Publicamos una traducción no oficial de la editorial de A Nova Democracia de Brasil.

La cúpula sionistas y el gobierno de Netanyahu se vieron obligados a admitir la derrota de su primer intento en la actual campaña de asedio y aniquilación del pueblo palestino. Fueron casi 50 días de combates diarios en la Franja de Gaza, una de las mayores movilizaciones bélicas desde la Segunda Guerra Mundial, que Netanyahu justificó como necesaria para “borrar a Hamas del mapa” y “liberar a los rehenes”. Ahora se ve obligado a admitir: primero, que no logró vencer a la Resistencia Palestina; segundo, que la liberación de los prisioneros sólo fue posible porque aceptaron los términos de Hamas. Esta es la primera vez en la historia que Israel acepta negociar prisioneros.

Los reaccionarios se apresuran a intentar confundir a todos. Biden, el 24/11, dijo que el alto el fuego era parte del esfuerzo de su gobierno por una solución diplomática. De esta manera, quiere engañar a los pueblos del mundo para que olviden el papel genocida que desempeñaron los yanquis en los últimos 50 días, al proporcionar miles de millones de dólares en armas para que Israel bombardeara Gaza bajo asedio total, arrojando sobre los palestinos una carga explosiva equivalente al doble de la explosión de la bomba de Hiroshima.

El alto el fuego y el intercambio de prisioneros es una contundente victoria táctica de la Resistencia Palestina, parte del objetivo de su actual contraofensiva, y nada tiene que ver con los objetivos del imperialismo. En primer lugar, porque el alto el fuego se produce en un contexto en el que ninguno de los objetivos de la campaña sionista de los últimos dos meses se ha logrado: el gobierno en Gaza sigue siendo Hamas, los “rehenes” no fueron rescatados mediante la operación militar y para empeorar las cosas, los vehículos blindados sionistas se retiraron de Gaza. En la práctica, el reinicio de la operación genocida de Israel comenzará desde cero; Todos los términos del alto el fuego fueron determinados por los palestinos. En segundo lugar, porque si bien el coro sionista de la prensa imperialista sigue afirmando que el alto el fuego sirve a Israel para reabastecerse y hacer balance, lo mismo ocurre con la Resistencia Palestina, cuyas condiciones logísticas son aún más precarias y, por tanto, más conveniente para la Resistencia hacer el reabastecimiento. En tercer lugar, porque tal alto el fuego está completamente dentro de la situación en la que se desarrolla la iniciativa con la Resistencia Palestina –hasta el punto de que las condiciones para el alto el fuego fueron fundamentalmente las que ésta exigió tras el exitoso Diluvio de Al-Aqsa– y está vinculado a la continuación de la lucha armada (es un alto el fuego táctico, no estratégico). Y, por último, valdría la pena preguntarse: cuando Israel reanude sus operaciones ofensivas, con los prisioneros liberados y sin ninguna otra justificación, ¿será más probable que la opinión pública mundial apoye o condene?

Todo el orgullo y la arrogancia sionistas, que tomaron forma en la repugnante figura de Benjamín Netanyahu, se fueron por el desagüe; el autoproclamado “ejército más eficaz del mundo” tuvo que sufrir una estrepitosa derrota y resignarse a la humillante condición de un ejército de cobardes y fracasados. Ésta es la verdad del asunto sobre el actual alto el fuego.