REDACCIÓN
AND
31 DE AGOSTO DE 2022
Editorial
Semanal – Espectáculo electoral y patético
Foto: AND Base de datos
Entre
acusaciones y escenificaciones de peleas, se desarrolló el primer debate
presidencial, precedido por audiencias de los principales candidatos de las
clases dominantes para gobernar el sistema de explotación y opresión. Y la
Nación entera miraba, boquiabierta, un verdadero pre-preparado.
Las
promesas no faltaron. Inspirados unos por otros, las ofrendas milagrosas solo
crecieron en el transcurso del debate. Bolsonaro, que hasta ayer llamaba
“socialismo” a los programas de bienestar, hoy se ha convertido, quizás, en su
mayor defensor, en tanto es año electoral. Las mentiras también abundaban, de
todos lados. Y todos vieron el hilarante espectáculo de Bolsonaro y Luiz Inácio
acusándose mutuamente de chantajear a la gente con estos programas para ganar votos.
El sabio dijo: los candidatos sólo dicen la verdad cuando se acusan unos a
otros.
También
estuvo el desfile de las reinas del latifundio, las ilustres senadoras, que
“sellaron” su antibolsonarismo durante el debate, aunque ambas, abierta o
secretamente, apoyaron hasta otro día a Bolsonaro y su discurso latifundista.
La candidata Soraya Thronicke, en un momento, como ven, prometió “revelar todo
sobre todos”, ¡incluso le pidió a un jefe de policía presente que reforzara su
seguridad! Pero aparentemente se olvidó de revelar lo que sabía... Cómico, si
no trágico.
La
polarización electoral reaccionaria, en realidad falsa polarización, está dada
y el debate no ha hecho más que consolidarla. La segunda vuelta está
prácticamente definida, entre Luiz Inácio y Bolsonaro. El material inflamable
para la violencia política se acumula, cuanto más crece la posibilidad de la
derrota de Bolsonaro.
En cuanto a
los programas de gobierno, como puede verse, poco se ha discutido. Luiz Inácio,
en una verdadera ensoñación, solo dice que Brasil volverá a 2008 –el apogeo de
su gobierno– porque “sabe cómo hacerlo”, porque “ya lo hizo” una vez. No se da
cuenta de que la situación en 2002 no es la misma que en 2022, ni en la
economía, ni en el ámbito político e institucional. La explosión de precios de
los bienes agrícolas no existe hoy, como ocurrió en 2002. La crisis política
hoy es exponencialmente peor que en ese año y es más amplia. Su base económica
es la descomposición del capitalismo burocrático y la crisis militar es algo nuevo,
grave al punto que el Ministro de Defensa -e incluso las instituciones de las
Fuerzas Armadas- se ven obligados a cuestionar las máquinas de votación
electrónica para no perder el control de sus tropas, sensibles a la idea de
ruptura institucional propagada por Bolsonaro.
No es la
victoria de Luiz Inácio y la falsa izquierda electoral que lo rodea lo que
conducirá a la derrota de la extrema derecha, ya que es solo una forma de
expresión del viejo orden. Por el contrario, la derrota electoral de Bolsonaro
puede, en una situación de gran malestar en los cuarteles con grandes
rebeliones populares, ser el detonante para desatar peligrosas provocaciones
que lleven a un grave riesgo de ruptura institucional como condición para
mantener en pie el viejo Estado terrateniente -burocrático. Sólo las masas
populares, seriamente movilizadas en defensa de sus derechos pisoteados, pueden
enfrentar la reacción golpista, y garantizar y ampliar los derechos y
libertades democráticas. Sólo el avance revolucionario y el triunfo de la
revolución democrática podrán derrotar y enterrar de una vez por todas la
tendencia al fascismo.