14. September 2022
DESCARGAR PDFIMPRIMIR DOCUMENTO
Proletarios de todos
los países, ¡uníos!
Vladímir Ilich Lenin
En torno a la cuestion
de la dialéctica
(1915)
El desdoblamiento de la unidad y el conocimiento de sus partes
contradictorias (véase la cita de Filón sobre Heráclito, al principio de la
parte III “Del conocimiento”, del libro de Lassalle sobre Heráclito), es la
esencia (una de las “substancias”, uno de los principales, si no el principal
rasgo o particularidad) de la dialéctica. Es así precisamente como Hegel
plantea también esta cuestión (Aristóteles en su Metafísica g i r a siempre en
torno a esta cuestión y combate a Heráclito, es decir, a sus ideas).
La justeza de este
aspecto del contenido de la dialéctica debe ser comprobada por la historia de
la ciencia. Generalmente, no se presta a este aspecto de la dialéctica (como,
por ejemplo, Plejánov) la suficiente atención: la identidad de los contrarios
se considera como un conjunto d e e j e m p l o s [“por ejemplo, el grano”,
“por ejemplo, el comunismo primitivo”. También lo hace Engels. Pero lo hace
“con fines de divulgación”…], y no como ley del conocimiento (ni como ley del
mundo objetivo).
En matemáticas, los signos + y ó.
Diferencial e integral. |
La identidad de los contrarios (¿no sería más justo decir su “unidad”?,
aunque la diferencia de los términos identidad y unidad no tiene, en este caso,
una importancia esencial. Ambos términos son justos en cierto sentido),
constituye el reconocimiento (el descubrimiento) de la existencia de tendencias
contradictorias, que se excluyen mutuamente y antagónicas en t o d o s los
fenómenos y procesos de la naturaleza (entre ellos también los del espíritu y
los de la sociedad). La condición para conocer todos los procesos del mundo en
su “auto-movimiento”, en su desarrollo espontáneo, en su vida real, es
conocerlos como una unidad de contrarios. El desarrollo es “la lucha” de los
contrarios. Las dos concepciones fundamentales (¿o las dos posibles?, ¿o las
dos que se observan en la historia?) del desarrollo (de la evolución) son: el
desarrollo en el sentido de disminución y aumento, como repetición, y el
desarrollo en el sentido de la unidad de los contrarios (el desdoblamiento de
la unidad en dos polos que se excluyen mutuamente y la relación entre ambos).
En la primera concepción del movimiento queda en la sombra el
auto-movimiento, su fuerza motriz, su fuente su motivo (o bien se atribuye su
fuente a algo externo: a Dios, al sujeto, etc.). En la segunda concepción la
atención fundamental se concentra, precisamente, en el conocimiento de la
fuente del “auto”-movimiento.
La primera concepción es muerta, pobre, pálida y seca. La segunda tiene
vitalidad. Únicamente la segunda da la clave del “auto-movimiento” de todo lo
existente; sólo ella da la clave de los “saltos”, de la “interrupción de la
continuidad del desarrollo”, de la “transformación en contrario”, de la
destrucción de lo viejo y del surgimiento de lo nuevo.
La unidad
(coincidencia, identidad, equivalencia) de los contrarios es condicional,
temporal, transitoria, relativa. La lucha de los contrarios, que se excluyen
mutuamente, es absoluta, como es absoluto el desarrollo, el movimiento
NB: La diferencia existente entre
el subjetivismo (escepticismo y las doctrinas sofistas, etc.) y la
dialéctica, reside, entre otras cosas, en que en la dialéctica (objetiva)
también la diferencia entre lo relativo y absoluto es relativa. Para la
dialéctica objetiva lo absoluto se contiene también en lo relativo. Para el
subjetivismo y las doctrinas sofistas lo relativo sólo es relativo y excluye
lo absoluto. |
Marx, en El Capital, analiza al principio la relación más sencilla,
corriente, fundamental, masiva y común, que se encuentra miles de millones de
veces en la sociedad burguesa (mercantil): el intercambio de mercancías. En
este fenómeno tan sencillísimo (en esta “célula” de la sociedad burguesa) el
análisis descubre todas las contradicciones (es decir, el germen de todas las
contradicciones) de la sociedad contemporánea. La exposición que sigue nos
muestra el desarrollo (tanto el crecimiento como el movimiento) de estas contra
dicciones y de esta sociedad en la suma de sus partes aisladas, desde su
principio hasta su fin.
Igual ha de ser el método de exposición (respectivamente, de estudio) de la
dialéctica en general (pues, para Marx, la dialéctica de la sociedad burguesa
es s Σ olamente un caso particular de la dialéctica). Empezando por una
locución cualquiera, de las más sencillas, corrientes y de mayor empleo, etc.:
las hojas del árbol están verdes; Iván es un hombre; Zhuchka es un perro, etc.
