19 de Junio: ¡Viva el día de la heroicidad!
fUE PUBLICADO POR EL DAZIBAO ROJO DE GALIZIA QUE ASÍ PARTICIPAN DE ESTA CELEBRACIÓN
Imágen de las presas políticas y prisioneras de guerra en cárcel del Perú |
Se cumplen ya 31
años de una de las masacres más indignantes contra el proletariado y los
pueblos revolucionarios en la historia de la lucha de clases, la ocurrida los
días 18, 19 y 20 de Junio de 1986 en las cárceles del Perú por el viejo estado
en contra de los presos políticos y prisioneros de guerra, en su gran mayoría milicianos
del glorioso Ejército Guerrillero Popular y del inmarcesible Partido Comunista
del Perú (Sendero Luminoso).
Esta actitud
resuelta, organizada, disciplinada, combativa y heroica asumida por los presos
políticos y prisioneros de guerra, es reconocida por el proletariado y los
pueblos del Perú, pero también por millones de comunistas y proletarios a nivel
Internacional fijando el 19 de Junio como el Día de la Heroicidad, haciendo
alusión a las batallas de resistencia desarrolladas en líneas interiores del
enemigo dentro de las cárceles del Perú, convertidas por los
marxistas-leninistas-maoístas, y el pensamiento Gonzalo, en Luminosas Trincheras
de Combate para la Revolución, dando especial énfasis a la caracterización que
de la cárcel y la muerte hacía Mariategui al señalar que tan solo representaban
un accidente de trabajo para un revolucionario.
CORRIENTE DEL
PUEBLO SOL ROJO, rinde homenaje a la memoria de las y los combatientes de la
guerra popular en el Perú que ofrendaron con heroísmo su vida y su libertad en
esos combates, así como también al Presidente Gonzalo, el más grande
marxista-leninista-maoísta viviente sobre la faz de la tierra y actualmente
recluido y sentenciado a cadena perpetua en la Base Militar de Callao
Reproducimos la
traducción hecha por los compañeros de Gran Marcha Hacia el Comunismo respecto
a la crónica de Rosana Bond.
El Comité Central del Partido
Comunista del Perú (PCP) en su Resolución « Día de la Heroicidad » de junio de
1986, señaló entre otras cosas :
« (…) El
dieciocho de junio de mil novecientos ochenta y seis en El Frontón, Lurigancho
y el Callao, los prisioneros de guerra se levantaron en rebelión contra el
nuevo genocidio en marcha, luego de denunciar públicamente, ante los propios
tribunales y autoridades, reiteradamente, la carnicería que el gobierno y sus
fuerzas armadas tramaban; se rebelaron en defensa de la revolución y de sus
vidas demandando veintiséis reivindicaciones muy justas y racionales.
El diecinueve,
el reaccionario gobierno aprista encabezado por Alan García, luego de su
grotesca farsa manipulando la llamada “Comisión de paz”, desencadenó el más
protervo y negro operativo de exterminio; movilizando el Ejército, la Marina de
Guerra, la Fuerza Aérea y las fuerzas policiales, bajo el Comando Conjunto,
consumó el más infame genocidio asesinando cientos de guerrilleros e hijos del
pueblo prisioneros de guerra, bañándose una vez más en la ardorosa sangre
popular. ¡Caiga sobre Alan García, su Consejo de Ministros, el Comando
Conjunto, las fuerzas armadas y policiales el oprobio imborrable que el pueblo
no olvidará y que sólo él sancionará!
Los combatientes
del Ejército Guerrillero Popular, prisioneros de guerra, enarbolando “La
rebelión se justifica” se batieron heroica y denodadamente sellando, un hito de
heroicidad, valor y coraje que la historia guardará como demostración ejemplar
de los hombres heroicos que sólo la guerra popular es capaz de generar.
Así, el
diecinueve de junio se estampa imperecedero como DIA DE LA HEROICIDAD, la
sangre de estos héroes ya fructifica la revolución armada incendiándola más,
levantándose como monumental bandera tremolante e inagotable grito de guerra
que convoca al inevitable triunfo final.
La gloriosa
muerte beligerante de estos prisioneros de guerra se abriga con la sangre ya
vertida y ante ella los comunistas, los combatientes y los hijos del pueblo,
armados, asumimos el compromiso indeclinable de seguir su luminoso ejemplo,
para desarrollando la guerra popular servir a la revolución mundial hasta que
la luz inmarcesible del comunismo se aposente en todo el orbe bajo las invictas
banderas de Marx, Lenin y Mao Tsetung, del siempre vivo
marxismo-leninismo-maoísmo.
