REDACCIÓN AND
Y 17 DE MAYO DE 2022
Editorial Semanal -
Discursos sobre la crisis militar
La prédica golpista de
Bolsonaro no se detiene. En ceremonia solemne en la academia de la Policía
Militar de São Paulo, esta semana, dijo que las Fuerzas Armadas y sus auxiliares
no permitirán que “marginales en gabinetes” –refiriéndose al STF– roben
“nuestra libertad” de hacer “ buena gente”. “Renunciar a su propósito. Por
buena gente, suponemos, Bolsonaro se refería a personas como él, milicianos,
terroristas de extrema derecha y criminales afortunados.
Cada dos días,
Bolsonaro vuelve a su mantra de que “el pueblo armado nunca será esclavizado”,
armar, no al pueblo, ya que sería un paso adelante hacia su propia tumba y la
del sistema de explotación y opresión del que es un sirviente obstinado.- pero
sus bandas paramilitares en la ciudad y en el campo. El 16, un nuevo
hostigamiento: en un acto de comerciantes de São Paulo, entre gritos y
maldiciones, volvió a decir que “¡nunca lo van a arrestar!”. y que es imposible
gobernar con el Congreso. Mientras tanto, en un acto de risa, Fachin imaginó
dar un ultimátum a las Fuerzas Armadas -y al mismo Bolsonaro- al
"exigir" que todas las instituciones se pronuncien a partir de ahora
si respetarán o no el resultado de las elecciones. Como se puede deducir,
además de sus compinches, sólo hablaron las moscas.
Bolsonaro, como se ve,
continúa con su agitación golpista. Su objetivo son las tropas de las Fuerzas
Armadas reaccionarias y sus fuerzas auxiliares, principalmente, y la opinión pública,
en segundo plano. El objetivo es agitar los cuarteles alegando crisis
institucional como la injerencia del STF en los poderes del Ejecutivo (ver la
crisis de Daniel Silveira), como supuesta prueba de la parcialidad de la Corte
Suprema a favor de la elección de Luiz Inácio. Elección que, para él, sería el
“reinicio” de la “comunistización” del país y plena prueba de que el Estado es
“cooptado” por el PT – y en este caso, para instar al FA a intervenir para
“garantizar los poderes constitucionales”, siendo esta una de las misiones que
les asigna la “constitución ciudadana” de 1988. El plan de acción golpista de
Bolsonaro es, por tanto, utilizar las urnas como caballo de batalla como prueba
final de sus afirmaciones, para desestabilizar y, quién sabe, romper la
jerarquía de las FA y las fuerzas auxiliares en algún punto más frágil,
obligando al Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA) para embarcarse en la
culminación del golpe militar, imponer un nuevo régimen y, dentro de él,
continuar la lucha por definir qué tipo de régimen sería. Así, toda la
agitación bolsonarista busca aumentar el ambiente de amenaza de un Armagedón
inminente, tanto como chantaje que impida una posible elección de Luiz Inácio,
como potenciar el frenesí golpista para culminarlo si gana.
Es importante señalar
que, no sólo las Fuerzas Armadas salen a la palestra en época electoral, sino
que en la actualidad ocupan su centro. Cuatro años después de que Villas-Bôas,
como comandante del ejército, entrevistó a todos los candidatos antes de la elección
e incluso amenazó al STF con no volver a poner a Luiz Inácio en la disputa,
esta vez es quien la preside, interviniendo directamente, como fuerza de Estado
, y ya no a través de los generales reservistas (como había sido desde 2018).
Paulo Sérgio Nogueira, el actual ministro de Defensa que acosa al STF con
cuestionamientos y demandas sesgadas con el claro propósito de cuestionar la
elección -un hombre que hasta el otro día era un general activo- es el mismo
que celebraron los estúpidos liberales del monopolio de la prensa al asumir el
mando general del ejército. Apoyándolo con adulación y alardeando de “hombre
sereno” y “legalista”, los liberales, en su momento, aseguraron que pondría
barreras a las pretensiones golpistas de Bolsonaro. Tales fuerzas liberales,
vendiendo ilusiones, se engañan que con tácticas fraseológicas pueden cambiar
el carácter reaccionario y antidemocrático de las Fuerzas Armadas, como lo
demuestra su historia y la del país, en medio de crisis como la que se prolonga
por más de un año. ; son ellos mismos, las Fuerzas Armadas, una fuerza
golpista.
