REDACCIÓN AND
04 JULIO 2022
Editorial
Semanal - Carta blanca legal para matar
La aprobación
del proyecto de ley, en la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de
Diputados, que instituye la “exclusión de la punibilidad” es una completa
aberración y normaliza jurídicamente lo que en vida ya es, absurda y
lamentablemente, un hecho como regla: la no sanción para agentes de la
represión por su conducta de tropa de ocupación contra los pobres; o los
“castigos” suaves para los casos escandalosos, que son tan suaves que suenan a
advertencia de la imprudencia del exceso y de dejarse atrapar.
Vale la pena
recordar el proyecto: agentes de los más diversos matices de la represión
(militares de las tres Fuerzas Armadas y policías militares, civiles, federales
y viales federales, bomberos, policías criminales de todos los niveles, además
de policías legislativos) no cometería un delito matando “en estado de
necesidad, en defensa propia y en cumplimiento de un deber legal o en el
ejercicio regular de un derecho”, o “en defensa de la inviolabilidad del
domicilio”. Se excluye el requisito que antes existía -sólo en el papel, es
cierto- de que el agente hiciera un "uso moderado de los medios
necesarios". Para colmo, el relator del proyecto – el diminuto Daniel Silveira,
el mismo detenido por defender la golpiza a los ministros del STF – incluyó
como agravantes la “agresión injustificada” el “acto contra el orden público” y
el “terrorismo”.
En primer lugar,
la “exclusión de punibilidad” es una vergüenza para las masas, ya que todos
aquellos que tienen al menos un conocimiento superficial de la realidad de los
barrios pobres saben que una cuota fija de muertos en operativos policiales se
llena de inocentes, no pocas veces, de flagrantes. forjado en la escena del
crimen, asesinado por la desgracia de ser negro, pobre y en el lugar y tiempo
equivocado (es decir, en tu barrio, en el momento en que se realiza la
operación). Los agentes de la represión que ejecutan, ya sea por temeridad
deliberada o por puro y simple sadismo -muchas veces se mezclan ambas cosas-,
ya que siempre están “en cumplimiento de un deber legal”, no incurrirán en delito
alguno, a los ojos de las normas jurídicas . No es necesario ser vidente para
concluir que la cantidad de jóvenes inocentes asesinados en ausencia del humor
policial se disparará. La extensión de esto a las Fuerzas Armadas reaccionarias
también indica que habrá un crecimiento en el empleo de estas tropas en
acciones de “seguridad pública”, lo que aumentará aún más el número de muertos.
En segundo
lugar, hacen falta más líneas para recordar el concepto de esta chusma de
extrema derecha sobre el “terrorismo” (basta recordar cómo se etiquetó a la
Liga de los Campesinos Pobres, un movimiento campesino revolucionario de masas
que lucha por la tierra y por la Revolución Agraria). Pero vale recordar que la
ley antiterrorista, sancionada por el gobierno oportunista de Dilma/PT, abre
brechas para considerar como terroristas los desarrollos comunes de toda gran
explosión social. Además, ampliar la exclusión para combatir “actos contra el
orden público” es lo mismo que permitir que la represión ejecute, a juicio del
comandante en terreno, a los manifestantes que participen en cualquier protesta
digna de ese nombre.
El avance de este
proyecto de ley da señales claras: primero, nos muestra claramente para qué se
preparan los reaccionarios y cuáles son sus pronósticos para los próximos años;
segundo, es una prueba más de cómo el parlamento en su mayor parte -tratando de
presentarse como un santuario para la "democracia"- es relativamente
flexible a las necesidades de la contrarrevolución armada, siempre que se
garanticen espacios de poder y privilegios (como el presupuesto secreto del
ponente) y que no sean en sí mismos un estorbo. En cuanto a ciertos
“demócratas” de nuestro parlamento, la contrarrevolución siempre podrá contar
con ellos. Es un tiro en el pie que no se puede evitar, porque para defender el
sistema de explotación y opresión que les es común, dependen de la reacción en
todas las líneas y, al mismo tiempo, cuanto más poder le dan a la
contrarrevolución armada, más fortalecerán la que, en última instancia, vendrá
a desmentirlas y reemplazarlas por el poder absoluto de los fusiles y las
bayonetas.
Las libertades y los
derechos democráticos están, por tanto, únicamente en manos del proletariado
revolucionario y otras masas populares, los únicos que pueden defenderlos,
garantizarlos y expandirlos con el advenimiento de la Revolución de Nueva
Democracia.