, ya se están transmitiendo opiniones temerosas. Uno de ellos, cuya figura no vale la pena mencionar, afirmó que “este año nadie se morirá de aburrimiento” y que “la constitución por sí sola no garantiza que no habrá disturbios”; otros han dicho que “las Fuerzas Armadas reaccionarias están siendo dirigidas a atacar la democracia”.

 

Está claro que este año definirá los destinos del país para los próximos años, pero mucho menos por la farsa electoral. Sólo los tontos y los títeres creen que el rumbo del país para los próximos años estará definido por los resultados de las elecciones; sólo ellos pueden decir sin lugar a dudas que las Fuerzas Armadas reaccionarias respetarán el resultado de las urnas. Las elecciones reaccionarias son solo las circunstancias, pero la disputa definitoria en sí misma tiene lugar al margen de ellas, aunque influenciadas por ellas.

 

Todo depende de si Bolsonaro logra precipitar una ruptura, es decir, si logra arrastrar a ella al Alto Mando de las Fuerzas Armadas; depende si el Alto Comando de las Fuerzas Armadas conseguirá mantener el control de las tropas -ya bastante propensas a la ruptura, con Bolsonaro o sin él- para seguir su plan de golpe de Estado contrarrevolucionario desencadenado y realizado dentro del marco institucional, y no en choque total y declarado con él. ; cómo procederá la economía y la situación internacional, más como posibilidades de agravar la crisis que de mitigarla. Pero, sobre todo, el rumbo del país para los próximos años lo definirán las masas más políticamente activas: qué posición tomarán frente a la farsa electoral, si se dejarán engañar o si rechazarán este engaño y cuál es la cualidad de este rechazo; si intervendrán de manera independiente en la situación política, con qué grado de movilización, nivel de organización y con qué formas de lucha lucharán en la coyuntura actual; con qué programa y si tendrán o no una vanguardia capaz de dar dirección revolucionaria a los acontecimientos venideros.

Para el proletariado revolucionario y otras masas populares políticamente más activas, el problema está pues planteado. Una gran y vigorosa campaña nacional de boicot electoral, desde ya, sin perder tiempo; movilizar, politizar y organizar a las masas populares, primero, en las áreas y zonas donde son más propensas, y luego amplificar la agitación para desenmascarar por completo el carácter y la naturaleza de clase de este viejo Estado terrateniente-burocrático corroído desde las entrañas por la corrupción y el genocidio. la violencia contra el pueblo y todos sus representantes, así como la necesidad de un tipo específico de Revolución; la necesidad de intervenir, ya, contundentemente en defensa de sus intereses inmediatos y vincularlos a la necesidad de una lucha cruenta, la única que garantizará permanentemente no sólo sus actuales intereses inmediatos, sino que los ampliará, e incluso garantizará sus  intereses históricos universales, una nueva democracia, una nueva vida. Esta es la única manera de enfrentar sin tregua al golpe, que permanentemente conspira y moviliza fuerzas para, de una forma u otra, imponerse, tarde o temprano, a la vieja democracia agonizante. El punto es: cuanto más fuerte sea la resistencia de los movimientos revolucionarios de las masas populares, más frágil será la reacción y podrá ser derrotada, arrebatando victorias para la Revolución Democrática, Agraria y Antiimperialista.