Dando comienzo a la publicación de Materiales Sobre el Imperialismo, hoy, publicamos de V. I. LENIN, el Prólogo a las ediciones francesa y alemana, de su obra EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO (ENSAYO POPULAR), EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS, PEKIN 1975, Primera edición 1966 (4 a impresión),
Prólogo, que según su propio autor contiene los complementos a este libro y que ha sido considerado como un resumen del mismo. Lenin lo escribió en julio de 1920 y fue publicado por primera vez en la revista La internacional Comunista de octubre de 1921. Las itálicas son del propio autor y los subrayados son nuestros.
PROLOGO A LAS EDICIONES FRANCESA Y ALEMANA [3]
en 1916, teniendo en cuenta la censura zarista. Actualmente, no tengo la
posibilidad de rehacer todo el texto; por otra parte, sería inútil, ya que el fin
principal del libro, hoy como ayer, consiste en ofrecer, con ayuda de los datos
generales irrefutables de la estadística burguesa y de las declaraciones de los
sabios burgueses de todos los países, un cuadro de conjunto de la economía
mundial capitalista en sus relaciones internacionales, a comienzos del siglo XX,
en vísperas de la primera guerra mundial imperialista.
Hasta cierto grado será incluso útil a muchos comunistas de los países
capitalistas avanzados persuadirse por el ejemplo de este libro, legal, desde et
punto de vista de la censura zarista, de que es posible -- y necesario --
aprovechar hasta esos pequeños resquicios de legalidad que todavía les quedan a
éstos, por ejemplo, en la América actual o en Francia, después de los recientes
encarcelamientos de casi todos los comunistas, para demostrar todo el embuste
de las concepciones y de las esperanzas socialpacifistas en cuanto a la
"democracia mundial".
Intentaré dar en este prólogo los complementos más
indispensables a este
libro censurado.
II
En esta obra hemos probado que la guerra de 1914-1918 ha sido, de ambos
lados beligerantes, una guerra imperialista (esto es, una
guerra de conquista, de
bandidaje y de robo), una guerra por el reparto del
mundo, por la partición y el
nuevo reparto de las colonias, de las "esferas de
influencia" del capital
financiero, etc.
Pues la prueba del verdadero carácter social o, mejor dicho, del verdadero
carácter de clase de una guerra no se encontrará, claro está, en la historia
diplomática de la misma, sino en el análisis de la situación objetiva de las clases
dirigentes en todas las potencias beligerantes. Para reflejar esa situación
objetiva, no hay que tomar ejemplos y datos aislados (dada la infinita
complejidad de los fenómenos de la vida social, se puede siempre encontrar un
número cualquiera de ejemplos o datos aislados, susceptibles de confirmar
cualquier tesis), sino indefectiblemente el conjunto de los datos sobre los
fundamentos de la vida económica de todas las potencias beligerantes y del
mundo entero.
Me he apoyado precisamente en estos datos generales irrefutables al describir
el reparto del mundo en 1876 y en 1914 (§ VI) y el reparto de los ferrocarriles
en todo el globo en 1890 y en 1913 (§ VII). Los ferrocarriles constituyen el
balance de las principales ramas de la industria capitalista, de la industria del
carbón y del hierro; el balance y el índice más notable del desarrollo del
comercio mundial y de la civilización democrático-burguesa. En los capítulos
precedentes de este libro, exponemos la conexión entre los ferrocarriles y la gran
producción, los monopolios, los sindicatos patronales, los cartels, los trusts, los
bancos y la oligarquía financiera. La distribución de la red ferroviaria, la
desigualdad de esa distribución y de su desarrollo,
constituyen el balance del
capitalismo moderno, monopolista, en la escala mundial. Y este balance
demuestra la absoluta inevitabilidad de las guerras
imperialistas sobre esta base
económica, en tanto que subsista la propiedad
privada de los medios de
producción.
La construcción de ferrocarriles es en apariencia una empresa simple, natural,
democrática, cultural, civilizadora: se presenta como tal ante los ojos de los
profesores burgueses, pagados para embellecer la esclavitud capitalista, y ante
los ojos de los filisteos pequeñoburgueses. En realidad, los múltiples lazos
capitalistas, por medio de los cuales esas empresas se hallan ligadas a la
propiedad privada sobre los medios de producción en general, han transformado
esa construcción en un medio para oprimir a mil millones de seres (en las
colonias y en las semicolonias), es decir, a más de la
mitad de la población de la
tierra en los países dependientes y a los esclavos
asalariados del capital en los
países "civilizados".
La propiedad privada fundada en el trabajo del pequeño patrono, la libre
concurrencia, la democracia, todas esas consignas por medio de las cuales los
capitalistas y su prensa engañan a los obreros y a los campesinos, pertenecen a
un pasado lejano. El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de
opresión colonial y de estrangulamiento financiero de la
inmensa mayoría de la
población del planeta por un puñado de países "avanzados". Este "botín" se
reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío
mundial, armadas hasta los
dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón), que, por el
reparto de su botín,
arrastran a su guerra a todo el mundo.
