AGO 3, 2023
Compartimos este articulo encontrado en el periódico de España Servir al Pueblo
Recientemente, el Banco de España publicó un informe sobre la economía en América Latina: inversiones y potenciales riesgos, estabilidad sociopolítica en la región, cómo avanza la presencia de la banca española en los países latinoamericanos, etc. El informe se llama Enfoque de Economía Latinoamericana y es publicado cada semestre desde 2004 (pueden consultarse aquí). Es, por tanto, público y notorio el interés del imperialismo español en la zona.
De los últimos informes -los de 2022 y el último, del primer semestre de 2023- destaca cómo el imperialismo español se viene fijando en algunos países concretos: “El Banco de España identificó en 2022 cinco economías latinoamericanas entre las economías con relevancia material para el sistema bancario español1: México, Brasil, Chile, Perú y Colombia”. Esto concuerda con algunos artículos que hemos publicado con anterioridad sobre el interés y beneficios de la oligarquía financiera española en México o en Brasil.
Sin embargo, no hemos hablado aún de cómo opera el imperialismo español en Colombia. En lo fundamental, no es distinto de otros países latinoamericanos: el imperialismo yanqui, como la superpotencia hegemónica única que es, es la que principalmente saquea y oprime a Colombia, con la complicidad del viejo Estado colombiano, los terratenientes y la burguesía burocrática que sirve a los imperialistas. El imperialismo español, aunque varios pasos por detrás, también saquea y oprime al pueblo colombiano, tal y como hizo el colonialismo del viejo imperio siglos años. Y en colusión y pugna con la superpotencia yanqui, siempre acecha, espera su oportunidad para avanzar posiciones.
El autor de este artículo considera que uno de los aspectos más desconocidos del imperialismo español -o al menos, un aspecto que es menos público- es cómo afecta el imperialismo a las masas de las naciones oprimidas que se ven obligadas a migrar a la metrópolis. El genocidio de Melilla es un crimen atroz y bárbaro, pero hay muchos crímenes invisibles, “pequeños”, invisibles en los medios de comunicación. De esta forma, la revista digital Internacional Comunista ya decía: “lo particular de lo sucedido el 24J [nota: cuando se produjo el genocidio], está en la situación por el conocimiento del material audio visual que gráfica como se ha cumplido este genocidio”. Por este motivo, señalaremos cómo el imperialismo se ceba más con algunas de las nacionalidades que viajan a nuestro país buscando una vida mejor, y solo encuentran racismo y una explotación salvaje
Muchos de estos crímenes invisibles se cometen contra las masas colombianas. No vamos a desarrollar en profundidad la cuestión, pero sí exponer algunas notas.
Buena parte de los colombianos se encuentran “sin papeles” (en situación irregular) y son duramente explotados
Según cifras oficiales del INE (Instituto Nacional de Estadística) el número de personas con nacionalidad colombiana y con residencia regulada, con “papeles”, es de 136.000. Realmente, más de medio millón de colombianos residen en todo el territorio del Estado español, cifra que obtenemos al sumar las personas con papeles, con doble nacionalidad y los sin papeles. Tras estos números, sabemos que la colombiana (560.000 aprox.) es la segunda comunidad de inmigrantes más grande después de la comunidad marroquí (cerca de un millón, 980.000 aprox.)
La burguesía utiliza a los “sinpapeles” no solo para realizar algunos de los trabajos más duros físicamente, sino para explotarles aún más: sacar el máximo beneficio recortando en las cuestiones más básicas que con una persona en residencia legal no podría. Esto lo consigue gracias al chantaje o la extorsión.
Queremos ilustrar con algunos casos reales.
