El pasado 4 de mayo se hizo oficial un acuerdo entre EEUU y el Estado de Filipinas para aumentar la cantidad de bases militares yanquis en el país asiático. Se aumentará de cinco a nueve bases militares para así ‘reforzar la seguridad ante la amenaza China’, declara el Presidente filipino Ferdinand Marcos Jr.

El aumento de las localizaciones de bases militares está basado en el Acuerdo de Cooperación Reforzada en Defensa [Enhaced Defense Cooperation Agreement – EDCA] firmado en 2014 durante el mandato de Barack Obama. El EDCA se firmó tras el ‘pivote’ del ex-presidente de EEUU hacia el Pacífico, en una etapa donde la política exterior yanqui fortaleció su presencia, económica, política y militar en países como Brunei, Cambodia, Indonesia, Laos, Malaisa, Myanmar, Tailandia, Vietnam, Singapur y, por supuesto, Filipinas. Todos estos países ya eran semicolonias del imperialismo yanqui, no fue una novedad que Estados Unidos tuviera intereses en la zona, pero durante este año hubo una intensificación del capital invertido por el imperialismo yanqui y un aumento de los tratados para favorecer al país dominante. En parte, este aumento de la política se debe la intención de la superpotencia por impedir que China pueda hacer crecer su dominio sobre la zona. De esta forma, Estados Unidos siguió su estrategia de continuar su papel como principal potencia económica, militar y política de la zona.

Con la renovación del EDCA, Estados Unidos quiere continuar la histórica estrategia, aumentando no solo la presencia económica sino también la militar en la zona, usando otras 4 bases militares más del Estado Filipino como bases propias y prometiendo “respetar la legalidad filipina” para intentar confundir y que parezca que ambos Estados son “aliados”, ocultando la realidad, y es que Estados Unidos utilice bases Filipinas como propias muestra la relación de dominación del país norte americano sobre el asiático.

Mapa de las nuevas y anteriores bases en Filipinas. Fuente: Times

Además, no es casualidad la ubicación de las bases, estando posicionadas muy cerca del país vecino, Taiwán, una de estas bases está a unos 400km de este país. Taiwán y China llevan separadas desde 1949, cuando acabó la guerra civil con la victoria del PCCh bajo el liderazgo de Mao Tse-Tung. Tras esta derrota, Chiang Kaishek se retiró hacia Taiwán. Desde entonces China reclama Taiwán como su legítimo territorio histórico. Recientemente se ha focalizado más el caso porque el actual gobierno busca formalizar la independencia y rechaza el consenso de 1992, en el que se firmó que existe “una sola China”. Sin embargo ambos países tienen una visión diferente de lo que esto significa, por lo que el ‘consenso’ es papel mojado. En este caso, la industria militar yanqui ha jugado un gran papel en las últimas décadas, habiendo vendido armamento por un total de 18 mil millones de dólares a la isla durante el mandato de Trump. En septiembre se firmó otro acuerdo de 1,1 mil millones de dólares para “asegurar la independencia del país”. Por lo tanto, a Estados Unidos le beneficia mostrar un supuesto ambiente bélico para poder seguir vendiendo más armamento militar a Taiwán y aumentar los beneficios de la industria militar. También aumentando la dominación sobre la isla asiática ya que se muestra como “el salvador de la democracia” para el país y así justifica la opresión que ejerce sobre ella como la única forma de garantizar “el Estado democrático”.

Sobre esto, Philippine Revolution Web Central sacó el comunicado del Partido Comunista de Filipinas explicando su posición: “La reciente visita de Marcos y su reunión con el presidente estadounidense Biden cimentaron la estrategia de Estados Unidos de utilizar Filipinas como su puesto militar avanzado en Asia-Pacífico, en consonancia con la intensificación de sus esfuerzos por reforzar su hegemonía mediante una mayor presencia militar en la región. También constituye una coyuntura histórica que refuerza el estatus de Filipinas como semicolonia estadounidense.”. Y continúa diciendo: “Los resultados de la visita de Marcos a Estados Unidos y su reunión con Biden marcan el advenimiento de un control y una dominación aún mayores de Estados Unidos sobre Filipinas. Se produjeron acuerdos y programas cuyo objetivo es aumentar la intervención militar estadounidense, reforzar el control militar y consolidar la dominación económica y cultural de Estados Unidos.”

Además, las Directrices Bilaterales de Defensa (Bilateral Defense Guidelines – BDG) obligan al país filipino a enfrentarse a los enemigos de EEUU. “Bajo la Directriz, EEUU reitrera el “soporte para la modernización de la AFP (Fuerza Armada Filipina)” la cuál ha servido desde hace mucho como un programa para perpetuar la dependencia militar filipina con EEUU. EEUU ha usado financiamiento militar extranjero para asegurar la lealtad de los generales militares a través de fat kickbacks en el presupuesto militar del gobierno para contrainsurgencia. Para recompensar a Marcos y a la AFP, EEUU prometió transferir a la AFP al menos cuatro viejas patrol vessels así como tres aviones de combate C-130. Además del plan anterior de proporcionar al régimen de Marcos aviones de combate, artillería, bombas y balas.

Su objetivo es «institucionalizar las prioridades de defensa», lo que pretende reforzar la «interoperabilidad» para mejorar el sistema de mando y control estadounidense de las AFP. Los ejercicios Balikatan y los cientos de ejercicios de entrenamiento que llevan a cabo Estados Unidos y las Fuerzas Armadas durante todo el año pretenden convertir al ejército filipino en un adjunto del ejército estadounidense.”

El pronunciamiento también menciona los aspectos económicos de la reunión:

“La visita de Marcos también sirvió para impulsar aún más el dominio estadounidense sobre la economía filipina y los planes agresivos para que los grandes capitalistas estadounidenses invirtieran y obtuvieran beneficios en el país mediante la explotación de mano de obra barata y aprovechando las operaciones libres de impuestos y otras ventajas ofrecidas por Marcos. Los grandes compradores burgueses que acompañaban a Marcos prestaron sus servicios como socios de los capitalistas estadounidenses. El gobierno estadounidense ha estado presionando a Filipinas y a otros países para que permitan a las empresas estadounidenses dedicadas a los reactores nucleares modulares no probados invertir y experimentar con su tecnología. Antes de partir hacia EE.UU, Marcos se comprometió a permitir que los bancos y empresas estadounidenses se dedicaran a la extracción submarina de minerales raros, así como a la expansión de las inversiones en la agroindustria local que pretenden llevar a cabo operaciones a gran escala.»

El pronunciamiento acaba con un llamamiento al pueblo de Filipinas a continuar la lucha de liberación nacional y democrática:

“El pueblo filipino, especialmente la juventud filipina, debe continuar luchando por una verdadera libertad nacional y democracia y lucha para acabar con el estado económico, político y militar de Filipinas como una semicolonia de EEUU.

Ellos deben preservar el camino de resistencia nacional democrática junto con las generaciones de filipinos que han marchado, y donde miles y miles han dado sus vidas en la lucha de la aspiración del pueblo de la liberación nacional y social”