Ya aquí (como lo señalaba genialmente Hegel) hay dialéctica: lo particular e s
lo g e n e r a l (compárese Metaphysik de Aristóteles,
trad. de Schwegler, t. II, pág 40, 3a parte, IV cap., 8-9: “denn naturlich kann
man nicht der Meinung sein, daß es ein Haus — una casa abstracta — gebe außer
den sichtbaren Häusern”.) Por consiguiente, los contrarios (lo particular es
contrario de lo general) son idénticos: lo particular no existe más que en su
relación con lo general. Lo general existe únicamente en lo particular, a
través de lo particular. Todo lo particular es (de un modo u otro) general.
Todo lo general es (partícula o aspecto, o esencia) de lo particular. Todo lo
general abarca sólo de un modo aproximado, todos los objetos aislados. Todo lo
particular forma parte incompleta de lo general, etc., etc. Todo lo particular
está ligado, por medio de millares de transiciones, a lo particular de otro
género (objetos, fenómenos, procesos), etc. Ya a q u í hay elementos, gérmenes,
conceptos de la necesidad, de la relación objetiva en la naturaleza, etc. Lo
casual y lo necesario, el fenómeno y la esencia están ya aquí, puesto que al
decir: Iván es un hombre, Zhuchka es un perro, esto es una hoja de árbol, etc.,
rechazamos una serie de rasgos como casuales, separamos lo esencial de lo
aparente y oponemos lo uno a lo otro.
De modo que es posible
(y se debe) descubrir en cualquier locución, como en una “célula”, los gérmenes
de todos los elementos de la dialéctica, demostrando así que la dialéctica es,
en general, inherente a todo el conocimiento del hombre. Y las ciencias
naturales nos muestran (y esto debe ser demostrado también con cualquier ejemplo
de los más sencillos) la naturaleza objetiva, que posee estas mismas
cualidades: la transformacion de lo particular en general, de lo casual en
necesario, las transiciones, los matices, la relación mutua de los contrarios.
La dialéctica esprecisa m e n t e la teoría del conocimiento (de Hegel y) del
marxismo: he aquí en qué “aspecto” de la cuestión (y esto no es un “aspecto” de
la cuestión, sino la esencia de la cuestión) no fijó su atención Plejánov, sin
hablar ya de otros marxistas.
El conocimiento, en forma de una serie de círculos, lo representa también Hegel
(véase Lógica) y el “gnoseólogo” moderno de las ciencias naturales, ecléctico y
enemigo de la hegeliada (·a la que no comprendió!), Paul Volkmann (véase
su Erkenntnistheoretische Grundzüge der
Naturwissenschaften).
Los “círculos” en filosofía: [¿es
obligatoria la cronología |
La dialéctica como
conocimiento vivo, multilateral (con el número de aspectos siempre en aumento),
de innumerables matices en el modo de abordar, de aproximarse a la realidad
(con un sistema filosófico qué, de cada matiz, se desarrolla en un todo): he
aquí el contenido inconmensurablemente rico, en comparación con el materialismo
“metafísico”, cuya desgracia principal es la de no ser capaz de aplicar la
dialéctica a la Bildertheorie, al proceso y desarrollo del conocimiento.
El idealismo filosófico, desde el punto de vista del materialismo grosero,
simple, metafísico, es sólo un absurdo. Por el contrario, desde el punto de
vista del materialismo dialéctico, el idealismo filosófico es un desarrollo
(inflación, hinchazón) unilateral, exagerado, überschwengliches (según
Dietzgen), de uno de los rasgos, de uno de los aspectos, de uno de los lados
del conocimiento en algo absoluto, separado de la materia, de la naturaleza,
divinizado.
El idealismo filosófico, desde el
punto de vista del materialismo grosero, simple, metafísico, es sólo un
absurdo. Por el contrario, desde el punto de vista del materialismo
dialéctico, el idealismo filosófico es un desarrollo (inflación, hinchazón)
unilateral, exagerado, überschwengliches (según Dietzgen), de uno de los
rasgos, de uno de los aspectos, de uno de los lados del conocimiento en algo
absoluto, separado de la materia, de la naturaleza, divinizado. |
|
El idealismo es clericalismo. Esto
es justo. |
NB: |
El conocimiento del hombre no es (respectivamente, no sigue) una línea
recta, sino una línea curva, que se aproxima infinitamente a una serie de
círculos, a una espiral. Cualquier segmento, trozo, fragmento de esta línea
curva puede ser transformado (transformado unilateralmente) en una línea recta,
independiente, íntegra, que conduce (si tras los árboles no se ve el bosque) en
tal caso al pantano, al oscurantismo clerical (donde l o s u j e t a el interés
de clase de las clases dominantes). El pensamiento rectilíneo y unilateral, la
rigidez y la fosilización, el subjetivismo y la ceguera subjetiva, voila las
raíces gnoseológicas del idealismo. Y el oscurantismo clerical (= idealismo
filosófico), naturalmente, tiene sus raíces gnoseológicas, no carece de terreno,
es una flor estéril, indiscutiblemente, pero una flor estéril que crece en el
árbol vivo, fértil, auténtico, poderoso, omnipotente, objetivo, absoluto del
conocimiento humano.
Continue Reading
PreviousDEFENSA DEL
MAOÍSMO (III)