Tuesday, June 30, 2020

A NOVA DEMOCRACIA BRASIL: Editorial - tregua imposible


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Redacción de AND

 29 DE JUNIO DE 2020

Esta semana, como vimos en nuestro último editorial, Bolsonaro vio una tregua frente a los otros "poderes". Es, de hecho, un doble movimiento: por un lado, como rehén que se convirtió (nuevamente) en el Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA), está obligado a entregar piezas, tan caras para la extrema derecha, como el Ministerio Educación, en el mostrador de negocios para detener el juicio político; Por otro lado, ve en esta retirada temporal la única oportunidad de recuperar el aliento, de posponer el resultado de las investigaciones que está apuntando, esperando mejores condiciones para su golpe militar.

Resulta que, en Brasil 2020, cualquier tregua duradera es imposible. El armisticio inestable en la cima de este viejo estado reaccionario ni siquiera puede compensar una crisis de dimensiones bíblicas en las esferas de la salud, política y económica. El Banco Mundial, insospechado de izquierdismo, predice una disminución de casi dos dígitos en el Producto Interno Bruto brasileño de este año, y la tasa escandalosa de 25 millones de desempleados (sin contar a los subempleados, etc.) hasta diciembre. Cualquiera que pasee por las ciudades brasileñas, ahora que la relajación del aislamiento social (que es tan desordenada y caótica como se impuso, comienza a relajarse), se da cuenta de que varias empresas siguen puertas cerradas. Ningún decreto oficial les impide abrir sus puertas: simplemente se encontraron en bancarrota, sometidos al decreto inexorable de la economía imperialista, que suprime a los propietarios más frágiles en cada nueva crisis, siempre a favor de las corporaciones monopólicas. Dado que estas pequeñas y medianas empresas son las que más emplean, y las que pagan más impuestos, debe medirse el impacto devastador de esta masacre económica.

Al mismo tiempo, se llevó a cabo una reunión de varios líderes esta semana, cubriendo todo el espectro político oficial, llamado "Derechos Ahora". Es sorprendente ver figuras como FHC, un entregista y un notorio agente de capital financiero, que ahora ondea esta bandera "progresista", siendo elogiada por todos los humanistas de la ocasión. ¿Qué decir de Luciano Huck, un torpe engañador de los pobres que, por cierto, no tiene respaldo político alguno, excepto la unción un tanto reticente de Rede Globo y una docena de empresarios millonarios? Este campo representa la vieja, mutilada, señorial democracia que le dio a Bolsonaro. La "democracia" del monopolio de la tierra, la privatización de los servicios públicos, el genocidio de jóvenes pobres y negros, así como de campesinos, quilombolas y pueblos indígenas, de impunidad para los torturadores de ayer y de hoy. Marchar con esta mafia es, al final, favorecer a Bolsonaro, permitiéndole figurar solo, una vez más, como contrapunto a "todo lo que está allí". Y, como siempre, Haddad, Flávio Dino y otros oportunistas están allí, para darle una coloración social a este liberalismo maloliente y putrefacto, siendo aún más la burla semicolonial y semifeudal que es. Este frente ya nació muerto y es, en todo caso, una especie de vanguardia del atraso. Los demócratas consecuentes no tienen nada que hacer allí.

Por parte del movimiento popular de clase y combativo, solo hay una táctica aceptable: el vínculo más cercano con las masas profundas de nuestro pueblo, la defensa de sus intereses inmediatos, el fortalecimiento de sus organizaciones de base y, en este trabajo, la elevación de tu conciencia de clase. En este o aquel lugar, en torno a cuestiones concretas, uno puede trabajar junto con otras fuerzas, siempre y cuando la independencia política del proletariado y su hegemonía sobre las otras clases populares nunca se vea comprometida. Recordemos siempre la advertencia de Lenin sobre la burguesía liberal: hoy (es decir, cuando quiere atraer al pueblo), radicales, republicanos; mañana (cuando quiera descartar la alianza popular), traición, tiroteos.


El ajuste de cuentas se acerca y su núcleo no será el choque entre la vieja democracia burguesa y el fascismo (lo que no significa que la extrema derecha no pueda lograr un protagonismo temporal aquí o allá, lo que solo aceleraría el proceso irreversible de reaccionarización del regímen demoliberal, con creciente hipertrofia del Ejecutivo), pero entre la antigua dictadura burguesa-terrateniente (en su forma fascista o con una máscara demoliberal reaccionaria) y la nueva democracia de la alianza obrero-campesina, que es, por su contenido, la única democracia auténtico y con cada día que pasa el único posible, porque será el gobierno de la inmensa mayoría. Es alrededor de estos dos polos, o de estas dos formas, que las otras fuerzas de la sociedad se agruparán, porque estas son las clases cuyos intereses son irreconciliables en el siglo XXI. Como la historia contemporánea ha demostrado exhaustivamente, no hay un camino intermedio.



Marcos Corrêa/PR