En Barcelona, leemos un caso de hace 2 años: “La Policía española detuvo en Barcelona a siete personas que formaban parte de una red dedicada a la trata de personas. Así lo informan fuentes policiales oficiales este jueves (27.5.2021) Las víctimas eran captadas en Colombia y explotadas laboralmente en el sector del servicio doméstico. La red operaba en la capital catalana y usaba empresas ficticias para blanquear sus beneficios, que depositaban en Panamá y Suiza”
En este 2023, cayó una red de explotación en Ávila: “La Guardia Civil española liberó en una finca de la provincia de Ávila (norte) a seis trabajadores colombianos que estaban sufriendo explotación laboral, a los que se suma otro de nacionalidad española en situación similar. Seguidamente, los agentes investigan a un individuo que supuestamente se aprovechaba de las víctimas, al encontrarse todas ellas en situación de necesidad y vulnerabilidad, informó este miércoles la Guardia Civil. Las víctimas tenía un equipamiento “muy deficiente”. Además los trabajadores colombianos no tenían contrato de trabajo, no estaban afiliadas a la Seguridad Social. Lo que les permite, entre otras cosas, tener médico, ni permiso de trabajo y/o residencia”
Hace apenas un mes, leíamos este recorte de prensa en la ciudad de Elche (Alicante): “El hombre, de 48 años y nacionalidad colombiana, decía que, junto a la persona accidentada, estaban tratando de descargar un saco de unos 1.000 kg de grano de una furgoneta cuando el saco volcó durante la maniobra, haciendo volcar también la traspaleta que estaban utilizando, la cual cayó encima de la pierna del accidentado(…) el accidentado no estaba dado de alta en la misma y que además se encontraba de manera irregular en España”
La propia RTVE (Radio-Televisión Española), la cadena nacional, emitió un breve documental donde entrevistaba a una colombiana donde hablaba de cómo afectaba la Ley de Extranjería a los migrantes:
“Constanza, colombiana de 36 años, es una de las muchas víctimas que lo ha sufrido. Llegó a España hace 4 años sin ningún tipo de documentación. Comenzó a limpiar en una casa particular con la promesa de que los empleadores le ayudarían a regularizar su estancia a través de un contrato de trabajo. Cuando llevara 3 años residiendo en España, el tiempo que la Ley de extranjería exige para conseguir el arraigo social, le ayudarían a conseguir sus papeles. “Allí me di cuenta que me estaban explotando“ Pasados los 3 años, los propietarios de la casa no quisieron formalizar su situación.
En cambio, sí le exigían ir a limpiar a casa en pleno confinamiento. Llegaron a hacerle un justificante de trabajo para que pudiera moverse por la ciudad. «Allí es cuando me di cuenta de que no les importaba que cogiera el covid, ni que me pasara nada… ellos solo querían que limpiara. Allí me di cuenta que me estaban explotando», relata Constanza. Constanza acabó denunciando a sus empleadores. La inspección del trabajo les impuso una multa de 10.000 euros y ella consiguió regularizar su situación. Ahora, Constanza espera que su experiencia sirva de ejemplo”
El relato acaba con un mensaje de esperanza en el sistema y el Estado de bienestar, el mensaje de “denuncia y confía en el sistema, así se arreglará”. Es lógico que, al tratarse de la cadena nacional del Estado español, emita este mensaje desmovilizador. Pero el fondo que subyace evidencia la situación de explotación que vive diariamente miles de masas.
La explotación laboral y el racismo va de la mano en la inmensa mayoría de las ocasiones. En 2019, reportaron una red de trabajos forzados en Galiza de unas 60 trabajadoras latinoamericanas, principalmente de Colombia, Honduras y Nicaragua. El trabajo consistía en labores domésticas de cuidado de ancianos. Leemos el testimonio en el recorte de prensa:
“En la causa hay localizadas, hasta el momento, cerca de 60 víctimas de explotación laboral, aunque sólo han declarado unas 40. Algunas de ellas estuvieron trabajando en pésimas condiciones durante tres años, otras sólo unos meses, pero todas cobrando en sobres y mintiendo a las familias sobre su situación en España, por orden de la dueña de la empresa, Montserrat L. G (…) Si pretendían librar un día, Montserrat L.G. les descontaba 100 euros. Para ella era fácil conseguir que estas mujeres migrantes accedieran a realizar ese trabajo, pues la mayoría no disponía de domicilio ni de recursos para pagar un alquiler (…) La gerente y dueña de Asistencia Castroverde S.L. solía contratar a las migrantes por teléfono. Incluso por WhatsApp les daba instrucciones: «No digas que acabas de llegar», consta en un mensaje aportado al sumario.«Si en la casa te piden la documentación les dices que me la has dado a mí», aparece en otro (…) Se refería a las trabajadoras como «negras». En el sumario consta que Montserrat L. G. se refería a las trabajadoras irregulares como «negras». En varias conversaciones con su madre, la investigada usa esa expresión”. [Nota: Si hay algún lector de Servir al Pueblo que no reside en el Estado español ni está acostumbrado a frases o dichos españoles, la palabra “negra” en ese contexto no es descriptiva ni inocente. Se utiliza como insulto directo y ofensivo]
Pensamos que es suficiente con estos ejemplos.
