REDACCIÓN AND
19 DE JULIO DE 2022
Editorial Semanal – Cédula para el apaciguamiento y la cobardía del oportunismo electorero
El ministro de Defensa, Paulo Sérgio Nogueira, propuso, el 15/07, ante el Congreso, la votación paralela: dentro de cierta proporción, junto con las máquinas de votación electrónica, instalar urnas para la votación impresa. El objetivo que proclama el general retirado es darle más credibilidad a la farsa electoral. Risible, la propuesta provocó indignación hasta en los editoriales de los monopolios de la prensa. No había nadie que la apoyara en los círculos más poderosos de la reacción, salvo los bolsonaristas.
En primer lugar, las máquinas de votación electrónica son tan manipulables como las boletas de papel, siempre y cuando alguien con el poder para hacerlo quiera manipularlas. Cualquier tecnología que pretenda ser infalible está condenada al fracaso. Siempre son hombres y mujeres quienes manejan las tecnologías, ya sean electrónicas o más rudimentarias. No hay tecnología ni forma de limpiar la farsa electoral.
En segundo lugar, las elecciones son siempre una farsa, no por la forma en que se llevan a cabo, sino porque están diseñadas y ejecutadas simétricamente dentro del sistema de explotación y opresión, y se basan en la artillería más intensa y el bombardeo ideológico de los medios de propagación de mentiras y medias verdades para las amplias masas. Un proyecto que interesa a las aspiraciones más legítimas del pueblo sólo puede ganar espacio entre las masas y realizarse en la medida en que, pieza por pieza, gradualmente y a saltos, lo asuma y lo imponga por la fuerza organizada.
La falsa izquierda electoral oportunista, intimidada, defiende la urna electrónica y la farsa electoral como si fueran la defensa de los propios intereses de las masas populares. Con eso arrastran a los sectores menos vigilantes de intelectuales, demócratas y elementos progresistas, inculcando el cuento de que sacar a Bolsonaro de la presidencia del país mediante elecciones es la salvación de la Patria. Es necesario, en estos momentos, decir y reafirmar lo obvio: en este sistema político agonizante, las elecciones son una farsa.
Además, la iniciativa de los gorilas en pijama, siempre ambigua ante la agitación bolsonarista, es un ejemplo muy elocuente de la difícil situación por la que atraviesan. No quieren -porque sería desastroso- chocar ahora con el orden institucional; sin embargo, no pueden dejar a Bolsonaro el monopolio del descontento con el actual régimen político, a riesgo severo de perder el control de la situación frente a tropas de las tres fuerzas, además de auxiliares (policía militar). De esta contradicción nacen crudos enunciados como éste. Los generales, que quieren asentar su “proyecto de nación” lo más “lento, gradual y seguro” posible, sin otra salida, son cada vez más arrastrados al centro de la crisis institucional. La crisis militar está cada vez más en el centro de la crisis de descomposición del viejo Estado.
Pero ¿qué razón tienen los generales para indignarse por la inmoralidad general que reina en la Nación, si son parte de ella? ¿No son ellos mismos los mantenedores y perfeccionadores de esta inmoralidad? Porque son ellos quienes, desde el siglo XIX, han aplastado con hierro, fuego y sangre todas las iniciativas democrático-revolucionarias del pueblo para lograr una verdadera república democrática. ¿No fue su patrón y idolatrado Duque de Caxias el principal verdugo de muchas de ellas? Son, en efecto, los mismos que, durante siglos, se untaron con todos los privilegios de casta que parasitan a la Nación, enfermedad que sólo existe en los países que carecen de una Revolución Democrática triunfante.
El antídoto a las amenazas golpistas en curso y a favor de establecer regímenes de máxima concentración de poder en el Ejecutivo –ya sea el de la “ruptura bolsonarista”, o el del “Proyecto de Nación” que persigue el Alto Mando de las Fuerzas Armadas– es Jamás esta corrupta farsa electoral pudo llevarse a cabo con el máximo respeto a los sepulcros blanqueados reverenciadas como instituciones sacrosantas. Sólo es posible derrotar la ofensiva contrarrevolucionaria preventiva, en marcha desde hace siete años, levantando a las masas en un creciente y poderoso torrente de protesta popular, en defensa de los derechos inmediatos pisoteados por los más de 100 millones de brasileños hundidos en la miseria , el hambre y el abandono de decenas de millones de ellos; desenmascarando así toda la reacción, revelando la naturaleza de los agitadores golpistas y sus matices, de sus apaciguadores liberales y de los oportunistas, que se acobardan frente a ellos. En esto juega un gran papel realizar un vigoroso boicot activo a la farsa electoral, a través de acciones revolucionarias de las masas más avanzadas. Hoy, si no se pretende esto, sólo se pretende engañar al pueblo ya la Nación.