Saturday, November 5, 2022

A NOVA DEMOCRACIA BRASIL: Historia de la Democracia y Lucha de Clases: Democracia Popular y Nueva Democracia

 

FAUSTO ARRUDA

 05 NOVIEMBRE 2022

Historia de la Democracia y Lucha de Clases: Democracia Popular y Nueva Democracia

 

 


 

Nota del Editor: Publicamos el importante artículo teórico del profesor Fausto Arruda "Historia de la democracia y la lucha de clases: Democracia Popular y Nueva Democracia", publicado en los números 5, 6 y 7 del año I de la AND, por su relevancia histórica en la contexto político nacional actual y también como parte de las celebraciones del 20 aniversario del diario AND.

Historia de la Democracia y Lucha de Clases: Democracia Popular y Nueva Democracia

Año I, No. 5, Diciembre 2002

 

 

La elección de Luiz Inácio da Silva como presidente de Brasil, según nuestro criterio, es resultado directo de la combinación de dos factores: la profunda división a la que han llegado las clases dominantes locales y el creciente descontento popular. Estos dos factores, a su vez, derivan de la grave crisis económica y social que se arrastra en el país. Condicionado y potenciado por la crisis de todo el sistema capitalista mundial. Una situación que ya condujo a una crisis política y moral, expresada en la descomposición del viejo Estado brasileño.

 

La elección de Luiz Inácio da Silva, además de representar la expectativa de millones de brasileños por cambios y mejoras (como en todas las demás elecciones presidenciales, sin embargo, ahora de forma más integral), significa, sobre todo, el fin de todo un largo ciclo de lucha de clases en el país. Por primera vez en nuestra historia, todo un campo que se autodenomina "izquierda" se ha unido al aparato del viejo y podrido Estado de grandes burgueses y terratenientes, sirvientes del imperialismo. Dado el grado de división de las clases dominantes, sus sectores y fracciones más golpeados se reagruparon en torno a la candidatura de Luís Inácio da Silva, como una forma de recuperar el dominio perdido –en el caso del período Collor-Cardoso– en el control del aparato estatal.  El hecho de que el PT no sea un partido tradicional de la burguesía no representa ninguna amenaza para el sistema, ya que es parte de él, está integrado. Y, siendo un partido popular burgués, ligado a las clases populares, puede cumplir el papel de dar legitimidad y media vida al Estado corrupto, desmoralizado y casi extinto, con reformas de su fachada.

 

Pero lo que queremos destacar en este punto es que este evento ha planteado la cuestión práctica sobre los posibles cambios y el carácter que pueden asumir. Es decir, se trate o no de transformaciones en el contenido de la organización social del Estado y de la democracia en el país.

 

Por lo general, los líderes del PT llaman gobierno popular o gobierno popular democrático a sus administraciones en prefecturas y estados. Ahora, pretenden dar el mismo nombre a la administración central que van a asumir. También dirigentes fundadores de este partido, representantes de sus corrientes políticas llamadas "radicales" por los medios, otros partidos aliados, también llamados "de izquierda", e intelectuales académicos, han formulado y defendido como estrategia para el socialismo en Brasil, una transición que caracterice democracia popular. También es interesante recordar que los defensores de estas tesis -procedentes en su mayoría de corrientes trotskistas y de la Iglesia Católica- durante la fase final del régimen militar, especialmente cuando surgió un movimiento estudiantil, sindical y popular, sostuvieron acaloradas polémicas basadas en el sectarismo más craso.  De esta manera combatieron cualquier tesis que enarbolara consignas como estas de democracia popular, lucha por la democracia, así como el frente popular, oponiéndoles las de democracia socialista, democracia obrera y gobierno revolucionario de los trabajadores.

En suma, se autoproclamaron los verdaderos representantes del marxismo revolucionario, partidarios de la revolución socialista y enemigos jurados de los reformistas, populistas y nacionalistas. Fueron demonizados indiscriminadamente con el apodo de estalinistas, una expresión de su anticomunismo. Esas fueron las cuestiones centrales de la lucha política que ocupó a decenas y centenas de cuadros de la izquierda brasileña en el período inmediatamente anterior y posterior a la fundación del PT.

 

Luego de más de 20 años, ya experimentados en la gestión de numerosos ayuntamientos y gobiernos estatales, los ideólogos de aquellas tesis se volvieron contra sus banderas, tirándolas al suelo y palmeando las que habían combatido hasta entonces, del frente popular y democrático,  gobierno popular. Esta conversión aparentemente repentina no es más que la representación del paso del oportunismo de "izquierda" -para agrupar fuerzas y ganar prestigio entre los explotados- al oportunismo de derecha, en la práctica, para integrarse al sistema y orden contra el que lucharon ardientemente, con  toda esa fraseología ultrarradical. De hecho, mediante la vulgarización del contenido real de esas consignas, prostituyeron banderas tan caras, que tanta sangre han costado a los revolucionarios brasileños, como una nueva forma de proclamar el mismo inmundo anticomunismo. Sin embargo, no pocos interpretan este fenómeno de manera diferente, viéndolo como un proceso de maduración de la “izquierda”. Y hay, en nuestros días, columnistas de la llamada "gran prensa", "politólogos" y similares mercadólogos, dedicados a su encumbramiento de héroes, para encubrir la hazaña de la capitulación.

 

Nuestro objetivo aquí no es volver a las luchas políticas y formulaciones teóricas de la época. Se trata más bien -en la medida en que tendremos muy en boga del nombre gobierno popular democrático para el gobierno que comienza el 1 de enero de 2003- de preguntarse y tratar de responder qué, desde un punto de vista teórico y práctico, se puede caracterizar por la democracia popular. Y qué relación tiene este tema con la lucha concreta por la democracia en nuestro país, histórica y particularmente en la actualidad.

 

Aunque ya hemos abordado el tema de la democracia en otro artículo (AND nº 3), partimos del concepto general de democracia que sustenta el marxismo. A partir de ella, tratamos una fase de su desarrollo -la democracia burguesa- y algunos de sus aspectos, su importancia y su quiebra histórica. Ahora, para un mejor examen, necesitamos partir de la génesis, del concepto científico de democracia, situándolo históricamente. Los temas del Estado, la Dictadura y la Democracia son problemas complejos, de capital y singular trascendencia para todos los que estamos comprometidos en la lucha por las transformaciones sociales. Su vulgarización siempre ha aparecido, especialmente en momentos de crisis de la historia moderna, como un recurso de tergiversación al servicio del engaño y el mantenimiento del orden a través de los cambios de apariencia. Como en aquellos períodos, hoy está muy de moda en Brasil. Para su examen, aun a riesgo de parecer hablar como nuevas cosas ya conocidas, consideramos inevitable e imprescindible recurrir constantemente a citas más o menos extensas de los imperecederos libros antiguos.

HISTORIA DE LA DEMOCRACIA Y LA LUCHA DE CLASES

LAS BASES ECONÓMICAS DEL SURGIMIENTO, DESARROLLO Y SUPERACIÓN DE LA DEMOCRACIA

 

La democracia, como categoría y fenómeno social concreto -y no la noción o idea que de ella se hacen los hombres- aparece en un momento determinado del devenir histórico de la sociedad. Justo cuando surge la división de la sociedad en clases sociales, como consecuencia directa del surgimiento de la propiedad privada. La aceptación, en el mundo científico en general y en la antropología en particular, se remonta siglos atrás para dividir la sociedad humana en tres grandes épocas: salvajismo, barbarie y civilización, cada una de las cuales se divide en dos etapas: inferior y superior.

 

La ciencia ha probado [1] que fue en la transición de la etapa superior de barbarie a la civilización que, con un mayor control sobre la naturaleza, el hombre pudo aumentar su producción y así obtener un excedente. Hasta entonces la producción y explotación de la tierra eran comunes. Con el excedente, la diferenciación entre individuos en posesión de distintos bienes, principalmente alimentos, vestido y vivienda, la división en la producción entre dirigentes y ejecutores. Aparece entonces la propiedad privada, la división del trabajo y con ella un salto en el desarrollo de la historia. Al mismo tiempo, se produce el tránsito de la familia sindiásmica (basada en el matriarcado) a la monógama (patriarcado). La mujer sufre su gran derrota histórica al perder su derecho materno. Hasta entonces, la filiación y la descendencia sólo se conocían por línea materna dentro de la gens, debido a la poliandria imperante.

 

“El orden social en que viven los hombres en un momento dado o en un país determinado está condicionado por estos dos tipos de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, por una parte, y de la familia, por otra, cuanto más restringida es la cantidad de sus productos y, en consecuencia, la riqueza de la sociedad, más fuertemente se manifiesta la influencia dominante de los lazos de parentesco en el sistema social.”[2]

Con la propiedad privada, los productores ya no producían en común para su propio consumo, sino individualmente. Y se separan del resultado de su trabajo, ya no conocen su destino. Ahora producen para el intercambio. Aparece la explotación individual de la tierra y su posesión privada, convirtiéndola, en consecuencia, en una mercancía. En su desarrollo, el intercambio dio origen al mercader. Alguien totalmente separado de la producción que llega a dominar el producto y la producción. La división de clases en la sociedad ya no es sólo entre productores, directores y ejecutores, pequeños y grandes. El mercader, como parásito, llega a dominar y acumular grandes riquezas y con ellas, prestigio y poder. Aparece el dinero y la moneda acuñada, instrumento de dominación del comerciante sobre los productores y la producción. La tierra como mercancía que se puede comprar, vender y arrendar da lugar a la hipoteca. La reciente división en clases, y la lucha entre ellas, provocó la desintegración de la sociedad basada en uniones gentilicias, dando paso a una nueva organización en el Estado -cuya base pasó a las unidades territoriales- y en la familia monógama, que aparece acompañada de sus hermanas siamesas : poligamia masculina y prostitución femenina.

 

El dinero como equivalente general ascendió al estatus de mercancía especial. Aparecen el préstamo, el interés y la usura. Con la riqueza privada, el dominio territorial como propiedad privada. Por lo tanto, el hombre mismo, como fuerza de trabajo, es también una mercancía. Junto con la riqueza de bienes, esclavos, fortuna y riqueza territorial. De la división de la sociedad en clases, provocada por el surgimiento de la propiedad privada, las guerras de rapiña y dominio, llega el modo supremo, más eficiente y honroso de tener posesiones, de agrandar los dominios. Surgió la primera sociedad de clases: la esclavitud.

 

Como consecuencia directa de la división de clases, se expresó en la organización por parte de la clase dominante de un instrumento especial para la represión y opresión de la clase dominada. Engels afirma que "Una sociedad de este tipo sólo podría existir en medio de una lucha abierta e incesante de estas clases entre sí o bajo el dominio de un tercer poder que, aparentemente situado por encima de las clases en pugna, suprimió sus conflictos abiertos y no se permite la lucha de clases más que en el campo económico, en la forma llamada legal.El régimen gentilicio ya era algo superado, fue destruido por la división del trabajo, que dividió a la sociedad en clases y la reemplazó por el Estado. "[3]

Ante la división en clases, proceso que la sociedad ha atravesado desde sus orígenes -la época del salvajismo y la barbarie- se desarrolla como una comuna primitiva, en la que el hombre se arrastra en la lucha por el dominio de la naturaleza, por la producción y reproducción de la condiciones materiales inmediatas de su existencia. Desde la caza y la pesca, desde la agricultura hasta el pastoreo, toda la producción y explotación de la tierra se realiza de forma colectiva en todos los ámbitos. La comuna primitiva, en su desarrollo, su base, la gens que formaba fratrias y éstas en tribus, era una organización social regida por el igualitarismo, por decisiones colectivas en asambleas de hombres y mujeres adultos.

 

“Por lo tanto, el Estado no ha existido eternamente. Había sociedades que se organizaban sin él, que no tenían la menor noción del Estado ni de su poder. Al llegar a cierta etapa de desarrollo económico, que estaba necesariamente ligada a la división de sociedad en clases, esta división hizo del Estado una necesidad.”[4]

 

En cambio, en la fase anterior, particularmente en la etapa superior de la barbarie, la sociedad se armó espontáneamente para la guerra de defensa y, por tanto, de conquista. "Esta fuerza pública especial es necesaria, porque en la división de la sociedad en clases, ya es imposible una organización armada espontánea de la población".[5]

 

Esta fuerza pública especial se desarrolla como policía, cárceles, instituciones coercitivas de todo tipo, leyes de excepción. Todo como instrumento de la clase económicamente dominante que se transforma en poder político. Derivada de la burocracia administrativo-militar, surgen impuestos, el Estado contrae empréstitos, deudas, etc.

 

La práctica social de los hombres va más allá, desde la lucha por la producción –y de ésta en las condiciones de propiedad privada y de división del trabajo– hasta la de la lucha de clases. La base de la sociedad en la época de la civilización, en general, está dada por la producción mercantil y las "...leyes económicas de la producción mercantil cambian, según los diferentes grados de desarrollo de esta forma de producción; sin embargo, en general, todas el período de la civilización está gobernado por ellos.”[6]

 

En su desarrollo a través de los partos más dolorosos, la sociedad, al llegar al modo de producción capitalista, alcanza la etapa más alta de producción de mercancías. “Hoy [en la sociedad capitalista] el producto domina al productor; hoy toda la producción social sigue estando regulada, no según un plan común, sino por leyes ciegas que se imponen con la violencia de los elementos, en último término, en la tormentas de crisis comerciales periódicas.”[7]

El conflicto social entre clases antagónicas suscitado sobre la forma de producir la situación material objetiva, se desarrolla como factor subjetivo en la condición de motor de la historia, impulsando el desarrollo de las fuerzas productivas y viceversa. Al alcanzar cierto grado de desarrollo, estas fuerzas productivas entran en conflicto abierto con las relaciones de producción que las cobijan, transformándose en una contradicción antagónica. La superación de esta contradicción hace estallar tales relaciones caducas, configurando otras y nuevas relaciones de producción, las cuales, al liberar las fuerzas productivas, las impulsarán en su desarrollo, en un ciclo que sólo concluirá con la abolición de las clases en la sociedad.