III
La paz de Brest-Litovsk, dictada por la monárquica Alemania, y la paz aún
más brutal e infame de Versalles, impuesta por las repúblicas "democráticas" de
América y de Francia y por la "libre" Inglaterra, han prestado un servicio
extremadamente útil a la humanidad, al desenmascarar al mismo tiempo a los
coolíes de la pluma a sueldo del imperialismo y a los pequeños burgueses
reaccionarios -- aunque se llamen pacifistas y socialistas --, que celebraban el
"wilsonismo" y trataban de hacer ver que la paz y las reformas son posibles bajo
el imperialismo.
Decenas de millones de cadáveres y de mutilados, víctimas de la guerra -- esa
guerra que se hizo para resolver la cuestión de si el grupo inglés o alemán de
bandoleros financieros recibiría una mayor parte del botín --, y encima, estos dos
"tratados de paz" hacen abrir, con una rapidez desconocida hasta ahora, los ojos6
de millones y decenas de millones de hombres atemorizados, aplastados,
embaucados y engañados por la burguesía. Sobre la ruina mundial creada por la
guerra, se agranda así la crisis revolucionaria mundial, que, por largas y duras
que sean las peripecias que atraviese, no podrá terminar sino con la revolución
proletaria y su victoria.
El Manifiesto de Basilea de la II Internacional, que, en 1912, caracterizó
precisamente la guerra que estalló en 1914 y no la guerra en general (hay
diferentes clases de guerra; hay también guerras revolucionarias), ha quedado
como un monumento que denuncia toda la vergonzosa bancarrota, toda la
traición de los héroes de la II Internacional.
Por eso, uno el texto de ese Manifiesto como apéndice a esta edición,
advirtiendo una y otra vez a los lectores que los héroes de la II Internacional
rehuyen con empeño todos los pasajes del Manifiesto que hablan precisa, clara y
directamente de la relación entre esta guerra que se avecinaba y la revolución
proletaria, con el mismo empeño con que un ladrón evita el lugar donde cometió
el robo.
IV
Hemos prestado en este libro una atención especial a la crítica del
"kautskismo", esa corriente ideológica internacional representada en todos los
países del mundo por los "teóricos más eminentes", por los jefes de la II
Internacional (Otto Bauer y Cía. en Austria, Ramsay MacDonald y otros en
Ingíaterra, Albert Thomas en Francia, etc., etc.) y por un número infinito de
socialistas, de reformistas, de pacifistas, de demócratas burgueses y de clérigos.
Esa corriente ideológica, de una parte, es el producto de la descomposición,
de la putrefacción de la II Internacional y, de otra parte, es el fruto inevitable de
la ideología de los pequeños burgueses, a quienes todo el ambiente los hace
prisioneros de los prejuicios burgueses y democráticos.
En Kautsky y las gentes de su calaña, tales concepciones significan
precisamente la abjuración completa de los fundamentos revolucionarios del
marxismo, defendidos por Kautsky durante decenas de años, sobre todo, dicho
sea de paso, en la lucha contra el oportunismo socialista (de Bernstein,
Millerand, Hyndman, Gompers, etc.). Por eso, no es un hecho casual que los
"kautskistas" de todo el mundo se hayan unido hoy, práctica y políticamente, a
los oportunistas más extremos (a través de la II Internacional o Internacional
amarilla) y a los gobiernos burgueses (a través de los gobiernos de coalición
burgueses con participación socialista).
El movimiento proletario revolucionario en general, que crece en todo el
mundo, y el movimiento comunista en particular, no puede dejar de analizar y
desenmascarar los errores teóricos del "kautskismo". Esto es tanto más necesario
cuanto que el pacifismo, y el "democratismo" en general -- que no sienten
pretensiones de marxismo, pero que, enteramente al igual que Kautsky y Cía.,
disimulan la profundidad de las contradicciones del imperialismo y la
ineluctabilidad de la crisis revolucionaria engendrada por éste -- son corrientes
que se hallan todavía extraordinariamente extendidas por todo el mundo. La
lucha contra tales tendencias es el deber del partido del proletariado, que debe
arrancar a la burguesía los pequeños propietarios que ella engaña y los millones
de trabajadores cuyas condiciones de vida son más o menos pequeñoburguesas.
V
Es menester decir unas palabras a propósito del capítulo VIII: "El parasitismo
y la descomposición del capitalismo". Como lo hacemos ya constar en este libro,
Hilferding, antiguo "marxista", actualmente compañero de armas de Kautsky y
uno de los principales representantes de la política burguesa, reformista, en el
seno del "Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania" [4] , ha dado en
esta cuestión un paso atrás con respecto al inglés Hobson, pacifista y reformista
declarado. La escisión internacional de todo el movimiento obrero aparece
ahora de una manera plena (II y III Internacional). La lucha armada y la guerra
civil entre las dos tendencias es también un hecho evidente: en Rusia, apoyo de
Kolchak y de Denikin por los mencheviques y los "socialistas-revolucionarios"
contra los bolcheviques; en Alemania, Scheidemann, Noske y Cía. con la
burguesía contra los espartaquistas [5] ; y lo mismo en Finlandia, en Polonia, en
Hungria, etc. ¿Dónde está la base económica de este fenómeno histórico-
mundial?
