Publicamos una traducción no oficial del último Editorial de A Nova Democracia.

La declaración pública de la Liga de los Campesinos Pobres (LCP), esta semana, titulada “Autodefensas campesinas enfrentan y derrotan ataque de las hordas paramilitares de “Invasão Zero”, es en sí misma un acontecimiento político importante. En él, el movimiento campesino volvió a llamar a los pobres del campo a defender, con las armas en la mano, la posesión de la tierra para quienes viven y trabajan en ella; y también describió la derrota que los campesinos impusieron a la horda de paramilitares bolsonaristas de la “Invasão Zero” en Barro Branco (Jaqueira, Pernambuco), enfrentamiento que dejó cinco paramilitares bolsonaristas heridos, entre ellos, el presidente estatal de esa banda, golpeado por “plomo caliente”, como decía LCP. Al concluir su comunicado, el movimiento gritó: “¡Estáis llevando vuestra guerra cobarde a los pobres del campo, así que es guerra lo que tendréis!”.

Este es, en sí mismo, un gran acontecimiento, porque trae al público un gran enfrentamiento armado existente en el campo: por un lado, las hordas paramilitares de Bolsonaro, que a lo largo del gobierno de Bolsonaro, con su patrocinio político y financiero, se han integrado en varios “movimientos” paramilitares, entre los que destaca “Invasão Zero”, que se han armado con cientos y miles de armas de guerra al amparo de miembros de clubes de cazadores y recolectores de armas; del otro lado, están los pobres del campo, los campesinos sin tierra o con poca tierra, los indígenas y los quilombolas que luchan por la tierra, que no aceptan ser esclavos del latifundio ni mendigar en las ciudades y persisten en la lucha, recurriendo a diversas formas de autodefensa, condición para seguir avanzando en la lucha por la tierra y el territorio.

La Batalla Campesina de Barro Branco, al derrotar a las hordas paramilitares bolsonaristas de la “Invasão Zero” y declarar, desde todos los rincones, que sólo así todos los pobres del campo podrán conquistar la tierra a quienes la trabajan, también demostró cuál es la única manera de combatir a la extrema derecha. La colusión –el camino elegido por el actual gobierno– con “partidarios moderados de Bolsonaro”, como el señor Arthur Lira y el señor José Múcio (ambos vinculados a la “Invasão Zero”), dándoles todo el poder político, no ha impedido que las bandas latifundistas sigan matando, torturando y cometiendo todos los crímenes posibles contra los pobres del campo: por el contrario, esto ha crecido, con el silencio ensordecedor de las “autoridades” que se autodenominan “de izquierda”. Si bien no son nuevos y siempre han sido reprimidos por los monopolios reaccionarios de la prensa, debemos preguntarnos: ¿qué harán los señores “progresistas”, algunos de ellos acostumbrados a la farsa y a la buena vida, en estos episodios en los que las masas campesinas toman la iniciativa? ¿Levantar las armas para defender sus tierras, sus familias y sus derechos, mientras los indígenas y quilombolas también aumentan su resistencia? ¿Se solidarizarán con los campesinos y alzarán la voz contra los paramilitares bolsonaristas o se quitarán la máscara de falsos antifascistas? ¿Defenderán la justicia y la legitimidad de la marcha sagrada secular y tradicional de la lucha campesina por la tierra –ya abandonada hace mucho tiempo por la dirección de los movimientos oportunistas y amarillos– y se unirán a la Revolución Agraria?

La autodefensa campesina armada no es un tabú en la historia del país; en muchos casos es un fenómeno espontáneo en la lucha por la tierra. Estas luchas y movimientos, que por muy lejos que lleguen, terminan o bien dispersos en el aislamiento de luchas en regiones distantes entre sí y procesados en diferentes momentos, o bien son conducidos a acuerdos con los terratenientes y sus gobiernos, acuerdos que nunca no se cumplieron ni se cumplirán, en episodios en los que las masas terminan engañadas por organizaciones oportunistas al servicio del sistema de explotación, opresión del pueblo y sometimiento de la Nación al imperialismo. Estos trágicos resultados se debieron al hecho de que, en la mayoría de los casos a lo largo de nuestra historia colonial, los líderes no eran de las clases más pobres; y a lo largo de la historia de nuestra sociedad contemporánea, se debió y se debe a la ausencia de una dirección y estrategia proletaria, apoyada por la alianza obrero-campesina y la dirección del partido revolucionario del proletariado que lidere la lucha por la conquista del Poder político democrático, anti-feudal y antiimperialista, única manera de asegurar definitivamente los intereses de los campesinos y otros pobres del campo, de los obreros y demás trabajadores y pequeños propietarios de la ciudad. Eso es un hecho. Sin embargo, lo que tal afirmación vuelve a sacar a la luz, y esto no es natural ni fortuito, es que, hoy, los pobres del campo tienen un movimiento campesino revolucionario dotado de una estrategia, un programa revolucionario de carácter proletario para transformar el campo y las formas de lucha que les permiten vencer y triunfar, incluso en una lucha prolongada y a pesar del enorme desequilibrio de fuerzas; y que esta organización está dando cada vez más dirección revolucionaria en la lucha por la tierra, ya sea directa o indirectamente, funcionando como propulsor de otras fuerzas populares y democráticas en la lucha por la tierra, de su dirección honesta, que existe y abarca a miles de millones de personas. campesinos en lucha, instándolos a seguir también el camino de la Revolución Agraria, lo que se refleja en el peso creciente de esta gran consigna en las protestas y manifestaciones populares en los grandes centros urbanos -que deben funcionar como caja de resonancia de esta lucha, donde la verdadera Revolución se levanta y cobra fuerza.

Esta es la lucha revolucionaria. Participemos, por tanto, en apoyo de los campesinos pobres, del proletariado, de los pequeños y medianos propietarios de la ciudad y del campo, de las mujeres del pueblo, de los estudiantes y de los intelectuales honestos. ¡Es la Revolución Agraria! base y primera fase de la Revolución de Nueva Democracia.