 

En el curso de su desarrollo, la sociedad, en la época de la civilización, ha recorrido un largo camino de lucha de clases. Habiendo conocido la esclavitud y el feudalismo o el capitalismo, entró definitivamente en la etapa de transición al comunismo. Con el advenimiento del socialismo en el siglo XX y, bajo su influencia, la liberación nacional y ruptura del viejo sistema capitalista colonial, el campo revolucionario y socialista llegó a abarcar las dos terceras partes de los países del mundo. El socialismo, como etapa de transición del capitalismo al comunismo, o como afirmó el mismo fundador del socialismo científico, etapa inferior del comunismo[8], es también una sociedad de clases. Entonces lucha de clases. Incluso si, bajo las nuevas condiciones, el proletariado es ahora la clase dominante. En consecuencia, la democracia existe, por primera vez en la historia, para la gran mayoría de esa sociedad. En suma, los expropiados expropian a los expropiadores.

 

"Nos estamos acercando rápidamente a una etapa de desarrollo de la producción, en la que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte en un obstáculo directo para la producción. Las clases desaparecerán tan inevitablemente como aparecieron. Un día. Con el desaparición de las clases, el Estado desaparecerá inevitablemente La sociedad, al reorganizar la producción de un modo nuevo sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar que le corresponderá entonces: al museo de antigüedades, junto a la rueca y el hacha de bronce.”[9]

Se concluye, entonces, que la democracia apareció históricamente, con la propiedad privada y las clases sociales, a través del Estado, como la “libertad” concreta de la clase dominante para ejercer toda la dictadura sobre la clase dominada y asegurar su explotación. El Estado es el instrumento de esta dictadura. Se desarrolla, mejora, crece y se sofistica, de acuerdo con el progreso material, económico y cultural de las sociedades de clases en una concatenación, que pasa de etapas inferiores a superiores. Y "La fuerza cohesiva de la sociedad civilizada constituye el Estado, que en todos los períodos típicos es exclusivamente el Estado de la clase dominante y, en todos los casos, una máquina esencialmente diseñada para reprimir a la clase oprimida y explotada".[10]

 

La concepción materialista de la historia y la experiencia histórica concreta de la humanidad muestran que la democracia es el proceso y el camino por el cual el progreso económico y social, como dominio del hombre sobre la naturaleza, en la lucha por la conquista de la libertad, conduce a la abolición de las clases. Una nueva sociedad, en la que cada una de sus etapas corresponda directamente al grado de desarrollo y progreso alcanzado en la producción. Lo cual, en general, se traduce como la lucha de la humanidad por el dominio de la naturaleza, para pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad. Este proceso, este camino, a lo largo de milenios, no es un simple desarrollo, una evolución meramente cuantitativa. Combina evolución lenta y cambios a saltos, camino revolucionario, por el tormentoso conflicto de la lucha de clases como motor y la violencia como partera. En este sentido, la democracia en la época de la gran industria, el capitalismo, alcanzó la forma más desarrollada posible dentro de una sociedad de clases antagónicas, basada en la explotación del hombre por el hombre. Es, al mismo tiempo, el camino y la vía hacia la completa desaparición, con la implantación del socialismo y la abolición de las clases.

 

Pero si el socialismo es también una sociedad de clases, la democracia socialista es también una dictadura, la dictadura del proletariado. Pero, a diferencia de la democracia burguesa, que, como hemos dicho, es la forma más desarrollada. Pero sólo se desarrolla más bajo las condiciones de la sociedad de clases basada en la explotación del hombre, es la dictadura de la mayoría sobre la minoría. La democracia en el socialismo es, por lo tanto, no sólo su forma más alta, más auténtica y verdadera. Es también, su última etapa, premisa de su superación histórica. Democracia significa igualdad. En el capitalismo es sólo una igualdad formal. En el socialismo es verdadero y auténtico. A diferencia de la democracia burguesa, que pertenece a una minoría y es dictadura para la inmensa mayoría, la democracia socialista es democracia para la inmensa mayoría (los trabajadores) y dictadura para la minoría (las clases explotadoras). Por eso mismo, su contenido ya no es exactamente el mismo que en las dictaduras anteriores. Es una dictadura democrática revolucionaria de los explotados.

En un pasaje de una de sus correspondencias, fechada el 5 de marzo de 1852, Marx aclara, en forma de síntesis, su concepción de la historia, que es sumamente importante citar aquí. Afirma que: "Y ahora, en lo que a mí respecta, no ostento el título de descubridor de la existencia de las clases en la sociedad moderna, ni de la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, los historiadores burgueses habían descrito el desarrollo histórico de esta lucha, lo nuevo que traje fue demostrar: 1) que la existencia de clases está ligada sólo a fases históricas particulares del desarrollo de la producción, 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado, 3 ) que esta misma dictadura sólo constituye la transición de la abolición de todas las clases a una sociedad sin clases..” [énfasis de Marx].

 

Y concluyendo: "Ignorantes idiotas como Heinzen, que no sólo niegan la lucha de clases, sino incluso la existencia de las clases, sólo prueban que, a pesar de sus gruñidos aterradores y los aires humanitarios que se dan, consideran las condiciones sociales en las que se desarrolla la dominación". de la burguesía se fundamenta, como producto final, el nec plus ultra [límite final] de la historia, prueban que no son más que servidores de la burguesía, régimen burgués, más repugnante es su servilismo”. [11]

 

De paso, podemos comprobar aquí, además de lo que es más importante, que la tesis del "fin de la historia", tan áurea y elevada a la quintaesencia de la sabiduría burguesa de nuestros días por los medios mediáticos y académicos mundiales, en los 90 y aún en boga, no hay nada original. Los Fukuyama siempre lucharon en vano contra el viejo Marx.

ESTADO, DICTADURA Y DEMOCRACIA

 

Comúnmente se piensa y se cree que es cierto confundir el Estado Nacional, el Estado Nación con el Estado como organización, aparato e instrumento para el mantenimiento del statu quo, aparentemente por encima de las clases sociales. Una cosa es la Nación Brasileña, que aún está incompletamente formada dada la situación de dominación y sometimiento externo que ha condicionado históricamente su desarrollo, y en cuyo territorio se encuentran diferentes clases sociales, como, a grandes rasgos, podemos definir a la gran burguesía y los terratenientes, que explotan a la clase obrera ya otras clases de trabajadores. En la ciudad y en el campo. Otra cosa es el Estado brasileño como instrumento de mantenimiento del orden de dominación, máquina burocrático-administrativa-militar de las clases dominantes explotadoras, siervas del imperialismo. Entonces, el Estado Nacional, la Nación, su territorio, su pueblo, su pueblo, la patria, no es lo mismo que la creciente maquinaria burocrático-administrativa-militar convertida en las clases dominantes para ejercer sistemáticamente la represión sobre las clases explotadas.

 

El Estado, como fuerza especial de represión, a lo largo de su historia, desde su origen y desarrollo hasta su extinción, no tiene interés en la libertad, sino en la represión. Esto es tan cierto que, “cuando se pueda hablar de libertad no habrá Estado”[12].

 

De igual forma se manejan los conceptos de dictadura y democracia. Como ser contrario e independiente. Que se dan por separado en determinadas realidades. En otras palabras, la dictadura es una cosa y la democracia es otra. Así, difunde, enseña, predica y hace propaganda de la ideología burguesa.

 

Dictadura y democracia son opuestos interdependientes de una misma unidad, cuyo Estado es una de sus manifestaciones. Dictadura y Democracia forman una unidad de contrarios (esencia de la dialéctica materialista). Siempre e inevitablemente, donde hay dictadura, hay democracia. Es dictadura para los dominados y democracia para los dominantes. Donde hay un estado, hay invariablemente dictadura y democracia. Siendo el Estado una fuerza especial de represión, un instrumento de las clases dominantes para someter a la clase dominada, es, cualquiera que sea la forma que adopte, dictadura para los dominados y democracia para los dominantes. Lenin afirma que "La democracia es una forma de estado, una de sus variedades" y que, “…en consecuencia, representa en sí mismo, como todo Estado, una aplicación organizada y sistemática de la violencia sobre las personas”[13].

El Estado es una de sus variedades, porque la democracia, en sus diferentes etapas de desarrollo, también existe fuera y más allá del Estado. Como lo es en las organizaciones de las masas populares. Aquí también podemos examinar que el principio revolucionario del centralismo democrático, que se basa en el criterio general de sujeción de la minoría por la mayoría –y sobre el que se asienta toda democracia revolucionaria– no desaparece con la extinción del Estado, que conduce a la desaparición de la democracia. El principio de sujeción de la minoría a la mayoría sólo coincide con la democracia en las sociedades de clases en general y en el Estado en particular. En una sociedad sin clases es sólo un principio, un criterio.

 

También cabe señalar que el hecho de no hacer explícita la distinción entre el sistema de poder y el sistema de gobierno que conforma el Estado sirve para popularizar y hacer propaganda ideológica de las clases explotadoras. Tenemos que reprogramar esto. El sistema de poder atañe a la esencia, a la naturaleza del Estado, a su carácter de clase. Lo que a su vez solo puede ser cambiado a través de la revolución, el derrocamiento completo de las clases dominantes por parte de los dominados. El sistema de gobierno, por otro lado, concierne sólo a las formas en que esta dominación se lleva a cabo. La dictadura burguesa reveló, a lo largo de la existencia de la sociedad capitalista, dos formas básicas de ejercer su dominación: el parlamentarismo demo-liberal o representativo, y el fascista. Comúnmente, la primera se denomina democracia y la segunda dictadura, cuando ambas son formas diferentes de ejercer la dictadura burguesa según la gravedad que haya escalado el conflicto de la lucha de clases.

 

Otra cuestión de suma importancia para el Estado es cómo desaparece. Sólo nos acercaremos de pasada. Ya hemos mencionado la diferencia que lo distingue en el socialismo de todas las fases anteriores. Partiendo de que el socialismo es la dictadura ejercida por la mayoría, la función de una fuerza especial de represión asume diversas formas. La construcción del socialismo, es decir, la dictadura del proletariado, es el proceso de participación creciente de toda la población en las funciones de control y administración pública. Cuando todos y cada uno estén participando en las actividades de control y administración pública, ya no existirá la razón para reprimir. Las clases sociales habrán desaparecido y con ellas el conflicto de clases. Entonces el estado se extinguirá. Por lo tanto, no puede ser abolido por la fuerza ni por ningún medio. Sólo puede extinguirse en la medida en que desaparezcan las bases materiales que le dieron origen y la mantuvieron como necesidad histórica.

Es interesante comprobar, frente a esto, toda la mistificación que hace la burguesía y la reacción en general respecto a la cuestión del Estado. Acusan a los marxistas de defender el estatismo y adorar al Estado. Cuando la antigua URSS se derrumbó, este discurso se convirtió en un eslogan de moda. Está claro, hecho bajo el cálculo de la lucha ideológica, que la burguesía, aun augurando el fin del comunismo, tiene que mantenerse latente frente al proletariado. No puede descansar de ello, porque el “fin del comunismo” es sólo una mentira que, aun repetida mil veces, es desmentida por la brutal realidad de la lucha de clases. Lo que en realidad sucedió es que lo que se estaba derrumbando en la ex URSS, Europa del Este y otros, no era ningún estatismo comunista o socialista, sino la burocracia de un capitalismo decadente y muy débil que se restauró a partir de la segunda mitad de la década del 50 en la Unión Soviética. A partir de entonces, no hubo nada de socialismo en ese Estado, más que apariencias y formas. El capitalismo se restableció en estas formas y su derrocamiento en la década de 1990 no fue más que parte de la crisis general del capitalismo, su manifestación allí donde tomó una forma burocrática estatal. Es lo mismo que está pasando hoy en China (desde el 76), que el imperialismo grava al régimen comunista. No hay socialismo ni partido comunista allí que no sea una burda caricatura, que ahora tiene capitalistas asumidos públicamente en su comité central. En la China actual, como antítesis directa de la era del socialismo, opera un sistema capitalista de lo más feroz, donde la tasa de explotación de los trabajadores alcanza los límites del trabajo esclavo. Este es el secreto de la gran expansión y competitividad de los productos chinos en el mercado mundial.

 

Esta lucha ideológica que libra la reacción contra el proletariado es identificar estos sistemas capitalistas como comunismo para desfigurar y difamar al socialismo y al comunismo. No distinguir el período en que se construyó el socialismo con lo que pasó a ser el capitalismo restaurado, llamando a todo socialismo y comunismo, sirve a esta lucha ideológica que es de suma importancia para la reacción. Sólo los oportunistas más descarados, falsificadores del marxismo, colaboran con la reacción en defender allí la existencia del socialismo, que mediocremente justifican como "socialismo de mercado".

 

Los marxistas luchan por el fin del Estado, pero a diferencia del anarquismo, que lo niega totalmente a partir de ahora, entienden científicamente el derrotero histórico que inevitablemente ha de recorrer la sociedad en la lucha de clases, para instaurar la dictadura del proletariado para cumplir con sus funciones exclusivas;  misión histórica de abolir las clases y, con ello, llevar al Estado a su extinción. "Proponemos como objetivo final la supresión del Estado, es decir, de toda violencia organizada y sistemática, de toda violencia contra los hombres en general. No aspiramos el advenimiento de un orden social en el que el principio de la subordinación de los minoría a la mayoría no sea observado. Más, aspirando al socialismo, estamos convencidos de que se transformará en comunismo y, en relación con esto, toda necesidad de violencia contra los hombres en general, de la subordinación de un hombre a otro, de una parte de la población a la otra parte de ella desaparecerá, porque los hombres se acostumbrarán a observar las condiciones elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinación.”[14]

 

Fue precisamente la burguesía la que erigió el Estado a su omnipotencia y su culto, fe y superstición en él, cuya representación filosófica, según sus ideólogos, es que "...el Estado es la realización de la Idea o reino de Dios en la Tierra". La superstición es llevada al extremo por la moral pequeñoburguesa, por sus líderes que son capaces de cualquier cosa por los lugares "honrosos" y rentables, y cuando no son muy rentables, sirven de trampolín para saltar a lugares muy rentables en bancos y sociedades anónimas.