DIA DE LA HEROICIDAD – COMO FUE
LA RESISTENCIA
Rosana Bond
El 19 de junio
de 1986 la administración fascista de Alan García asesinó a cerca de 250
prisioneros políticos del Partido Comunista del Perú (PCP) en uno de los más
sangrientos episodios de terrorismo de Estado cometidos en cáceles
sudamericanas. Desde entonces hasta ahora la fecha es rememorada por el PCP y
por los diversos partidos revolucionarios del mundo como el Día de la
Heroicidad.
Efectivamente,
los valerosos hombres y mujeres presos en la capital y alrededores (Lurigancho,
Callao e Isla del Frontón) merecen ser llamados héroes. Murieron cantando. Y
sin ningún temor frente a las tropas del Ejército, Marina y Aeronáutica, que
atacaron los tres presidios como fieras carniceras armadas con bombas de
demolición, bazookas, granadas, gases y ametralladoras. Por no hablar de
lanchas y helicópteros artillados, en el caso de la Isla del Frontón.
Los militantes
comunistas, lejos de actuar como corderos rumbo al matadero, resistieron hasta
el fin, a pesar de la enorme desproporción de fuerza bélica. En El Frontón, por
ejemplo, la batalla duró casi trece horas.
Detalles de esa
brava resistencia, fueron publicados casi un año después de los episodios, en
un libro hoy desaparecido en las estanterías, del periodista Juan Cristóbal. Su
título es ¿Todos murieron? (Lima,
Ediciones Tierra Nueva, 1987)
No se trata de
una obra que simpatice con el PCP. Se trata solamente del trabajo de un
profesional que, como ciudadano peruano, se sintió también herido « en las
noches más negras que los derechos humanos tuvieron en nuestro país ». Una
convencida alusión a aquellos 18, 19 y 20 de junio (respectivamente fechas de
la orden de matar dada por García, de los ataques propiamente dichos y de la
recogida de los cuerpos, todo eso envuelto en mentiras asquerosas del
administrador [gubernamental], de los militares y de su prensa cómplice).
“Vamos
a resistir”
El libro de
Cristóbal, que es una recopilación de notas oficiales variadas (inclusive de
los propios presos), testimonios y reportajes da la prensa monopolista, se
inicia mostrando que el PCP sabía que sus camaradas serían atacados en
cualquier instante.
Así, la obra
presenta íntegramente un documento de las mujeres del presidio de Callao,
fechado 7 de junio, por tanto 12 días antes de la matanza. En él las militantes
denunciaban la existencia de planes gubernamentales de exterminio en las
cárceles. En aquella época los comunistas presos estaban en una campaña contra
su traslado al « moderno »Canto Grande (Penal Miguel Castro Castro), en verdad
un auténtico matadero y centro de tortura.
« Las presas
políticas y prisioneras de guerra, reclusas en este negro campo de
concentración de Callao, convertido en luminosa trinchera de combate, nos
dirigimos a nuestro heroico pueblo combatiente y a la opinión pública para denunciar:
este nuevo gobierno reaccionario más hambreador y más genocida, más demagógico
e hipócrita, viene profundizando su plan genocida contra los presos políticos,
utilizando distintos métodos para sus negros objetivos.
(…) Que quede
bien claro que estamos dispuestos a resistir y la sangre que corra en Frontón,
Lurigancho y en Callao caerán sobre (las espaldas) de esas hienas asesinas » –
dijeron las mujeres en fragmentos del documento, hoy convertido en una pieza
histórica de la lucha revolucionaria peruana.
Comprobando que
el «estamos dispuestos a resistir » no eran palabras vanas, es posible
constatar en el libro de Cristóbal, buscando informaciones dentro de los
numerosos y heterogéneos textos recopilados por el periodista, que los
prisioneros del PCP efectivamente prepararon una resistencia creativa, usando
todo lo que sus modestos objetos y su situación de confinados permitía.
Leyendo todos
aquellos detalles confieso, sin embargo, que no me sorprendí.
Pues cerca de un
año antes el ataque estuve clandestinamente en la Isla del Frontón, para hacer
un reportaje, y vi la capacidad admirable de aquellas personas de transformar
el horrible presidio perdido en medio del Pacífico (donde trozos de vidrio y
pedazos de ratas se veían mezclados en la comida) en un lugar « habitable ».
Es más: en un
lugar donde la revolución tenía su curso, a través de la actitud.
Una actitud
comunista ejemplar, que ejercitando organización, disciplina, solidaridad y
paciencia (que en el reportaje y en dos libros posteriores, Sendero Luminoso: Fuego en los Andes y Perú:
del imperio de los incas al imperio de la cocaína, definí como « paciencia
china »), llevó al grupo a implantar allí una realidad opuesta a las cárceles
peruanas de aquel tiempo. Escuela de alfabetización y de estudios
políticos/económicos, cursos de poesía y teatro, biblioteca, cocina, farmacia,
producción de artesanía y hasta producción de libros (escritos a mano). Todo
creado y dirigido por los presos. La cocina propia, para evitar los vidrios y
las ratas, fuer una dura conquista, ya que en los actos de reivindicación
varios compañeros habían perdido la vida.
