REDACCIÓN
AND
23 DE MAYO DE 2022
Editorial semanal – Nuevo Despilfarro
Foto:
reproducción
El precio
del diésel alcanza el quinto máximo semanal consecutivo y ya está batiendo un
récord. Antes vendido a R$ 6,84, ahora pasa a R$ 6,94, un aumento del 1,4% en
un solo golpe. En el año, el alza de precios ya acumula 29,84%. La gasolina no
es mejor: la semana pasada, el litro promedio se vendió a R$ 7,27, apenas dos
centavos menos que la semana anterior, interrumpiendo un máximo de cinco
semanas. Hoy, su precio es también el más alto jamás registrado, un récord. En
el año, la gasolina acumula un alza de 9%.
El grado de
servilismo del gobierno de una nación oprimida por el imperialismo se atestigua
de diferentes formas y analizando diferentes aspectos, pero podríamos tomar el
caso del combustible como un ejemplo llamativo para hablar de nuestro país.
Petrobras
-no pocos todavía la llaman estatal- elevó el precio del combustible en las
refinerías, reflejándose al final del proceso. El motivo del aumento fue el
alza de los precios del petróleo en las cotizaciones del mercado mundial debido
al aumento de la demanda de combustible en Europa, ya que la Unión Europea
inició un boicot a las exportaciones rusas de este producto básico.
El costo de
todo el proceso de producción de petróleo y combustible lo paga en gran medida,
en última instancia, el mercado interno a través del aumento de los precios que
sigue la cotización del mercado mundial (en dólares) mientras que se
comercializa internamente en (el infame "precio de paridad de
importación" , PPI, una política impuesta por el imperialismo a través del
gobierno de turno de Michel Temer en 2016). Los ingresos de exportación, por
otro lado, pertenecen a Petrobras, sus principales accionistas, una gran parte
de los cuales son magnates extranjeros. No hace nada en beneficio de la Nación,
excepto que la saquea sin piedad, transfiriendo las rentas de los brasileños a
los grandes accionistas de este monopolio y, consecuentemente, al imperialismo.
Siendo la
red vial del país el principal medio por el cual funciona la circulación de
mercancías, la suba del diésel se traduce directamente en un alza en el precio
de estos bienes. Un acto continuo, al alza de la inflación, principalmente en
aquellos artículos y servicios en los que más gastan las masas empobrecidas
(ropa, alimentación, transporte público, etc.).
Así,
explícitamente, está operando aquí, en varios aspectos, una transferencia
directa de la riqueza de la Nación en beneficio de las potencias imperialistas
y, más específicamente, de los grandes accionistas del monopolio Petrobras,
parásitos de la Nación. Ninguno de los posibles gobiernos del actual sistema
político quiere, ni querrá inmiscuirse en esta indecente política; si alguien
quiere, usar tales recursos para reestructurar el régimen de dominación en el
sentido de corporativismo, no puede cambiarlo sin chocar directamente con el
imperialismo, que tomará represalias con una fuga masiva de capitales. Esta
medida es parte de los nuevos grados de explotación y saqueo que exige el
imperialismo a las colonias y semicolonias para recuperarse de su inédita,
inaudita crisis de descomposición. Pretendiendo aplazar su entierro, el
imperialismo, con políticas de este tipo cada vez más ostensibles, sólo
levantará a las masas en defensa de sus intereses y, por tanto, sólo adelantará
lo que pretende aplazar. Realmente es un callejón sin salida.
Así, así
como la institución del despilfarro como la política más agresiva del
colonialismo portugués para salir de su crisis, en 1751, presagió y provocó la
Conjuração Mineira (1789), la profundización del saqueo imperialista con sus
políticas cada vez más explícitas presagiaba y es provocando ya oleadas y
oleadas de luchas antiimperialistas.
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