10. December 2021
¡Proletarios de todos los países,
uníos!
LA FARSA ELECTORAL EN RUSIA
A medida que
la farsa electoral en Rusia llega a su fin, el partido gobernante Rusia Unida
se lleva casi el 50 por ciento de los votos y 198 de los 225 escaños de la
Duma. El llamado Partido Comunista de la Federación Rusa obtiene 9 escaños y el
18,93% de los votos, y el resto de los escaños se distribuyen entre los
partidos más pequeños.
La
participación electoral en las elecciones parlamentarias fue del 51,7% este
año. Casi la mitad de las personas autorizadas a votar no participó. La última
vez, en 2016, solo participó alrededor del 47%, ya que en 2011 el número fue de
alrededor del 60% ii. La prensa burguesa en los Estados Unidos y Europa está
enfadada por las elecciones fraudulentas en Rusia, utilizando la causa de la
“democracia” en su contienda contra el imperialismo ruso, para acrecentar sus
contradicciones internas.
La baja
participación de las masas en las elecciones se explica por el fraude y la
represión de la oposición. Además, durante los últimos treinta años, la
participación electoral en las elecciones parlamentarias nunca ha superado el
70%. La participación electoral en las elecciones parlamentarias rusas nunca
han sido altas: entre 1991 y 2016, la participación más alta es de alrededor
del 65% iii. La disminución de la participación electoral también se observa en
otros países. Las masas ven que las elecciones no cambiarán nada; no detendrán
la explotación, las crisis constantes, la pobreza. Ya que está todo decidido
por ellos. De ahí que la tendencia a la reaccionarización del Estado burgués se
encuentre con su contraparte la tendencia espontánea de las masas de rechazar
al viejo Estado, sus instituciones y representantes expresada en la baja
participación.
La
constitución de 1993 de la Federación Rusa establece que las elecciones deben
ser libres y justas, y cualquier ciudadano mayor de 21 años tiene derecho a
participar en las elecciones. Después de 1995, los partidos tuvieron que reunir
200 000 signatarios y registrarse en el Ministerio de Justicia al menos seis
meses antes de las elecciones. En los últimos años, muchos candidatos se han
enfrentado cada vez a más desafíos burocráticos para participar en las
elecciones, así como a la represión violenta iv. Recientemente, los
simpatizantes del encarcelado Alexei Navalnyi fueron declarados “extremistas”
por la corte y se les prohibió participar en las elecciones. Este demagogo es
principalmente una ficha en el juego de varios imperialistas “occidentales” de
impulsar y agudizar las contradicciones internas en Rusia. En general, la
“oposición” de los partidos burgueses es parte integral del sistema y sirve
para “legitimar” el reino de la explotación y la opresión.
También se
han restringido muchos derechos demoliberales, como la libertad de prensa y la
libertad de reunirse para manifestaciones. Pero estos son derechos que existen
en el contexto del Estado burgués; incluso si los rusos tuvieran los derechos
ideales para participar “libremente”, solo sería hasta el punto de que no
amenazara el dominio de los explotadores, representado y sostenido por el
Estado burgués, que como todos los estados, se sostiene con violencia y por eso
solo puede ser derrocado con violencia revolucionaria. En las elecciones de la
burguesía la oposición, que se ve como un signo de una democracia “sana”,
representa una fracción más de la burguesía, una ilusión de la “libertad de
elección” y las promesas vacías de cambio, al servicio de la incorporación de
las masas en el Estado burgués.
Mariátegui
vio en la década de 1920 que la democracia burguesa había dejado de
corresponder a la realidad material; como el feudalismo una vez quedó obsoleto
con el crecimiento de la burguesía, la democracia burguesa también ha
correspondido a las crecientes fuerzas de producción, el surgimiento del
proletariado. Con la profundización de la crisis del sistema imperialista, la
burguesía lucha por seguir produciendo grandes riquezas que caen en pocas
manos, arrojando a más y más personas a la pobreza, a más y más a la
explotación.
Mariátegui
escribe que la burguesía reconoce esta decadencia: sin embargo, creen que la
idea de democracia está en decadencia, más no la forma en sí. Esto se puede ver
en todo el mundo como la burguesía por un lado hace todo tipo de trucos para
“incluir” al pueblo en la política, para “reformar” el parlamento, tratando de
arreglar la ilusión que se hace añicos. Por supuesto, debido a que es la base
material la que está en decadencia, ningún truco cambiará este hecho. La
burguesía ha creado sus propios sepultureros; el proletariado, que hoy tiene su
arma todopoderosa, el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo, con
su centro la línea militar proletaria, es decir, la guerra popular para
derrocar a sus opresores.
