Venimos escribiendo y
repitiendo que, como los mismo representantes del Estado alemán lo han
reconocido: las masas están descontentas con todo y contra todo lo que
significa y defiende la actual situación vigente, las masas se han tornado más
activas y están en movimiento. Como en el resto del mundo, aquí también la
explotación y las opresión imperialista sobre el proletariado y las masas del
propio país ha crecido. El Poder del capital se ha incrementado inmensamente en
las misma medida que la parte que corresponde a las ganancias de los
capitalistas y los ingresos y presupuesto estatal se ha incrementado y la
diferencia con el ingreso de los se ha agrandado enormemente.
En esta situación, la actual crisis económica
con inflación y recesión no solo se descarga, principalmente, en los
países oprimidos, sino también en los obreros y demás trabajadores de Alemania.
Las masas son arena de
contienda entre revolución y contrarrevolución y entre las fuerzas
reaccionarias que ven acrecentada su colusión y pugna por el manejo del Estado
imperialista y sus instituciones. Aquí viene que toda esa propaganda y
movilización anti AfD busca manipular a las masas para la defensa de su
“democracia”, el orden imperialista vigente y para ganar elecciones.
Las declaraciones del Ministro Presidente de Thüringen Bodo Ramelow, hace varios días, en una entrevista de la TV ZDF de Alemania, como máximo representante de ese Estado federado de Thüringen, muestra como los gobernantes en dicho país (toda la Federación) perciben la situación. Lo que Bodo Ramelow dijo ya la habian dicho otros políticos, analistas y periodistas y necesitan seguir propalandolo
Es generalizada la percepción de la crisis política, agudización de la colusión y pugna reaccionaria, que se expresa en la “falta de consenso”, desprestigio de los que mandan y desligitimación creciente de las instituciones y sus representantes, sumado a la gran actividad y movilización de las masas.
Situación objetiva en desarrollo, que lleva a una ofensiva reaccionaria palpable en toda Europa, llevada adelante en colusión y pugna por dos fuerzas, una de ellas representadas, por ejemplo, en Alemania y Fracia, etc., por el AfD, FN, etc., y la otra fuerza, representada por los partidos , sus representantesacadémicos y medios establecidos, con sus diferencias según sus intereses particulares; por ejempolo, si esto estaá en el gobierno o en la “oposición”, como el SPD, Verdes, FDP odel CDU-CSU, el partido de la “izquierda”, todos ellos reaccionarios que defienden el orden establecido
De lo dicho anteriormente,
se da un régimen demo-burgués cada vez más reaccionario, con creciente recorte
de derechos, libertades y beneficios para el proletariado y el
pueblo.reaccionario.
Las condiciones para este desarrollo son la
profundización de la “crisis múltiple” del sistema y el peligro de cuestionamiento de su orden,
que ven los reaccionarios de ambas fuerzas en el crecimiento de la actividad y
movilización de las masas y de sus luchas.
Las tareas reaccionarias son tres, las que tienen que ver con el Estado, la economía y conjurar el peligro que representa la actual tendencia de las masas.
Por eso, hoy, ofrecemos a continuación, como vió un representante del proletariado internacional, José Carlos Mariátegui, fundador del PCP, a comienzos de los años veinte del siglo pasado, un desarrollo que tiene similitudes históricas con el actual la crisis de la democracia burguesa y el surgimiento del fascismo en ese entonces:
“Otro punto del
socialismo científico de importancia para Mariátegui es la crisis de la
democracia burguesa cuyos síntomas se percibían desde antes de la I Guerra y
cuyas causas ve en "el acrecentamiento y concentración paralelos del
capitalismo y del proletariado"; así el desarrollo del monopolio,
característica del imperialismo, y el cuestionamiento del orden burgués por el
proletariado son las causas de la crisis de la democracia burguesa.
Profundizando el problema destaca que, bajo el régimen burgués la industria se
desarrolló extraordinariamente al impulso de la máquina habiendo "surgido
enormes empresas industriales" y como las formas políticas y sociales son
determinadas por la base que la sustenta concluye: "La expansión de estas
nuevas fuerzas productivas no permite la subsistencia de los antiguos moldes
políticos. Ha transformado la estructura de las naciones y exige la
transformación de la estructura del régimen. La democracia burguesa ha cesado
de corresponder a la organización de las fuerzas económicas formidablemente
transformadas y acrecentadas. Por esto la democracia está en crisis. La
institución típica de la democracia es el parlamento. La crisis de la
democracia es una crisis del parlamento".