Parte II - Dictadura burguesa y dictadura del proletariado

 

Año I, No. 6, Enero 2003

 

Democracia popular y nueva democracia

Dado el gran progreso económico que se logró, particularmente en Europa en el siglo XVIII, la democracia dio su primer gran salto con el advenimiento de las revoluciones burguesas que instauraron la República democrática. Esta fue la forma por excelencia, más fecunda, y por tanto clásica, en que la burguesía, a través de la violencia revolucionaria, derribó el viejo y trasnochado orden feudal, liquidando sus instituciones, completando la transformación que, en la base de la sociedad, ya había madurado. Liberando y revolucionando aún más las fuerzas productivas, impulsando la producción a pasos agigantados como nunca antes. Ante este magno acontecimiento y correspondiente a todo avance en la producción, una feroz lucha en el campo del pensamiento y la experimentación científica.

 

Para barrer el orden feudal, era inevitable oponerse a él de frente y rasgar el velo clerical que monopolizaba toda su cultura. En el campo de la filosofía, el materialismo ha vuelto a la palestra y en una forma más vigorosa que sus orillas en la civilización antigua. La metafísica se desfiguró ante el progreso material y el propio idealismo saltó al campo de la dialéctica, movimientos decisivos en el pensamiento -filosofía y política- de los que Kant y, principalmente, Hegel fueron lumbreras. Con el materialismo de Feuerbach pronto se revelará el agotamiento y el límite histórico de toda concepción burguesa del mundo y de la sociedad. Pero la "... burguesía, desde el establecimiento de la gran industria y el mercado mundial, finalmente ha conquistado la soberanía política exclusiva en el estado representativo moderno. El gobierno moderno no es más que un comité para manejar los asuntos comunes de toda la clase burguesa. . "[15]

 

La gran industria había dado lugar no sólo a la burguesía moderna, sino, junto a ella y en la condición de intereses antagónicos, al proletariado. El modo de producción capitalista, nacido de las entrañas de la sociedad feudal en decadencia, revolucionando la sociedad de manera gigantesca, material y culturalmente, sentó así las bases para una transformación de colosal magnitud de la historia, preparó las condiciones para la abolición de la sociedad. clases sociales y su sustitución por una forma superior de organización social, el socialismo, el comunismo. Sólo en este momento, dado el grado de desarrollo de las fuerzas productivas que generaron al proletariado como su producto más novedoso y genuino, fue posible que la ciencia diera un salto a un nivel superior. Crítica, desde el punto de vista de clase del proletariado, de su campo de clase explotado, a lo que la humanidad había acumulado de conocimientos más avanzados, a saber, en la filosofía expresada en la filosofía clásica alemana, en la economía política expresada en la economía política inglesa y en la economía social. Campo expresado en el pensamiento socialista francés, formado por Carlos Marx y Engels, fundó el socialismo científico, el marxismo.

 

La república democrática condensó todo el formidable salto que se estaba dando, situó las relaciones sociales en niveles jamás conocidos en la historia y consolidó el dominio político de la burguesía. Se consolida el Estado Nacional y los derechos y libertades democráticas. Sin embargo, "La burguesía sólo puede existir a condición de que revolucione incesantemente los instrumentos de producción, por lo tanto, las relaciones de producción y, con ella, todas las relaciones sociales... de seguridad distinguen la época burguesa de todas las anteriores".[16] ]

La burguesía, como clase explotadora y última clase explotadora de la historia, es de doble naturaleza, clase revolucionaria que derribó y enterró el orden feudal, entra en guerra permanente con el proletariado, reacción y contrarrevolución.

 

En cuanto al desarrollo y organización del Estado, si bien la república democrática significó un gran progreso, la burguesía, dado su carácter de clase explotadora, la reforzó en su condición fundamental de fuerza pública especial para reprimir. Retomando el análisis de Marx sobre los acontecimientos de la Comuna de París[17], Lenin destaca pasajes importantes y los comenta: "En el siglo XIX, viniendo de la Edad Media, 'el poder centralizado del Estado, con sus órganos ubicuos, se desarrolló : permanente, policía, burocracia, clero y magistratura.' Con el desarrollo del antagonismo de clase entre el capital y el trabajo, "el poder estatal asumió cada vez más el carácter de poder nacional del capital sobre el trabajo, de una fuerza organizada para la esclavitud social, de una máquina de despotismo de clase. Después de cualquier revolución que marca una fase progresiva en la lucha de clases, el carácter puramente represivo del poder estatal se abre camino con un relieve cada vez más acentuado". El poder estatal se convierte, después de la revolución de 1848-1849, en la 'máquina de guerra nacional del capital contra el trabajo'. El segundo imperio consolidó esto"[ 18]

 

Y esta esencia de fuerza especial para la represión, más que nunca, encontró razones para perfeccionarse frente al inevitable, creciente e irreversible conflicto de clases, que en la sociedad capitalista tomó contornos bien marcados, dada la velocidad con la que la revolución en la producción alcanzó sin cesar. Sin embargo, “La república democrática y el sufragio universal constituyeron un gran avance con relación al feudalismo. Permitieron al proletariado alcanzar el grado de unión, de cohesión, que tiene hoy, para formar organizaciones disciplinadas que libran una lucha sistemática contra el capital”. [19]

 

En este aspecto radica toda la importancia de la democracia burguesa en la historia, en cuanto fertiliza el terreno político para que el proletariado, a través de la revolución, conduzca a la democracia, no sólo a su etapa superior, sino a su propia superación. El régimen de libre competencia, en su expansión mundial, en medio de las guerras nacionales, en la segunda mitad del siglo XIX, engendró los monopolios. Y la burguesía francesa ya estaba acorralada por la amenaza de ser derrocada del poder por el proletariado, como lo fue la experiencia de la Comuna de París (1871), un movimiento de trascendental alcance, que marcó época y marcó indeleblemente la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado en todos los países civilizados. Pero será con el paso del capitalismo a su etapa de monopolio que la burguesía revelará definitivamente todo su carácter reaccionario, en el cual el aspecto reaccionario de su naturaleza de clase se torna principal, dominante, absoluto y definitivo.

De la oscilación al paso directo a la contrarrevolución. Es en la era del imperialismo -la fase monopolista del capitalismo- cuya esencia se basa en los monopolios, el surgimiento y la supremacía del capital financiero, las exportaciones de capital y la política colonial, que la burguesía reveló todo su carácter reaccionario y toda su podredumbre. En la década de 1980, Engels, aunque no lograba comprender el paso del capitalismo a una nueva etapa superior y particular: el imperialismo, analizaba con admirable precisión los elementos de la esencia de este fenómeno. En una de sus observaciones de la época, respecto a la caracterización de la propia república democrática en las condiciones dadas, afirmó que “La forma más alta del Estado, la república democrática, que en nuestras condiciones sociales modernas se está convirtiendo en un elemento cada vez más ineludible“  necesidad, y que es la única forma de Estado bajo la cual puede darse la última y definitiva batalla entre el proletariado y la burguesía, no reconoce oficialmente las diferencias de fortuna, por un lado; en el otro, bajo la forma de corrupción directa de los funcionarios [ organismo de administración estatal], del que América [Estados Unidos de América] es un modelo clásico, y, por otra parte, en forma de alianza entre el Gobierno y esta alianza se realiza con mayor facilidad cuanto más crecen las deudas del Estado y cuantas más corporaciones, no sólo del transporte, sino también de la producción misma, se van concentrando en sus manos, haciendo de la Bolsa de Valores su centro.”[20]

 

Determinada por la ley del desarrollo desigual del capitalismo y su paso a la fase monopolista, la época del imperialismo dividió el mundo entre un puñado de naciones avanzadas, poseedoras de colonias, opresoras y la gran mayoría de las naciones atrasadas, subyugadas en la condición de colonias y semicolonias, oprimidos. La guerra de rapiña se ha vuelto inevitable, y el único medio, al final, para dividir el mundo entre las potencias. Lenin resumió muy bien que “El imperialismo es una lucha feroz de las grandes potencias por el reparto y división del mundo, y por lo tanto debe conducir inevitablemente a un reforzamiento de la militarización en todos los países, incluidos los neutrales y pequeños”[21].

 

El imperialismo, siendo capitalismo monopolista, capitalismo parásito, decadente y moribundo, como acertadamente señaló Lenin, es una tendencia a la reacción y a la violencia. La historia del imperialismo es la historia del límite histórico y de la quiebra del capitalismo y, por tanto, de la burguesía como clase. En esta sociedad, la democracia, como dictadura de la burguesía imperialista, arrojó las banderas de la soberanía nacional y los derechos y libertades democráticas, reemplazándolas, ya sea por el más desvergonzado y atroz fascismo, o por un simulacro de democracia. Cuál puede ser el balance de la historia de la burguesía, en general, en el siglo XX y el naciente XXI.

En todo su curso, cuando la lucha de clases se agudizó, la burguesía violó la democracia misma, suprimiendo de manera inmediata y flagrante las libertades democráticas. Además, en general, la experiencia histórica ha revelado que la transición del capitalismo a la fase monopolista e imperialista de una república democrática sólo mantuvo el marco. La burguesía imperialista rompió los estatutos que la misma revolución burguesa había establecido. Como dijimos en un artículo anterior, “El ejercicio de todo monopolio, la guerra de rapiña y la división del mundo entre las mayores potencias se ha convertido en la esencia del capitalismo bajo el dominio de los monopolios y el capital financiero. Por lo tanto, las guerras se han vuelto inevitables en la era de imperialismo y sólo desaparecerá con el fin total de todo este sistema de explotación y opresión mundial, es decir, con el advenimiento del imperialismo, la burguesía arrojó definitivamente las banderas de la soberanía nacional y la democracia, entrando por la vía de la negación de cualquier y toda la democracia y la libertad, entrando en el camino del fascismo, el genocidio y la opresión sin límites, solo levantando tales banderas nuevamente como farsa y para el engaño".[22]

 

En ese artículo, tratamos en profundidad la cuestión de la quiebra histórica de la democracia burguesa. Más que en cualquier otro período anterior y, como no podía ser de otra manera, el Estado como instrumento especial de represión alcanzó su punto máximo de desarrollo. Lenin afirma que "... tenemos en el capitalismo el Estado en el sentido propio de la palabra, una máquina especial para la represión de una clase por otra, y, además, de la mayoría por la minoría. como la represión sistemática de la mayoría de los explotados por la minoría de los explotadores, es necesaria una extrema crueldad, una extrema ferocidad de la represión.23]. La historia reciente ha conocido el fascismo en diversas modalidades. Y no es un régimen creado por psicópatas y dementes, pues es muy común caracterizar este tipo de experiencias y encubrir así sus verdaderas bases objetivas.

 

En definitiva, el fascismo, se presente como se presente, es el régimen de las fracciones más reaccionarias del capital financiero. Hace mucho tiempo, la bandera de la soberanía nacional y las libertades democráticas, finalmente de la República Democrática, pasó a manos de la clase históricamente encargada de emancipar a la humanidad, el proletariado. Hoy más que nunca, tanto los países imperialistas como los países dominados, que en su gran mayoría están sujetos a regímenes lacayos imperialistas, sus sistemas políticos expresan muy bien esta bancarrota. Basta con que verifiquemos la democracia prima donna yanqui. Antigua democracia de cañoneras, democracia de caudillos, gendarme del mundo, promotora mundial del fascismo, del terrorismo sin fronteras.

 

Estados Unidos, su fascismo y terrorismo de Estado, no son la excepción, como algunos quisieran, sino la expresión concentrada de esa bancarrota histórica a la que nos hemos estado refiriendo. Los otros poderes no son diferentes, son de la misma esencia y solo compiten por compartir y dominar el mundo. El imperialismo (y las diferentes potencias capitalistas) es el desarrollo alterno de colusión y pugna entre estas mismas potencias. Conspiran para agredir y subyugar a las naciones y pueblos del resto del mundo, en contra de su libertad, y luchan entre ellos por la partición para la explotación y esclavización de estas naciones y las masas. La violencia política, la represión sin límites ocultada por los medios de comunicación del mundo, es la realidad más brutal de las organizaciones combativas y revolucionarias en los países capitalistas desarrollados. Los demás países dominados, con su sistema laico al servicio del imperialismo, no son más que caricaturas de las metrópolis. Son "democracias" surgidas, no de la revolución popular, sino del reacomodo en el Estado de los intereses de las clases roídas terratenientes y de la gran burguesía, como manifestación del sistema económico y social engendrado por el imperialismo, instituciones cojas ungidas por ello, burla de una república democrática.

Después de haber intervenido en tantos de estos países, a la mínima amenaza de cualquier movimiento reformista, imponiendo los regímenes más feroces y sanguinarios, el imperialismo impone, sanciona, hoy, por regla general, la aceptación por su "comunidad internacional", sólo la vía constitucional de los procesos electorales más podridos y corruptos, como medio válido para que el pueblo exprese sus aspiraciones. De lo contrario, en nombre de la democracia y los derechos humanos, envían a los marines. Lo que hoy se puede llamar democracia burguesa no es más que una marcha siniestra, espantosa, un sistema mafioso de hostigamiento, chantaje y amenazas, de asesinatos y genocidios. Es una columna errante de toda la maquinaria de la muerte, una macabra caravana que deja a su paso sangre y cuerpos destrozados. Un teatro de opresión y horror. A su cabeza va Bush, izando sus banderas negras donde un cinismo desmedido ha inscrito las palabras paz y democracia.

 

DICTADURA PROLETARIA Y DEMOCRACIA

 

Las cuestiones esenciales sobre la dictadura del proletariado y la democracia son: 1) sobre los medios para realizarlas; 2) en cuanto a su forma y contenido y; 3) de cómo procesa su propia superación.