La burguesía
también sabe que su circo no reprimirá el poder de las masas, y por eso se
desarrolla la reaccionarización del Estado burgués. Como escribe Mariátegui,
como lo parlamentario no se corresponde con la realidad material, los
reaccionarios anunciarán cada vez más abiertamente sus objetivos
antiparlamentarios, desarrollando el fascismo. En el caso del imperialismo
ruso, el régimen no es fascista aunque algunos comentarios burgueses así lo
afirman, ya que les sirve para profundizar, acelerar y ampliar los problemas
internos del imperialismo ruso. Sin embargo, la democracia burguesa en general
tiene una tendencia a la reaccionarización y el gobierno de Putin está
acelerando esta tendencia, y el poder está altamente centralizado en el
presidente. Además, hay un recorte creciente de derechos y libertades
burgueses. Las tendencias antiparlamentarias pueden verse en esta supresión
generalizada de los derechos demoliberales. En el caso del imperialismo ruso
vemos claramente la decadencia de la democracia burguesa en una superpotencia
atómica imperialista.
El llamado
partido comunista, partido revisionista, obtuvo una gran cantidad de votos
después de Rusia Unida, a pesar de que, según un periódico burgués, es visto
como un “frente dócil y desdentado” ii, y está luchando por encontrar nuevas
formas de ganar popularidad entre las masas. En Rusia. Esta proporción también
podría ser aún mayor, ya que hay acusaciones de manipulación de los votos a
favor de Rusia Unida. El apoyo al “partido comunista” revisionista se ve como
un “voto de protesta” contra el partido gobernante. Los revisionistas utilizan
el glorioso pasado revolucionario del pueblo ruso y del partido del
proletariado para desempeñar su oscuro papel al servicio del viejo Estado. No
sirven al proletariado; sirven a la burguesía. La contradicción entre violencia
revolucionaria y cretinismo parlamentario es antagónica; es una verdad básica
que el poder surge del cañón de los fusiles. Como se vio en las elecciones
rusas, el gobierno reaccionario de Putin no se dejará expulsar del poder por
votación, y el viejo Estado está sostenido por la violencia reaccionaria. Es
cierto que el partido revionista es ineficaz, sin la ideología del
marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo con los aportes
universales del Presidente Gonzalo, sin la guerra popular, y es dócil porque
juega con las reglas de la burguesía. Hoy no hay nada que ganar en las
elecciones para un partido comunista, y participar en las elecciones es
contrarrevolucionario.
A manera de
conclusión:
Las elecciones en Rusia muestran
la decadencia del Estado burgués. La facción gobernante de la burguesía intenta
reprimir a sus enemigos mediante el fraude y la violencia, atacando al
parlamento, el “corazón de la democracia burguesa”, atacando a las masas y los
derechos demoliberales y aumentando la explotación. Por otro lado, esta
superpotencia atçomica es un enano económico, comparable a Italia -una potencia
imperialista de segundo orden subordinada en la Unión Europea a Francia y
Alemania-, en colusión y pugna y cercada por el principal enemigo de los
pueblos del mundo, el imperialismo yanqui. Pero las masas no solo sufrirán
en silencio. La creciente actividad de las masas se ve también en Rusia, y
también hay una gran parte de la población que no está dispuesta a participar
en las elecciones de la burguesía. Esto exige que el Partido Comunista de Rusia
se reconstituya como un partido marxista-leninista-maoísta, principalmente
maoísta, militarizado, para iniciar la guerra popular lo más rápido posible
para llevar a cabo la contra-restauración. Un Partido, en general totalmente
opuesto al lamentable grupo revisionista de ratas que arrastran el glorioso
nombre. del Partido Comunista de Rusia en el barro. El Estado burgués se está
debilitando cada vez más, y las elecciones rusas realmente muestran lo poco que
significan realmente los ideales democráticos burgueses en el momento de la
crisis, y que la violencia revolucionaria, que actualmente solo puede ser
guerra popular, es realmente el único medio para conquistar el poder.