Friday, June 28, 2024

Prensa Chiripilko- provincia de Curicó-Maule, Chile: Levantamiento de Ránquil, 1934 - Folleto

 

MIÉRCOLES, 26 DE JUNIO DE 2024

Levantamiento de Ránquil, 1934 - Folleto

Traemos a nuestros lectores el siguiente folleto elaborado por Ediciones Leftraru y que re-editamos a modo de homenaje en este 90° aniversario de la conmemoración del glorioso Levantamiento de Ránquil, hecho que no puede entenderse si no se interpreta a la luz del marxismo leninismo maoismo. Esto es trascendental, ya que el oportunismo y la reacción cataloga los hechos como “masacre” o “tragedia”, a la vez que niega o esconde la participación comunista que, precisamente, encarnara el dirigente más importante y reconocido del que actualmente es el episodio más alto en la historia de la lucha de clases de nuestro país.





Juan Segundo Leiva Tapia

Empuña la bandera roja de la revolución


 Presentación

El presente folleto es una primera aproximación a la biografía de Juan Segundo Leiva Tapia, comunista, profesor, organizador del campesinado pobre mapuche y chileno. Revolucionario que dirigió el Levantamiento de Ránquil de 1934. Éste es el hecho más importante de la lucha de clases de nuestro pueblo, en que se encarna la alianza obrero-campesina en el camino de la Revolución Democrática.

Es importante señalar que la camarilla revisionista - falsos comunistas - que se apodera de la conducción del Partido Comunista de Chile (PCCh) desde mediados de la década de los 30' y casi sin contrapeso a finales de los 50', difundió una historia falsa sobre los hechos de Ránquil, negando la dirección del Partido Comunista (PC), y ocultando sobretodo a quiénes encarnaban la línea roja dentro del PC y que luchaban por la Revolución Agraria-Antimperialista, línea que encarnaban precisamente comunistas como Juan Leiva Tapia. 

Este es un primer aporte en el camino de conocer y comprender esta lucha, principalmente para que actuales revolucionarios se enriquezcan con la lucha de obreros y campesinos, que no dudaron entregar en este camino su preciosa sangre, entrega que nos llena de convicción y fortaleza.




Orígenes

Juan Segundo Leiva Tapia nació el 30 de Junio de 1897 en el pueblo de Chos Malal, provincia de Neuquén, Argentina. Años más tarde diría: “pero soy chileno por sangre y vecindad.”

Desde que se firmó el tratado de límites con Argentina en 1881 y se definió la línea de las más altas cumbres - de la cordillera de los Andes - y la divisoria de agua, como criterio de delimitación fronterizo, el valle de Lonquimay fue el único lugar que quedó en territorio chileno y que está ubicado al Este de los Andes, posteriormente se les ofreció a los habitantes del lugar elegir a qué país serían repatriados. Entre 1896 y 1898 en Chile se dictaron decretos que instalaron a los nuevos colonos. Es en este contexto en que los padres de Juan Leiva Tapia ingresaron a Chile en 1905, por el paso cordillerano del valle de Lonquimay, en el Alto Bio-Bio. Se presume que murieron cuando aún era un niño, quedando al cuidado de doña Candelaria Ramos a quién reconoció como madre legítima. Se casó con Valentina Muñóz Sáez, con quien tuvo dos hijos Renalda y Juan Lenín. En algunas fuentes históricas figura el nombre de Rubén en vez de Renalda.


Sus estudios

Se trasladó a Santiago y en 1913 ingresó a estudiar Castellano al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile (hoy UMCE), del cuál egresó en 1917, como se constata en los libros de Actas de dicha universidad. Elías Lafertte, secretario de la Federación Obrera de Chile (FOCH) en el periódo de los hechos de Ránquil, comenta en sus memorias que además era profesor de Francés, cosa que ejemplifica con las conversaciones que sostenía Juan Leiva con una profesora francesa en un viaje que Lafertte y Leiva realizan juntos y que relataremos más adelante. Otro testimonio es el del pulpero Harry Fahrenkrog, empleado de Bruno Ackerman, un comerciante alemán que formó parte del ala derecha del Sindicato Agrícola de Lonquimay, y contemporáneo a los hechos, relata sobre Juan Leiva: “Cuando cursaba el 2° año [leyes], su espíritu inquieto y su inclinación a la rebeldía lo llevaron a participar en una huelga estudiantil, por lo cual fue expulsado de la Universidad. Se estableció en la ciudad de Victoria como profesor primario y a la vez defendía causas ante los tribunales de justicia (...) Siguió militando en el Partido Comunista, como lo había hecho ya en su tiempo de estudiante.”