 

Primero, en cuanto a los medios para lograrlo, debemos señalar que Marx, en toda su obra, destacó con alivio, "... que la república democrática es la vía más cercana de acceso a la dictadura del proletariado. Eliminando en cualquier manera el dominio del capital y, en consecuencia, la opresión de las masas y la lucha de clases, conduce inevitablemente a tal expansión, desarrollo, patentización, agravamiento de esta lucha que, una vez surgida la posibilidad de satisfacer los intereses fundamentales de las masas oprimidas, esta posibilidad inevitablemente y sólo tiene lugar en la dictadura del proletariado, en la dirección de estas masas por el proletariado.”[24]

 

Criticando el programa del Partido Obrero Alemán en 1875 sobre la cuestión del socialismo, Marx afirmó que “Entre la sociedad capitalista y la comunista se encuentra el período de transformación revolucionaria de una en la otra, cuyo estado solo puede ser la dictadura revolucionaria del proletariado. "[25]

 

A su vez, en esta transición, para el establecimiento y realización de esta dictadura, no bastaría que el proletariado se hiciera con el poder estatal de la burguesía, con tomar el control del aparato estatal burgués. Luego de los hechos de la Comuna de París, Marx señaló la necesidad de rectificar en el Manifiesto del Partido Comunista, una cuestión fundamental. Exactamente a lo que se refería Engels a la conquista del poder estatal por el proletariado en el prefacio de su Edición alemana de 1872. Como consecuencia de las nuevas condiciones que había desarrollado la revolución con la Comuna de París, Marx, sometiéndose a la más rigurosa evaluación, esta experiencia verificó que "la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal tal como es y utilizarla para sus propios fines".[26]

Rompería el viejo aparato burocrático-administrativo-militar en el que el Estado se constituía de manera más desarrollada con el capitalismo y lo reemplazaría por otro y nuevo. Esto se convirtió en la piedra angular de la transición del Estado de la dictadura burguesa a la dictadura del proletariado. Ahí está la diferencia. El salto cualitativo que separa a la dictadura del proletariado de la dictadura burguesa y de todos los antecedentes. Sin romper esta vieja máquina burguesa de represión, ya sea en forma monárquica o republicana, sería imposible que la clase obrera y las masas populares se mantuvieran en el poder y llevaran a cabo su programa de liberación, y menos aún, construir una nueva sociedad sin explotación. del hombre.

 

En segundo lugar, en términos de las formas y el contenido de la dictadura y la democracia del proletariado, las experiencias de las revoluciones esencialmente resolvieron el problema. Muchas revoluciones tuvieron lugar en el siglo XX. En particular, la Revolución Rusa de octubre de 1917 y la Revolución China fueron escuelas de gigantescas enseñanzas para la lucha de los explotados, en particular, y de la humanidad en general. Sin embargo, aprendieron el camino tomando, una tras otra, sus experiencias en las que la Comuna era la madre de todos. El fracaso es la madre del éxito, dice el viejo proverbio. La Comuna fue, en el fracaso y el éxito, la madre de las grandes transformaciones sociales que inauguraron una Nueva Era para la humanidad. Lo que los trabajadores de París, organizados en el poder en la Comuna, lograron en unos pocos meses revela maravillas. Y fue precisamente en este punto que la experiencia de la Comuna allanó el camino para la transformación revolucionaria para acabar con toda explotación, donde más fracasó. Como observó Marx, el hecho de que la Comuna no ejerciera con más vigor la dictadura revolucionaria sobre los explotadores, precisamente porque dio tiempo a la escoria reaccionaria encabezada por el traidor a Francia, Thiers, que huyó a Versalles, hizo posible a la contrarrevolución estructurarse. Esta paradoja se explica por la falta de un verdadero partido proletario por parte de los insurgentes que mantendrían y llevarían inflexiblemente su dictadura hasta las últimas consecuencias.

 

Al desmantelar toda la maquinaria de burócratas y aparatos represivos, los trabajadores de París crearon un nuevo Estado, completamente diferente y opuesto a los que se conocían en la historia. El primer decreto de la Comuna fue la destitución del ejército permanente y su sustitución por el pueblo armado. "A este respecto, una medida de la Comuna subrayada por Marx es particularmente digna de mención: la abolición de todos los fondos de representación, de todos los privilegios pecuniarios para los funcionarios, la reducción de los salarios de todos los funcionarios estatales al nivel de 'salario de los trabajadores'. Es precisamente aquí es más evidente el paso de la democracia burguesa a la democracia proletaria, de la democracia de los opresores a la democracia de las clases oprimidas, del Estado como "fuerza especial" a la represión de los opresores por la fuerza general de los mayoría del pueblo, obreros y campesinos”[27]

 

Las siguientes revoluciones proletarias se basaron en la magnífica y trascendental experiencia de la Comuna, que sin duda representó el ensayo general de la revolución proletaria mundial. De ella Marx extrajo, de manera minuciosa y rigurosamente científica, la doctrina de la revolución proletaria, más desarrollada y plenamente confirmada por la revolución de octubre de 1917, bajo la dirección teórica y práctica del Partido Bolchevique. Todas las vicisitudes que ha enfrentado el proletariado en el curso de tantas revoluciones han ampliado su doctrina sobre el Estado y han colocado este problema como una cuestión teórica y práctica crucial de la época del imperialismo. La construcción del socialismo en la URSS, sin pasar un solo día sin provocaciones, presiones, sabotajes y todo tipo de conspiraciones por parte de la reacción interna y externa, constituyó una escala de democracia, hasta ahora desconocida, de participación popular en lo material y cultural , finalmente el control y la gestión del Estado. Sólo la revolución china, con la Gran Revolución Cultural Proletaria, la superó y llevó la experiencia de la dictadura del proletariado, la democracia proletaria, a su más alto nivel en toda la historia.

 

La Gran Revolución Cultural Proletaria en China movilizó a cientos de millones de masas trabajadoras, constructoras del socialismo, en torno a temas ideológicos y de Poder. En la producción en general, se expresó a través de la Comuna Popular. En el ámbito de la superestructura, el poder político, la dictadura y la democracia proletaria, a través de los Comités Revolucionarios de Tres en Uno.[28]

En ellos estaban representados diretamente, los moldes de la Comuna de 1871, los obreros, campesinos, soldados, estudiantes, intelectuales, revolucionarios, electos en las asambleas de cada unidad de producción, de trabaljo, de estudio e investigación y de las atividades militares, para mandatos revocables en cualquier momento. Los Comités Revolucionarios se organizaron en una estructura que se reproducía desde el nivel local hasta el nacional, unidos según los principios del centralismo democrático. No aquí, pero en su oportunidad, analizaremos la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, sus aciertos, errores y límites, los problemas de la restauración capitalista, sus causas, las bases económicas, políticas e ideológicas que la hicieron posible, como así como sus consecuencias para la revolución proletaria mundial de hoy. Por el momento, sólo registramos la experiencia concreta de construcción socialista para exponer las formas y contenidos que revisten la dictadura y la democracia en la transición del capitalismo al comunismo, es decir, en su fase más baja, el socialismo.

La Gran Revolución Cultural Proletaria en China resolvió el problema de la continuidad de la revolución proletaria y la lucha de clases en las condiciones de la dictadura del proletariado. Una cuestión que no fue debidamente resuelta y comprendida en la experiencia soviética. En la lucha contra los restauradores del capitalismo en la URSS, la dirección revolucionaria de China, en defensa del marxismo y en combate frontal con los revisionistas modernos, destacó, entre innumerables cuestiones, el problema de la dictadura del proletariado, el problema de la entendiendo que en el socialismo hay clases y lucha de clases y la necesidad de que el proletariado ejerza su dictadura de manera omnimoda sobre la burguesía durante todo el período que abarca la construcción socialista hasta e incluso conducir a la abolición de las clases en la sociedad. Esta experiencia confirmó, contrariamente a lo que pretendían los falsificadores marxistas, respecto de la doctrina sobre el Estado, que en toda sociedad de clases, las clases antagónicas forman una unidad de opuestos y que, por tanto, la sociedad socialista, como sociedad de clases, el proletariado y la burguesía son los dos aspectos opuestos e interdependientes de la contradicción. En otras palabras, que la sociedad socialista es una unidad de opuestos, donde el proletariado es el aspecto principal y dominante y la burguesía, expropiada de los medios de producción y privada del poder político y la libertad, es el aspecto secundario y dominado. Esto quiere decir que la necesidad y existencia de la dictadura del proletariado tiene como antítesis directa la existencia de la burguesía como clase subyugada.

 

Sin embargo, la sociedad socialista no es una simple inversión de las posiciones de clases antagónicas, y menos la desaparición de la burguesía como clase. Corresponde a las leyes de la dialéctica materialista, que en la lucha de los aspectos opuestos de una unidad, bajo ciertas condiciones, uno tiende a transformarse en el otro, es decir, que cada aspecto se transforma en su opuesto. Cuando esto ocurre, cuando se completa la superación de esa contradicción, cuando se concluye el fenómeno, da lugar a otro y nuevo fenómeno. De la clase dominada en lucha contra la burguesía como clase dominante, que caracteriza esencialmente a la sociedad capitalista, en las condiciones de la revolución triunfante, estas clases se transforman cada una en su opuesto: el proletariado se convierte en clase dominante y la burguesía en clase dominada. . Pero entonces ya no es el mismo fenómeno, la sociedad capitalista, sino otro y nuevo, la sociedad socialista. Lo que caracteriza este nuevo fenómeno no es la simple inversión de posiciones de clase, sino nuevas relaciones sociales que predominarán cada vez más a partir de la supresión de la propiedad privada de los medios de producción y distribución ahora socializados. Por lo tanto, el proletariado aquí ya no es el mismo de antes, ya no es la clase explotada y asalariada, ni la burguesía es la misma. Fue expropiada, ya no posee los medios de producción y ya no explota la fuerza de trabajo de los proletarios.

 

En tercer lugar, que como todo fenómeno, la sociedad socialista, en sus más diversas etapas de desarrollo -por desarrollo no entendemos un movimiento uniforme y rectilíneo, sino dialéctico, como todo lo es- es una unidad de opuestos y que cada uno de los aspectos de esta contradicción sólo puede desaparecer junto con su contrario, como la superación de todo fenómeno, dando lugar a otro y nuevo. Aquí, este otro y nuevo fenómeno ya no es una sociedad de clases, sino una sociedad sin clases. De tal manera que existirá la dictadura del proletariado para hacer desaparecer todo vestigio de clases. Y éste, como forma última del Estado en la historia de la sociedad, se extinguirá con la desaparición de estas clases, en este caso, tanto del proletariado como de la burguesía. Esto en sí mismo es indicativo de que este tránsito no puede ocurrir de una vez y de la noche a la mañana. Se procesará por etapas y en zigzag, pasando por un período histórico más o menos largo.

EXTINCIÓN DEL ESTADO Y SUPERACIÓN DE LA DEMOCRACIA

 

La experiencia de la dictadura del proletariado a lo largo del siglo XX correspondió y desarrolló la doctrina marxista sobre el Estado. Por un lado, confirmando las leyes de la concepción materialista histórica y sobre la superación de la democracia, los fundadores del socialismo científico sólo podían bordear. Por otro, elevó esta doctrina para responder a todo este período transcendental de la historia de la humanidad – el de la eliminación total y cabal de la explotación del hombre por el hombre, de las diferencias entre el  trabaljo manual e intelectual, entre el hombre y la mujer, entre la ciudad y el campo. Sobre la extinción del Estado, aunque sea de pasada, consideramos necesario distinguir entre concepciones marxistas y anarquistas. Para hacerlo brevemente, recurrimos aquí a un esclarecedor resumen presentado por Lenin: "La distinción entre marxistas y anarquistas consiste en que: 1) los primeros, fijando como objetivo la completa supresión del Estado, reconocen que este objetivo sólo es posible después de la supresión de las clases por la revolución socialista, como resultado de la instauración del socialismo, que conduce a la extinción del Estado, estos últimos quieren la supresión total del Estado de la noche a la mañana, sin comprender las condiciones para llevar a cabo tal supresión. los primeros reconocen la necesidad de que el proletariado, después de haber conquistado el poder político, destruya por completo la vieja máquina estatal, reemplazándola por una nueva, que consiste en organizar a los trabajadores armados según el tipo de Comuna; los segundos, propugnando la destrucción de la máquina estatal, tienen una idea absolutamente confusa de con qué la reemplazará el proletariado y cómo utilizará el poder revolucionario; los anarquistas los ists incluso niegan el uso del poder estatal por el proletariado revolucionario, su dictadura revolucionaria; 3) los primeros exigen la preparación del proletariado para la revolución mediante el uso del Estado moderno; los anarquistas lo niegan"[29]

 

En resumen, la pregunta que debemos responder aquí es sobre el carácter de la dictadura del proletariado y su diferenciación de las demás. Lo esencial en esta materia es que su misión histórica es conducir a la abolición de las clases mediante la socialización de los medios fundamentales de producción y distribución, y la participación creciente de todos en el control y la gestión pública, para lo que necesita el Estado proletario, o sea, las masas populares armadas y bajo la dirección del proletariado ejercen la supresión de la libertad y la democracia para las clases explotadoras y opresoras. Lo distingue, por tanto, de las formas anteriores de Estado, porque ya no es completamente el mismo Estado, la misma fuerza pública especial de represión conocida a lo largo de la historia de la civilización, particularmente en el Estado burgués.

