2. September
2022
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¡Proletarios de
todos los países, uníos!
Contra la farsa plebiscitaria y contra las alzas:
impulsar y desarrollar la protesta popular
La crisis económica internacional ha vuelto a
agudizarse este año. No hay recuperación sustancial respecto de la crisis de
2008 cuando ya se iniciaba otra el 2018. Hoy ya se habla de recesión en EEUU,
también en Europa, contracción y recesión en China, al igual que en Japón. La
escalada alcista de los precios a nivel mundial no muestra signos de detenerse;
se responsabiliza de esto a la guerra rusa de agresión a Ucrania. Sin embargo,
no son más que manifestaciones del mayor monopolismo, parasitismo,
descomposición y agonía del imperialismo, todo esto genera agudización de las
contradicciones interimperialistas, colusiones y pugnas por un nuevo reparto
del mundo, y por supuesto guerras, guerras de todo tipo en las cuales terminará
por hundirse. Cada imperialismo lucha por una mayor tajada del territorio
económico del mundo. Indudablemente también provoca un recrudecimiento de la
contradicción principal entre naciones oprimidas e imperialismo. Todo esto se
acompaña de una galopante reaccionarización y militarización de la situación.
Que duda cabe: ¡Vivimos en tiempos de guerra!
En este escenario mundial es que sobre las masas de
las naciones oprimidas en primer lugar y también sobre los pueblos de los
países imperialistas recae como siempre y de forma aguda el peso de las crisis
económicas. La inflación, en este sentido, no es más que el traspaso de
recursos de una parte de la población (inmensamente mayoritaria) a otra
(minúscula); es el robo descarado a las clases trabajadoras a través del alza
impúdica de los precios de los bienes fundamentales para su subsistencia. De
esta forma fluye la sangre de la clase obrera, del campesinado pobre, a través
de las principales arterias de la economía nacional a las sanguijuelas
imperialistas y criollas para sostener sus déficits, mantener su ingente
acumulación de capitales y sus guerras de agresión. Al mismo tiempo este
proceso de concentración y centralización de capitales, fruto del trabajo y la
riqueza de naciones oprimidas y pueblos, exhibe en su contracara un mayor
empobrecimiento de las masas populares, cesantía, hambre y un largo listado de
lacras sociales.
Las condiciones revolucionarias están plenamente
maduras. Desde los 80 vivimos la ofensiva estratégica de la revolución
proletaria mundial. En respuesta a ello, el imperialismo ha desenvuelto una
ofensiva contrarrevolucionaria general que al presente se debilita día tras día
y que al contrario ha venido generando creciente y combativa rebelión en las
masas populares de todo el mundo. Esta violencia de masas se ha plasmado en
sendas guerras populares, luchas armadas y levantamientos populares. Es más, en
los últimos años no se han detenido las protestas populares, ni en intensidad,
ni en cantidad, ni en extensión. Esta es una de las características de la
situación internacional de los últimos cuatro años. Grandes protestas en Brasil,
Ecuador, Colombia, Panamá, Guatemala, Haití, Bolivia, Colombia, Argentina,
Perú, Venezuela, Nicaragua, etc., solo por mencionar a América Latina, pero son
grandes sucesos que también se están viviendo en el resto del mundo. Sin
embargo, cabe resaltar que Latinoamerica se ha transformado en el eslabón débil
de la cadena de dominación imperialista mundial, las masas campesinas han sido
un protagonista de primera línea en toda esta rebelión que enciende la llama de
nuevas guerras populares.
Chile no ha estado ajeno a este gran proceso que vive
el continente y el mundo. La crisis económica y la recesión que viven el país
es también una expresión de la crisis general que vive el capitalismo
burocrático, una clara señal del hundimiento de la vieja sociedad, pero que no
caerá por si misma, antes más, solo con los golpes revolucionarios del pueblo
armado podremos enterrar lo viejo y construir lo nuevo, la nueva sociedad.
