Publicamos una traducción no oficial del último Editorial Semanal de A Nova Democracia (AND), publicado el 16 de mayo.

El día 3 de mayo, el felpudo de Bolsonaro, el teniente coronel Mauro Cid, fue detenido junto a otros ex ocupantes del Palacio del Planalto por la Operación «Venire». Era el comienzo de una ofensiva del cerco que se cierne sobre Bolsonaro, el Débil . Este es solo uno de los elementos de la profunda crisis, pero es sumamente importante; crisis política e institucional que el resultado de las últimas elecciones no sofocó, y sólo la agravó en el aspecto militar, haciéndola saltar a un nuevo nivel.

La investigación, realizada por agencias federales y el Supremo Tribunal Federal (STF) -cuyo enorme poder y concentración de funciones es una aberración en el marco de su propia constitución reaccionaria- ya ha interceptado conversaciones comprometedoras, en las que compinches de Bolsonaro discuten detalles operativos de su plan de ruptura institucional, que culminó con la segunda bolsonarada el 8 de enero. En uno de los audios, Ailton Barros (el “01 de Bolsonaro”) afirma que se necesita presionar para que el entonces comandante de la fuerza terrestre asuma la iniciativa de una intervención militar total; en otro, enojado por el intento fallido, afirma que el Alto Mando del Ejército es flojo y que hay que levantar a los militares a pesar de ello, para arrastrar al alto mando, indicando que conocían todo el plan (confirmando todo lo que hemos denunciado desde 2019 en esta plataforma) . Este mismo sujeto -que tiene un vínculo incuestionable con las «milicias» que heredaron los escuadrones de la muerte en Río de Janeiro- también afirmó que «lo sabe todo» sobre la muerte de Marielle. ¿Alguien duda de que Bolsonaro -el jefe- y la cúpula militar lo saben todo y un poco más?

Seguir adelante con las investigaciones es claramente un movimiento calculado. Toda esta información confidencial es el resultado de escuchas telefónicas de conversaciones que se remontan a años; eran, obviamente, conocidas por las “autoridades” que ahora las revelan a todo el país, en sospechosas “filtraciones a la prensa” – de hecho, entrega deliberada para que sean divulgadas-. Pero salen a la luz ahora, cuando Bolsonaro perdió su cargo y regresó de los Estados Unidos, con el pasaporte retenido.

Estas iniciativas de la derecha tradicional -que tienen como núcleo a la Corte Suprema de Justicia- en parte satisfacen y en parte contradicen los intereses de la derecha militar hegemónica en el Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA). Satisfacen, en la medida en que “queman” cada vez más a Bolsonaro, lo que facilita a los generales imponer su mando absoluto en la ofensiva contrarrevolucionaria preventiva, en curso desde 2015, y eliminar de las intendencias y los oficiales medios y bajos (en reserva y en activo) la influencia de la extrema derecha bolsonarista. Se nota un relativo éxito en este frente, porque si bien Bolsonaro no se ha vuelto insignificante, el bolsonarismo como fenómeno político y social se ha vuelto defensivo y ha sufrido cierta desmoralización, incluso en los cuarteles. Contradicen, en la medida en que tales iniciativas otorgan al STF un poder de “moderación” que los generales quieren para sí mismos, así como fortalecen la coalición de la derecha tradicional y el oportunismo, que resiste al golpe de Estado levantando un supurante bastión de defensa de esta vieja democracia, el sistema de explotación, sometimiento nacional, corrupción y matanza de pobres. La derecha hegemónica en el ACFA todavía tiene que lidiar con la enorme presión dentro de los cuarteles; lucha en su seno y entre ella y la extrema derecha, provocando disyunciones internas, obstáculo relevante para el cumplimiento de sus planes. La situación revela la paradoja y las derrotas de la ofensiva contrarrevolucionaria del ACFA en sus intentonas golpistas «lentas, graduales y seguras».

Además, la crisis política también se profundiza al interior del gobierno reaccionario de coalición y en su relación con los demás grupos de poder. Luiz Inácio y el PT no fueron elegidos como en sus tres mandatos anteriores. Su gobierno carece de relativa credibilidad popular; el tiempo no es de expansión del capitalismo burocrático; el marco político-institucional no es de relativa estabilidad; la situación mundial actual es de crisis general de enorme gravedad, desórdenes mundiales y tendencia a guerras y revoluciones. Los tiempos son diferentes; su tarea de conciliar los variados intereses es extremadamente más difícil.

La coalición reaccionaria en el gobierno no tiene una base parlamentaria mayoritaria sólida, como lo demuestran sus derrotas en el Congreso, como en el «marco de saneamiento». Las masas populares no le prestan entusiasmo, y la relativa ilusión que aún alberga una minoría se desmorona cada vez más. Y he aquí que Luiz Inácio, en un intento por obtener victorias en el Congreso, recurre a los vicios nefastos de esa vieja democracia, ahora abiertamente, incluso adoptando el dispositivo creado por Bolsonaro y que tanto criticó: las enmiendas dejadas por el “presupuesto secreto”, calificada por el propio presidente actual como “cría”. El valor liberado por este presupuesto secreto es de récord, que ni el capitán de la zarza [Nota del traductor: referencia a Bolsonaro, que fue capitán] pudo alcanzar: R$ 46,3 mil millones. Ante el creciente peligro de desestabilización de su gobierno por la situación explosiva de la crisis, incluso devolvió la Oficina de Seguridad Institucional (GSI) [Gabinete de Segurança Institucional – GSI] a un general, quien en una reciente entrevista calificó de “demasiado pesada” la declaración acerca de que realizó Bolsonaro un proceso de politización de las Fuerzas Armadas. Ese es Luiz Inácio, que fue elegido con la consigna de desmilitarizar el Palacio del Planalto.

A su vez, las masas populares levantan la protesta popular, como un reflejo más de la crisis política y de legitimidad del gobierno y de toda esta vieja democracia. La huelga nacional de docentes que exigía la aplicación del salario mínimo nacional es un ejemplo sorprendente, como lo fue antes la huelga de los trabajadores de la salud. Tomas de tierra en diferentes regiones del país, impulsadas por masas campesinas, retoman la saga heroica de las luchas campesinas en 2020-2021 en las zonas Manoel Ribeiro y Tiago Campin dos Santos, en Rondônia, lideradas por la Liga de Campesinos pobres [Liga dos Camponeses pobres – LCP]. Las huelgas atomizadas de trabajadores y asalariados estallan en todo el país (a pesar de las millonarias multas diarias que determina esta aristocrática judicatura). Es necesario vincularlos a la lucha política para desenmascarar por completo a este gobierno reaccionario y chocar con la trama golpista en curso. Si esto sucede, los generales golpistas y el gobierno oportunista, ambos empeñados en mantener el viejo orden, tendrán muchos problemas por delante.