 

Pero, al mismo tiempo, trae consigo aspectos del Estado burgués respecto al problema del derecho. En cada fase del socialismo, la ley burguesa seguirá prevaleciendo, no completamente, pero sí en parte. Marx afirma que “…estos inconvenientes son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista [socialismo], tal como surgió de la sociedad capitalista, después de largos dolores de parto el derecho nuca puede ser superior a la configuración económica y a la cultura condicionada por ella –…”[30]

La parte del derecho burgués que queda superada en el socialismo se refiere a la propiedad de los medios de producción que le es común, es propiedad social de todos los productores. El derecho burgués reconoce su propiedad privada a los particulares y el socialismo la convierte en propiedad común. Pero en cuanto a la distribución de los productos, prevalece la ley burguesa, en la medida en que se establece la igualdad para todos. A igual cantidad de trabajo, igual cantidad de producto. Dado que los hombres son diferentes, en la sociedad, algunos son más fuertes, algunos son más débiles, algunos tienen hijos, algunos no, algunos tienen más hijos que otros. La injusticia no se elimina y la igualdad es una igualdad con trasfondo burgués. El estado burgués es la afirmación del derecho de todos ante la ley, es decir, explotadores y explotados. El socialismo, por el contrario, reconoce las desigualdades. Sin embargo, para llegar a la aplicación de este criterio como justa, es necesario eliminar, no sólo, toda propiedad privada de los medios de producción a través de su socialización, sino también transformar por completo los hábitos y costumbres basados ​​en la propiedad privada para eliminar cualquier y toda diferenciación de clases hasta su completa abolición mediante sucesivas revoluciones culturales proletarias. En esta etapa, las relaciones sociales deben regirse por la fórmula de cada uno según su capacidad y cada uno según su trabajo. Aquí, pues, tenemos la vigencia del derecho burgués. El Estado existe sólo como protector de la propiedad social de los medios de producción y para impedir cualquier forma de explotación del hombre. Desaparecidas las clases y cualquiera de sus vestigios, ya no existe el capitalista explotador, ya no hay resistencia capitalista. Todos participan en la producción y gestión pública de todos los asuntos, entonces el Estado se vuelve superfluo y se extingue por completo y todos sus vestigios, y las relaciones se rigen por de cada uno según su capacidad  a cada uno según sus necesidades.

 

LA DICTADURA CONJUNTA DE LAS CLASES REVOLUCIONARIAS

 

Nos ocupamos, entonces, del tránsito que atraviesa la sociedad en la lucha por su emancipación, observando que la sociedad de clases constituye la etapa particular de la civilización en la que la lucha de clases es su motor, que conduce inevitablemente a la dictadura del proletariado, cuya misión es la abolición de las clases. Dentro de esta etapa, cada una de las etapas históricas o modos de producción correspondía a determinadas clases sociales, cuya inevitable lucha entre sí estaba condicionada por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas de esa etapa. Resaltamos en la historia moderna la importancia del advenimiento de las revoluciones burguesas que, al instalar su dictadura, inauguraron la república democrática y que bajo ella, la lucha entre el proletariado y la burguesía, resultó ser la vía de acceso más cercana a la dictadura del proletariado.

Sin embargo, la historia moderna no sólo ha conocido estos dos tipos de dictadura: la burguesa y la proletaria. Las viejas revoluciones democráticas burguesas establecieron la dictadura burguesa y las revoluciones proletarias establecieron la dictadura del proletariado. Sin embargo, de acuerdo al desarrollo desigual del capitalismo en el mundo y con el paso del capitalismo de su etapa de libre competencia a la etapa monopolista, el mundo quedó dividido entre un puñado de naciones avanzadas opresoras y el resto, la gran mayoría, de naciones oprimidas, naciones atrasadas. Este fenómeno se constituyó, en un momento dado, en un solo sistema capitalista imperialista, en un solo mercado mundial. Con la revolución rusa de 1917 se rompió el monopolio del sistema imperialista en el mundo, así como el mercado único mundial. Con la Segunda Guerra Mundial, la guerra por el reparto del mundo entre las potencias imperialistas, la revolución proletaria saltó a un gran nivel, el viejo sistema colonial capitalista se derrumbó y el mercado capitalista mundial se estrechó aún más. Este período histórico marca generalmente el comienzo de nuevos acontecimientos en la lucha por la liberación del proletariado y de las naciones oprimidas por el imperialismo. En ella, como resultado de las luchas de liberación en los países dominados por el imperialismo, surgirá otro tipo de dictadura que ya no es la dictadura burguesa y no es todavía la dictadura del proletariado, sino una dictadura conjunta de las clases revolucionarias. En otras palabras, ya no es la vieja democracia burguesa y todavía no es la democracia proletaria. Como transición entre una y otra, es una democracia burguesa, pero de nuevo tipo. Es democracia burguesa, porque no suprime la propiedad privada en general, sino que nacionaliza la gran propiedad monopólica. Sin embargo, es un nuevo tipo de democracia porque se sitúa en la época imperialista, pertenece a la categoría de revolución proletaria mundial y se establece bajo la hegemonía del proletariado. Es precisamente la dictadura la que corresponde a la dominación conjunta de las clases oprimidas por el imperialismo, por la gran burguesía de los países dominados y los grandes terratenientes, a saber, el proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía (además del campesinado) y la burguesía media. .

 

Esta dictadura conjunta, que sólo puede desarrollarse bajo la hegemonía del proletariado y en base a su alianza con el campesinado, especialmente con sus capas más pobres, que representa su abrumadora mayoría. Esta dictadura conjunta de las clases revolucionarias se establece a través de la revolución democrática burguesa en los países dominados por el imperialismo, por lo tanto en la época del imperialismo, siendo así parte integral de la época de la revolución proletaria mundial. Al no pertenecer a la revolución mundial burguesa, fenómeno históricamente superado con el advenimiento del imperialismo, esta revolución democrática sólo puede realizarse bajo la hegemonía del proletariado. Como revolución democrática burguesa, no pertenece a la clase de las viejas revoluciones democráticas burguesas y, por lo tanto, son revoluciones democráticas burguesas de nuevo tipo. Su contenido es democrático y nacional, sus objetivos son las clases explotadoras -grandes burgueses y grandes terratenientes- que junto al imperialismo oprimen al pueblo ya la nación. Sus tareas son confiscar a estas clases reaccionarias, nacionalizar todo el gran capital nacional y extranjero, entregar la tierra a los campesinos pobres sin tierra o con poca tierra, liberar las fuerzas productivas en general y, en particular, en el campo, impulsar una nueva economía. , una nueva política y una nueva cultura, en definitiva, una nueva democracia. Tal revolución, desde el punto de vista central, de conformación del Estado, no da lugar a la vieja democracia, sino a un nuevo tipo de democracia.

DEMOCRACIA BURGUESA DE NUEVO TIPO O NUEVA DEMOCRACIA

 

Al señalar el carácter burgués de la revolución en Rusia a principios del siglo XX, Lenin defendía que el proletariado era el más interesado en la revolución democrática y que no podía situarse al margen del proceso, ni siquiera delegar su dirección a la burguesía. Muy por el contrario, sostenía, que el proletariado debía desempeñar un papel activo en la lucha para unirse a las amplias masas del campesinado y llevar la revolución a su victoria decisiva. Por victoria decisiva, definió la destrucción completa del régimen zarista mediante el derrocamiento violento de la autocracia y el establecimiento, en su lugar, de la república democrática, liquidando todo el régimen de servidumbre en Rusia. Afirmó que dejar la dirección de la revolución a la burguesía era condenar la revolución al pantano, porque la burguesía, aunque interesada en la democracia, trabajaba, no por su plena realización, sino por sus intereses egoístas, que al ser servidos con algunas reformas concedidos por el zar, se pondrían de acuerdo con la nobleza e instalarían, nada más y nada menos que un régimen constitucional monárquico. Esto representó paralizar la revolución democrática, no llevarla a término. Lenin defendía así la transformación de la revolución democrática en una revolución socialista. “De la revolución democrática comenzaremos a pasar, entonces y precisamente, en la medida de nuestras fuerzas, de las fuerzas del proletariado consciente y organizado, a la revolución socialista. Somos partidarios de la revolución ininterrumpida. No nos detendremos a mitad de camino. ..."[ 31]

 

Si la revolución triunfa bajo la dirección del proletariado, debe formarse un gobierno revolucionario provisional, expresión de la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y el campesinado.

 

La revolución rusa de 1905 fue derrotada, pero doce años después, en plena guerra imperialista (Primera Guerra Mundial 1914/1918), en febrero de 1917, estalló nuevamente y, esta vez, triunfante. Ya en los días de 1905, como instrumento de su lucha, el proletariado revolucionario ruso había creado los soviets (consejos de delegados elegidos directamente en las fábricas) y nuevamente en la revolución de febrero reaparecieron con gran vigor. En este momento, Lenin, contrariamente a lo que había postulado en 1905, ya no defiende la participación del proletariado en el gobierno provisional surgido de la revolución. Creía que, en la nueva situación, el gobierno provisional representaba el poder de la burguesía, mientras que el proletariado había creado sus propios órganos de poder, los soviets. Situación que caracterizó como dualidad de poder.

Cuando algunos de los partidarios de Lenin, defendiendo la participación en el gobierno provisional, se quejaron de que rompía con su tesis de que el proletariado debía asumir la dirección de la revolución democrático burguesa y extender al máximo la libertad política dentro de sus límites, respondió que quien representara a la revolución democrática burguesa en ese momento no era el gobierno provisional, sino los soviets de obreros, campesinos y soldados. Que en los soviets se había producido la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y el campesinado, y que, fundamentalmente, se había producido la revolución democrática en las particularidades de Rusia. Y, en consecuencia, afirmó que si la revolución no avanzaba inmediatamente a la etapa socialista mediante la transferencia de todo el poder a los soviets, las conquistas democráticas serían suprimidas por la contrarrevolución dirigida por la burguesía y toda la reacción unida. Sin embargo, los partidos que ostentaban la hegemonía en los soviets, representantes de la pequeña burguesía, mantuvieron a los soviets a cuestas del gobierno provisional, abriendo así una gran brecha para el avance de la contrarrevolución.

 

En octubre del mismo año, dirigido por el partido de Lenin, el proletariado se levantó de nuevo en la insurrección, derrocó al Gobierno Provisional y entregó el poder al Congreso de los Soviets de toda Rusia. Estos acontecimientos en Rusia en 1917 confirmaron plenamente las tesis de Lenin sobre el papel del proletariado en la revolución democrático burguesa, que, con su derrota en 1905, no pudo verificarse tan claramente como en febrero de 1917. Dirigir la revolución democratica para preparar las condiciones para la revolución socialista, esta consistía en las tareas del proletariado en la revolución democrático burguesa en la época del imperialismo.

 

Sin embargo, en la época del imperialismo y con el advenimiento de la revolución proletaria de octubre de 1917, la burguesía se había pasado completamente al campo de la reacción. En otras palabras, había terminado la época de la revolución burguesa mundial y había comenzado la época de la revolución proletaria mundial. Con el triunfo de la revolución proletaria en Rusia, con el proletariado en el poder, la burguesía pasó necesariamente por completo al campo de la contrarrevolución. De esta forma, las revoluciones democrático-burguesas, que se desarrollaban en países oprimidos por el imperialismo, coloniales y semicoloniales, pasaron a pertenecer a la categoría de revolución proletaria mundial. Es decir, que las revoluciones democráticas pendientes en el mundo sólo podrían realizarse bajo la dirección del proletariado y contar con el apoyo internacional sólo del proletariado revolucionario. Esto cambió la calidad de la revolución democrático burguesa.

Lenin profundizó sus tesis sobre la revolución democrática en los congresos de la Internacional Comunista. Al abordar el problema colonial y nacional, destacó que “…¿Cuál es la idea más importante, la idea fundamental de nuestras tesis? Es la distinción entre naciones oprimidas y naciones opresoras. Subrayamos esta distinción, en oposición a la Segunda Democracia internacional[32] ] y burguesa.”[33] Esta distinción que destacó como la de un gran número de naciones oprimidas por un lado y un número insignificante de naciones opresoras por el otro, es el trasfondo de todas las economías y políticas. en el mundo en la época del imperialismo. Fruto de este entendimiento, destacó también la cuestión del movimiento democrático burgués en los países atrasados. Mostró la necesidad de diferenciar entre las posiciones de la burguesía y el proletariado en estos movimientos y propuso utilizar la denominación de "nacional-revolucionario" para caracterizar el movimiento dirigido por el proletariado. Aclaró la cuestión afirmando que "No hay duda de que todo movimiento nacional sólo puede ser un movimiento democrático burgués, ya que la masa fundamental de la población en los países atrasados ​​son los campesinos que representan las relaciones capitalistas burguesas".[34] Por lo tanto, si se caracterizara sólo como un "movimiento democrático burgués" borraría toda la diferencia entre el movimiento reformista y el revolucionario.

 

"... en los últimos tiempos, esta diferencia entre el movimiento reformista se ha manifestado con toda claridad en las colonias y en los países atrasados, ya que la burguesía imperialista intenta por todos los medios que el movimiento reformista se desarrolle también entre los pueblos oprimidos burgueses de los países explotadores y las colonias, se produjo una cierta aproximación, por la cual, muy a menudo –y tal vez incluso en la mayoría de los casos– la burguesía de los países oprimidos, a pesar de dar su apoyo a los movimientos nacionales, lucha, al mismo tiempo, de acuerdo con la burguesía imperialista, es decir, junto a ella, contra todos los movimientos revolucionarios y clases revolucionarias". Luego concluye que el significado de tal diferenciación es que "como comunistas debemos y apoyaremos los movimientos burgueses de liberación en las colonias, sólo en el caso de que estos movimientos sean verdaderamente revolucionarios, sólo en el caso de que sus representantes no nos impidan educar y organizar en espíritu revolucionario a los campesinos y a las grandes masas explotadas. Si no se dan estas condiciones, los comunistas deben luchar en estos países contra la burguesía reformista, a la que pertenecen también los héroes de la Segunda Internacional. En las colonias hay partidos ya reformistas, y sus representantes a veces se llaman a sí mismos socialdemócratas y socialistas".[35]

 

Aún así, sobre el contenido del movimiento nacional-revolucionario, las revoluciones de liberación, las revoluciones democráticas de los países dominados por el imperialismo, Lenin, además de enfatizar su carácter burgués, aboga por la necesidad del papel dirigente del proletariado en ellas, como condición sine quan non, para que se califiquen como revoluciones.