He aquí una tesis íntimamente ligada a la de Lenin sobre el
carácter reaccionario del imperialismo, sobre ella sustenta Mariátegui su
comprensión del fascismo como la reacción política, como fenómeno internacional
no solamente italiano ni exclusivo de un país imperialista sino también
factible en países atrasados como España, fascismo al cual es típico inculpar
"todas las desgracias de la patria a la política y al
parlamentarismo"; fascismo como expresión de que "la clase dominante
no se siente ya suficientemente defendida por sus instituciones. El parlamento
y el sufragio universal le estorban", como "la reacción que, en todos
los pueblos, se organiza al son de una música demagógica y subversiva. (Los
fascistas bávaros se titulan 'socialistas nacionales'. El fascismo usó abundantemente,
durante el training tumultuario, una prosa anticapitalista...)"; como
"un misticismo reaccionario y nacionalista" que "ha enseñado el
camino de la dictadura y de la violencia" con su toma del poder y la
represión, uso de la cachiporra y el aceite de ricino pero que malgrado su
duración, "aparece inevitablemente destinado a exasperar la crisis
contemporánea, a minar las bases de la sociedad burguesa".
El fascismo, para Mariátegui, conforme lo enseña en
"Biología del Fascismo" de su obra La Escena Contemporánea, es un
proceso político que "durante mucho tiempo no quiso calificarse ni
funcionar como un partido" cuya composición social es heterogénea, y en el
cual "la bandera de la patria cubría todos los contrabandos y todos los
equívocos doctrinarios y programáticos... Ambicionaban el monopolio del
patriotismo". Pero en cuyo seno, siempre, se desarrollaban "las
contradicciones que minaban la unidad fascista", contradicciones que
enfrentaron, primeramente, "en el fascismo dos ánimas y dos mentalidades
antitéticas. Una fracción extremista o ultraísta propugnaba la inserción
integral de la revolución fascista en el Estatuto del Reino de Italia. El
Estado demoliberal debía, a su juicio, ser reemplazado por el Estado fascista.
Una fracción revisionista reclamaba en tanto, una rectificación más o menos
extensa de la política"; contradicción que al resolverse favorablemente a
la primera tendencia no por ello dejó de existir sino que siguió
desarrollándose bajo nuevas formas: una tendencia que propugnaba barrer "a
todos los adversarios del régimen fascista en una noche de San Bartolomé",
mientras otros "más intelectuales, pero no menos apocalípticos...
invitaban al fascismo a liquidar definitivamente al régimen
parlamentario", en tanto que "los teóricos del fascismo integral
bosquejan la técnica del Estado fascista que concibe casi como un trust
vertical de sindicatos o corporaciones". Así, el fascismo se nos presenta
magistralmente analizando esencialmente hasta en sus contradicciones.
Más aún, en el análisis del fascismo Mariátegui avanza
hasta tipificar la "actitud característica de un reformista, de un
demócrata, aunque atormentado por una serie de 'dudas sobre la democracia' y de
inquietudes respecto a la reforma" que tenía el escritor inglés H. G. Wells
sobre el régimen de Mussolini: "El fascismo le parece algo así como un
cataclismo, más bien que como la consecuencia y el resultado en Italia de la
quiebra de la democracia burguesa y de la derrota de la revolución proletaria.
Evolucionista convencido, Wells no puede concebir el fascismo, como un fenómeno
posible dentro de la lógica de la historia. Tiene que entenderlo como un
fenómeno de excepción". Para el reformismo, como vemos, el fascismo no es
la consecuencia de la crisis de la democracia burguesa sino "una
excepción", "un cataclismo" es, como sostienen hoy algunos en
nuestra patria, única y exclusivamente el terror en marcha sin ver que es
"un fenómeno posible dentro de la lógica de la historia" que tiene
sus causas: el desarrollo de los monopolios en el imperialismo y el
cuestionamiento de la burguesía por el proletariado. Que nos sirva esta tesis
para desechar las concepciones reformistas que sobre el fascismo se difunden y
tener una justa y necesaria comprensión de la historia y de la situación actual
de nuestro propio país.
(…) Mariátegui resaltó,
por otro lado, que ante la amenaza revolucionaria la burguesía se une también
en frente único "pero sólo provisoriamente, sólo mientras se conjura un
asalto decisivo de la revolución. Después cada uno de los grupos de la
burguesía trata de recobrar su autonomía... Dentro de la burguesía existen
contrastes de ideología y de intereses, contrastes que nada puede
suprimir"; así, el bloque burgués necesariamente se rompe por el
desarrollo de sus propias contradicciones internas y el desenvolvimiento de la
lucha de clases (CC del PCP, RETOMEMOS A MARIATEGUI Y RECONSTITUYAMOS SU
PARTIDO, Octubre, 1975).