Las clases dominantes no son monolíticas, tienen
contradicciones internas, fracciones y múltiples fracturas. Bajo el espureo
regimen representativo vigente, buscan articular un así llamado “sistema
político”, con derecha, centro e “izquierda”, fuera del cual es inadmisible
otra fuerza política que no se integre finalmente a sus reglas del juego, a esto
llaman democracia. Con distintas caretas y banderas y falsas banderas pretenden
acarrear detras de si al pueblo hacia ese podrido “sistema”, ofertándolo como
el único posible hoy, dentro del cual inclusive, afirman, es posible hacer
cambios, incluso hasta cambios “revolucionarios” y de la propia constitución
política. Esta es su patraña. Es la hoja de parra con que buscan encubrir sus
verdaderos intereses de clase, es la hoja de parra con que buscan cubrir su
verdadera naturaleza política, la de ser una dictadura conjunta de grandes
burgueses y terratenientes al servicio del imperialismo principalmente yanqui,
dictadura sobre el pueblo. Por lo tanto son intereses distintos y opuestos a
los del proletariado y del conjunto de las masas populares. Destacar al
imperialismo yanqui, bajo ningún argumento excluye el papel que juegan también
en nuestro país los imperialismos chino y ruso, los imperialismos alemán,
francés o inglés. Todos estos en pugna y colusión por explotarnos y oprimirnos.
A todo este puñado de países parásitos debemos combatir, siendo el imperialismo
yanqui, insistimos, el mayor enemigo de los pueblos del mundo.
No debemos permitir que la lucha del pueblo sea
sujetada a ninguno de estos podridos intereses. Los revolucionarios, el
movimiento obrero y popular, la heroica lucha del pueblo mapuche, no pueden
colocarse a la cola de ningún sector o facción de las clases dominantes ni del
imperialismo, ni sujetarse a ningún bastón de mando, hacerlo significa poner de
rodillas al movimiento popular y prolongar los sufrimientos del pueblo,
significa frenar la lucha de clases que se agudiza de día en día. Tampoco
obviamente subordinarse a ninguna facción de las clases dominantes criollas.
La lucha de clases en nuestro país se viene
desarrollando auspiciosamente. Ante este panorama extraordinario y luminoso las
clases reaccionarias tiemblan y corren en desbande a ofrecer todo tipo de
patrañas electoreras y constituyentes, para salvar su podrido régimen de
opresión y explotación y para desviar al proletariado y al pueblo de su
verdadero camino democrático, camino que solo se puede recorrer con Guerra
Popular. Guerra de todo el pueblo contra sus enemigos.
Hace casi tres años, en noviembre de 2019, se firmó
entre los principales representantes de las distintas fracciones de las clases
dominantes el “Acuerdo por la paz social y la nueva constitución” a partir de
ese acuerdo se esbozó un cronograma electoral que sentaba bases para iniciar
una nueva reestructuración del viejo Estado. Esto como una importante medida para
contener la creciente protesta popular iniciada en octubre, pero también y
fundamentalmente para hacer frente a la lucha armada que viene desenvolviendo
el campesinado pobre mapuche.
También, y casi desapercibida, en diciembre de 2019 un
sector de la fracción compradora de la gran burguesía con Bernardo Larraín
Matte a la cabeza (representante del clan Matte) ha impulsado una propuesta de
creación de un “Consejo Económico y Social” para la corporativización de la
sociedad, plan reaccionario presentado como “Un camino posible”. Este Consejo
promueve la participación de cacasenos, intelectuales mercenarios, académicos
rastreros, “empresarios” y “trabajadores”, es la vieja ilusión del siglo XX de
esta fracción. Su tarea fundamental es conjurar la revolución.
En pocos días más, el 4 de septiembre se llevará a
cabo el llamado plebiscito de salida para la aprobación o rechazo del proyecto
de nueva constitución. Con ello se sigue, a punta de estados de emergencia,
creciente militarización y represión, con el cronograma contrainsurgente al
servicio del cumplimiento de las tres tareas contrarrevolucionarias que impulsa
la reacción.