Volvemos a la
resistencia de 1986
Bunker,
queso ruso y bandeja
Preveyendo el
ataque fascista, los presos comenzaron a preparar su defensa.
Durante meses
elaboraron cuchillos, lanzas con punta de metal, arcos y flechas, artefactos
para lanzar piedras, cócteles molotov y « quesos rusos » (explosivos caseros de
plástico, activados por detonadores). En Lurigancho, crearon además « chalecos
a prueba de balas » hechos con bandejas del comedor. De esta forma, un día
antes de la invasión militarse apoderaron de un pequeño número de funcionarios
como rehenes a los que quitaron algunas armas de fuego (en el caso del Frontón,
tres fusiles y una pistola)
Sin embargo, la
decisión más sorprendente, que dejó boquiabiertas y furiosas a las tropas de
las Fuerzas Armadas, fue una protección de cemento armado que hicieron los
prisioneros, recubriendo las paredes internas de algunas salas-dormitorios en
Lurigancho y el Frontón, transformándolos en auténticos bunkers. En la isla,
algunas ventanas también fueron parcialmente pavimentadas, convirtiéndolas en
troneras (orificios a través de los cuales se disparan las armas)
Allí en El
Frontón, además, los presos del PCP construyeron un compartimento subterráneo
suficientemente grande para albergar a 150 personas (que era el número de
prisioneros políticos que quedaban en aquella cárcel). El subterráneo estaba
dotado de respiraderos abiertos al mar.
¿Cómo se obtuvo
el cemento ?
En el libro de
Cristóbal se encuentran dos versiones. La primera es que el material fue
introducido en Lurigancho y en el Frontón escondido en sacos de productos
comestibles llevados a los presos por familiares, poco a poco, en un sistema
como « hormigas ». la otra versión es la de que, en la isla, el cemento armado
fue suministrado por las propias autoridades para la construcción de baños, en
un acuerdo con los prisioneros, ya que (todo indica) que el Gobierno no quería
gastar el dinero con obreros.
¿Y cómo los
bunkers no fueron descubiertos antes ?
Los diarios de
la burguesía, incluidos en el libro, gritaban histéricos en sus reportajes y
editoriales que los alojamientos de Sendero Luminoso (el nombre usado por ellos
para referirse al PCP) en los presidios no eran fiscalizados porque los «
terroristas » tenían un control absoluto sobre ellos.
«
¡Viva la Revolución ! »
El esquema de
defensa implantado por los presos funcionó con eficiencia. Para conseguir
entrar en Lurigancho y en El Frontón los militares tuvieron que demoler buena
parte de los edificios.
La resistencia
de los combatientes comunistas duró largas horas en Lurigancho y en la isla.
Hasta que las tropas reaccionarias, coléricas, mandaron buscar bombas más
potentes para una segunda ofensiva.
Hasta aquel
instante su irritación había subido al máximo, principalmente por el uso de
otra arma por los prisioneros, ésta de efecto psicológico: los gritos de «
¡Viva la Revolución! », cada vez que los cañonazos no afectaban a las paredes
reforzadas con cemento, y el entonar de músicas e himnos del Partido.
No cesaron de
cantar ni un minuto. Las voces se fueron silenciando cuando, después del
surgimiento de nuevas bombas y sus fortísimas explosiones, cerca de 170 presos
fueron capturados con vida y asesinados, uno por uno. En Lurigancho, según el
libro, estando ya en la fila del exterminio, todos continuaron cantando hasta
que el último camarada recibió el tiro cobarde en la cabeza.
En el Callao, el
canto acabó siendo el arma mayor en la resistencia de las mujeres del PCP. No
pudieron usar otra defensa porque la invasión fue rápida. La existencia de una
claraboya facilitó el servicio a los atacantes, que desde lo alto arrojaron
bombas de gas y dominaron a las prisioneras. No obstante, un grupo de ellas
parece haber resistido, pues dos resultaron muertas y cinco heridas.
Si dije que la
defensa de los combatientes del PCP funcionó con eficiencia fue porque,
considerada la fuerza de ataque y el gran aparato bélico empleado por las
tropas fascistas, cerca del 50% de los presos del Frontón y el 76% de
Lurigancho fueron protegidos por su esquema defensivo y estaban vivos al ser
capturados.
Lo que no los
protegió fue el barbarismo de los asesinos, definidos por Juan Cristóbal, como
« los actores de este injustificable operativo militar, que hasta hoy, y hasta
siempre, continuará produciendo heridas en tan noble cuanto sufrido corazón de
nuestro pueblo ».
Publicado en Sol Rojo Oaxaca