Sindicato Agrícola de Lonquimay

El 30 de Abril de 1928, Juan Leiva funda el Sindicato Agrícola de Lonquimay, quedando como Secretario General, lo que nos da un ejemplo del reconocimiento que tenía entre los campesinos pobres e inquilinos asociados al sindicato, quiénes vivían constantemente hostigados por las ambiciones de los latifundistas de robarles sus tierras. Se cuenta que en esta labor fue ayudado por el obrero de Lota, Máximo Alarcón, quién pertenecía a la FOCH, organismo clasista de los trabajadores dirigido por el PC. Juan Segundo Leiva es comisionado por el sindicato para defender las demandas más sentidas de los pobladores y sus hijos en el valle de Lonquimay resumidas por el sindicato en la consigna: ¡Poblar, producir, civilizar!. Esta defensa Leiva Tapia la realiza ante muchas instancias, llegando incluso a la máxima autoridad del viejo Estado, el presidente de la República. Es así como el 20 de noviembre de 1928, Juan Leiva se entrevista con Carlos Ibáñez del Campo, lacayo del imperialismo yanqui que gobernaba nuestro país en ese momento. Éste se compromete con las demandas del sindicato: tierra, crédito para la compra de ganado y escuelas. Pero era imposible que el aprendiz de fascista de Ibáñez del Campo pudiese resolver el problema de la tierra ni en Chile ni en Lonquimay, pues servía a sus patrones del imperialismo y las clases dominantes nacionales.

Por esta fecha en el diario local El Comercio de Curacautín, aparecen artículos publicados por Leiva Tapia, en su calidad de profesor y dirigente sindical, donde denuncia los abusos de los terratenientes, el contrabando de ganado desde Argentina, el constante ataque a los socios del sindicato y defiende la organización sindical y la creación de escuelas.

En 1929 en una entrevista para la prensa local donde habla de la importancia de la organización campesina señala: “¡Bello día, no lejano para los chilenos, en que toda nuestra organización social, económica, política y administrativa descanse sobre la base sólida de la organización social!”

En Julio de 1932 el Sindicato Agrícola de Lonquimay, en un esfuerzo por defender sus justas demandas por la tierra y las condiciones de vida de las masas de Lonquimay se une a otras organizaciones locales de la zona, creando el Consejo Social Obrero de Curacautín, en éste es Juan Leiva quien sale designado secretario general del naciente organismo, lo que refleja el peso del sindicato y de Leiva en la zona.

Retomando el relato de Lafertte, él señala que conoció a Juan Segundo Leiva en el Congreso de la FOCH de Febrero de 1933 celebrado en el Sindicato de Choferes de calle Cuming. Cuenta en sus memorias que entre los delegados asistentes de provincia: “se levantó con relieves impresionantes la figura de Juan Segundo Leiva Tapia... aunque vestía como sus compañeros de trabajo, botas de montar, chaqueta corta y manta de castilla, era un hombre cultivado que argumentaba admirablemente y hablaba con lógica y al mismo tiempo con pasión... conmovido por la miseria de los campesinos, había dedicado a ellos su vida, a organizarlos, a levantarlos y para esta tarea hizo lo que debe hacer un luchador, se identificó plenamente con los campesinos pobres, pasó a ser uno más de ellos”.