Prostitución: el perfil más común de esclava sexual es una mujer colombiana de entre 23 y 27 años
La prostitución es un crimen contra la mujer proletaria, una práctica salvaje y patriarcal. Es común entre los países imperialistas que la mayor parte de las mujeres prostituidas provengan de naciones oprimidas.
El Estado español admitió en un informe titulado “Trata y explotación de seres humanos en España. Balance estadístico 2018-2022” que las mujeres colombianas entre 23 y 27 años era el perfil más común de esclavas sexuales liberadas. Podemos leer más en detalle:
“Han liberado a un total de 1.180 víctimas de trata sexual o laboral en el país en 2022, de las cuales, casi la mitad (564) son víctimas de explotación sexual. El perfil de estas últimas, según ha informado el Ministerio del Interior, es de una mujer colombiana de entre 23 y 27 años (…) durante el año pasado se liberaron 129 víctimas de las redes de trata de seres humanos para su explotación sexual, cuatro de ellas menores de edad, a las que hay que sumar otras 435 personas (entre las que hay diez menores) que han sido liberadas sin la concurrencia de redes de trata de personas. En ambos casos, el perfil mayoritario es de una mujer colombiana de entre 23 y 27 años”
Tristemente hay muchos casos donde vemos esto. El más común es obligar a las mujeres a prostituidas para saldar el pago de una supuesta deuda que contraen para emigrar a España. El caso de Sevilla es un buen ejemplo:
“De acuerdo con la información de las autoridades, la red criminal operaba en apartamentos de Sevilla capital, Utrera y Alcalá de Guadaíra donde, presuntamente, ofrecían a clientes servicios sexuales de mujeres captadas en su país de origen y trasladadas hasta España como turistas para ejercer la prostitución (…) La investigación comenzó en mayo de este año, cuando los agentes tuvieron conocimiento de una organización dedicada a captar a mujeres en su país de origen, recogerlas en destino y llevarlas a sitios seguros donde eran prostituidas, para que pagaran a la organización la deuda contraída por el viaje, que ascendía a unos 8.000 euros aproximadamente cada una. Además, dicho consumo de droga era incentivado a las propias víctimas para que aumentaran el tiempo de exposición a los servicios sexuales y mantener a las mujeres más activas (…) En paralelo, las víctimas, según encontraron las autoridades, vivían bajo unas condiciones pésimas de salubridad, llegando a habitar hasta 12 personas en una misma habitación, toda vez que la organización se aseguraba de cobrar a las víctimas el alojamiento y la manutención de las mismas.
También en Alicante:
“La Policía española liberó a 21 mujeres de nacionalidad colombiana y detuvo a nueves personas, tras desarticular una banda dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, que captaba a sus víctimas en el país latinoamericano prometiendo trabajo, pero las obligaba a prostituirse a su llegada a España (…) La mujer manifestó que fue captada en su país de origen bajo la falsa promesa de que iba a trabajar en España como ayudante de cocina y, debido a su precaria situación económica, aceptó la oferta, pero a su llegada fue obligada a ejercer la prostitución para saldar la deuda que había adquirido por el viaje, la cual se había incrementado con base en supuestos intereses y otros gastos. También relató a los agentes las condiciones en que debía ejercer la prostitución, «en régimen de semiesclavitud», según las fuentes, ya que debía estar disponible para los clientes en turnos de 24 horas durante los 7 días de la semana y no tenía libertad para salir a la calle”
Otro relato de Barcelona:
“Cada noche, antes de acostarse, Lara se frotaba la piel con furia bajo la ducha llorando mares. De día vivía encerrada en un piso de Barcelona obligada a prostituirse durante más de 15 horas seguidas. «Me quería arrancar la piel, como si hubiera llevado un manto encima sudado y apestoso todo el día», explica esta peruana que llegó a España engañada y endeudada. Como ella, en España más de de 45.000 mujeres y niñas son esclavas sexuales. Las que logran salir del calvario se encuentran con unas administraciones incapaces y terminan en la pobreza más extrema. «Se te pasa todo por la cabeza, te planteas volver, te planteas herirte, hacerte mucho daño, matarte…», se sincera Veruska, otra superviviente. Hoy, las dos mujeres participan en un proyecto de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD) que intenta lograr una salida laboral para ellas. «Llegamos muy tarde, ni se detecta suficientemente, ni se acompaña a las mujeres», denuncia Mireia Munter, coordinadora de proyectos internacionales de la entidad.