Y esto se debió a que el nuevo poder, la dictadura revolucionaria que allí se instaló, no podía ser una dictadura burguesa para desarrollar el capitalismo, sino una dictadura bajo la dirección del proletariado para liberar a la nación de la dominación imperialista, de la prepotencia. capitalistas, del poder de la gran burguesía aliada a los terratenientes, y que, manteniendo la propiedad privada, impulsó el desarrollo de las fuerzas productivas, preparando las condiciones para pasar ininterrumpidamente a la etapa socialista de la revolución. Y que la organización estatal del nuevo poder revolucionario surgido de las revoluciones democráticas de los países dominados por el imperialismo, debía asumir la misma forma soviética (consejo): "Es evidente que incluso las masas oprimidas -explotadas no sólo por capital, sino también por los señores feudales y por un estado que se asienta sobre bases feudales- también pueden aplicar esta arma, este tipo de organización, en las condiciones en que se encuentran. La idea de la organización soviética es simple y capaz de aplicándose no sólo en las relaciones proletarias, sino también en las relaciones campesinas feudales y semifeudales.”[36]

 

Lenin incluso llamó la atención sobre el problema de que, en países donde el capitalismo aún no se había desarrollado, donde prevalecían las relaciones feudales y semifeudales, el desarrollo capitalista no era inevitable. En las condiciones de la época, en que avanzaba la revolución proletaria, en que había cada vez más países nuevos en el campo de la revolución proletaria, estos países muy atrasados ​​podían pasar, por ciertas etapas, a la construcción del socialismo, siempre que que contaban con el apoyo de ciertos medios por parte de los países socialistas. Estas contribuciones de Lenin al problema de la revolución democrática en la era del imperialismo fueron apoyadas por Stalin y la Internacional Comunista. Pero será con la revolución china y su prolongado proceso que los problemas teóricos de la revolución democrática en la era del imperialismo obtendrán su mayor desarrollo y formulación.

Democracia Popular y Nueva Democracia - Parte 3

 

Año I, No. 7, Marzo 2003

 

Mao Tsetung y la Nueva Democracia

CON LA REVOLUCIÓN CHINA SE RESUELVE DEFINITIVAMENTE LA CUESTIÓN DE LA DEMOCRACIA EN LOS PAÍSES DE FONDO Y SU TRANSICIÓN A LA CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA.

 

Rusia, aunque atrasada, tuvo su peculiar desarrollo capitalista, beneficiándose mucho de su condición de país imperialista (Lenin lo caracterizó como un imperio militar-feudal). China, por el contrario, era un país en el que el capitalismo era aún más atrasado y estaba dominado por el imperialismo de varias potencias. La condición de país atrasado dominado por el imperialismo, cuyas relaciones fundamentales de producción eran feudales y semifeudales, hizo de China escenario de grandes y prolongadas revoluciones. En China, la revolución democrática burguesa comenzó en 1911, poniendo fin al sistema monárquico de la dinastía Ching. Pero la revolución liderada por la burguesía, a través del Kuomitang (Partido Nacionalista), pronto reveló sus limitaciones, el fin de la monarquía dio paso a una fragmentación del poder. En las vastas regiones del interior surgieron gobiernos de poderosos terratenientes, señores de la guerra. Con el surgimiento del Partido Comunista en 1921, la revolución china adquiere una nueva cualidad, el proletariado lucha por tomar su liderazgo. Inicialmente se establece una profunda alianza con el Kuomitang y se lleva a cabo la Expedición del Norte para liquidar el poder de los caudillos y consolidar el poder nacional de la República. En 1927, la nueva dirección del Kuomitang (Chiang Kai-shek asume el poder tras la muerte del Dr. Sun Yat-sen) rompe la alianza con los comunistas, pasando al campo de la gran burguesía y el imperialismo. El Kuomitang, bajo la dirección de Chiang Kai-shek, promueve matanzas de comunistas en las grandes ciudades de la costa, los comunistas van al campo, surgen las Bases de Apoyo Revolucionario y el poder rojo. La revolución agraria cobra nuevo impulso y da más profundidad a la revolución democrática en curso. Japón, que ya había ocupado Manchuria (noreste de China) en 1931, inició su expansión hacia el interior de China. Así comienza una nueva fase de la revolución -de liberación nacional- a través de la guerra antijaponesa. El Partido Comunista aboga por el Frente Unido Antijaponés para la guerra de resistencia y propone una nueva alianza con el Kuomitang. A pesar de su voluntad, el Kuomitang no pudo negarla ante la presión de la opinión pública nacional y la coyuntura internacional marcada por el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En él, Japón se había alineado con la Alemania de Hitler. En 1945, con el final de la guerra mundial con la victoria de los Aliados, con la expulsión de Japón y su rendición, el Kuomitang de Chiang Kai-shek, apoyado por Estados Unidos, se da a la tarea de aplastar al Partido Comunista y destruyendo sus Bases Revolucionarias. Estalla una nueva guerra civil que lleva al triunfo de la revolución en todo el país, quedando únicamente la isla de Formosa (Taiwán) bajo el control del Kuomitang y con la protección de Estados Unidos.

Para su triunfo en 1949, la revolución china tuvo que pasar por más de 30 años de lucha armada, de los cuales más de 20 fueron dirigidos por el Partido Comunista de China, pasando por una variedad de contradicciones, problemas y guerras de varios tipos, bueno -definió fases dentro de la revolución democrática, y constituyó una de las riquezas teóricas y prácticas más importantes para el proceso de transformación social a lo largo de la historia mundial. Expedición al Norte por la centralización del poder revolucionario de la república, revolución agraria antifeudal, revolución de liberación nacional antijaponesa y guerra civil revolucionaria y de liberación. En la primera fase la principal contradicción fue entre los campesinos pobres y los terratenientes, en la que el objetivo central de la revolución era barrer con las relaciones feudales y semifeudales que imperaban en las vastas regiones del interior. A lo largo de los años, la lucha armada revolucionaria dirigida por el Partido Comunista de China ha establecido Bases de Apoyo Revolucionario, donde se organizan gobiernos revolucionarios, que son la expresión de la dictadura conjunta de las clases revolucionarias, el proletariado, el campesinado pobre principalmente, el pequeño y burguesías urbanas medias. En la fase de la guerra antijaponesa, el frente para derrotar al invasor necesita expandirse y las bases revolucionarias no expresan sólo el poder de las clases del período anterior. Ahora, son bases revolucionarias antijaponesas, en las que sectores que fueron confiscados por la revolución, por su posición patriótica antijaponesa, tienen ahora contemplados sus intereses en el nuevo poder.

 

LA ESCLAVITUD, EL FEUDALISMO Y EL CAPITALISMO SON EL CAMINO DE LA SOCIEDAD BASADA EN LA DIVISIÓN DE CLASES

 

Al profundizar en el análisis de la sociedad china, en 1939, entendiéndola como una sociedad colonial, semicolonial y semifeudal, Mao Tsetung se preguntó, dadas estas condiciones de desarrollo en China, cuál era entonces el carácter de la revolución china en esa etapa. , "¿Es una revolución democrático-burguesa o una revolución socialista proletaria? Frente a ella, es la primera y no la segunda. Dado que la sociedad china es colonial, semicolonial y semifeudal, dado que los principales enemigos de la revolución china son el imperialismo y las fuerzas feudales, ya que la tarea de la revolución china consiste en derrocar a estos dos principales enemigos por medio de una revolución nacional y democrática, en la que la burguesía también toma parte en esta revolución en ciertos períodos, y que, aun cuando la gran burguesía traiciona a la revolución haciéndose su enemiga, la voluntad de la revolución sigue estando dirigida contra el imperialismo y el feudalismo y no contra el capitalismo y la propiedad privada capitalista en general, dado todo esto, la revolución La acción china en la etapa actual no es, por su carácter, socialista proletario, sino democrático-burgués.”[37]

Aclaró además que, aunque ese era su carácter, es decir, democrático-burgués, la revolución en China en ese momento ya no era del tipo viejo corriente y anticuado, sino de un tipo nuevo y particular. “Este es el tipo de revolución que está teniendo lugar actualmente en China y en todas las colonias y semicolonias, y la llamamos revolución de nueva democracia. La revolución de nueva democracia forma parte de la revolución mundial socialista proletaria, ya que se opone resueltamente al imperialismo o capitalismo internacional. Especificando las tareas de la revolución china de nueva democracia estableció:“  En lo político se propone implantar la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias contra los imperialistas , los colaboracionistas y los reaccionarios y se opone a la transformación de la sociedad china, en una sociedad de dictadura burguesa, en la esfera económica, su propósito es nacionalizar el gran capital y las grandes empresas de los imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, distribuir la tierra de la clase terrateniente entre los campesinos, junto con ella preservará las empresas capitalistas privadas en general y no eliminará la economía del campesinado rico”. Enfatizó, por tanto, que “La etapa actual de la revolución china es una etapa de transición cuyo objetivo es acabar con la sociedad colonial, semicolonial y semifeudal y preparar las condiciones para la construcción de la sociedad socialista, que Es decir, es el proceso de una revolución de masas populares bajo la dirección del proletariado. una revolución similar puede la sociedad china avanzar hacia el socialismo, de ninguna otra manera.”[39]

 

Al definir la naturaleza de la revolución de nueva democracia como una "dictadura conjunta de varias clases revolucionarias bajo la dirección del proletariado", aclaró que "no es ni la dictadura de la burguesía sola ni la dictadura del proletariado solo". Tales clases revolucionarias son el proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional (burguesía media). Esta definición no es una simple interpretación de características de la revolución en China hecha por Mao Tsetung, es un desarrollo de la teoría marxista revolucionaria en general y de la doctrina marxista del Estado en particular. ¿De dónde y cómo llegó Mao Tsetung a estas conclusiones confirmadas por los acontecimientos de la revolución china y otras revoluciones en diferentes partes del mundo?

En la parte anterior, cuando definimos y tratamos de manera general la cuestión de la nueva democracia o la dictadura conjunta de las clases revolucionarias, ya expusimos los elementos esenciales de esta cuestión. Sin embargo, retomémoslo una vez más, concentrándonos en la experiencia concreta de la revolución china bajo la dirección de Mao Tsetung, para examinar exactamente la formulación que desarrolla. Este problema ha sido de gran trascendencia en la transformación social desde hace mucho tiempo, desde que la gran mayoría de los países pasaron a ser dominados y oprimidos por el imperialismo, que no hizo más que agudizar esta opresión y cobrar especial importancia ante la realidad mundial actual. Esto representa unos miles de millones de masas explotadas y oprimidas por el imperialismo y las grandes clases burguesas y terratenientes en estos países dominados. El contingente de miles de millones de masas explotadas y la inmensa mayoría de las naciones oprimidas del mundo forman el campo y la fuerza principal del proceso revolucionario mundial, mientras que el movimiento proletario revolucionario internacional juega un papel dirigente.

 

LA DEMOCRACIA POPULAR SÓLO ES POSIBLE A TRAVÉS DEL PODER DE LAS CLASES EXPLOTADAS Y OPRIMIDAS BAJO LA HEGEMONÍA DEL PROLETARIADO

 

En el tema "La Dictadura Conjunta de las Clases Revolucionarias" expusimos el desarrollo de Lenin de la tesis marxista sobre la relación entre democracia y socialismo, la de la transformación de la revolución democrática en revolución socialista. Este desarrollo es de gran importancia y cómo Stalin buscó aplicarlo en los estudios y definiciones de la Internacional Comunista (Tercera Internacional), en el tratamiento de los problemas nacionales y coloniales. Sin embargo, será con el desarrollo teórico de Mao Tsetung que esta cuestión teórica del marxismo obtendrá una solución más profunda y completa. Precisamente por ello, consideramos de suma importancia seguir los pasos a través de los cuales llega a estas conclusiones. En muchas de sus obras teóricas y políticas, Mao Tsetung se dedicó a investigar y dar respuesta a los problemas de cómo dar una definición certera y precisa sobre el carácter de la revolución china en la etapa en que se desarrollaba, en las primeras décadas del s. el último siglo. En su obra de 1940 "Sobre la nueva democracia", abordó el tema de manera integral. Tomemos algunos de sus pasajes:

Primero, a través del análisis histórico y de clases de China, del cual obtiene las leyes de su desarrollo económico y social, establece el carácter de la revolución en China en ese momento, como ya se explicó anteriormente, siendo una revolución democrático-burguesa de carácter nuevo tipo o de nueva democracia afirmando que “Por un lado, esta república de nueva democracia será diferente de la vieja forma, europea y americana, de república capitalista bajo la dictadura de la burguesía, vieja forma democrática, que ya está fuera de fecha."[40]

 

Luego, diferenciándola de la revolución socialista soviética: “Por otro lado, también será diferente de la república socialista de tipo soviético, bajo la dictadura del proletariado, que actualmente florece en la Unión Soviética y se establecerá en todos los países capitalistas, convirtiéndose, sin duda, en la forma dominante de estructura estatal y poder en todos los países industriales avanzados". [41] Además aclara que "Durante un cierto período histórico, sin embargo, esta forma no será adecuada para las de los países coloniales y semicoloniales.”[42] Y luego señala una tercera forma de Estado y la caracteriza como transitoria, afirmando que “Tal forma conviene sólo a un cierto período histórico, siendo por lo tanto transitoria; sin embargo, es es una forma necesaria de la que no se puede prescindir.”[43]

 

Sistematizando los numerosos tipos de sistemas estatales existentes en el mundo, los resume en "tres especies básicas, según el carácter de clase del poder político: 1) repúblicas bajo la dictadura de la burguesía; 2) repúblicas bajo la dictadura del proletariado; y 3) repúblicas bajo dictadura conjunta de varias clases revolucionarias.”[44]

 