La segunda vez que lo vio fue ese mismo año, en la reunión del Comité Antiguerrero que tuvo lugar en el local de la Federación de Maestros, organismo clasista de los profesores del PC. Juan Leiva formó parte de la delegación elegida para ir a una Conferencia en Montevideo, Uruguay. Cuenta Lafertte que después de la reunión regresó a Lonquimay y pasó la cordillera desde el Sur, llegó al local del PC en Buenos Aires, Argentina, donde se encontró con el resto de la delegación. Todos juntos llegaron al pueblito El Carmelo en la orilla uruguaya del Río de la Plata cuando los arrestaron, pasaron 20 días en la cárcel de Montevideo y se dió la orden de deportación. El 1° de Mayo de 1933, en que se conmemoraba el día internacional de los trabajadores, lo pasaron en un calabozo de un barco inglés que los traía a Chile, sin embargo, el presidio no impidió que cantaran La Internacional y que se sumara al canto un obrero griego que también estaba detenido en dicho barco. Cuando llegaron a Punta Arenas, Juan Segundo Leiva fue deportado al puerto de Melinka, en el Archipiélago de las Guaytecas, actualmente perteneciente a la provincia de Aysén. 



5 meses más tarde, en Noviembre de 1933, regresa a Curacautín y es entrevistado por el diario local en su calidad de líder campesino. Después de la relegación no muestra vacilación sino que al contrario, explica su ingreso a la FOCH de la siguiente manera: “el ingreso del Sindicato Agrícola de Lonquimay a la FOCH y mi participación en la directiva es justa y legitima alianza entre campesinos y obreros para defenderse de esos dos poderosos aliados que estrangulan a la clases trabajadora de la ciudad y del campo: el capitalismo extranjero (yanqui, inglés, japonés, alemán, etc) y el latifundio feudal burgués.” Agrega: “la FOCH respeta y defenderá los intereses del campesino, obrero, de los pequeños ocupantes y colonos y del propietario pobre, medio y aún del rico que administre y cultive su fundo estaría siempre que no sea un enemigo de la transformación económica ni sea con el latifundista feudal para combatir la organización de la clase trabajadora de la ciudad y del campo. Más todavía, la FOCH aspira a la unión y fraternidad de obreros y campesinos para dar al país su verdadera independencia, la independencia económica, librándolo de los imperialismos extranjeros que en estrecha alianza con los señores latifundistas ahogan toda iniciativa y prosperidad reduciendo al pueblo al hambre y a la esclavitid. Por esto decimos con la frente alta y serena que la unión obrera y campesina que patrocinamos es una revolución nacional libertadora.” Y aunque en esta entrevista plantea que esa transformación se podría llevar a cabo sin armas es enfático en señalar que: “toda colonización patrocinada por los gobiernos del imperialismo feudal burgués, sean estos liberales, conservadores de morrales socialista amarillos, etc. no será un engaño para la clase obrera. Un medio para acallar momentáneamente las lamentaciones del hombre y seguir explotando al infeliz”. Esta entrevista expresa los debates que se daban al interior del Movimiento Comunista Internacional (MCI) y expresan a la vez la justa y correcta posición de clase que guía en sus propósitos a Juan Leiva.


Estalla el Levantamiento

Un año después, en los primeros meses de 1934, los históricos antagonismos de clase se agudizaron en Lonquimay. La opresión latifundista amparada por el viejo Estado, que por décadas caía pesada sobre los hombros del campesinado pobre mapuche, pehuenche, chileno, peones e inquilinos reventó en el fundo o hijuela Ránquil, de la zona de Lonquimay. 




Según el Archivo Nacional, la hijuela de Ránquil era parte de un latifundio denominado San Ignacio de Pemehue de unas 132.000 hectáreas. Por decreto se reconocía a la familia Puelma Castillo propietaria de 139.362 hectáreas ubicadas en el Alto Bio-Bio, incluyendo 4.000 hectáreas de terrenos fiscales, que habrían sido entregadas anteriormente a los colonos y campesinos de la zona.

Todos los esfuerzos del Sindicato Agrícola de Lonquimay, inclusive la entrevista de Juan Leiva con el presidente, buscaban revertir este despojo que usaba la legalidad a favor de los ricos. Pero tras asumir la presidencia Arturo Alessandri, éste profundizó una política favorable a los intereses de los latifundistas y los hacendados Puelma y Bunster. Así fue como el viejo Estado decretó favorecerlos con la entrega de 30.000 hectáreas de terrenos fiscales y, por otro lado, esta acción legal fue la base para que los campesinos de la zona fueran considerados “ocupantes ilegales” de los terrenos y, además, se les solicitó el desalojo definitivo.

