Secretario de Defensa de EEUU, James Mattis (de traje), durante su visita a Brasil el 14/08. Foto: Sergio Moraes / Reuters
A pesar de toda la escena farsesca, las elecciones y sus candidatos, con el cinismo y las payasadas que les son peculiares, escamotean o intentan distraer la atención del pueblo de la real gravedad de la situación del país. Brasil está a los bordes de la guerra civil generalizada, atizada por el incremento de la guerra reaccionaria que el viejo Estado desencadena contra el pueblo pobre para contener su revuelta creciente ante tantas injusticias. Injusticias estas propias de un sistema político desmoralizado y fallido, cuya base es el capitalismo burocrático en profunda crisis de descomposición.
Tal es la gravedad de la crisis de todo el sistema que, no bastara la creciente intervención militar en la vida nacional, que se combina con las visitas de altos emisarios del imperialismo yanque que se suceden en nuestro país.
Cuando cerramos la edición pasada del AND, el 13 de agosto, llegaba a Brasil uno de ellos. Esta vez se trató de su secretario de Defensa, James N. Mattis, que cumplió agenda en Brasilia y en Río de Janeiro.
"En Brasilia, el secretario Mattis se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores, Aloysio Nunes, para discutir las relaciones de defensa bilateral, la situación crítica en Venezuela, el progreso de los acuerdos bilaterales, según informó el Consulado de EEUU en Río de Janeiro y otras cuestiones de interés mutuo. El secretario Mattis también se reunió con el ministro de Defensa, Joaquim Silva y Luna. "Ellos discutieron la cooperación en el área de armamento, el aumento de la interoperabilidad entre las Fuerzas Armadas, el intercambio de personal y el avance de la colaboración en investigación y desarrollo en las áreas de ciencia y tecnología".
Los países se presentan en un aparente pie de igualdad, y los temas ya se trataron en las visitas pasadas del vicepresidente y del secretario de Estado de Estados Unidos. En esa ocasión, por ejemplo, trataron sobre la cuestión de Venezuela, para la que abogan como "solución" una decidida iniciativa multinacional, compuesta por países como Brasil, Perú, Colombia, Ecuador y Argentina.
A pesar de toda descalificación y demonización que se hace del régimen chavista de Maduro y tantas amenazas descaradas a la soberanía de la nación y pueblo venezolanos, sabemos que los intereses yanquis, particularmente sobre el petróleo, vienen siendo religiosamente asegurados por ese gobierno, sin siquiera sombra de amenaza .
Pero las visitas de Mattis a Brasil y vecinos no son meras coincidencias. El ruido es sobre Venezuela, pero el plan yanqui es para toda América del Sur. Atizar conflictos en las fronteras con Venezuela es el ardid de esta vez para insinuar problemas de seguridad regional. En esta investidura se oculta la determinación yanqui de instalar en Brasil una base militar, en el caso, Alcántara, cínicamente tratada en la oportunidad como "colaboración en investigación y desarrollo en las áreas de ciencia y tecnología". En esa empresa, USA cuenta con el favorecimiento del bandido Temer y con el silencio cómplice y vende patria de los candidatos a la presidenta del país y sus intereses electorales.
Sin embargo, fue en su pronunciamiento realizado en la Escuela Superior de Guerra (ESG) en que Mattis dejó más claro su misión. Se empeñó en ablandar los corazones y mentes de la alta oficialidad brasileña, y lo hizo con un meloso discurso, jugando a confesiones sobre la actuación de Brasil en la II Guerra Mundial, principalmente en la batalla de Monte Castelo y en las intervenciones imperialistas contra países oprimidos en las que Brasil tomó parte.
La ESG fue creada después de la II Guerra Mundial, por orientación y bajo dirección de USA, insertada en la estrategia de la "Guerra Fría". Su aparición fue definida para conjurar el peligro de la derrota global del imperialismo, surgido como un problema práctico de corto y medio plazo, cuando la correlación de fuerzas mundiales entró en equilibrio estratégico entre socialismo e imperialismo, principalmente con el triunfo de la Revolución China, en 1949 De esta estrategia surgió la Doctrina de Seguridad Nacional, hasta hoy vigente, según la cual las Fuerzas Armadas de las semicolonias yanquis tendrían como tarea preponderante la defensa interna de combatir el comunismo, dejando la misión de su defensa externa entregada a USA. Todo ello disfrazado de defensa de la libertad, de los derechos humanos, de la "democracia", en fin, a través de la celebración de elecciones.
Y esto como si no bastaran todos los vínculos de sumisión de décadas, mantenidos a través de los "programas de cooperación" (se lee trabajo ideológico anticomunista) regados a nutridos aportes en "entrenamientos" en sus renombradas academias "fuertes" y famosas " "Escuelas de asesinos", además de las actividades conjuntas de "simulacros de guerra en operaciones de fuerzas multilaterales" de países de América del Sur, bajo las órdenes del Comando Sur yanqui.