Sin embargo, hay una clara diferencia entre la extrema derecha de Bolsonaro y su línea de acción, y la posición hegemónica, hasta ahora, en la ACFA que sigue estrictamente los dictados del Departamento de Estado yanqui. Al imperialismo yanqui no le interesan grandes convulsiones en su “patio trasero” en tiempos de crisis y de tensiones internacionales tan crecientes. Los generales son evidentemente golpistas, pero quieren llevar a cabo su ofensiva contrarrevolucionaria preventiva en la medida de lo posible legalmente y no apresurar la culminación del golpe: quieren conducirla a través de la farsa electoral y la vieja democracia decrépita, destruyéndola tal como existe hoy. , con sucesivos acopios, y estableciendo, con su Poder Moderador a través de los instrumentos institucionales vigentes, un nuevo régimen político de presidencialismo absolutista. Sus pronunciamientos, todos cuestionando la urna electrónica, son para preparar las condiciones para la intervención militar avalada por el artículo 142 en caso de que la situación sea extrema -por el posible efecto que tiene la prédica bolsonarista y el crecimiento de la crisis general y la situación revolucionaria que se desarrolla, desde las rebeliones populares de 2013/14 – al punto de verse obligado a intervenir para no perder el control, teniendo en este punto una justificación constitucional. Pero, sobre todo, sus ataques golpistas contra las urnas son más retóricos, son una medida para disputarle a Bolsonaro el control de las tropas. El grado de politización es muy alto dentro de las filas, los suboficiales y mandos medios, lo que, además de la falsa polarización electoral, se ve incrementado por el profundo grado de crisis general del capitalismo burocrático y su aparato estatal. Mañana – bien lo saben los generales – la situación revolucionaria necesariamente dará nuevos saltos, y con ello, el riesgo de perder el control de las tropas es un peligro real que las amenaza. Para evitarlo, los generales deben aparentar estar en el mismo estado de ánimo que sus tropas, para tomar el control de la situación en las fuerzas y poder maniobrarlas de acuerdo al menor riesgo para la estabilidad y legitimidad de la corporación.
Que nadie sea instado a defender estas viejas instituciones carcomidas. La supuesta víctima del bolsonarismo, el STF, es el mismo que siempre se ha reconciliado con el dicho marginal que ahora ocupa el Palacio del Planalto. Fue el STF que, por mayoría en uno de sus grupos, rechazó la apertura de juicio penal contra Bolsonaro por racismo, cuando insinuaba que un negro se medía por arroba -medida propia del ganado –, analogia que el mismo volvióa usar, en esta semana. Es el mismo STF, y el mismo Congreso de los corruptos, ampliamente conocidos por sus sentencias y proyectos de ley de furiosos y despiadados ataques a los derechos democráticos ya las masas trabajadoras. De hecho, las instituciones de la vieja democracia no son más que cobachas de bandoleros y durmientes, sólo que un poco mejor portados. Bolsonaro, en esto, tiene razón. El hombre no vive solo de mentiras.
Las masas desprecian a estas instituciones -y lo hacen con razón- al punto de no conmoverse con los ultimátums que han venido recibiendo. Sólo hay una manera de atraer a las masas a la lucha contra el golpismo y el fascismo, es decir, por la preservación y expansión de los derechos democráticos: alistarlas en filas muy apretadas para luchar, si queremos, en el sentido literal, por un régimen. de nueva democracia. Lucha por la destrucción del latifundio, entrega de tierras a los campesinos pobres sin tierra o con poca tierra, por la confiscación del capital burocrático y comprador a la gran burguesía monopolista nativae imperialistay extranjera, en aras de la independencia y el progreso de la Nación. y la prosperidad de nuestro pueblo, instaurando el Nuevo Estado de democracia popular, el Nuevo Poder de las clases populares (obreros y asalariados en general, campesinos, principalmente los pobres, pequeños y medianos terratenientes urbanos y rurales, la pequeña y mediana burguesía) . Nuevo Poder de Nueva Democracia y el frente único revolucionario apoyado en las masas armadas, dirigido por el proletariado a través de su auténtico partido revolucionario, por el paso ininterrumpido al Socialismo. Aparte de eso, toda la retórica de “defender la democracia” o es un sueño podrido de volver a la época de la esclavitud pacificada, o es una fraseología inútil.
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