Siendo la gota que rebalsó el vaso, se dice que con viejos fusiles, palos y herramientas las masas campesinas se alzan en rebelión, a la que se suman obreros y trabajadores hastiados de la miseria que vieron en los hombres de la tierra a sus propios hermanos.

Para poder dirigir a las masas a la lucha Juan Leiva tuvo que desplazar a quiénes dentro del Sindicato Agrícola de Lonquimay pretendían seguir el camino burocrático. 

Finalmente, es el 27 de Junio de 1934 cuando las masas campesinas y obreras armadas atacan a los latifundistas, pulperos y se enfrentan a la represión del viejo Estado, dando de baja a algunos policías. Las clases dominantes temblaron de miedo, señalando que había estallado una “Rebelión Soviética” en La Araucanía entre otros adjetivos. El grito de guerra que prendía la pradera de la lucha de clases desde Ránquil era un peligro para la Gran Burguesía y los Terratenientes.



Juan Leiva Tapia dirige política y militarmente el levantamiento y en éste entrega su vida. Varios días duró y, aunque las fuentes no coinciden en cifras, se estima que fueron cientos de personas las que se sumaron. Las escaramuzas ocurrieron en diversas partes, como en Nitrito y el Puente de Ránquil, donde se enfrentaron las heroicas masas contra miembros de Carabineros, sumados al apoyo de la Guardia Civil de Lonquimay y milicias republicanas ordenadas por el gobierno. Tanto era el terror de las clases dominantes que fue la primera vez que sobrevoló un avión la zona del Alto Bio-Bio. Oficialmente se contabilizaron 61 detenidos y un centenar de muertos. La justicia absolvió a los uniformados y policías genocidas bajo una Ley de Amnistía y sólo se condenó a civiles.

La represión sedienta de sangre identificó desde un inicio a los dirigentes del movimiento, volcando contra ellos toda su furia. 
Juan Leiva fue muerto cerca de Llanquén en el valle de Lonquimay.

En un periódico del Comité Regional del Socorro Rojo Internacional, impulsado por la Internacional Comunista para la defensa de los luchadores se relata: “A Juan Leiva Tapia lo encontraron en su propia casa durmiendo, lo flagelaron bárbaramente en seguida lo ataron de un brazo al pigual de un caballo llevándolo al trote atravesando el río Ránquil, llegando con él hasta la orilla del Llanquén, donde fue asesinado bárbaramente, torturándolo hasta que exhaló el último suspiro”.

Juan Segundo Leiva Tapia levantó en alto la bandera de la Revolución Agraria Antimperialista, tal como el MCI comprendía ya desde ese entonces, como único camino de emancipación para los países semicoloniales y semifeudales. Al mismo tiempo la línea oportunista de derecha al interior del MCI pugnaba por volcar a los Partidos Comunistas hacia el camino de la colaboración de clases, llevándolo por el pantano electorero de la mano de la política oportunista que tergiversó el uso de los frentes populares, lo que en definitiva llevó a desenrumbar al PC, postrándolo ante sus enemigos.
Juan Leiva fue un revolucionario que en la lucha de dos líneas que se desarrollaba en el PC en este periódo, encarnó en los hechos la línea roja al dirigir a las masas a la lucha, a la defensa con armas en la mano de los derechos usurpados a los campesinos y obreros, contra el latifundio, los grandes burgueses e imperialistas.

A mediados de la década de los 30', Juan Leiva Tapia actuó como un integrante más de ese ejército de hombres y mujeres que avanzaba a nivel mundial contra el fascismo y toda opresión, empuñando las rojas banderas que con la Revolución Rusa se plasmaron y que con la Revolución China alcanzarían su mayor triunfo.

Sin duda, la posición de clase, la pasión, la lucha, la entrega, la alegría y la rabia que movían a Leiva Tapia anidan en el corazón y cabeza de los revolucionarios que hoy deciden entregar día a día su vida para retomar el camino que concretizaran el 27 de Junio de 1934 los combatientes de Ránquil.

Luís Emilio Recabarren, fundador del PCCh

¡Vivan los 90 años del levantamiento de Ránquil!

¡Retomar a Recabarren, reconstituir su Partido y desarrollar el camino de Ránquil!

¡Abajo el oportunismo, el revisionismo y el imperialismo!

¡La rebelión se justifica!