Veruska y Lara no se llaman ni Veruska ni Lara. Usan estos pseudónimos para contar sus historias en El Periódico, por miedo a que sus explotadores les vuelvan a encontrar o sus familiares más allegados puedan reconocerlas en unas vivencias que ningún ser humano soportaría. «Lo definiría como terror», dice Veruska. «No te reconoces a ti misma, dejas de saber quién eres… y piensas que todo es por tu culpa», asume Lara. Culpa por querer migrar a Europa para buscar una vida donde puedas llegar a final mes y no temas que te apunten con un revólver. Veruska nació en Colombia. Allí residen aún su hijo adolescente y sus padres. Trabajaba de camarera y era acosada a diario por su pareja, que llegó a secuestrarla, encerrarla y romper los cristales de casa de sus padres en varias ocasiones y que era intocable por la policía. «Yo siempre soñé en irme a España o Estados Unidos, pero el detonante fue cuando viví este maltrato: supe que si me quedaba en Colombia me buscaría y me mataría», dice. Lara trabajaba como dependienta en Perú y decidió migrar cuando era incapaz de pagar la medicación para las enfermedades crónicas de su padre. «Necesitaba dinero y me dijeron que en España se ganaba mucho más», recuerda”
Desterrar el imperialismo al basurero de la historia
Solo hemos relatado los casos más sangrantes y que van en contra de la propias leyes del Estado imperialista español. Pero fuera de ellos, hay decenas de miles de historias, historias “normales” y cotidianas de explotación bajo el régimen de trabajo asalariado. La construcción, la agricultura o los cuidados y el servicio doméstico, son algunos de los sectores donde trabajan la mayoría de masas colombianas. Sus condiciones laborales y de vida no van a mejorar sustancialmente con ninguna reforma o medida que haga el Estado, pues iría en contra de sus propios intereses. En Colombia, la situación no es nada halagüeña:
“Como los más pobres gastan casi todos sus ingresos en estos productos básicos (en alimentación por ejemplo gastan el 24%), el costo de vida subió para las grandes mayorías más de un 13%. El panorama es grave, y se corrobora al contrastar estos aumentos con el salario mínimo, que a pesar de la propaganda del anterior gobierno de turno, del reaccionario Iván Duque, que anunció el año pasado un “aumento histórico”, éste viene disminuyendo su capacidad adquisitiva real: según cifras del DANE, de julio de 2019 a julio de 2022 (3 años) la inflación de alimentos fue de 43%, mientras que el salario mínimo en este mismo periodo subió 25%. Es decir, los trabajadores cada vez tienen que dejar mayor parte de su salario para alimentación, negando directamente las posibilidades de acceso a otros derechos como recreación y cultura, y poniendo en riesgo la propia posibilidad de subsistencia al tener en cuenta costos básicos como arriendo, servicios o transporte. A esto se suma el agravante de que un 30% de los trabajadores ganan menos del salario mínimo, completando el panorama de pobreza y miseria de la nación, con 39,3% de pobreza monetaria (según cifras oficiales del Estado). “Los pobres cada vez más pobres” no es un simple refrán, es un hecho que golpea al pueblo trabajador, es una realidad que se siente en todos los rincones del país y que hace que el hambre toque a la puerta de más hogares” (Inflación y hambre en Colombia, del periódico “Nueva Democracia”)
Los proletarios españoles deben unirse a las masas colombianas (y lógicamente con todas las comunidades migrantes, pero debido al contenido de este artículo, hacemos énfasis en la comunidad colombiana). Los revolucionarios debemos bregar contra todo tipo de chovinismo y racismo que el revisionismo y el Estado quiere inculcar entre el proletariado para separarnos. Masa es masa, y pueblo es pueblo. El proletariado es clase única e internacional, más allá de fronteras de todo tipo, y como clase única debe luchar codo a codo bajo el mensaje de lucha del Manifiesto del Partido Comunista: ¡Proletarios de todos los países, uníos!
Artículo enviado por un colaborador