Conceptualizando estos tres tipos de sistemas de Estado, afirma que el primero es el de los viejos Estados democráticos, que con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial “…es muy difícil encontrar un vestigio de democracia en muchos de los países capitalistas .”[45] Dice que los estados de los países dominados por el imperialismo, que están bajo la dictadura conjunta de los terratenientes y la burguesía, están incluidos en esta misma especie. La segunda especie, dice, que en su momento sólo existía en la Unión Soviética (de 1917 a 1956) y posteriormente en la propia China (desde principios de los años 50 hasta mediados de los 70, del siglo pasado), está en gestación. en todos los países capitalistas y que "... en el futuro será la forma dominante en todo el mundo, durante un cierto período".[46] Y que, la tercera especie "... es la forma de transición estatal que se adoptará en las revoluciones de los países coloniales y semicoloniales.Cada una de estas revoluciones tendrá necesariamente características propias, pero todo esto representará sólo una variación menor sobre el tema común.Como revoluciones de países coloniales y semicoloniales países, sus estructuras estatales y de poder serán necesariamente las mismas, en esencia, es decir, un estado de nueva democracia bajo la dictadura conjunta de las diversas clases antiimperialistas”. [47]

LA TEORIA DE UNA SOLA REVOLUCIÓN NO ES MAS QUE LA TEORÍA DE LA NO REVOLUCIÓN, ESE ES EL TRASFONDO DEL PROBLEMA

 

Sobre cómo la república de la nueva democracia expresa el sistema estatal y el sistema de poder, resumió: "Sistema estatal, dictadura conjunta de varias clases revolucionarias y sistema de poder, centralismo democrático: esta es la política de la nueva democracia, la república de la nueva democracia, la república del frente único revolucionario..."[48]

 

Al estudiar los problemas de la revolución en China, Mao Tsetung tomó el universal de las tesis leninistas sobre la cuestión del imperialismo y la cuestión nacional y colonial, profundizándolas en la práctica de la revolución china, extendiendo esta profundización a las tesis surgidas de la transformación de la revolución democrática en una revolución socialista. Pero para que las ideas de Mao Tsetung triunfaran y con ellas la gran Revolución China, tuvo que enfrentarse duramente con contendientes de diversa índole. Tenía que refutar, dentro del mismo Frente Único Antijaponés, las tesis de un capitalismo independiente en China, o de la "dictadura burguesa", y las de la verborrea "obstinada" y de "izquierda". Los primeros propugnados por los burgueses que integraron el Frente Único Antijaponés y desarrollaron una política sistemática de ataques al Partido Comunista, propagando, a veces, la necesidad de sacar al Partido Comunista del Frente, otras apelando a ello. disolverse en nombre de la unidad del Frente, o ambos juntos. Incluso hubo quienes pidieron un "kemalismo" chino[49]. También hubo quienes defendieron abiertamente la "teoría del sometimiento nacional", según la cual China sólo podía resistir al imperialismo japonés aliándose (entendido sometiéndose) al imperialismo occidental. Mao demostró que tales posiciones eran en realidad preparativos para la capitulación ante los invasores japoneses y que la presencia del Partido Comunista en el Frente, y no sólo su presencia, sino en la dirección del mismo, era la única condición para mantener los objetivos del Partido Comunista. Frente a derrotar la invasión japonesa, liberar a China y establecer de hecho la república democrática, hasta entonces sólo en palabras. Esta condición de dirección del Partido Comunista en el Frente Único expresó la hegemonía del proletariado y su vertebración por la alianza obrero-campesina.

 

Por otro lado, el oportunismo de "izquierda" que se escondía detrás de las fraseologías radicales, proclamando que la revolución china, como Rusia, tenía un carácter socialista con su "teoría de la revolución de un solo golpe", se unió a quienes propugnaban la "teoría de una sola revolución". Mao respondió que “Estos señores, que con aparente seriedad avanzan con la 'teoría de una sola revolución' opuesta al comunismo y al Partido Comunista, no buscan más que su cuarenta y nueve o cincuenta y uno por ciento... La teoría de una revolución única no es otra cosa que la teoría de la no revolución, ese es el meollo del problema.”[50]

En cuanto a las corrientes pequeñoburguesas y trotskistas, que "aparentemente sin malas intenciones, viven engañadas por la llamada 'teoría de una sola revolución' y por esa pura ilusión subjetiva que es el llamado 'cumplimiento de un golpe de la revolución política y la revolución social' 'No entienden que la revolución se desarrolla por etapas, que sólo podemos avanzar a la segunda etapa después de haber completado la primera, ya que no existe tal 'cumplimiento de un golpe'. . Decir que la revolución democrática no tiene tareas o período específico, que se puedan realizar junto con las tareas de la democracia las tareas de otro período específico, por ejemplo las tareas del socialismo, es 'cumplimiento de un solo golpe', es una utopía inaceptable para los verdaderos revolucionarios.”[51]

 

EL OPORTUNISMO DE IZQUIERDA PREDICÓ QUE LA REVOLUCIÓN CHINA TENÍA CARÁCTER SOCIALISTA

 

Este viejo problema sigue siendo de gran importancia para entender la cuestión democrática. Los ejemplos de tales posiciones que se oponen al camino de la revolución de la nueva democracia sólo se repiten en los distintos países dominados, encontrando, en todos ellos, los partidarios de la "teoría del sometimiento nacional", así como los de las teorías de "una sola revolución" y "un solo golpe de realización de la revolución política y la revolución social". En el transcurso del siglo pasado hasta nuestros días se acumulan estas viejas teorías junto con sus fracasos y las sucesivas capitulaciones de sus defensores frente al imperialismo y la reacción. En Brasil, los ejemplos son notorios, desde los de las direcciones oportunistas en la historia del Partido Comunista con sus concepciones derechistas de la revolución nacional-democrática, hasta la estela de la gran burguesía que son premiados con pomposos títulos de "burguesía nacional". o "nacionalistas", hasta el socialismo pequeñoburgués, donde pulula toda variedad de corrientes tan radicales en etapas opuestas de la revolución, transformadas, en tan poco tiempo, en capituladoras de sus peroratas de "revolución socialista ya", cambiadas por poses mansas y domesticadas de "gente seria" en el poder. Hoy cumplen su triste papel de auxiliares de la burguesía y los terratenientes en la perpetuación de su Estado podrido y decrépito, servidor de los intereses del imperialismo.

 

La cuestión de la revolución de una nueva democracia no es sólo el principal problema teórico de la época, consiste en ser el medio y el camino concreto a través del cual la gran mayoría de la población de laTierra, en este siglo que comienza, llevará a cabo la transformación del mundo, enterrar al imperialismo ya toda la reacción mundial, emancipar a la sociedad humana.

 

EL CAMINO HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE LA NUEVA DEMOCRACIA Y LA CUESTIÓN DE LOS TRES INSTRUMENTOS DE LA REVOLUCIÓN

 

Toda la concepción de la revolución de la nueva democracia desarrollada por el gran líder chino fue uno de los aportes más importantes al marxismo en la medida en que no se limitó sólo a desarrollar la teoría marxista del Estado, sino una teoría integral en la que se abordaron una variedad de problemas, tales como los medios y formas de realización de la nueva democracia, el problema del poder que ocupa el centro de toda su concepción, así como las condiciones para asegurar el tránsito de la nueva democracia, en forma ininterrumpida, a la revolución y construcción socialista. . La cuestión del papel del Partido Comunista, la importancia del frente único de las diversas clases revolucionarias, su construcción y la lucha armada como principal forma de lucha, constituyen elementos inseparables de su concepción. Mao concibió en el proceso revolucionario de China que los más variados instrumentos que surgen en el proceso revolucionario se condensan en “tres instrumentos fundamentales de la revolución”. Y estos son el Partido Comunista, el Frente Único y el Ejército Popular. En 1939, al hacer un balance de 18 años de experiencia en la lucha, Mao señala que “El frente único, la lucha armada y la construcción del Partido son, pues, las tres cuestiones fundamentales que interesan a nuestro Partido en la revolución china. interrelaciones, significa dar una dirección justa a toda la revolución china".[52]

Resumiendo lo que llamó los "tres tesoros" de la experiencia de 18 años de lucha, condensa las condiciones en que se ha desarrollado hasta entonces la experiencia de la revolución china, en cuanto a la aplicación de estos tres instrumentos en tres situaciones diferentes correspondientes a tres etapas: la Primera Gran Revolución de 1924/1927, la Guerra Revolucionaria Agraria de 1927/1937 y la Guerra de Resistencia contra Japón, de la cual extrajo las siguientes leyes: 1) que la burguesía china podía participar en la lucha contra el imperialismo y contra las fuerzas feudales de los caudillos militares, en la medida en que la opresión extranjera pesaba mucho sobre China. Esto permitió al proletariado establecer un frente único con la burguesía nacional en ciertos períodos y dentro de ciertos límites; 2) que en otras condiciones históricas la burguesía nacional podría vacilar y traicionar debido a sus debilidades económicas y políticas. Esto demuestra que el frente único del proletariado no permanece constante y cambia en el curso del proceso revolucionario; 3) que la gran burguesía compradora china estaba directamente vinculada y alimentada por el imperialismo, siendo así uno de los objetivos de la revolución de nueva democracia. Sin embargo, como el imperialismo estaba formado por diferentes potencias, la gran burguesía china también estaba formada por diferentes grupos y fracciones y que, en momentos de agudización entre las potencias, los grupos de la burguesía china también estaban divididos y en esto se inició la política de frente único desde el proletariado podía aprovecharlo, aunque fuera por breves períodos; 4) que la gran burguesía compradora china, incluso en los cortos períodos en los que forma un frente único con el proletariado, sigue siendo muy reaccionaria y obstinadamente busca atacar al proletariado y su partido todo el tiempo, llevando a cabo una política de preparación para la capitulación y romper el frente único contra el enemigo invasor; 5) que el campesinado era el aliado incondicional del proletariado; y 6) que la pequeña burguesía urbana era también un aliado seguro del proletariado.

LA CONCEPCIÓN DE LA REVOLUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA ES UNO DE LOS APORTES MÁS IMPORTANTES AL MARXISMO

 

Buscando analizar en profundidad las contradicciones para explotar todo el potencial favorable al proletariado en la revolución china, Mao enfatiza que "El carácter dual de la burguesía china en la revolución democrático-burguesa tiene una profunda influencia en la línea política y en la construcción del Partido Comunista de China, entender este carácter dual de la burguesía china, es imposible entender la línea política y el proceso de construcción del Partido Comunista de China.”[53] Con esto, enfatiza que una característica de la La línea política del Partido Comunista de China era comprender bien el doble carácter de la burguesía nacional y saber unirse a ella y al mismo tiempo luchar contra ella. Unirse en el sentido de formar frente único con él y luchar, como forma pacífica de desentrañar las contradicciones, la independencia del Partido, en los períodos de frente único con él y pasar a la lucha armada contra él, en los momentos cuando se rompió el frente único.

 

Afirmó que, en la lucha por la revolución de la nueva democracia, la lucha armada conducida por el Partido Comunista de China era la guerra de los campesinos bajo la dirección del proletariado. Y que unirse a la burguesía sin luchar contra ella consistió en oportunismo de derecha, y sólo luchar contra ella sin unirse a ella en los períodos y momentos posibles y necesarios consistió en oportunismo de "izquierda". En esos 18 años el Partido había aprendido mucho y se había desarrollado en el sentido de manejar más correctamente las leyes de la revolución y la construcción del Partido Comunista, a expensas de los errores de ambos tipos cometidos en su trayectoria. "La experiencia de estos dieciocho años nos enseña que el Frente Único y la lucha armada son las dos armas principales para derrotar al enemigo. El Frente Único es un frente para llevar a cabo la lucha armada. La organización del Partido son los heroicos combatientes que esgrimen estas dos armas -el Frente Único y la lucha armada- para destruir y derribar las posiciones enemigas. Tales son las relaciones recíprocas entre la construcción del Partido, el Frente Único y la lucha armada".[54]

 

LA IMPORTANCIA DEL FRENTE UNIDO REVOLUCIONARIO Y EL NUEVO PODER

 

Para la nueva democracia, en la lucha por su conquista, es decir, por la realización de la revolución democrática de nuevo tipo y por su transformación ininterrumpida en revolución socialista, el problema fundamental radica en la definición y establecimiento de una correcta política de el frente único de las clases revolucionarias contra el enemigo común. En este problema reside toda la clave del éxito de la conquista de la nueva democracia. Primero, que para establecer una política justa y correcta se necesita alguien que pueda llevarla a cabo y ese sólo puede ser el partido revolucionario del proletariado en construcción. Segundo, que para ser justo y correcto debe partir del principio de que sólo a través de la dirección del proletariado, que como única clase consecuentemente revolucionaria hasta el final, podrá crear un auténtico frente único revolucionario , mantenerla firme, luchar contra el peligro de la capitulación y llevar al triunfo la causa de la nueva democracia. El proletariado, como hemos visto al estudiar toda la experiencia histórica, es, desde el punto de vista económico, social, político, ideológico e histórico, el legítimo portador de la misión emancipadora de la sociedad humana y, por ello mismo, el más consecuente defensor de la auténtica y verdadera democracia, la democracia popular, la voluntad y el poder concreto de las masas trabajadoras.

Sólo la dirección firme del proletariado revolucionario puede instaurar correcta y justamente la política de frente único de las clases revolucionarias para derrotar al imperialismo, a la gran burguesía local ya los terratenientes. Sólo la dirección del proletariado revolucionario en alianza indisoluble con el campesinado mayoritariamente pobre puede mantener el frente único, impedir su capitulación ante las clases reaccionarias, soportar las grandes presiones y sufrimientos en la lucha por el triunfo de la causa de la nueva democracia. Sólo la dirección del proletariado revolucionario puede asegurar el cumplimiento programático de los intereses de las clases revolucionarias, en particular asegurando al campesinado pobre su acceso a la tierra mediante la realización de un programa agrario revolucionario. Sólo la dirección del proletariado revolucionario puede asegurar el tránsito de la nueva democracia a la construcción socialista, ininterrumpida e irrevocable. Y finalmente, sólo esta dirección puede realmente dar vida, estatura y perspectiva a la causa de la democracia en la época de la agonía del imperialismo, de la muerte del capitalismo. Sin la dirección del proletariado revolucionario, no puede haber un frente único que no sea una especie de oportunismo para reformar la fachada de la vieja y decadente democracia para perpetuar la explotación y opresión de miles de millones de seres humanos, que es hoy la realidad del dominio imperialista. .