Se encuentra precisamente en el parasitismo y en la
descomposición del
capitalismo, inherentes a su fase histórica superior, es decir, al imperialismo.
Como lo demostramos en este libro, el capitalismo ha destacado ahora un
puñado (menos de una décima parte de la población de la
tierra, menos de un
quinto, calculando "por todo lo alto") de Estados
particularmente ricos y
poderosos, que saquean a todo el mundo con el simple "recorte del cupón". La
exportación de capital da ingresos que se elevan a ocho o
diez mil millones de
francos anuales, de acuerdo con los precios de antes de la guerra y según las
estadísticas burguesas de entonces. Naturalmente, ahora eso representa mucho
más.
Es evidente que una superganancia tan gigantesca (ya
que los capitalistas se
apropian de ella, además de la que exprimen a los obreros de su "propio" país)
permite corromper a los dirigentes obreros y a la capa
superior de la aristocracia
obrera. Los capitalistas de los países "avanzados" los corrompen, y lo hacen de
mil maneras, directas e indirectas, abiertas y ocultas.
Esta capa de obreros aburguesados o de "aristocracia obrera", completamente
pequeños burgueses en cuanto a su manera de vivir, por la cuantía de sus
emolumentos y por toda su mentalidad, es el apoyo principal de la Segunda
Internacional, y, hoy día, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía.
Pues éstos son los verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento
obrero, los lugartenientes obreros de la clase capitalista (‘labour lieutenants of
the capitalist class’), los verdaderos portadores del reformismo y del
chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se ponen
inevitablemente, en número no despreciable, al lado de la burguesía, al lado de
los "versalleses" contra los "comuneros".
Sin haber comprendido las raíces económicas de ese fenómeno, sin haber
alcanzado a ver su importancia política y social, es imposible dar el menor paso
hacia la solución de las tareas prácticas del movimiento comunista y de la
revolución social que se avecina.
El imperialismo es el preludio de la revolución social del proletariado. Esto ha
sido confirmado, en una escala mundial, desde 1917.
N. LENIN
6 de julio de 1920
Introducimos de la misma edición las siguientes notas :
[1] "El imperialismo, fase superior del capitalismo " fue escrito en la primera mitad de 1916. El
estudio de publicaciones de distintos países acerca del imperialismo lo inició Lenin en Berna, en
1916; el libro empezó a escribirlo en enero de 1916. A fines de este mes, Lenin se trasladó a
Zurich y siguió trabajando en el libro, en la biblioteca cantonal de esa ciudad. Los extractos,
apuntes, observaciones y cuadros que Lenin hizo de centenares de libros, revistas, periódicos y
resúmenes estadísticos extranjeros componen más de 40 pliegos de imprenta. Estos materiales
fueron publicados en edición aparte en 1939 bajo el título de Cuadernos sobre el imperialismo.
El 19 de junio (2 de julio) de 1916, Lenin termino el trabajo y envió el manuscrito a la
Editorial Parus. Los elementos mencheviques atrincherados en la Editorial suprimieron de él la
dura crítica que se hacía de las teorías oportunistas de Kautsky y de los mencheviques rusos
(Mártov, etc.). Cuando Lenin decía "transformación" (del capitalismo en imperialismo
capitalista) ellos pusieron "conversión", el "carácter reaccionario" (de la teoría del
"ultraimperialismo") lo sustituyeron por el "carácter atrasado", etc. Con el título de El
imperialismo, etapa contemporánea del capitalismo la Editorial Parus lo imprimió a principios
de 1917 en Petrogrado.
A su llegada a Rusia, Lenin escribió el prólogo del libro, que vio la luz en septiembre de 1917.
Con respecto a la significación del libro El imperialismo, fase superior del capitalismo, véase
el Compendio de Historia del Pártido Comunista (bolchevique) de la URSS.
[3] El presente prólogo fue publicado por primera vez, bajo el título de El imperialismo y el
capitalismo, en el N.ƒ 18 de la revista La Internacional Comunista, correspondiente al mes de
octubre de 1921.
[4] "Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania ", partido centrista fundado en abril de
1917. Lo fundamental en él era la organización kautskiana "Confraternidad del Trabajo". Los
"independientes" propugnaban la "unidad" con los socialchovinistas descarados, a los cuales
justificaban y defendían, y reivindicaban el abandono de la lucha de clases.
El Partido Socialdemócrata Independiente se escindió en octubre de 1920, en el Congreso de
Halle. Una parte considerable de él se fundió en diciembre de 1920 con el Partido Comunista de
Alemania. Los elementos derechistas formaron su partido, al que dieron el viejo nombre de
Partido Socialdemócrata Independiente; éste subsistió hasta 1922.
[5] Espartaquistas, miembros de la unión Espartaco, que se formó durante