REDACCIÓN
AND
09 DE NOVIEMBRE DE 2022
Editorial
Semanal – Fin de la 'fiesta', llega la resaca
Foto:
EVARISTO SA / AFP
Elegido
Luiz Inácio y la transición arrancada al grito de golpe, el riesgo inmediato de
ruptura institucional por parte del bolsonarismo pierde terreno, pero las
amenazas continúan. Mientras tanto, los “campeones de la democracia
(burguesa)”, los monopolios de la prensa, sus columnistas y los defensores del
“dios mercado” vuelven a la realidad al ver la magnitud de la crisis y los
desafíos para mantener el viejo orden en crisis en los próximos años. años de
edad.
En
editoriales, el mismo sinvergüenza de los monopolios de la prensa, que
pregonaba la victoria del PT como una “resurrección de la democracia”, ya
apunta su artillería para imponer el programa de gobierno de la derecha liberal
a los electos, contando como apoyo a las propias fuerzas que desde dentro del
gobierno presionaron a Luiz Inácio. La crisis que se agudizará es tal que el
nuevo gobierno que aún no ha tomado posesión tiene que lidiar con el
accidentado terreno político en el que ha entrado.
El PEC de
Transición (que podría convertirse en una Medida Provisional), discutido por el
equipo de transición del nuevo gobierno con el Congreso, pretende imponer un
agujero fiscal de hasta R$ 200 mil millones, por encima del “techo de gasto”
(cláusula pétrea del establecimiento de clases) para señalar que las promesas
del nuevo gobierno se mantienen al mínimo, para que no se queme inmediatamente.
Al fin y al cabo, los de arriba están todos de acuerdo con tales medidas
compensatorias, ya que son una medida de ahorro para no derramar el caldo caliente
de una vez por todas.
Es
demagogia, pura y simplemente, que no se puede encubrir por completo. El nuevo
gobierno tiene claro que en los próximos meses y años, o quizás los próximos
cuatro años, tendrá que realizar ataques draconianos contra los derechos e
intereses fundamentales de las clases populares, para poder satisfacer los
sagrados intereses de las clases dominantes, especialmente un sistema
imperialista en profunda crisis y para apaciguar a la derecha tradicional que
lo acosa desde dentro del gobierno. De ahí que para no ser desmoralizados por
las masas empobrecidas, es necesario iniciar el gobierno cumpliendo una de sus
promesas. Pero no por todo ello el llamado “mercado financiero” deja de emitir
ruidos -resonados por los editoriales de los monopolios de la prensa- fuerzas
con las que el funcionario electo se comprometió a estabilizar las “cuentas
públicas” y “atraer inversiones extranjeras” ( imperialistas).
Finalmente,
el próximo gobierno, habiendo prometido satisfacer las demandas mínimas del
pueblo, pero ya comprometido, en primer lugar, con el imperialismo, la gran
burguesía y los terratenientes locales, tendrá que comportarse como un equilibrista
para no caerse de las cuerdas y desmoralizarse de una vez: esta es una tarea
imposible, incluso si lleva más o menos tiempo probarlo. Terminada la “fiesta
de la democracia”, la falsa izquierda oportunista electoera y sus compañeros de
viaje ya sienten la resaca.