 

SÓLO LA DIRECCIÓN FIRME DEL PROLETARIADO REVOLUCIONARIO PUEDE ESTABLECER LA POLÍTICA DE FRENTE ÚNICO DE LAS CLASES REVOLUCIONARIAS

 

En este sentido, el Frente Único es ya, desde su construcción, el embrión del nuevo poder y del nuevo Estado. En general, las tareas de la nueva democracia son la solución de la cuestión agrario-campesina y la independencia nacional. Esto implica diferentes fases dentro de un mismo paso. En la primera fase, la principal contradicción radica entre el campesinado, mayoritariamente pobre, y los grandes terratenientes, viejos y nuevos tipos de terratenientes. Esta contradicción solo puede resolverse a través de la revolución agraria con la destrucción de todo el sistema latifundio y la entrega de sus tierras a los campesinos sin tierra o sin tierra. La revolución agraria, según las particularidades de cada país dominado por el imperialismo, debe sustentarse en el programa agrario del proletariado revolucionario que propone confiscar toda la tierra a los terratenientes y entregársela a los campesinos pobres; lograr la liberación de las fuerzas productivas del campo e impulsar su desarrollo en el sentido de aumentar la cooperación sustentada en la adopción de nuevas relaciones de producción, técnicas avanzadas, mecanización creciente y apuntando a la colectivización futura. Otra forma es que el campesinado siga a la burguesía a la reacción como sus sirvientes. El camino que ofrecen sectores y corrientes políticas de la pequeña burguesía, al fin y al cabo, conducirá a lo mismo. Con la revolución agraria, el proletariado revolucionario cimentará las bases más formidables para la construcción de su hegemonía y dirección en el Frente Único, cuestión fundamental para su expansión en la fase de liberación nacional. Desde el primer momento, en la lucha por la nueva democracia, el proletariado revolucionario manifiesta todo su contenido antilatinfundio, antifeudal, antiimperialista, así como su carácter de transición ininterrumpida al socialismo.

En la segunda fase, la principal contradicción se centrará entre la nación/pueblo y la dominación imperialista. Siendo actualmente el imperialismo yanqui la fuerza hegemónica económica y militarmente, todo movimiento democrático debe combatirlo, oponerse con firmeza, luchar por aislarlo. Sin embargo, en cada país dominado, según sus particularidades, debe apuntar directamente contra la fuerza imperialista que ejerce hegemonía en el país, la fuerza agresora o invasora. El programa del proletariado revolucionario en esta etapa, así como su táctica, debe ajustarse para contemplar todas las fuerzas posibles a unir contra el enemigo común. Debe adoptar el principio de atraer o neutralizar las fuerzas intermedias y aislar a los obstinados anticomunistas para cercar al imperialismo y sus colaboradores. Así, el Frente Único Revolucionario sufrirá necesariamente modificaciones según las variaciones de época en el enfrentamiento del campo revolucionario con el imperialismo y sus colaboradores. La cuestión de mantener a toda costa la independencia y la autonomía dentro del Frente Único es una condición fundamental para el éxito de la dirección del proletariado revolucionario y la causa del Frente.

 

La política correcta y justa del frente único no aboga por el camino de reforzar la institucionalidad del estado reaccionario de las clases dominantes. Por el contrario, propugna su destrucción y sustitución por otro y nuevo Estado revolucionario, cuyo sistema de Estado es la dictadura conjunta de las clases revolucionarias y cuyo sistema de poder y gobierno es la más amplia democracia directa de las masas trabajadoras, en las formas de Asambleas. del Poder Popular. En este sentido, la política de la nueva democracia no pone sus esperanzas en la formación de un gobierno basado en la conquista del control del viejo aparato estatal de las clases dominantes reaccionarias y su administración. Propugna la conquista del poder desde ya, en una lucha prolongada, a través de su construcción según el camino que tome en sus diferentes fases y etapas, a partir de la revolución agraria, combinándose con todas las formas de lucha posibles para fortalecer su camino principal, ejerciendo la política del poder sobre la base del Frente Único y la ejecución de su programa inmediato. Precisamente por eso, contrariamente a la política de la nueva democracia, las distintas corrientes que se agruparon para formar Frentes Populares o Frentes de Izquierda, detrás de sus discursos de cambio y transición al socialismo, representan la política de facto del frente único pequeño burgués. con la burguesía para administrar el viejo estado de las clases dominantes reaccionarias para seguir sirviendo al imperialismo. Se trata, en general, de frentes electorales populares, pero existen casos de frentes armados, cuyo objetivo de su lucha armada es sacar provecho de la sangre de las masas para, en un momento dado, capitular mediante negociaciones para integrarse al sistema y su legalidad. , tirando por la borda todo el sacrificio de años emprendido por las masas populares. Luego de las dolorosas experiencias de capitulación de los movimientos armados en América Latina, hoy en Brasil asistimos a su realización en la modalidad electoral.

LA DEMOCRACIA POPULAR ES LA NUEVA DEMOCRACIA

 

Habiendo examinado el curso de la historia de la democracia, vimos su evolución como una contradicción en la lucha de clases. Las fuerzas progresistas en la historia siempre han utilizado la democracia para impulsar transformaciones hacia el progreso general de la sociedad. Luego de sus éxitos, dado el carácter de clase explotadora que tenían, se volvieron reaccionarios en el sentido de tratar de impedir el curso del progreso de la sociedad y nuevas fuerzas apoyándose en la democracia, arrebatándola como bandera, se opusieron radicalmente a los viejos progresistas que ya se había convertido en reacción. Ha sido así, en una sucesión de largos períodos históricos, entre revolución y contrarrevolución, entre revolución y restauración, que la democracia ha sido el camino concreto por el cual la sociedad va avanzando hacia el futuro. Desde el advenimiento de las revoluciones burguesas del siglo XVIII, cuando surgió la república democrática (dictadura de la burguesía), con la lucha de clases del proletariado, se produjeron grandes transformaciones en el mundo, sacudiendo como nunca la historia universal. El proletariado demostró en la práctica, como clase explotada por la burguesía, ser la fuerza colosal y consecuente que opone el capitalismo decadente a la forma superior de organización de la sociedad, el socialismo como fase inferior del comunismo, en transición hacia él. La democracia proletaria (dictadura del proletariado) ha revelado, en pocos años de experiencia, su superioridad y ya ha señalado los caminos que tomará la superación de la democracia en la historia, con la abolición de las clases sociales y la consiguiente extinción del Estado. El proletariado también experimentó y concibió las formas de transición a su dictadura en todo el mundo, impuestas por las condiciones de desigualdad en el desarrollo del capitalismo, acentuadas en la era imperialista. Esta forma de transición, la nueva democracia (dictadura conjunta de varias clases revolucionarias), que se presenta como el camino para la gran mayoría de los países del mundo y para los miles de millones de seres humanos aplastados en la explotación y opresión del imperialismo que los sometió a atraso, a la miseria, a las guerras de rapiña, al hambre y al genocidio.

 

Con el advenimiento del imperialismo y su colosal poder reaccionario, la historia ha conocido y enfrentado, más que en ningún otro momento, el dilema del socialismo o la barbarie. Ahí estamos, ahí está la civilización, y al borde de horrores cuya magnitud nos cuesta concebir. Este dilema se traduce de manera muy particular y concreta en democracia versus guerra imperialista. No hay otro mundo posible ni otra transición que la del socialismo en todas partes. Esta democracia no puede ser el simulacro mediante el cual las potencias imperialistas, encabezadas por los yanquis, pretenden practicar con su saqueo y podredumbre y defenderse blandiendo las más siniestras armas de muerte, con el chantaje, con el fascismo. Sólo puede ser la democracia popular, conquistada contra las clases reaccionarias y con su destrucción, como ruptura profunda y total y no como su reforma y continuidad. Y esto se hará en diferentes momentos dentro de esta misma época inmediata, y sucederá en todo el mundo. Este es el gran siglo de la historia, el siglo de la emancipación humana, el cierre del último capítulo de la opresión y del mar de sangre que ha sido la saga de la humanidad, del heroísmo con que las grandes masas oprimidas han hecho y creado la historia.

Esto está puesto para todo el mundo, publicado en cada país. El engaño y la simulación solo costarán más tiempo y dolor para desenmascararlos y barrerlos. Es solo cuestión de tiempo. La historia hace su balance por sus tortuosos caminos y aprende, toma tiempo pero encuentra el camino. Junto con el imperialismo y todas las fuerzas de la reacción dejadas como restos putrefactos de la historia, se barrerá todo lo que no pueda ubicarse claramente en el campo de la democracia revolucionaria, incluyendo todas las posibles formas intermedias y supuestas terceras vías. Realmente solo hay dos. La de la reacción encabezada por el imperialismo decrépito, históricamente en bancarrota, y la del proletariado revolucionario, con una perspectiva brillante y luminosa.

 

A mi modo de ver, la democracia popular no se puede definir por los títulos y proclamas que se hacen de ella. El carácter de la democracia está dado, no por la voluntad ni por los títulos otorgados a un régimen, sino por el carácter de clase del Estado. La democracia popular en el mundo de hoy solo puede ser y existir con la nueva democracia a través de la revolución en los países dominados por el imperialismo - la mayoría de los países y la población de la Tierra - que pasarán rápidamente al socialismo o a la democracia proletaria y a, al socialismo ya, en los países capitalistas y desarrollados desarrollados e  imperialistas.

 

Los grados:

 

1 Friedrich Engels – El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado – Obras escogidas Marx-Engels – Editorial Progreso

 

2 a 7 Idem

 

8 Karl Marx – Crítica al Programa de Gotha

 

9 Friedrich Engels – El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado – Obras escogidas Marx y Engels – Editorial Progreso

 

10 ídem

 

11Carlos Marx – Carta a Weydemeyer – Obras Escogidas Marx-Engels – Editorial Progreso

 

12 Engels en Carta a Augusto Bebel - 28 de marzo de 1875 - Correspondencia de Marx y Engels

 

13 Lenin, El Estado y la Revolución - Obras Escogidas - Editorial Progresso

 

14 ídem

 

15 Carlos Marx y Friedrich Engels – El Manifiesto del Partido Comunista – Obras Escogidas, Editorial Progreso

16 ídem

 

17 Guerra Civil en Francia – Karl Marx

 

18 Lenin – El Estado y la Revolución – Obras Escogidas, Editorial Progresso

 

19 Lenin – Do Estado, Editora Centelha, Lisboa

 

20 Friedrich Engels – El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado – Obras Escogidas Marx y Engels, Editorial Progresso

 

21 Lenin – El Programa Militar de la Revolución Proletaria – Obras Escogidas, Editorial Progresso

 

22 Fausto Arruda – El Fin de la Historia de la Democracia Burguesa y la Era de la Democracia Popular, ADN nº 3

 

23 Lenin – El Estado y la Revolución – Obras Escogidas, Editorial Progresso

 

24 ídem

 

25 Carlos Marx – Crítica al Programa de Gotha

 

26 Carlos Marx – Guerra Civil en Francia – Obras Escogidas Marx-Engels, Editorial Progresso

 

27 Lenin – El Estado y la Revolución – Obras Escogidas, Editorial Progresso

 

28 Los Comités Tres en Uno surgieron como resultado de la movilización de cientos de millones de masas, en la lucha de clases, en la producción y en la investigación y los estudios, a partir de 1966. Fueron formados por un representante de la Vieja Guardia del Partido Comunista Partidario del Partido de la Revolución Cultural Proletaria, representante del Ejército Popular de Liberación y representante de las masas (obreras, campesinas, intelectuales y estudiantiles).

 

29 Lenin – El Estado y la Revolución – Obras Escogidas, Editorial Progresso

 

30 Carlos l Marx – Crítica al Programa de Gotha

 

31 Lenin – La Actitud de la Socialdemocracia ante el Movimiento Campesino – Sobre la Cuestión Agraria – Selección de Textos, Editorial Progresso

 

32 Segunda Internacional: organización internacional de partidos socialistas, fundada por Engels en 1889. Cuando comenzó la guerra mundial imperialista de 1914 - 1918, los líderes de la Segunda Internacional traicionaron la causa del socialismo y se pusieron del lado de sus gobiernos imperialistas. La Segunda Internacional se disolvió. Los partidos y grupos de izquierda que antes pertenecían a la Segunda Internacional se unieron a la Internacional Comunista (III), fundada en Moscú en 1919. La Segunda Internacional fue restaurada ese mismo año en la Conferencia de Berna (Suiza). Solo ingresaron los partidos que representaban a la derecha oportunista del movimiento socialista (Nota de Editorial Progresso).

 

33 Lenin – Informe de la Comisión de Problemas Nacionales y Coloniales al Segundo Congreso de la Internacional Comunista – 26 de julio de 1920. Editorial Progresso

34; 35 y 36 Ídem

 

37 Mao Tsetung – La revolución china y el Partido Comunista de China-Obras seleccionadas-Ediciones en idiomas extranjeros

 

38 ídem

 

39 ídem

 

40 Mao Tsetung – Sobre la Nueva Democracia – Obras Escogidas-Ediciones en Idiomas Extranjeros

 

41 ídem

 

42 ídem

 

43 ídem

 

44 ídem

 

45 ídem

 

46 ídem

 

47 ídem

 

48 ídem

 

49 Kemalismo – Movimiento independentista surgido en Turquía, liderado por Kemal, representante de la burguesía comercial turca, quien, al final de la Primera Guerra Mundial, instauró un régimen de dictadura burguesa en el país y aspiraba a una república democrático-burguesa independiente , tras rechazar la ocupación griega. . Pronto cayó bajo el control del imperialismo anglo-francés, convirtiéndose en una semicolonia.

 

50 Mao Tsetung – Sobre la nueva democracia – Obras escogidas – Ediciones en lenguas extranjeras

 

51 ídem

 

52 Mao Tsetung – Presentación de El Comunista – Obras Escogidas – Ediciones en Idiomas Extranjeros

 

53 ídem

 

54 ídem