Existe consenso en las clases dominantes en la
necesidad de reestructurar el Estado, mas difieren un poco en la forma de esta
reestructuración; sin embargo en las distintas propuestas aparecen rasgos
fascistas y corporativistas. Y es que temen que el ejemplo de la lucha mapuche
migre hacia el resto del campo en el país, temen esto porque la dura situación
de cientos de miles de temporeros sometidos a salarios de hambre y miseria (no
obstante su gran aporte al PIB), que la crítica situación del campesinado pobre
(sin tierra o con poca tierra), prenda como una chispa en la seca pradera. Los
terratenientes bajo amenaza o bien haciendo vacuas promesas, buscan arrastrar a
estas masas pobres del campo a votar. Pero muchos terratenientes no tienen nada
que temer del proyecto de nueva constitución, la propiedad privada se mantiene
prácticamente inalterada chocando con el anhelo de las masas populares del
campo a la tierra para quien la trabaja.
Es claro que las distintas fracciones de las clases
dominantes buscan cabalgar sobre el anhelo de cambios profundos que hay detrás
de muchos que creen que estos se pueden producir mediante el cambio de la constitución.
El oportunismo (entre ellos los revisionistas) y la reacción buscan traficar
con esto. También, parte importante de la fracción burocrática de la gran
burguesía y sus representantes (socialcorporativistas o demoliberales de
“izquierda”) busca movilizar a la intelectualidad y pequeña burguesía
principalmente urbana en una extensa campaña de dos millones de puerta a
puerta. Hay anhelos de cambios verdaderos puesto por sectores de las masas en
el proyecto de nueva constitución, pero no son más que ilusiones. La defensa de
la propiedad privada ha estado en todas las constituciones que se ha dado el
país y no es una excepción en este proyecto que se votará. Esta defensa se
traduce en último término en la defensa de la gran propiedad, por lo tanto, los
factores que dislocan, distorsionan e impiden el desarrollo de la economía
nacional no se eliminarán. Al final todo camina hacia una mayor agudización de
la lucha de clases, dicho de otra forma: la verdadera polarización hacia la que
se dirige la sociedad. Ninguna constitución redactada al alero del viejo Estado
representará los anhelos del pueblo, porque no son conciliables los intereses y
propiedad de grandes burgueses, grandes terratenientes y del imperialismo con
los intereses del pueblo.
Por otra parte, esta es la primera elección con
inscripción automática y voto obligatorio. Evidencia de la desesperación de
esas clases. La verdadera contradicción o verdadera polarización busca ser
eclipsada con la falsa contradicción o falsa polarización utilizando incluso la
confrontación de masas contra masas. En último término el apruebo o rechazo
esconde contradicciones entre diferentes sectores de las clases dominantes en
como desenvolver las tareas contrarrevolucionarias. El voto obligatorio no es
más que un acto desesperado para estucar cimientos podridos.
Ante esta situación, se abre impetuoso el camino del
pueblo y es necesario que comunistas y revolucionarios definan claramente su
posición, pues de ello dependerá su orientación y quehacer político en los
próximos años.
El camino democrático del pueblo, el camino
revolucionario nos llama a ir a vivir, luchar y producir entre las masas pobres
del campo y la ciudad, ir a ellas a forjar su militancia revolucionaria en esta
hora, ir a ellas a construir las formas más altas de organización y de lucha
siguiendo el camino de Recabarren, de la siembra roja y reconstituir el Partido
del gran jefe proletario, reconstituirlo como Partido Comunista militarizado
bajo la guía de las afiladas lanzas del marxismo-leninismo-maoísmo,
principalmente maoísmo y los aportes de validez universal del Presidente
Gonzalo.
¡Boicot a la farsa electoral!
¡Ni apruebo ni rechazo! ¡Abajo la farsa electora!
¡No votar, luchar contra las alzas!
¡No votar ni anular a la calle a protestar!
¡Contra las ilusiones constitucionales, contra la
farsa plebiscitaria, contra las alzas: impulsar y desarrollar la protesta
popular!
Fracción roja del Partido Comunista de Chile
Agosto de 2022
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